El atormentador testimonio de un corazón quebrantado

Yo era esposa de pastor. Mi esposo era un exitoso ganador de almas y excelente predicador. Tenía un carisma que atraía a la gente y ganaba su amistad. Durante muchos años su compromiso de servir al prójimo fue genuino. Desafortunadamente, se tomó la libertad de intimar demasiado con las mujeres de la iglesia.

Durante 25 años su cálida personalidad y sus maneras galantes le procuraron muchas amigas. Yo aceptaba esto como parte de su temperamento. Y de pronto, simplemente sucedió. El cometió adulterio.

Al mirar hacia atrás, veo que yo había estado viviendo engañada. Considerando que mi esposo era un hombre piadoso, pues eso es lo que yo creía; no podía aceptar que incluso considerara la posibilidad de tener un amorío. De hecho, yo creí en él hasta la última semana que vivimos juntos. Cualesquiera fueran sus engaños y sus rechazos, yo seguí tratando de arreglar nuestra relación. Le pedí que nos fuéramos por algunos días, o que asistiéramos a un seminario de vida familiar durante un fin de semana; pero invariablemente su respuesta fue ¡no! Yo no podía entender por qué. Luego mi salud comenzó a quebrantarse; sufrí de jaquecas, dolores de cabeza y alta presión sanguínea. Tras saber lo que estaba ocurriendo a mis espaldas, estos síntomas desaparecieron.

La otra mujer

¿Quién fue la otra mujer? Alguien a quien mi esposo había dado estudios bíblicos y se había bautizado. Mientras él derramaba sobre ella sus atenciones y su devoción, yo vi muchas señales de advertencia de que se estaban formando vínculos emocionales. Varias veces lo confronté al respecto, pero él me convenció de que estaba equivocada. Me hizo sentir tonta por hacer la simple sugerencia de que había un problema. Después de todo, la otra señora era mi amiga íntima, además. Ella se sentaba a mi lado en la iglesia semana tras semana. Ella, su esposo y sus dos hijos, compartían con nosotros las vacaciones y eventos especiales. Me había hecho regalos y dicho que me amaba y que le daba mucho valor a nuestra amistad especial. A menudo orábamos juntas.

Supe más tarde que se había enamorado de mi esposo desde la primera vez que se encontraron. La combinación de la infatuación de ella y la personalidad galante de mi esposo actuaron como combustible e inadvertidamente se encontraron jugando con fuego. Cuando la verdad finalmente salió a la luz, su romance databa de hacía dos años.

Mi primera reacción fue de incredulidad. Luego vino la devastación. Sentí como si mi corazón se hubiera rasgado y yo no fuera más que la mitad de una persona. Mi esposo nunca supo de mi herida y no pareció preocuparle en ese momento. Emocionalmente ya no podía manejar las cosas sencillas de la vida, mucho menos las complejas. Financieramente no pude darme el lujo de permanecer en nuestra casa y tuve que mudarme. Mientras tanto, después de volcar sobre mí todas las responsabilidades mi esposo se mudó a un motel con nuestra amiga. Más tarde vino a vivir al otro lado de la calle, frente al lugar donde yo trabajaba, y asistía regularmente a mi iglesia.

Gente devastada

Nuestros hijos, aunque ya son mayores de edad, también se sintieron devastados. Todavía me llaman y lloran. Se preguntan si lo que siempre creyeron es verdad. Cuestionan si Dios realmente existe y no quieren tener nada que ver con la religión. La vida nunca será la misma para ellos.

Los hijos de la otra mujer, que son más jóvenes, tienen problemas en la escuela y no se llevan bien con sus compañeros. Ambos están deprimidos. Su ex esposo cree que la Iglesia Adventista del Séptimo Día es una secta. No puede relacionarse con una religión que destruye los hogares.

También para mí fue difícil aceptarlo. Después de conocer la aventura amorosa de mi esposo, oré mucho y durante mucho tiempo, pidiendo a Dios que ayudara a recapacitar a mi esposo y a reconocer su error. Por muy breve tiempo pareció como que íbamos a reconciliarnos. El vino a nuestra casa durante nuestro 29 aniversario de boda para ver si podíamos comenzar de nuevo. Pero la otra mujer fue implacable y lo llamaba a mi casa, amenazándolo con suicidarse. Finalmente logró lo que quería; y volví a quedarme sola.

No sólo las esposas inocentes y los niños sufren cuando un pastor cae en adulterio. La credibilidad del evangelio, el ministerio y la iglesia quedan empañados. Demasiadas vidas son lastimadas. La gente me telefoneaba y me pedían que les ayudara a comprender qué estaba pasando, pero a causa de mi propio estado emocional estaba yo mal equipada para ayudarles.

Aunque el tiempo cura, yo todavía sufro cada día por mis hijos. Ellos aman a su padre y quieren que esté bien. Tratan de apoyarlo. Pero para hacerlo necesitan aceptar a la otra mujer como una especie de madrastra en vez de una amiga de la familia, sabiendo que perderán cualquier esperanza de tener alguna relación con su padre a menos que acepten la situación en sus términos. Sin embargo, para ellos el dolor sencillamente no desaparece.

Programa de Recuperación para familias heridas

El adulterio no es un asunto que afecta sólo a dos personas, puesto que tantos son heridos por él. Es casi tan doloroso como un asesinato y los efectos devastadores nunca desaparecen completamente. Los ofensores tienen el privilegio de hacer la elección de cometer adulterio, pero las familias no tienen alternativa en cuanto al sufrimiento que se les ha infligido. Yo pienso que la iglesia debería tener un programa de recuperación para las familias de los pastores que cometen adulterio. Al parecer, nosotros tenemos programas de recuperación para todo lo imaginable, menos para esto.

Esencial en el proceso de recuperación del adulterio es que los involucrados tomen la responsabilidad de sus acciones y dejen de excusar el pecado. Esperar que la familia y los amigos acepten un comportamiento inmoral es irrazonable. Quienes cometen adulterio y tratan de arreglarlo escribiendo una nota en la que piden disculpas a las partes heridas, no tienen la menor idea de la injuria que han cometido. ¿Podrá una nota en la que se pide disculpas arreglar los resultados del asesinato o de arrebatarle a alguien su hogar?

Estoy cansada de oír cuán mal tratan las iglesias a los ex pastores que han cometido adulterio. Han demostrado una flagrante desconsideración por el bienestar espiritual de su rebaño. El amor, la aceptación y el perdón son bíblicos, pero yo tengo un problema con el pecado premeditado y el arrepentimiento planeado. El verdadero arrepentimiento produce humildad y una actitud de restitución.

Cuando Adán y Eva pecaron, se engañaron pensando que a causa de su amor por ellos Dios excusaría su desobediencia. Comprendieron las consecuencias de su pecado cuando Dios maldijo la tierra. Desde ese momento en adelante, sus vidas estuvieron llenas de ansiedad, amargura y constante trabajo. Yo estoy agradecida porque Dios ha hecho provisión, a través de la sangre de Jesús, para que el perdón y la salvación estén al alcance de todos. Pero la gracia no da licencia para pecar, y el corazón convertido no considera barato el perdón.

No lo haga

Lo que me propongo al escribir mi dolorosa experiencia es ayudar a los pastores y a otros dirigentes espirituales a comprender que el adulterio es peor que la muerte. Sus efectos son de tan largo alcance, que la gente nunca lo olvida ni se recupera de él completamente.

Así que si usted está en vías de tener un amorío, por favor, no lo haga. La excitación se desvanecerá pronto y no vale el precio que usted y su familia tendrán que pagar. Hable con alguien en quien usted confía u obtenga ayuda profesional. Y por encima de todo, ore. El demonio del adulterio es poderoso, y usted necesita la fortaleza de Dios. Y después de renovar sus recursos espirituales, vuelva a encender la llama de los sentimientos que tuvo una vez por su esposa. Acaricíense mutuamente y compartan el gozo que el matrimonio puede ofrecer. Desaceleren su estilo de vida para dedicar tiempo especial el uno al otro.

Para aquellos que, desgraciadamente, ya han cometido adulterio, por favor, arreglen las cosas en todo lo que sea posible con sus familias. Las heridas son profundas; no traten de barrer despreocupadamente lo ocurrido. Cuando Jesús venga, lo único que importará será si hizo la paz con Dios y con su familia o no.

A las mujeres de la iglesia que sienten que tienen gran necesidad y demandan el tiempo del pastor para que supla sus necesidades emocionales insatisfechas, permítanme advertirles que están pisando terreno peligroso. Si ustedes roban la atención de su pastor que pertenece a su esposa, son culpables delante de Dios. Yo les hago una invitación a renovar su dedicación a su cónyuge y a Dios. La institución del matrimonio es sagrada y ordenada por el Creador del universo.

Mi vida en la actualidad

Ya han pasado más de dos años desde que me divorcié, y me he vuelto a casar. Cuando rogaba a Dios que me devolviera el amor perdido, él tenía un plan que yo no imaginé. Mi nuevo esposo me devolvió el amor, y ahora disfrutamos plenamente de la vida. Yo le agradezco a Dios por él todos los días. Nuestra relación es todo lo que yo siempre había soñado.

Finalmente, a todos los que lean estas líneas, les insto a ser fieles. Jesús vendrá pronto. No cambien la eternidad por un capricho pasajero.

*Marie Dickson es un seudónimo.