El problema de la salud es de vital importancia para cada ministro cristiano; y el adventismo ha sido el exponente principal del concepto de que las facultades físicas, espirituales y mentales están inseparablemente interrelacionadas. El aire fresco, el sol, el descanso, el ejercicio, el cultivo de la mente, el progreso espiritual y el régimen, todos actúan sobre la salud del ministro y por ende, sobre su capacidad para el bien. Descuidar cualquiera de estos factores vitales equivale a privarse a sí mismo del vigor físico tan necesario para el ministerio espiritual efectivo y continuo. Todas las fases del problema de la salud no pueden considerarse en este artículo, ni tampoco puede agotarse el análisis de una sola de sus facetas. Este artículo se refiere a los efectos del consumo de carne por parte del ministro sobre su salud física, moral y mental. Comer o no comer, ese es el problema.

Demasiado

En éste, como en todos los demás problemas relacionados con hechos, algunos proponentes exigen demasiado. Las extravagancias de sus exigencias han inducido a que se los denomine fanáticos. La verdad es que no todos los que piden “demasiado” son fanáticos. Algunos están honradamente equivocados. Otros manifiestan un celo que no es según ciencia. Los excesivamente celosos han hecho mucho por dificultar la aceptación de este consejo de la iglesia.

La Biblia revela el vegetarianismo como el régimen original del hombre. Además, el consejo que da la iglesia sobre el régimen se basa en el hecho de que un régimen equilibrado a base de productos vegetales es el más saludable y por lo tanto, el mejor para el hombre. Sin embargo, los que pretenden que comer las carnes limpias es un pecado, se extralimitan. El apóstol Pablo advirtió contra esto mismo en 1 Timoteo 4:1, 3. Además, la Biblia abunda en biografías de temerosos hombres de Dios a quienes se les permitió comer carne como parte de su régimen alimentario. En realidad, el Maestro mismo sirvió carne a sus oyentes, y aquellos que lo conocían mejor, le sirvieron pescado. No hay base bíblica para sustentar la suposición de que comer carne limpia ha sido, es o será un pecado.

Recuerde el lector que en los consejos dados a la iglesia sobre este problema se dice que el régimen que incluye carne será una necesidad permanente para algunos. Estas excepciones son: (1) ciertas personas enfermas, (2) los que viven en zonas donde no es posible conseguir un régimen vegetariano equilibrado, (3) y los que no tienen conocimientos necesarios para preparar comidas vegetales equilibradas. A todos los demás se les pide que dediquen su atención con oración a este asunto. Todos estaremos de acuerdo con que el vegetarianismo no tiene fuerza de ley. Debe ser enseñado, recomendado y promovido, pero nunca ser hecho una prueba de la espiritualidad. El bien y el mal son constantes. No fluctúan de una época a otra Si comer carne limpia es un pecado ahora, siempre ha sido y siempre lo será. El hecho es que no es un pecado ahora, nunca lo ha sido y nunca lo será.

Demasiado poco

De lo que antecede concluimos que comer carne bíblicamente permitida es legal. Sin embargo, 1 Corintios 6:12 indica que no todas las cosas legales son convenientes o provechosas. En realidad, hay abundante evidencia de que a medida que se aproxime el fin, muchas cosas que en sí mismas no son pecaminosas, a causa del pecado se convertirán en inconvenientes para nosotros. Esto tiene validez en el caso de la práctica de comer carne. El comer carne ha servido desde el comienzo para acortar la vida del hombre. Pero en los últimos años las enfermedades de los animales han hecho que el comer carne sea peligroso.

“Hay tan sólo pocos animales que están libres de enfermedad… Muchos pobres animales están obligados a respirar el veneno de la inmundicia que hay en los galpones y establos… La enfermedad es transportada al hígado y todo el organismo del animal enferma. Los matan y los preparan para el mercado, y la gente come abundantemente este alimento animal envenenado. De esta manera se provocan muchas enfermedades. Pero no es posible hacer creer a la gente que la carne que han comido es la que ha envenenado la sangre y ocasionado sus sufrimientos. Muchos mueren a causa de enfermedades provocadas enteramente por comer carne, y sin embargo no parece que el mundo obra con la mayor prudencia en este respecto” (Selected Messages, tomo 2, pág. 418).

Los que están inclinados a confiar en la ciencia sanitaria moderna y en los métodos de elaboración de la carne, tan sólo deben consultar el Boletín del Departamento de Agricultura de los EE. UU. en la parte que trata de las enfermedades de los animales, o leer algunas de las noticias que traen los diarios referentes a este tema, para saber que esta condición de los animales se ha agravado. Pero los peligros del comer carne no son puramente físicos.

“Por el uso de la carne la naturaleza animal se fortalece y la naturaleza espiritual se debilita” (Evangelism, pág. 663).

En esta época de apostasía moral al hombre de Dios no le conviene aumentar las desventajas contra su supervivencia. Aunque el vegetarianismo no garantiza la castidad ni el comer carne la destruye, esto último la somete a una tensión innecesaria. Por lo tanto, es un peso. Y la Biblia recomienda descargarnos “de todo peso” (Heb. 12:1). El ministerio adventista tiene acceso a una mayor luz en lo referente a este problema. Tienen el privilegio de llegar a ser ejemplos que sirvan de enseñanza en el campo de la vida sana. Es cierto que el reino de los cielos no consiste en comida y bebida. ¿Pero quién puede negar que el comer y el beber han sido piedras de tropiezo en el camino al reino, en muchos casos? A los que poseen mayor luz se los insta firmemente a practicar la vida saludable.

“Si, frente a la luz que Dios ha dado acerca del efecto del comer carne en el organismo, seguís comiendo carne, tendréis que soportar las consecuencias” (Id., pág. 664).

La salud física no es la única parte de la vida del hombre que es afectada por el comer carne.

“¿Le habría dado Dios durante 30 años a su pueblo el mensaje de que, si desean tener sangre pura y mentes ágiles, deben abandonar el uso de la carne, si no quisiera que ellos escuchen este mensaje?” (Id., pág. 663).

Esta declaración no quiere decir que los vegetarianos tengan mentes claras y que los comedores de carne no las tengan. El lector probablemente conoce algunos abstemios que viven en perpetua penumbra mental, y comedores de carne notables por sus mentes ágiles y analíticas. La cita mencionada, es más bien, un desafío a la persona para que alcance su pleno potencial, arrojando todos los impedimentos.

Finalmente está la cuestión de la influencia ministerial. ¿No se aplica a esto la siguiente notable declaración del apóstol Pablo? “Por lo cual, si la comida es a mi hermano ocasión de caer, jamás comeré carne por no escandalizar a mi hermano” (1 Cor. 8:13).

Hermanos, los feligreses leen los libros publicados por la iglesia. Los escritos de Elena G. de White son aceptados por ellos como inspirados divinamente. No contribuye al fortalecimiento de la confianza de los fieles en estas enseñanzas el que ellos vean que se desatiende el consejo dado por el Cielo.

“Sed cuidadosos con vuestra actitud, no sea que provoquéis división… No hagáis daño a otros oponiéndoos a la luz que Dios ha dado acerca de este tema… No adoptéis ante el pueblo una posición que les permitirá pensar que no es necesario realizar una reforma en la alimentación a base de carne, porque el Señor está pidiendo una reforma… Al contrarrestar los esfuerzos de vuestros colaboradores que están enseñando la reforma pro salud, estáis descaminados y trabajáis en el lado equivocado” (Id., págs. 664, 665).

Demasiado tarde

Grupos fanáticos están causando confusión dentro de la iglesia en lo que se refiere a esta fase del programa del Señor. ¿No es tiempo de que el ministerio tome la iniciativa, organice clases y enseñe la reforma pro salud total al pueblo de Dios? Si ahora no es el tiempo, ¿cuándo lo será?

“Progresará, porque es el medio que tiene el Señor para aliviar el sufrimiento en nuestro mundo y purificar a su pueblo” (Id., pág. 664). El ministerio adventista es deudor al mundo. Se gastan millones en experimentos para aprender lo que Dios hace años ha revelado a su iglesia mediante su mensajera. “Mi comida —dijo Jesús—, es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34).

Sobre el autor: Director adjunto de la Asociación Ministerial de la Asociación General.