Cuando este número de EL MINISTERIO ADVENTISTA esté en circulación estaremos en el umbral de un nuevo año, con todas sus sorpresas y oportunidades. El lector ya habrá formulado sus resoluciones y trazado sus planes para esta nueva jornada, y por eso, quizá, este editorial parecerá inoportuno e innecesario. Sin embargo, nos permitimos levantar algunos interrogantes: ¿Cuáles han sido las ganancias y pérdidas verificadas en nuestra experiencia como colaboradores de Dios en este agitado año, ahora sumergido en las sombras del pasado? ¿Cuántas almas contritas han sido conducidas a la cruz de Cristo mediante nuestra exhortación o por el testimonio de nuestro ejemplo? ¿Cuántos hermanos débiles y vacilantes en la senda de la fe recibieron, a través de nuestra exhortación, el entusiasmo necesario para recorrer con más ánimo el camino de la vida? ¿Cuántos corazones quebrantados por el dolor, físico o moral, recibieron a través de nuestro ministerio, el suavizante bálsamo de Galaad?
Es muy posible que en este inventario de pérdidas y ganancias advirtamos errores que hayamos cometido, unos por acción, otros por omisión. ¿Habremos, por eso, de desanimarnos? No. Aprovechemos las lecciones de los errores y los fracasos del pasado, y establezcamos nuevos métodos de trabajo y audaces planes de acción para el año 1968.
En los primeros meses de 1940 muchos generales británicos insistían en repetir sin modificaciones las tácticas usadas en la primera guerra mundial, y por esa razón sufrieron sucesivas derrotas y humillantes reveses frente a un adversario que aplicaba métodos y planes bélicos completamente nuevos. Mientras tanto, algunos generales que integraban el alto mando aliado decidieron adaptarse a las nuevas tácticas del enemigo, y de esta manera lograron cambiar la corriente de la historia.
Muchas veces en las batallas del evangelismo estamos tentados a seguir empleando los métodos obsoletos y rutinarios, sin detenernos a considerar si están produciendo los resultados que anhelamos. La Sra. de White, en un artículo publicado en la Review and Herald el 30 de septiembre de 1902, escribió:
“Necesitamos introducir nuevos métodos. El pueblo de Dios tiene que despertar a las necesidades de la época en que vive. Dios tiene hombres que llamará para su servicio —hombres que no harán el trabajo en la forma carente de vida con la cual se lo ha llevado adelante en el pasado”.
Hay obreros que militaron en la viña del Señor durante el año 1967 sin un método racional de trabajo, sin un plan de acción organizado. No podríamos catalogarlos de ociosos, porque siempre estuvieron ocupados. Pero lograron resultados escasos y limitados. “Espaciándose en los asuntos menos importantes, se ven apurados, perplejos y confusos cuando son llamados a cumplir los deberes más importantes. Están siempre haciendo algo, y piensan que están trabajando arduamente; sin embargo, poco pueden presentar como resultado de sus esfuerzos” (Evangelism, pág. 649).
No es de extrañar que una de las razones que determinan el fracaso en la obra ministerial sea la ausencia de un plan definido y de un inteligente método de trabajo.
Ningún año presentó mejores posibilidades para el evangelismo que el que está por despuntar. Iniciémoslo manteniendo la iniciativa en la batalla, con las armas espirituales y el equipo evangelístico de que disponemos siempre listos frente a las nuevas tácticas del enemigo. Reexaminemos nuestros métodos con el fin de sustituir los que perdieron su efectividad por otros más eficaces.
El nuevo año exige un ritmo más acelerado de trabajo, más espíritu de oración y mayor consagración a la causa del evangelismo. Cuanto más áspero sea el camino y mayores los obstáculos levantados por el adversario, tanto mayor será la necesidad de una consagración personal más profunda y de una mayor dedicación a la obra en favor de aquellos que, perdidos en los laberintos de la vida, viven sin Cristo y sin esperanza.
Sí, el año 1968 ofrece las más brillantes perspectivas para un evangelismo victorioso. ¿No nos pondremos el blanco de hacer para Cristo mayores cosas que en lo pasado?