“Los malos hábitos en el comer y el beber conducen a errores en el pensamiento y la acción.”—“Counsels on Health” pág. 67.
“El cerebro y los nervios están en íntima relación con el estómago. Los errores en la comida y la bebida derivan en pensamientos y acciones erróneos.”—Id., pág. 134.
“Se pierde la paz mental. Hay disensión, luchas y discordia. Se pronuncian palabras impacientes y se cometen actos hirientes; a eso siguen prácticas deshonestas y la manifestación del odio; todo porque los nervios del cerebro están perturbados por el recargo excesivo del estómago… Las afecciones del estómago afectan al cerebro.”—Id., pág. 578.
“Es imposible para el cerebro realizar con la mayor eficiencia su trabajo cuando se abusa de los órganos digestivos. Muchos comen apresuradamente diversas clases de alimentos, lo cual provoca un malestar estomacal que confunde al cerebro.”—Id., págs. 564, 565.
“Un estómago cargado implica un cerebro cargado. Demasiado a menudo se come los sábados tal cantidad de alimento que la mente se entorpece y embota y se vuelve incapaz de apreciar las cosas espirituales. Los hábitos alimentarios tienen mucho que ver con esos cultos religiosos lánguidos y torpes del día sábado.”—Id., pág. 577.
“El [Dios] no puede iluminar la mente de un hombre que hace de su estómago un barril sin fondo.”—Id., pág. 576.
“Deberían usar el alimento más sencillo, preparado en la forma más sencilla, para que los delicados nervios del cerebro no se debiliten, entorpezcan o paralicen.”—“Testimonies” tomo 2, pág. 46.
“Las frutas, los cereales y vegetales, preparados en forma sencilla, libres de especias y grasas de cualquier clase, integran, junto con la leche o la crema, el régimen alimentario más saludable. Nutren el cuerpo y dan al intelecto una resistencia y un vigor que no produce un régimen alimentario excitante.”—“Counsels on Health,” pág. 115.
“La regularidad en las comidas es sumamente importante para la salud del cuerpo y la serenidad de la mente. Nunca deberíamos probar entre horas ni un bocado de alimento.”—Id., pág. 118.
“A menudo, la confusión y el embotamiento mental son el resultado de los errores del régimen alimentario.”—“La Educación” pág. 200.
“Más de un niñito débil, incapaz de todo esfuerzo físico o mental vigoroso, es víctima de un régimen alimentario pobre… Más de un estudiante cree haber arruinado su salud por el exceso de estudio, cuando la verdadera causa es el exceso de alimento… Lo que cansa el cuerpo y debilita la mente es el hábito de sobrecargar el estómago.”—Id., págs. 200, 201.
El té, el café y las comidas con carne
“Los miembros de nuestras iglesias deben desechar todo apetito egoísta. Todo centavo gastado en té, café y carne es peor que malgastado, porque esas cosas menoscaban el mejor desenvolvimiento de las facultades físicas, mentales y espirituales.”—“Medical Ministry,” pág. 274.
“El uso del café es una complacencia dañina. Temporariamente excita la mente para una actividad desusada, pero el efecto ulterior es triste— postración y agotamiento del vigor físico, mental y moral.”—“Counsels on Health” pág. 441.
“Esas complacencias [té, café, tabaco, alcohol y morfina] bien pueden clasificarse entre los vicios que ejercen una influencia perniciosa sobre el carácter moral.”—“Counsels on Diet and Foods,” pág. 63.
“Los estimulantes… obscurecen la mente, debilitan el intelecto.”—“Testimonies,” tomo 4, pág. 28.
“Este [el té] se introduce en la circulación, y gradualmente menoscaba la energía del cuerpo y de la mente… El té ataca la fuerza de los nervios y los deja grandemente debilitados.”—“Counsels on Health,” pág. 87.
“El pueblo de Dios debe tomar una posición firme contra el hábito de comer carne. ¿Acaso Dios daría a su pueblo durante treinta años el mensaje de que para tener sangre pura y mentes claras deben abandonar el uso de los alimentos con carne, si no deseara que ese mensaje fuera escuchado?
“Las facultades intelectuales, morales y físicas son perjudicadas por el uso habitual de los alimentos con carne. El comer carne desarregla el sistema, obscurece el intelecto y embota la sensibilidad moral.”—Id., pág. 70.
“Somos lo que comemos, y el comer mucha carne disminuirá las actividades intelectuales. Si los estudiantes nunca probaran carne realizarían mucho más en sus estudios. Cuando se robustece la parte animal del hombre comiendo carne, las facultades intelectuales decrecen proporcionalmente.”—“Medical Ministry,” pág. 277.
“Los alimentos a base de carne, la manteca, el queso, los pasteles muy dulces, los alimentos picantes, y los condimentos, son gustados con exceso tanto por los ancianos como por los jóvenes. Todas esas cosas contribuyen a entorpecer el estómago, excitar los nervios y debilitar el intelecto.”—“Counsels on Health” pág. 114.
“Estas cosas [la gran cantidad de leche y azúcar] entorpecen el sistema, irritan los órganos digestivos, y afectan el cerebro. Todo lo que menoscaba el funcionamiento de la maquinaria viviente afecta directamente al cerebro. Y por la luz que me- ha sido dada puedo decir que el azúcar, cuando es usada en exceso, es más perjudicial que la carne.”—Id., pág. 150.
“Si [los israelitas] hubiesen querido vencer su apetito, en obediencia a las sabias restricciones de Dios, la debilidad y las enfermedades no habrían sido conocidas entre ellos. Sus descendientes habrían poseído tanto la salud física como la mental. Habrían tenido nociones claras en cuanto a la verdad y al deber, un discernimiento agudo y un juicio sano.”—“Patriarchs and Prophets,” pág. 378.
El pecado de la intemperancia en el comer
“La complacencia del apetito es la mayor causa de la debilidad física y mental.”—Id., pág. 130.
“Por la intemperancia en el comer vosotros os descalificáis para discernir claramente la diferencia entre el fuego sagrado y el común.”— “Testimonies” tomo 7, pág. 258.
“Debemos aprender que la satisfacción de nuestros apetitos es el mayor obstáculo que se opone a nuestro progreso intelectual y a la santificación del alma. … El halago de los apetitos es la causa principal de la debilidad física y mental, del agotamiento y de las muertes prematuras.”—“Joyas de los Testimonios” tomo 3, págs. 356, 357.
“El pecado de la alimentación intemperante, el comer demasiado a menudo y en exceso de alimentos muy dulces y perjudiciales… es una causa poderosa de los problemas de la iglesia.”—“Testimonies,” tomo 1, págs. 618, 619.
“Esto [el comer en exceso] perjudica a la maquinaria viviente… Se recarga innecesariamente a los órganos vitales, y la energía nerviosa del cerebro es empleada para ayudar a los órganos digestivos en su tarea de digerir una cantidad de alimento que no hace ningún bien al cuerpo… De ese modo se menoscaba el vigor mental ya que todo el organismo debe colaborar con el estómago para que éste pueda continuar con su pesada carga.”—“Counsels on Health,” pág. 157.
“La salud del cuerpo debe considerarse como esencial para el crecimiento en la gracia y la adquisición de un temperamento sereno y equilibrado. Si el estómago no es cuidado debidamente, se obstaculizará grandemente la formación de un carácter recto y moral.”—Id., pág. 134.
“¡Cuán cuidadosamente deberían estudiar las madres para preparar sus mesas con alimentos sencillos y sanos!… La alimentación puede debilitar o fortalecer los órganos del estómago y tiene mucho que ver con la salud física y moral de los niños.”—“Testimonies” tomo 3, pág. 568.
“El mismo alimento que presentan a sus niños irrita las delicadas membranas del estómago. Esta excitación es transmitida al cerebro por medio de los nervios, y como resultado se estimulan las pasiones animales que llegan a controlar las fuerzas morales. De ese modo la razón se pone al servicio de las facultades inferiores de la mente.”—Id., tomo 4, págs. 140, 141.
“Los cereales y frutas preparados sin grasa y del modo más natural posible deberían ser el alimento para las mesas de aquellos que pretenden estar preparándose para ser trasladados al cielo. Cuanto menos excitante sea el régimen más fácilmente podrán dominarse las pasiones.” —“Counsels on Diet and Foods,” pág. 64.
“Por medio del halago del paladar el sistema nervioso se excita y la energía mental se vuelve enfermiza, lo que hace imposible pensar con calma o racionalmente. La mente se desequilibra. Sus facultades más elevadas y nobles se pervierten para servir a la lujuria carnal y no se consideran los intereses sagrados y eternos.”—Id., pág. 44.
“En este período de la historia de la tierra la alimentación a base de carne deshonra a Dios. El comer carne y el beber licores son las cosas que están volviendo al mundo al estado en que se encontraba en los días de Noé. Fomentan las más bajas pasiones de los seres humanos, embruteciendo la raza.”—Sra. E. G. de White, en Bible Training School, julio de 1902.
“Si se descarta la carne [de nuestras mesas] puede alcanzarse y mantenerse una experiencia religiosa mucho más exitosa, porque este régimen alimentario estimula las tendencias licenciosas y debilita la naturaleza moral y espiritual.”—“Medical Ministry,” págs. 277, 278.
“Su influencia [la de la carne] excita y fortalece las pasiones más bajas y tiende a marchitar las facultades morales.”—“Counsels on Health,” pág. 42.
“Las facultades intelectuales, morales y físicas son perjudicadas por el uso habitual de la carne. El comer carne estropea el organismo, oscurece el intelecto, y embota la sensibilidad moral.”—Id., pág. 70.
“No debería permitirse a los niños que coman alimentos indigestos, como el cerdo, los embutidos, las especias, y las tortas y los pasteles muy dulces, porque haciendo eso su sangre se contamina, el sistema nervioso se excita indebidamente, y la moralidad está en peligro de ser afectada.”—“Testimonies” tomo 4, pág. 141.
La abstinencia es recompensada
“Si los cristianos mantuvieran el cuerpo en sujeción y pusieran todos sus apetitos y pasiones bajo el dominio de una conciencia esclarecida, considerando como un deber hacia Dios y sus semejantes el obedecer las leyes que rigen la salud y la vida, tendrían la bendición de poseer vigor físico y mental. Tendrían poder moral para emplearlo en la batalla contra Satanás; y en el nombre de Aquel que venció al apetito en favor de los seres humanos, podrían ser más que vencedores en beneficio de ellos mismos. Esta batalla será librada y ganada por todos aquellos que deseen hacerlo.”—“Counsels on Diet and Foods” pág. 65.
“La abstinencia en el régimen alimentario es recompensada con vigor mental y moral; también ayuda en el dominio de las pasiones.”—Id., pág. 126.
“El apetito licencioso esclaviza a los hombres y las mujeres, obscurece sus inteligencias y embota su sensibilidad moral en tal forma, que las sagradas y elevadas verdades de la Palabra de Dios no son apreciadas.”—Id., pág. 32.