En mi opinión,el movimiento adventista está pasando en muchos aspectos por circunstancias similares a las que rodeaban al pueblo de Dios en su camino desde la tierra de la esclavitud a la tierra prometida. El Señor ha estado tratando de encaminarnos hacia nuestro hogar celestial. A la luz de esta solemne realidad, hay aspectos que a mi juicio necesitan ser recalcados en este congreso.
Primero: Necesitamos esclarecer y comprender en verdad lo que significa “misión”. Mientras más tiempo transcurra desde la época de los pioneros, menos experimentaremos el verdadero motivo de nuestra existencia. Quizás ha llegado el momento de agrupar nuestras fuerzas en la Asociación General para definir lo que significa “misión” y motivar entonces todos los aspectos de la obra de la iglesia en la intrépida y santa tarea de cumplir nuestra misión profética.
Segundo: Dios ha levantado un pueblo cuyo objetivo singular y cuya tarea global consiste en proclamar a todo el mundo el Evangelio eterno de nuestro Señor Jesucristo, en el contexto del mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14. Además de las doctrinas cardinales de la iglesia cristiana histórica, estas proclamaciones angélicas comprenden las verdades distintivas del santuario y la justificación por la fe. La iglesia existe con el fin de impresionar las vidas de los hombres con una obra redentora. Debemos enseñar a jóvenes y a viejos a vivir y testimoniar en este complejo mundo. Nuestro mensaje es distintivo. Su teología difiere de la de otros cuerpos cristianos. A menos que esto sea una realidad y sea percibida como tal por otros, el propósito de Dios al llamar a la existencia a un movimiento profético con un destino determinado ha sido en vano.
Extracto del sermón de apertura del congreso de la Asociación General.
Tercero: La ganancia de almas debe ser la pasión consumidora de la iglesia en todo el mundo. Toda evangelización se concentra en Cristo Jesús, quien fue y es el Evangelista por excelencia. Ser un evangelizador es ser como Cristo y el resultado de la evangelización es la semejanza con Cristo. La frase “terminar la obra de Dios” abarca tanto la obra exterior como la interior. Significa personas salvadas por gracia que trabajan para salvar a otros. Requiere alcanzar a todo habitante de la tierra con el aliciente de las promesas del mensaje de amor y salvación de Dios.
Cuarto: Una preocupación crucial que exige un nuevo énfasis es la naturaleza del testimonio que debe manifestarse en los hogares y las familias de los que han sido escogidos para reflejar el carácter de Cristo en nuestra sociedad. El hogar puede y debe ser el sermón más elocuente en favor del Evangelio. ¿Qué ocurriría si dedicáramos las primeras horas del sábado como un tiempo especial para la familia adventista? Reunir a la familia al comienzo del sábado podría enriquecer los lazos familiares, fortalecer las relaciones con nuestro Señor y prepararnos para el compañerismo con la vasta familia espiritual de la iglesia al día siguiente.
Quinto: Recomiendo que utilicemos las energías y talentos de las mujeres de la iglesia.
Sexto: El siguiente aspecto que quiero recalcar es la educación cristiana. La educación cristiana no es asunto de opción. Es una orden. Quiero testificar con corazón agradecido que existe una diferencia grande, precisa y esencial entre las escuelas adventistas y las demás escuelas. En medio de los costos elevados, el aumento de la participación gubernamental, la amenaza de disminución de matrícula debido a la baja del porcentaje de natalidad y los conceptos mundanos que nos invaden, mi observación es que nuestros maestros y administradores están haciendo una obra admirable y merecen nuestro apoyo.
Séptimo: El apóstol Pablo, al describir la iglesia, usó el término “familia”. Dios ha hecho de una sangre todas las naciones. En cada familia los miembros difieren unos de otros, pero en asuntos de importancia, por lo general se unen y trabajan como una unidad. En el aspecto de las relaciones humanas y las diferencias de raza, la iglesia no ha alcanzado el ideal, pero nos hemos acercado unos a otros. Es importante que exista una afinidad espiritual que trascienda nuestras diferencias culturales y étnicas.
Octavo: Tengo una aspiración irreprensible que compartir con ustedes y se trata de proporcionar mayor amplitud a los laicos para que desarrollen ciertos programas y proyectos. Tengo una alusión que hacer al campo omnipresente de las comunicaciones electrónicas. Hace poco, en la ciudad de Lubbock, Texas, se llevó a cabo un experimento cuidadosamente controlado en el que se usaron menciones de 30 a 60 segundos de duración.
Noveno: Otra fase de adelanto cuyo momento ha llegado con seguridad, es el establecimiento de una investigación progresiva con el fin de lograr la brecha necesaria para alcanzar a las personas de mente secular y a los pueblos no cristianos del mundo con el Evangelio. Esto incluye la patética situación de cientos de miles de jóvenes cautivados por las filosofías materialistas en los predios universitarios, donde en la actualidad estamos prácticamente sin una voz de testimonio.
Décimo: Hay acertados principios de administración que podemos usar sin temor en las funciones de la iglesia, ampliando así nuestro testimonio mundial. Haremos varias recomendaciones específicas a los delegados al congreso en este aspecto. ¿No podríamos vincular en forma inteligente algunas de nuestras funciones, que llamamos departamentos, en departamentos más amplios relacionados entre sí, o por lo menos, combinarlos en un enlace orgánico más identificado uno con otro, que nos garantice nuestra habilidad de producir conjuntos coordinados de actividad que tengan sentido ante nuestros miembros y pastores en las iglesias?
Habiendo compartido con ustedes estas diez inquietudes más importantes -tengo también otras-, quisiera regresar a mi analogía entre la iglesia de Dios en el desierto y el pueblo de Dios en la actualidad. Debemos encaminarnos a nuestro hogar. Debemos cumplir el destino que Dios tiene para su pueblo. Tenemos un mensaje que dar a las naciones. No debemos demoramos más. No debemos contentarnos con seguir haciendo las cosas como siempre y permanecer en el “desierto” disfrutando sólo pequeñas bendiciones, cuando las colinas de la tierra prometida se alzan ante nuestra vista.