Hoy, pareciera que todo pasa por las redes sociales. Si alguien no está en Facebook, Twitter, Instagram o incluso Tik Tok, pareciera que no existe. Ni pensar de tener un “ministerio significativo” sin la utilización de las redes.
Pero, no me malinterpreten. Este no es un artículo más de esos que condenan las redes sociales (aunque tampoco hablará de que son la panacea o el último vaso de agua en el desierto). No; me interesa hablar del verdadero concepto bíblico de liderazgo, que vaya mucho más allá de lanzar tweets inteligentes al ciberespacio de vez en cuando, o de tener diez mil seguidores en Instagram. Por supuesto, esto puede ser bueno para ayudar a las personas a pensar bíblicamente, a motivarlas a actuar de manera cristiana, a contrarrestar los ataques incisivos del enemigo, quien utiliza todo medio posible para engañar a las personas. Pero, en todo caso, estaríamos hablando de formadores de opinión (los jóvenes los llaman influencers).
Pero un líder, un verdadero líder en todo su sentido bíblico, va mucho más allá de ser un influencer. En primer lugar, un influencer no necesariamente ayuda a transformar la vida de las personas. Es más, en muchos casos, la vida personal del influencer no condice ni está en sintonía con las opiniones o las ideas que vierte en las redes sociales. Justamente, la virtualidad de las redes sociales genera esta dicotomía entre la vida personal privada de una persona y su imagen pública en las redes. Esto es bíblicamente imposible para un verdadero cristiano (Mat. 7:15-20); y mucho más de un líder cristiano.
Sí, es verdad, Jesús, nuestro Modelo, fue un formador de opinión. Las multitudes que se agolpaban junto a la ladera de un monte, en la llanura o en el atrio del Templo para escucharlo nos indican que tenía miles de “seguidores”. Pero el ministerio de Cristo era integral, y además de enseñar, sanar y salvar, dedicó mucho de su tiempo a liderar por medio de una relación interpersonal significativa con sus seguidores, a quienes dedicaba tiempo, ministraba y entrenaba para el ministerio. En especial, se destaca el grupo de los doce discípulos, que lo seguían donde fuera, pero también era un verdadero líder de otros grupos más amplios. Esta relación de liderazgo, por supuesto, iba más allá de las apariencias, más allá de los eslóganes, más allá de la foto.
Es en el contexto de una relación significativa, cultivada por medio del tiempo de calidad dedicado a la salvación y la edificación de sus seguidores, que el pastor encuentra el verdadero modelo para el liderazgo. Por eso, Jesús le dijo a Pedro, tres veces, en el contexto de una reafirmación de su llamado pastoral: “Pastorea mis ovejas” (Juan 20:16).
Necesitamos más pastores/líderes/siervos que dediquen su ministerio a liderar por medio de una relación real significativa con sus seguidores, y menos influencers que dediquen gran parte de su tiempo a cultivar likes y seguidores en las redes.
Sobre el autor: director de la revista Ministerio, edición de la ACES.