Sin lugar a dudas, las relaciones interpersonales son el mayor y más preciado recurso que el pastor administra. Claro, también administra recursos materiales y organiza actividades y agendas; todas actividades relacionadas con el gerenciamiento de un distrito pastoral. Pero ninguna de estas últimas actividades y recursos tendría sentido sin la interacción personal, que es el sentido último y mayor del ministerio del pastor. Porque, en definitiva, el pastor ha sido llamado a llevar a las personas a los pies de Jesús, y muy poco podría ser logrado sin la interacción personal con esas personas.
Pero más allá de esta relación clave entre pastor y oveja (ministro y ministrado), hay toda una serie de relaciones que el pastor necesita cultivar. Y para cultivar estas relaciones, necesita habilidades que pueden ser aprendidas y desarrolladas. A continuación, menciono algunas de esas relaciones que el pastor necesita, sin que obligatoriamente sean todas:
1. Ayuda idónea: Todo pastor necesita una esposa que lo apoye, lo sostenga y sea su cable a tierra. Difícilmente el ministerio llegará a buen puerto si la esposa, más allá de sus ocupaciones y ministerio propios, decide no apoyar el ministerio de su esposo.
2. Un amigo: “El amigo ama en todo momento; en tiempos de angustia es como un hermano”, afirma Proverbios 17:17 (RVC). Necesitamos alguien que nos escuche, que nos entienda, alguien en quien podamos confiar y alguien que sea capaz de alertarnos sabiamente cuando ve que tomamos un camino incorrecto. Un amigo es eso y mucho más. En ocasiones, quizá sea necesario buscar un amigo fuera del círculo pastoral.
3. Modelo inspirador: Por supuesto, Cristo es nuestro gran Modelo de ministerio y experiencia espiritual, pero también podemos recibir mucha inspiración de otros pastores con más experiencia, más dones o mayores habilidades. Alguien a quien tomar como parámetro y como modelo a seguir (siendo conscientes, por supuesto, que ese modelo es otro ser humano, con las mismas flaquezas y debilidades que todos). Esto es cierto, especialmente en el área de la predicación. No solo podemos recibir beneficios espirituales, sino también podemos aprender mucho al escuchar las predicaciones de aquellos a quienes Dios le ha dado de manera señalada ese don importante.
4. Socios en el ministerio. En este caso pueden ser los ancianos (muy pocos tienen la posibilidad de tener un pastor asociado en su distrito), quienes trabajarán codo a codo con el pastor en la tarea de ministrar a los hermanos. Lo ideal es que estos socios en el ministerio complementen al pastor con sus dones y sean personas de confianza.
5. Equipo de oración. La oración es una de las principales armas en este conflicto espiritual en el que el pastor desarrolla su ministerio. Es esencial, entonces, contar con un grupo de intercesores que ore por el pastor, su familia y su ministerio. Este podría parecer un detalle menor, pero no lo es. No dejes de formar y mantener vivo este grupo. Notarás la diferencia en tu ministerio.
6. Un discipulador y un discipulado. Normalmente, nuestro mentor será alguien con experiencia, que ya haya estado donde nosotros queremos estar, y que esté dispuesto a guiarnos hasta allí. Todos necesitamos un mentor. Josué tuvo a Moisés. Marcos tuvo a Pedro. Bernabé tuvo a Pablo. También podemos ser un Moisés, un Pedro o un Pablo para otros, y completar así el círculo virtuoso del discipulado.
Con la guía del Espíritu Santo, puedes desarrollar estas importantes relaciones, y verás cómo tu ministerio será más fructífero, además de marcar la diferencia en la vida de otras personas
Sobre el autor: Director de la revista Ministerio Adventista.