El aumento del índice de pastores con trastornos emocionales como el estrés, la depresión y el agotamiento aumenta gradualmente en diferentes partes del mundo. Lamentablemente, los preconceptos arraigados, en muchos casos, se sobreponen a la necesidad de un acompañamiento profesional, lo que produce resultados desastrosos para el pastor, su familia, la iglesia y la comunidad. Consciente de esta realidad, y con el objetivo de ayudar a pastores y a líderes cristianos, el entrevistado de esta edición, el doctor Pablo Daniel Canalis, escogió especializarse en Psiquiatría.
El doctor Canalis nació en Libertador San Martín, Argentina. Hijo de adventistas, creció rodeado por familiares y amigos que trabajan para la iglesia. En 2006 se graduó en Medicina en la Universidad Adventista del Plata. En 2014 obtuvo el título de especialista en Psiquiatría en la Universidad Maimónides, en Buenos Aires. En Brasil, cursó un posgrado en Medicina de la Familia en la Universidad Federal de San Pablo, en 2016. Como médico, trabajó en la Clínica Adventista Belgrano, en la capital Argentina, Pablo Canalis y actualmente trabaja en el programa Más Médicos y en el Centro Médico White, en Hortolândia, San Pablo, y en el Centro de Vida Saludable, en Engenheiro Coelho, San Pablo. Casado desde hace ocho años con Stífany Dias Kümpel, ellos tienen dos hijos: Mikael, de cinco años; Annelise, de tres; y esperan la llegada de un bebé.
¿Cuáles son los desafíos emocionales más grandes de un pastor?
Generalmente los pastores enfrentan ansiedad, angustia, estrés, frustración; y traumas personales, familiares y sociales. Para empeorar las cosas, el pastor acaba sufriendo una fuerte presión por parte de la sociedad, de la familia y de sí mismo para tener una vida “perfecta”. Eso lo lleva a tener una vida de apariencias que altera su psique lenta e imperceptiblemente. Como consecuencia, experimenta sentimientos de soledad, lo cual es fuerte, presión y desconfianza. Con todo, creo que el mayor desafío que tiene un ministro es no perder el objetivo esencial de su vida: amar a Dios con todo su corazón, fuerzas y mente, y al prójimo como a sí mismo, comenzando por su esposa y sus hijos. Vivimos en el peor momento de la historia, en la peor condición física y sufriendo los peores ataques del enemigo, que lucha para que perdamos nuestra salvación.
¿Cómo es el perfil de un pastor que disfruta de salud y equilibrio emocional?
Ilustro la respuesta diciendo que el pastor saludable es aquel que tiene un “buen espejo”. Un pastor saludable sabe batallar con la expectativa de la “perfección” que “debería” tener. Algunos, sin embargo, se niegan a ver su realidad. Así, adoptan la postura “no quiero ver, no voy a cambiar”. Por eso, pienso que el pastor saludable es aquel que logra visualizar sus necesidades, solicita ayuda apropiada cuando es necesario, pone en práctica las orientaciones que recibe, vive y ubica las prioridades en el orden correcto (Dios, familia, trabajo) y se olvida del juicio de los demás. Todo esto lleva al pastor a vivir de manera más equilibrada, entendiendo sus limitaciones, sin perder de vista el poder de Dios.
¿De qué manera esas características, o su ausencia, pueden impactar en el ministerio de un pastor?
Si el pastor pone en práctica todo lo que acabo de mencionar, no dejará de tener problemas, pero los enfrentará con la fuerza que viene de Dios, con entendimiento y acompañado por su familia. De este modo, podrá superar rápidamente los desafíos sin perder el foco. Por otro lado, si no logra actuar de manera proactiva, experimentará el sufrimiento personal, de su familia y de la iglesia.
Generalmente, el pastor necesita enfrentar al mismo tiempo exigencias personales, de su familia y de la iglesia, entre otras. ¿Cómo atenderlas a todas de manera saludable y equilibrada? ¿Cómo lidiar con la presión que puede sentir el pastor por tener éxito en todas estas áreas?
Es una buena pregunta. Podríamos discutir muchos aspectos que intervienen en esta realidad. A causa del espacio, voy a resumir. El pastor es un ser humano escogido por Dios para una función que él mismo, su familia y la iglesia necesitan comprender correctamente. El primer aspecto importante es la relación del pastor con Dios. Si realmente vive bajo la dirección del Espíritu Santo, los frutos serán evidentes. Luego, el pastor debe ocuparse del trato que confiere a su esposa y sus hijos. Es necesario que sea un esposo amoroso, que valora y cuida a su esposa. Además, debe ser un padre que quiere guiar y acompañar de cerca a sus hijos. Así, ellos serán verdaderamente sus colaboradores en su ministerio.
Trabajar con personas es muy difícil, estresante, y a veces el pastor siente presión de todos lados para que los resultados de su ministerio sean grandes y satisfactorios. Esta presión termina llevándolo a la acción, ¡pero el miedo no puede ser la motivación del trabajo pastoral! Para cumplir bien el ministerio que el Señor le confió, el pastor deber ser conducido y motivado por el Espíritu Santo. No hay otra manera de alcanzar el equilibrio.
¿Cuáles son los indicadores de que un pastor necesita ayuda psicológica?
Son muchos y variados, y dependen mucho de cada pastor y de su respuesta al estrés. Los más frecuentes son la irritabilidad; cansancio constante; insomnio o mucho sueño; falta de apetito o mucho apetito (especialmente por los dulces); falta de sentido en lo que está haciendo; no poder dejar de pensar en los problemas; evitar a las personas, reuniones o situaciones; aislamiento; tristeza; angustia; crisis de ansiedad; crisis de pánico; dificultades en la relación conyugal; disminución de la libido; pérdida del placer en las cosas que antes le gustaba hacer, entre otros.
¿De qué manera el pastor puede aconsejar a los miembros de sus iglesias que pasan por situaciones difíciles sin comprometer su salud mental y emocional?
Para esta cuestión compleja, hay que tener en cuenta los siguientes puntos: (1) No improvises al aconsejar a las personas; si no sabes qué hacer, pide ayuda a alguien. Esto no es una señal de debilidad. Cuando estés en duda, conversa sobre el asunto con algún pastor de más experiencia y de confianza, para tener un punto de vista diferente. (2) Aprende a derivar los casos cuando no tienes los recursos para ayudar. (3) Comparte con tu esposa lo que puede ser hablado. La opinión de la esposa muchas veces aporta soluciones eficaces que no habíamos visualizado. (4) Nunca trates temas importantes en momentos de cansancio físico o mental. Si es tarde, ora sobre el asunto y descansa. Esto te dará tranquilidad y claridad para resolver el problema, en lugar de empeorarlo. (5) Evita las decisiones impulsivas, pues generan el riesgo del arrepentimiento posterior.
¿Qué consejo le darías a un pastor que está preso en la rutina del ministerio y lucha contra el desánimo y la falta de motivación?
Lo que siempre les digo a los pastores que atiendo es: Tú fuiste escogido por Dios para una tarea importante y pesada, emocional y físicamente, en un ambiente en el que el enemigo ha hecho estragos con una serie de obstáculos internos y externos. ¿Estás siendo luz en medio de muchas lámparas que están apagadas? ¿O has caído en la trampa del enemigo y te encuentras corriendo tras la comodidad y las ventajas temporales? ¿Cuál es tu centro de atención principal: tu salvación, la de tu familia y de tu iglesia? ¡No pierdas el objetivo! No hay nada más importante que hacer la voluntad de Dios. El Señor que te llamó estuvo, está y estará siempre contigo. ¡No te alejes de él! Él te va a ayudar a tener equilibrio para saber qué hacer, cuándo hacerlo, cómo hacerlo y por qué hacerlo.
¿Qué relación existe entre la espiritualidad y el equilibrio emocional del pastor?
Son interdependientes. No puedo pensar en fortalecer una y olvidarme de la otra. Las decisiones más importantes en nuestro diario vivir deben ser tomadas considerando nuestra conexión con Dios y la estabilidad emocional. Por eso, es necesario cuidar la espiritualidad y la salud mental. Los ocho remedios naturales (alimentación saludable, aire puro, agua, luz solar, ejercicio físico, descanso, temperancia y confianza en Dios) no deben quedar solo en el discurso. Además, cuando sea necesario, el pastor debe ser evaluado por un profesional del área de la salud mental y hacer algún tratamiento para poder ejercer su ministerio de acuerdo con la voluntad de Dios. MA