Cómo lograr que el servicio de comunión sea significativo para los niños no bautizados
“Mami, ¿me das una probadita?” “Papi, ¿por qué no me das un pedacito de ese pan?” Y mami y papi se preguntan: “¿qué podemos decir a nuestros niños cuando nos piden que les demos una probadita de los símbolos sagrados?”
Generalmente los niños reciben una explicación en un solo sentido. “Todavía estás muy chiquito”. Pero, con seguridad, los niños merecen una mejor respuesta que ésa. Aun cuando la explicación vaya acompañada de paciencia y tacto, los niños se sienten chasqueados.
La comunión debería ser uno de los servicios más impresionantes de la iglesia, y debería tener también significado para los niños no bautizados. Nunca deben sentir que se los excluye. ¿Cómo podemos lograr esto? He aquí algunas sugerencias que me han dado resultados en mi ministerio.
Para empezar, hago arreglos a fin de que se relate una historia especial a los niños durante el rito de humildad. En segundo lugar, preparo una actividad igualmente especial después del servicio de comunión sólo para niños no bautizados.
Al final del servicio de comunión invito a los niños que vengan al frente del santuario y que se sienten en las primeras bancas. Mientras se canta el himno final y los niños se reúnen en las primeras bancas, las diaconisas sacan el pan y el vino sobrantes de la mesa de la comunión y los llevan a la sala pastoral o de diáconos. Allí, el pan y el vino sobrantes se colocan en recipientes especialmente seleccionados y se le llevan de vuelta al pastor.
Mientras las diaconisas hacen estos preparativos selecciono a un niño y a una niña (generalmente los mayorcitos), para que sean quienes porten el pan y el vino. Estos dos me siguen, junto con el resto de los niños en una procesión, a un sitio previamente seleccionado a corta distancia de la iglesia. De ser posible, debería estar un tanto apartado. Ya debería haberse cavado un pequeño hoyo (de 5 x 5 x 5 pulgadas, aproximadamente) en este lugar anticipadamente.
La procesión rodea el hoyo, yo ofrezco una sencilla oración y doy una muy breve plática acerca de las escenas finales de la vida de Jesús. ¡Qué tremenda oportunidad para capturar la imaginación de los niños! Trato de ayudar a los niños a comprender el significado sagrado del pan y el vino. Casi siempre incluyo algunas palabras acerca del significado de estos símbolos y de por qué son sepultados en vez de tirarlos con la basura ordinaria. Las ideas en cuanto a qué decir a un grupo de niños en estas circunstancias son casi ilimitadas.
Cuando termino de hablar, pido al niño que lleva el vino que lo derrame lentamente en el hoyo. Luego la niña que lleva el pan lo deposita suavemente en la tierra. Un tercer niño cubre el hoyo con la tierra removida con sus manos. Yo ofrezco una corta oración, haciéndoles un llamado para que den su corazón a Jesús y lo acepten por medio del bautismo. Después de esto les pido que regresen con reverencia a la iglesia y esperen allá con sus padres.
Este servicio especial para los niños no bautizados es muy efectivo para ayudarlos a sentir que son una parte importante de esta ordenanza sagrada. Le da significado a todo el servicio de comunión para los niños que con frecuencia lo ven como una experiencia sumamente aburrida. También confiere a los adultos una forma digna de deshacerse del pan y del vino sobrantes que con frecuencia se tiran descuidadamente al cesto de la basura o se echan en el drenaje.
Con un servicio tan singular como éste, podemos ayudar a los niños a comprender en cuán alta estima los tiene el cielo. “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mat. 19:14).
Sobre el autor: Cari Hartman es director de Desarrollo Pastoral de la Asociación de lowa-Missouri de los Adventistas del Séptimo Día.