El día primero de diciembre de 1992 dimos el postrer adiós a nuestro querido pastor, colega y hermano Salim Japas. Sepultamos su cuerpo en un apacible rincón del cementerio de Keene, Texas, donde esperará la venida de nuestro Señor. En una sencilla, pero muy solemne ceremonia, entregamos al descanso a quien predicó incansablemente ante miles de ávidos oyentes en más de cinco divisiones denominacionales. Termina así la vida de un gran evangelista hispanoamericano. Nos harán falta su talento y su celo para concluir la obra de evangelización.

     El pastor Salim Japas nació el 13 de octubre de 1921 en Buenos Aires, Argentina, donde cursó sus estudios básicos. Allí conoció y aceptó a Cristo Jesús con quien estableció una estrecha comunión que duró toda su vida. A la edad de 16 años decidió bautizarse en la Iglesia Adventista. A esa edad tan temprana, tuvo que afrontar la seria oposición de su familia que trataba de impedírselo. Pero los obstáculos sólo galvanizaron su carácter y afirmaron su fe, su amor y su lealtad por Cristo y su verdad. Así se formó el ferviente heraldo de la fe que trabajó hasta el último día de su vida.

     Después de recibir el grado de profesor de filosofía y educación, estudió la licenciatura en teología en el Colegio Adventista del Plata. A los 25 años de edad contrajo matrimonio con la señorita Oliva Gerber quien fue su fiel compañera en el camino de la vida. Sirvió 13 años como pastor distrital, lo que consideró siempre como la más sublime de las ocupaciones. Después trabajó como evangelista en Sudamérica, Interamérica, Norteamérica y el Medio Oriente, en Beirut, donde estuvo hasta 1970. La predicación del Evangelio fue, sin lugar a dudas, la pasión de su vida. Esto se hace evidente en su libro de texto sobre evangelismo titulado Fuego de Dios en la Evangelización. En 1970 asumió la dirección del Departamento de Teología del Colegio de las Antillas, posición que desempeñó brillantemente durante 9 años. Durante ese tiempo estudió la Maestría en Educación y el doctorado en Ministerio, obteniendo este último grado en 1978. Después desempeñó diversas responsabilidades docentes y administrativas hasta 1985.

En el Congreso de la Asociación General celebrado en Nueva Orleans, en 1985, la Iglesia quiso que ampliara sus posibilidades de servicio nombrándolo Secretario Ministerial y Evangelista de la División Interamericana. Como asociado suyo en esta grave responsabilidad, tuve la oportunidad y el privilegio de conocer más de cerca al siervo de Dios, dedicado y consagrado al servicio como uno de los profetas de antaño. Durante sus años de servicio publicó al menos seis libros y quedaron varios en preparación. Sus muchos artículos publicados en revistas presentaban desde diferentes ángulos a Cristo Jesús y su parusía escatológica que era la esperanza de su corazón.

Hoy el pesar invade el corazón de sus seres amados y amigos en varios continentes. La Iglesia ha perdido

a uno de sus más nobles c ilustres predicadores. Le sobreviven su esposa Oliva, sus tres hijos, Norma, Carlos y Estela y sus nietos. En esta hora compartimos el dolor de sus seres queridos, compañeros y hermanos que también fuimos tocados por su fervor y dedicación. Creemos que la esencia del Evangelio quedó demostrada por su amor, su humildad, su paciencia y su espíritu de servicio y sacrificio. Ya concluida su carrera, viendo retrospectivamente el fruto de su incansable labor, podemos afirmar que pueden aplicársele con propiedad las palabras del apóstol: He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida (2 Tim. 4:7-8).

Ya duerme nuestro querido pastor Salim Japas en el Señor, pero sus obras le siguen. Sólo espera la voz de Dios que lo llame a la vida en el día cuando dé la recompensa a los suyos diciendo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor” (Mal. 25:21).

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