“Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas” (Apoc. 16:13).

Se presenta aquí un triple movimiento religioso apartado de Dios y, por supuesto, encabezado por el archiengañador mismo. Tres son los poderes de los que aquí se trata. Son el dragón, la bestia y el falso profeta. De sus bocas proceden expresiones que revelan la disposición que tienen. Sus palabras son el reflejo de sus espíritus o actitudes. Se describe a un poder que comunica su propia actitud o espíritu a otros, y su efectividad está claramente indicada en los resultados, porque el resultado final de la apostasía producida por los mensajes de los tres poderes es la reunión de las naciones para ser juzgadas ante el gran Dios del universo, pues eso es el Armagedón. Es el valle de la decisión final. Más adelante volveremos sobre esto.

EL DRAGÓN

Acerca de la identidad del dragón no puede haber confusión. “Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él” (Apoc. 12:9). Al estudiar la Biblia descubrimos que de la boca del dragón o demonio proceden muchas doctrinas, pero ninguna ha corrompido tanto la tierra como aquella que originalmente expuso en el jardín del Edén, registrada en el tercer capitulo del Génesis: “No moriréis” (vers. 4). En ese pronunciamiento tuvo su origen la doctrina del espiritismo. Su propósito original era eliminar las dudas con respecto a la verosimilitud de Dios. En resumen, los practicantes del espiritismo no pueden confiar en la Palabra de Dios porque la Biblia condena la misma esencia de sus enseñanzas.

Las manifestaciones de espíritus en las sesiones y sus obras a través de los médiums, los pronosticadores de la ventura personal y otros no son meras prácticas vocacionales y recreativas de demonios aburridos. Existe un método en esta locura. En ninguna otra forma Satanás puede trabajar más efectivamente para enajenarlo a uno de Dios y plantar su propia bandera en el terreno del alma que mediante la corruptora influencia de las enseñanzas espiritistas. Por este medio ha esclavizado a través de siglos a grandes masas humanas y les ha impedido drásticamente la influencia del Evangelio, porque el espiritismo obra con motivaciones emocionales y estímulo intelectual, lo que lo hace doblemente seductor. La insinuación de la serpiente fue tanto intelectual como emocional. Incluía también la exaltación a una nueva esfera espiritual, y con esto su insinuación ganaba una nueva dimensión. Así a través de los siglos el espiritismo progresó en estas tres líneas hasta que en la actualidad está permeado de bastante cristianismo. ¿Qué otra cosa en la tierra habría de airar de tal modo al Creador del universo para que sumariamente reuniera a las naciones en el valle de la decisión? De acuerdo con nuestro texto se trata de una influencia que precipitará esa crisis.

LA BESTIA

Luego está la bestia y su corruptora influencia. En la mente del apóstol Juan no había duda acerca de lo que era la bestia. La descripción que hace de esta bestia deja lugar a pocas dudas en nuestra mente. Suponiendo que cada lector es un estudiante de la profecía bíblica, sólo necesitamos identificar a la bestia como Roma. En su forma pagana, sus excesos fueron tantos que no podemos comentarlos aquí. Sólo podemos señalar que reveló la bestialidad de su carácter en forma palmaria en el trato que le dio al Hijo del Dios viviente y en la negación de su divinidad. El gobierno religioso, qué .sucedió a la forma pagana complico el problema al incluir la doctrina de la inmortalidad natural, que originalmente fue propuesta por el dragón y expuso la doctrina de la santidad del domingo, que fue otra innovación en la enseñanza cristiana. Bajo el disfraz de la religión nos encontramos una vez más ante la peligrosa brecha abierta en el concepto cristiano de la autoridad y la jurisdicción de la ley divina.

De la bestia procede la extraña doctrina de que el hombre tiene no sólo la autoridad sino el poder para modificar la ley divina y de que el cúmulo de tradiciones de la iglesia constituye una autoridad tan fuerte en materia de fe y práctica como lo son las Escrituras.

Esta subversión de la autoridad divina abre las puertas en forma ilimitada a la iniquidad, cualquiera sea su variedad y con el detalle adicional de que está cubierta con una capa de religión y santidad. Es comprensible que este insulto al carácter de Jehová debe provocar una respuesta apropiada. El Armagedón será esa respuesta.

EL FALSO PROFETA

Tercero, el falso profeta agrega el peso de su influencia a la del dragón y la de la bestia y suma insultos al mal previo. Recuérdese que todos estos poderes están empeñados en deformar la imagen del Creador. Los participantes en este drama son a veces hombres fervientes, sinceros, pero engañados. No obstante es un hecho que los aspectos prácticos de la propaganda del error separan al hombre de Dios y pervierten el carácter del Señor en la mente del oidor. Con referencia al falso profeta se ha de entender que este profeta no siempre fue falso. La Reforma  tuvo su origen en Dios, y los héroes de la misma fueron hombres temerosos de Dios y llenos del Espíritu Santo. En ese estado de la operación, la Reforma estuvo bajo la conducción de un verdadero profeta, pero el profeta se tornó falso cuando la Reforma cesó en su búsqueda de la voluntad de Dios y se contentó con hacerse eco de la doctrina del dragón, que es la doctrina de la inmortalidad natural y de aquella de la bestia, que es la doctrina de la santidad del domingo. Debe recordarse que la Reforma se produjo para restaurar la condición apostólica en ése y otros grupos.

La negativa del protestantismo a renovarse continuamente mediante el estudio y la búsqueda de la verdad es lo que lo ha hecho inapto para su cargo. Esto sucede en buena medida por la evidente confusión doctrinal que es general en los círculos religiosos de nuestro mundo de hoy. Esta falta de vitalidad creativa produjo la necesidad del adventismo. Si el protestantismo hubiese sido fiel a su cometido, no hubiese hecho falta una Iglesia Adventista del Séptimo Día. Que el adventismo ha permanecido doctrinalmente leal al espíritu de la Reforma es evidente por los siguientes hechos:

ADVENTISMO

Con amplia base el adventismo desafía la doctrina del dragón y bíblicamente refuta la enseñanza de la inmortalidad natural. El adventismo afirma enérgicamente la perpetuidad de la ley de Dios y la jurisdicción de esa ley en la vida de todo cristiano, incluyendo la santidad del séptimo día, sábado. Así pues, está en guerra con la doctrina de la bestia. Además, el adventismo afirma el ministerio sacerdotal de nuestro Señor en su santuario y que el pecado ha de ser completa y finalmente expiado en los atrios del cielo. Esto refuta la doctrina de la bestia de que existe aún un sacerdocio terrenal al cual el hombre debe recurrir para la remisión de los pecados.

EL ADVENTISMO CUMPLE LA REFORMA

El adventismo, entonces, no es otra religión, superpuesta a una estructura religiosa ya montada. Mediante el adventismo Dios reparará la brecha abierta por el dragón, la bestia y el falso profeta. Mediante esta iglesia y sus enseñanzas y el ministerio de sus miembros, el Dios del cielo continuará la reforma iniciada por Lutero y los demás reformadores. Una comprensión más profunda de este significado fortalecerá nuestro ministerio para trabajar con más fervor y efectividad en la propagación de la fe. En resumen, lo que se necesita con más urgencia es un sentido de misión. No hay nada más patético que un hombre que permanece entre la vida y la muerte, inseguro de que su iglesia es necesaria o de que lo que está haciendo tiene significado.

Es dolorosamente cierto que esta incertidumbre existe en muchos púlpitos de hoy. Nuestra preocupación es que las cruzadas adventistas por Cristo se conviertan en algo más que cruzadas nominales, que prediquemos con tal pasión y poder que los bancos vacíos no estén allí burlándose de nosotros. El sonido de la trompeta debe ser efectivo para reunir a los hombres para la guerra. El mensaje del ministro debe tener sentido, ser presentado con un fervor tan desesperado que al oyente no se le escape el hecho de que allí hay un hombre sincero y con una comisión y de que su causa es digna de atención. El hecho de que algunos hombres prediquen y el mundo no preste atención no puede atribuirse enteramente a una falta del mundo. Hombres llenos del Espíritu han llamado la atención en tiempos pasados. También lo están haciendo hoy y existen evidencias de que el futuro será aún más brillante en este respecto.

A LA SOMBRA DEL ARMAGEDÓN

Estamos predicando, hermanos, a la sombra del Armagedón, a la hora que describe la confrontación del hombre con su Hacedor. Al considerar la venida del Señor y la solución del fascinante problema del pecado, el profeta, en Apoc. 16:16 emplea un término que resulta familiar a los estudiantes de historia: “Armagedón”. El valle de Megido, tradicionalmente relacionado con el Armagedón, fue el escenario de muchos conflictos decisivos en la historia. Allí los ejércitos del Faraón Necao derrotaron a los ejércitos de Josías. Allí el ejército de Sisara fue puesto en fuga por el ángel del Señor. Fue en verdad un lugar de decisión. Los que se encontraron allí no volvieron a ser los mismos después.

¿Cómo podríamos describir mejor el fin del mundo y la venida del Señor? El mundo nunca volverá a ser el mismo. Todo lo que el hombre ha edificado y ambiciosamente planeado será tragado por el mar de fuego, y eso será cierto no sólo en Megido sino en toda nación de la faz de la tierra. Desde Moscú a Washington, desde Fidji a Finlandia, habrá una confrontación universal entre el hombre y Dios, porque Cristo vendrá y “todo ojo lo verá”. El Armagedón en su sentido más amplio es la venida del Señor y el fin de la administración humana de los asuntos de la tierra. Esto será catastrófico para los impíos pero para los justos constituirá un día de gozosa liberación.

A menudo surge la pregunta: ¿Habrá lucha entre ejércitos a la venida del Señor? Debemos señalar que los ejércitos están luchando ahora, con la presencia del Espíritu Santo en la tierra todavía. ¿Es razonable suponer que cuando el Espíritu del Señor se retire de entre los hombres, comenzarán ellos súbitamente a vivir en paz unos con otros? Con toda honestidad debemos admitir que las luchas y derramamientos de sangre continuarán hasta la venida del Señor, pero el Armagedón es algo mayor que esto. Anuncia que Jesús vuelve a la tierra, y podemos predicar esto con gran certeza y poder.

Pensamos también que es evidente que el Armagedón concluirá con la destrucción de los impíos en las llamas del infierno al fin del milenio, pero en esencia, la palabra “Armagedón” como se la emplea en Apoc. 16:16 no limita la venida de Cristo con sus ejércitos a una estrecha llanura triangular en alguna sección de la tierra; más bien, el Armagedón será un hecho en la venida de Cristo donde quiera los hombres caminen por la tierra. Los negocios quedarán a un lado. Por fin la atención del hombre se centrará en su Creador y sólo Dios será exaltado en aquel día. Cristo tomará el reino por la fuerza, y los hombres impíos y los demonios reconocerán con sus labios lo que ya habían conocido en su corazón pero que negaron con sus vidas.

Las sombras del Armagedón cubren lentamente la tierra, trayendo con ellas consecuencias de importancia eterna. ¡Qué privilegio el de ser un ministro cristiano en un tiempo como éste, porque tenemos en nuestras manos no sólo la llave de la paz para este mundo sino el Evangelio que es el pasaporte para uno mejor! Nadie en verdad se siente suficiente para estas cosas, pero debemos recordarnos a nosotros mismos que el pigmeo no se asusta por el tamaño del elefante, sino que caza y abate a esa gigantesca criatura. Mientras el elefante está preocupado con otras cosas, el hombrecito se ubica debajo de la barriga del elefante y clava su lanza en derechura al corazón de la gigantesca bestia y continúa haciéndolo hasta que cae muerta. Así queda asegurada la provisión de alimento para las semanas venideras.

Con la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, apuntemos hacia el mismo corazón de la ciudadela del dragón. Allí hay almas sinceras que esperan ser reunidas. Dios haga de nosotros cosechadores fieles.