Sesún la inspiración, las iglesias adventistas no han de existir únicamente como lugares de culto y de predicación; han de ser además, centros de educación donde los miembros puedan aprender a desempeñarse como obreros prácticos y eficientes para Cristo. La sierva del Señor ha dejado abundante consejo respecto del plan de Dios para su iglesia. La educación de los adultos se generaliza cada vez más, y si estamos alerta daremos énfasis a esa importante fase del desarrollo integral de la iglesia.

“Los hermanos han oído demasiado sermones; pero, ¿se les ha enseñado a trabajar para aquellos por quienes Cristo murió? ¿Se les ha propuesto y presentado algún ramo de trabajo de tal manera que cada uno haya visto la necesidad de tomar parte en la obra?”—Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 64.

“Muchos trabajarían con gusto si se les enseñara cómo empezar. Necesitan ser instruidos y alentados. Cada iglesia debe ser escuela práctica para obreros cristianos. Sus miembros deberían aprender cómo dar lecciones bíblicas, cómo dirigir y enseñar clases en las escuelas sabáticas, cómo auxiliar al pobre y cuidar al enfermo, y cómo trabajar en pro de los inconversos. Debería haber escuelas de higiene, escuelas de cocina, y clases de varios ramos de la obra de auxilio cristiano. Debería haber no sólo enseñanza teórica, sino trabajo práctico bajo la dirección de instructores experimentados.”— El Ministerio de Curación, pág. 139. (La cursiva es nuestra.)

La organización de un instituto de enseñanza

Comprendiendo la importancia de proporcionar una instrucción más adecuada a nuestros fieles miembros laicos, decidimos en nuestra asociación organizar un instituto de enseñanza que funcionaría durante un período de 18 semanas. Planeamos ofrecer seis cursos de enseñanza práctica y útil para el programa de evangelización de nuestra comunidad. Además, consideramos la edificación espiritual de los miembros; de manera que proyectamos algunas clases cuya finalidad era vigorizar la fe en Dios y en su iglesia.

Es evidente que el primer problema que debe resolverse en una empresa de esta índole, es la designación de personas capacitadas para desempeñar el cargo de instructores. Esto no ofrece gran dificultad en las iglesias grandes, pero en las de feligresía limitada a veces constituye una dificultad casi insalvable. Sin embargo, pueden servir como instructores excelentes los pastores, las instructoras bíblicas, los profesores y los maestros, los doctores y los dentistas, las enfermeras y los miembros laicos que posean un talento especial.

En nuestro caso, comprobamos que las personas invitadas a colaborar en este proyecto educacional en pro de la iglesia sirvieron con todo entusiasmo. Todos los instructores trabajaron con diligencia y eficacia para lograr que el instituto de enseñanza fuera un éxito. Por cierto que un proyecto como el que hemos descrito requiere que se lo planee con anticipación, a fin de proporcionar a los instructores el tiempo necesario para organizar los cursos que han de enseñar.

El horario de los cursos de instrucción

El día y la hora más apropiados para estos cursos pueden variar en cada iglesia. En nuestra asociación elegimos el miércoles, a la hora del culto de oración, de manera que no efectuamos una reunión adicional; pero es de interés mencionar que la asistencia semanal se triplicó.

Fijamos dos períodos de clase de 45 minutos cada uno, con un intermedio devocional de 20 minutos. El primer período duraba de las 19.30 a las 20.15. A continuación venía el intermedio devocional, de las 20.20 a las 20.40, y el segundo período se cumplía de las 20.45 a las 21.30. Consideramos indispensable que todas las clases comenzaran y terminaran a la hora fijada.

Invitamos a los miembros a concurrir a dos de los cursos de estudio de su elección—uno en el primer período y el otro en el segundo. Ofrecimos seis cursos, lo que daba un amplio margen para que todos eligieran de acuerdo con sus intereses. Muchos hermanos que no habían asistido a los cultos de oración durante años, concurrieron fielmente a las clases.

Los cursos ofrecidos

Los cursos ofrecidos en nuestro instituto fueron variados, con el propósito de interesar a toda la iglesia. A continuación anotamos los cursos de instrucción dictados; los tres primeros corresponden al primer período, y los tres restantes al segundo.

“La historia denominacional y el espíritu de profecía. Esta clase la enseñó un profesor de Biblia y comprendía la historia de los comienzos de nuestra organización y el lugar que ocupa el espíritu de profecía en el Movimiento Adventista. Gomo texto usamos el libro “Historia Denominacional.” Esta clase gozó de mucha aceptación.

“Cómo dar estudios bíblicos.” A cargo del instructor bíblico. El texto utilizado fué “Adiestrando Portadores de Luz.” [En la División tenemos además de éste, el “Manual del Obrero Voluntario.”] En cada clase abarcábamos un capítulo; y los alumnos daban estudios bíblicos ante los demás.

“La escuela sabática, una ganadora de almas.” Esta clase la dictó el director de escuelas sabáticas de la asociación especialmente para los que trabajaban con la juventud. No se usó libro de texto, pero en cambio se exhibió una serie de diez películas alusivas al tema. Los alumnos participaron en provechosas discusiones.

“Objeciones a las doctrinas bíblicas.” Esta clase la enseñó el pastor de la iglesia, quien adoptó el método de conferencias. Se discutieron las doctrinas adventistas a la luz de las objeciones presentadas por los no adventistas. En esta clase se interesaron especialmente quienes daban estudios bíblicos y quienes se proponían darlos.

“Primeros auxilios.” Estuvo a cargo de una enfermera. Se usó como texto el material que proporciona la Cruz Roja. También este curso fué muy concurrido.

“Escuela bíblica de vacaciones y trabajos manuales.” Clase enseñada por un miembro laico que poseía una notable habilidad para tratar con los niños y los jóvenes. Cada año la escuela de nuestra iglesia organiza una escuela bíblica de vacaciones; y al dictar ese curso, perseguíamos el propósito de preparar a los adultos fin de que colaboraran en esta clase de obra misionera. Además se enseñaron algunos trabajos manuales, como fabricación de cestos, decorada de figurillas y trabajos en papel.

Los hermanos expresaron su aprecio por la instrucción recibida. Los resultados alcanzados demostraron que este proyecto de la iglesia había cumplido con su finalidad. Cursos de enseñanza de esta naturaleza bien podrían efectuarse anualmente en las iglesias más grandes, a fin de convertirlos en instrumentos de capacitación para lograr que los hermanos alcancen un elevado nivel de vida eficiente y que den un buen testimonio para Cristo.

Sobre el autor: Pastor de la Asociación de California del Norte, EE. UU.