Hace algún tiempo, asistí a una asamblea pastoral de fin de año en algún lugar de Sudamérica. Los síntomas del agotamiento pastoral saltaban a la vista, no solo en el rostro de muchos de nuestros colegas, sino también en el cuerpo mismo. El agotamiento en la tarea ministerial es una realidad que se manifiesta de diversas formas en los diferentes lugares, pero que aqueja a un gran porcentaje de ministros adventistas en tierras sudamericanas.

¿Qué sucede si no llego a mi blanco de bautismos?

¿Qué pasará si no soluciono este problema? ¿Qué pensarán los hermanos?

Estamos tan rodeados de expectativas que nos preocupamos ansiosamente si no podemos estar a la altura de esos objetivos, que nos son impuestos ya sea por nuestros líderes o por los hermanos a los que pastoreamos. De aquí que una buena parte del agotamiento pastoral provenga de las preocupaciones por alcanzar las expectativas propias o las ajenas.

La preocupación por no estar a la altura de las circunstancias, por no chasquear a los demás o por no alcanzar las elevadas metas que nos hemos autoimpuesto nos juega una mala pasada a largo plazo. El cuerpo, nuestra salud mental y nuestra familia nos terminan pasando factura. Quedamos exhaustos por querer elevar cada vez más el listón de nuestros logros, o por temor a no alcanzar el mínimo que se espera de nosotros.

Tan simplista como parezca, la receta para el agotamiento pastoral se encuentra en el Sermón del Monte:

“Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento y bebida, o suficiente ropa para vestirse. ¿Acaso no es la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? Miren los pájaros. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque el Padre celestial los alimenta. ¿Y no son ustedes para él mucho más valiosos que ellos? ¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida?

“¿Y por qué preocuparse por la ropa? Miren cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni cosen su ropa; sin embargo, ni Salomón con toda su gloria se vistió tan hermoso como ellos. Si Dios cuida de manera tan maravillosa a las flores silvestres que hoy están y mañana se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes. ¿Por qué tienen tan poca fe?

“Así que no se preocupen por todo eso diciendo: ‘¿Qué comeremos?, ¿qué beberemos?, ¿qué ropa nos pondremos’ Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos, pero su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades. Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten” (Mat. 6:25-33, NTV).

Primero, Jesús señala a la creación circundante (los lirios y los pájaros), y menciona que hay una amplia evidencia visible cada día de que Dios no abandonará la obra de sus manos. Si se preocupa por las flores y los pájaros, ¿no se preocupará por aquellos que creó a su propia imagen? De esta manera, la doctrina de la Creación predica descanso al pastor. ¿Podría ser Dios dotaría y ungiría a sus siervos, para luego abandonarlos? ¿Quién está más comprometido con el bienestar de la iglesia que Aquel que dio su vida por ella? El bienestar de la iglesia no es tarea del pastor: es la promesa del Señor. El trabajo del pastor es, simplemente, usar sus dones dados por Dios en el ministerio del evangelio.

Jesús, entonces, recuerda a sus oyentes que ellos tienen un Padre que conoce sus necesidades y se ocupa en satisfacerlas. Esto significa que es el trabajo de Dios definir nuestras necesidades. Nadie sabe mejor lo que necesitamos que nuestro Creador y Salvador. Esto nos llama a confiar en la sabiduría y los tiempos del Padre. Si no tenemos satisfechas todavía algunas necesidades, es porque nuestro Padre sabe que no son una real necesidad, por el momento.

El problema del exceso de trabajo (la causa del agotamiento pastoral), según Jesús, podría radicar en nuestra falta de fe. Queremos suplir con nuestra sabiduría y nuestra hiperactividad la falta de confianza en Dios. Lejos de ser indolentes, cuando aprendemos a descansar en nuestro Padre, él se encarga de que coloquemos nuestros esfuerzos en lo que verdaderamente cuenta, y dejemos los resultados a él.

La mayordomía de nuestro tiempo, nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestra familia comienza poniendo a Dios primero. Cuando es #primeroDios, el agotamiento desaparece.

Sobre el autor: Editor de la revista Ministerio, edición en español.