Cierta mañana, mientras desayunaba, mis ojos aterrizaron en un editorial del Washington Post (25/03/2009). El editorial expresaba su preocupación sobre el intento renovado de insertar, en libros de texto de ciencia, la frase “debilidades y fortalezas” sobre la teoría de la evolución.

Este editorial no es una discusión sobre Evolución y Creación, sino que tiene el propósito de rescatar la manera en que los que abogan por la evolución de manera entusiasta defienden sus posturas, y lo que los ministros del evangelio pueden aprender de ellos.

El Washington Post nopromovía que no se debiera creer en la Creación, sino que en clases de Ciencia se debe enseñar ciencia. Desde su perspectiva, esto implica no enseñar creacionismo; es evolución o nada. El mensaje parece ser que el evolucionismo es ciencia, y que todo lo demás califica como postura religiosa, que no debe ser impuesta a los alumnos.

En 2008, varias iglesias concordaron en que la Evolución es la única postura aceptable en cuanto al origen de la vida y algunas participaron en lo que se denominó “Domingo de la Evolución”. Debo confesar que me impresiona la pasión que demuestran muchos adherentes de la Evolución. Días atrás, escuchaba un programa radial cuyo anfitrión entrevistaba a una cantidad de científicos, sobre el origen de la vida. Cada uno de los participantes habló con fervor evangélico sobre la Evolución. Cada uno se expresó con mucha certeza, incluso si no tenía una respuesta.

¿Por qué el temor?

Sin embargo, a pesar de la certeza de quienes defienden la Evolución, muchos temen que otras visiones se tomen en serio. Esto me parece extraño. En otras áreas de la vida, usualmente consideramos los hechos y luego nuestras opciones. Cuando un médico nos informa los resultados de un examen, comúnmente discutimos las opciones que tenemos. Cuando tengo un problema con mi automóvil, el mecánico repasa conmigo las opciones que tengo.

Así es como usualmente nos comportamos. Pero, para los evolucionistas solo existe una opción: la Evolución. Hay un celo por y sobre la evolución que va más allá de los datos relacionados.

Certeza

¿Qué pueden aprender los ministros del evangelio de estos exponentes -si pudiera decirse, evangelistas- de la Evolución?

Tal vez lo primero que debamos aprender es no permitir que nuestro entusiasmo vaya más allá de lo que puede ser respaldado. No debemos ir más allá del mensaje de la Palabra de Dios. Me parece que esto les sucede a varios exponentes de la evolución. Muchos hablan con certeza de lo que ocurrió en el pasado, sin reconocer que sus antecesores hablaron con la misma certeza aunque diversos expertos de hoy no concuerden con aquellos expertos. Como pastores, necesitamos abordar desafíos complejos con humildad. Es tentador, por ejemplo, decirle a alguien que tiene una enfermedad que amenaza su vida que Dios lo va a sanar, cuando en realidad no sabemos lo que sucederá. Un pastor le aseguró a una mujer que Dios le había revelado que no moriría. Cuando murió, él perdió toda credibilidad con la familia de ella.

Por otro lado, hay ocasiones en las que deberíamos hablar con certeza, pero nos refrenamos. ¿Acaso no debemos hablar del poder de Dios en nuestra vida? A aquellos que viven con culpa ¿no podemos recordarles que Dios ofrece perdón? Tal vez confundimos timidez con humildad, y por eso a muchos pastores se los percibe como faltos de entusiasmo. Los pastores no son meros consultores espirituales, que ofrecen opciones de fe a la gente. Debemos comunicar desde la perspectiva de una convicción firme. La convicción por sí sola no es suficiente, pero es necesaria. Debemos decirle a la gente que la fe por la que abogamos traerá cambios positivos a sus vidas y esperanza para el futuro. Los pastores, los capellanes y los administradores también tienen un mensaje del cual son entusiastas. ¡Proclamémoslo con fervor!

Sobre el autor: Editor de Ministry.