¿Qué efecto ha tenido el aborto voluntario sobre nuestra sociedad? ¿Es el aborto un simple procedimiento para pacientes externos que se puede realizar y olvidar el mismo día?
En la actualidad, aproximadamente un cuarto de todos los embarazos en los Estados Unidos terminan en aborto. Aunque no hay estadísticas disponibles sobre el número de mujeres adventistas que han abortado, en ciertas áreas el número parece ser bastante grande.
En 1986 la Corte Suprema de los Estados Unidos declaró que si bien es legal que los estados provean información acerca de los riesgos involucrados en muchos procedimientos médicos, es una violación de la Constitución que dichos estados provean toda información médica que tenga que ver con los riesgos del aborto. Por causa de esta reglamentación, el peso de la información que reciben las mujeres ahora recae mayormente sobre los médicos, los clérigos y otros profesionales.
Usted, ¿cómo podría asesorar a una mujer que le pide su opinión sobre si podría realizar un aborto? Los consejos que las mujeres reciben de los ministros adventistas varían ampliamente, porque la iglesia aún no ha tomado una posición clara sobre el tema.
El consejo que usted imparta dependerá de lo que sepa acerca del asunto y de sus efectos sobre quien realizó el aborto y quienes la rodean. Debería ser de particular importancia conocer los efectos médicos y psicológicos que se producen en la mujer, en los otros niños de la familia, en el padre y la relación de pareja, y los efectos producidos en el personal médico involucrado en el procedimiento.
Los riesgos médicos del aborto
De acuerdo con cuatro grandes estudios médicos, las posibles consecuencias médicas para las mujeres que han tenido dos o más abortos incluye el deterioro de las habilidades maternales, un doble o triple incremento en bebés abortados o prematuros, y una doble o doble y media mayor probabilidad de bebés con menor estatura al nacer
Un estudio realizado en la Universidad de Oxford reveló que, de 1.182 succiones abortivas, el 27% de las mujeres sufría fiebre y peritonitis, el 16,7% necesitó de transfusiones sanguíneas a causa de las hemorragias, el 4,2% sufrió de desgarramientos del cuello del útero, el 1,2% tuvo úteros perforados y el 1% desarrolló trombosis (coágulos sanguíneos) en los pulmones. Incluso algunas experimentaron esterilidad, embarazo tubárico u otras complicaciones que terminaron en la muerte de la mujer.[1]
Efectos psicológicos sobre la mujer
Las mujeres que han realizado abortos enfrentan complicaciones emocionales que incluyen culpabilidad, ansiedad, depresión, sentimientos de pérdida, ira, pérdida de la estima propia, pesadillas, reversiones y alucinaciones.[2]En un artículo escrito para el Boletín ministerial de adventistas solteros, Garland Day describe su experiencia en hacer frente a aquellos sufrimientos psicológicos que son los efectos posteriores del aborto: “Cada vez que viajo a través de Norteamérica me encuentro con cuatro o seis solteros que están tratando de adaptarse al hecho de haberse visto involucrados personalmente en un aborto: padres que sueñan con el niño que nunca tuvieron y su sentimiento de culpa, remordimiento y tristeza; madres que experimentan serias depresiones, pensamientos de suicidio y la incapacidad para aceptar el perdón de Dios y aceptarse a sí mismas. Un lamento común que he oído vez tras vez es: ‘Cuánto deseo que alguien me hubiera dicho cómo me sentiría después; que sólo me hubiese hecho saber más acerca del aborto antes de consentir en realizarlo’ ”.[3]
Un estudio de las manifestaciones a largo plazo del aborto como un evento estresante, realizado entre 30 mujeres, reveló que el 100% experimentó sentimientos de pesar, tristeza, remordimiento y pérdida; el 92% había tenido sentimientos de culpabilidad, ira y depresión; el 85% estaba sorprendida por la intensidad de sus reacciones emocionales; el 81% sintió como que habían sido engañadas; y mientras que algunas no se consideraban religiosas en el momento del aborto, después del acto el 96% sintió que el aborto fue como destruir una vida, o un asesinato. El 65% de las mujeres estudiadas experimentó pensamientos de suicidio, y el 31% intentó suicidarse.[4]
¿Por qué la mujer que realizó un aborto se siente culpable cuando las leyes de nuestra nación declaran que es legal? Como un autor lo dijo: “El aborto viola algo muy básico en la naturaleza de la mujer. Normalmente ella es la dadora de la vida… Muchas mujeres que hicieron un aborto sienten que han matado a su bebé”.[5]
Las mujeres también pueden sentir vergüenza por sus abortos. Esto es distinto de la culpa, que hace sentir a la mujer como una “mala persona’’.[6] Y hasta cierto punto es así porque la familia de la mujer, el doctor y el cuerpo médico no desean estar involucrados en su pesar; ella queda aislada de los medios usuales de apoyo. Ni siquiera puede expresar su pena a través de un proceso funeral, porque la muerte de su niño no es aceptada por la sociedad como una realidad.[7]
En el Japón, donde se han producido más de 50 millones de abortos desde que la práctica fue legalizada en 1952, algunas mujeres contribuyen a resolver su pesar comprando pequeñas estatuillas de Buda para colocarlas en un templo como monumento conmemorativo por sus “bebés acuáticos”. Un templo que tiene más de 10.000 de estas estatuillas ha llegado a ser una atracción comercial.[8]
Mientras algunos han recomendado que se desarrollen rituales similares en los Estados Unidos, otros lo ven como una mera explotación del pesar de la mujer. Cuánto mejor sería ayudar a la mujer antes del aborto. Compartir con ella las consecuencias probables y los efectos del aborto, podría ayudarla a decidir contra el procedimiento y así obviar la necesidad de rituales postabortos.
La mujer que tuvo un aborto puede necesitar aconsejamiento espiritual. Sólo cuando es capaz de reconocer su necesidad y enfrenta su sentimiento de culpa, sólo entonces está capacitada para hallar sanidad.
En su libro La segunda víctima del aborto, Pam Koerbel describe su propia experiencia de aborto y los efectos subsiguientes sobre su vida y matrimonio. Dice que atravesó su dolor y sufrimiento y halló sanidad con la ayuda de Dios y de su esposo. También sugiere que en el proceso sanador la mujer se perdone y perdone a quienes tomaron parte en su aborto: el doctor, las enfermeras, el servicio de aconsejamiento y su esposo o novio. Además, que pida perdón a sus padres, quienes pueden estar apesadumbrados por su decisión.[9]
El aconsejamiento que las mujeres reciben antes de un aborto a menudo es inadecuado, ya que no las prepara para las dificultades psicológicas que enfrentarán más tarde. Los consejeros pueden usar términos tales como tejido fetal o productos de concepción para referirse a lo que, eventualmente, la mujer dará a luz: un hijo o una hija. Además, algunas veces las mujeres se enojan y se sienten explotadas después del aborto. ¿Y por qué no? Hoy día el aborto es una gran industria en los Estados Unidos, sumando ganancias de alrededor de 500 millones de dólares por año.[10]
Un folleto publicado por Mujeres explotadas por el aborto (WEBA, en inglés), una organización dedicada a ayudar a las mujeres a salir adelante de las secuelas del aborto, incluye declaraciones de varias mujeres acerca de su experiencia. Estas mujeres testifican sobre las severas dificultades mentales y físicas acerca de las cuales sus médicos no las advirtieron.[11]
Los problemas psicológicos que trata WEBA incluyen el pesar, la culpa, la rabia, la amargura, el temor o castigo, la preocupación por la percepción de la fecha de nacimiento o la edad del bebé, la necesidad de volver a estar embarazada (tener un ‘‘bebé expiatorio”), y los comportamientos autodestructivos, tales como el abuso del alcohol o la droga, la anorexia y los intentos de suicidio.[12]
Recientes estudios llevados a cabo en Canadá revelan que “aun pensando que una mujer sintió que el aborto era una elección sabia en su momento, ello no significa que no tendrá problemas con el pesar o la culpa no resueltos”.[13] Según un estudio británico, las mujeres que tienen abortos por razones genéticas también tienen sus riesgos.[14] Las mujeres con problemas psicológicos enfrentan riesgos futuros si practican un aborto.[15] Y las mujeres que fueron víctimas de violación han sobrellevado el problema emocional de mejor forma al tener a sus bebés en término, dado que no han sido objeto de un segundo acto de violencia.
Los niños y el aborto
Los niños de la familia de una mujer que realizó un aborto sufren de diversas maneras. Algunas veces la madre tiene dificultad en vincularse con su siguiente niño, incluso desarrollando una aversión a tocarlo.[16] También se ha encontrado un índice muy alto de abusos y violaciones de niños entre las mujeres que han abortado que entre las que no lo han hecho.[17]
El psicólogo Philip Ney ha concluido desde sus hallazgos que “la propagada aceptación del aborto transmite a todos los niños el mensaje aterrador de que el amor que ellos reciben es condicional”. Los jovencitos a menudo son conscientes de los embarazos de su madre, ya sea que estos terminen en pérdida o en aborto, y responden al aborto “como lo hacen los niños que han enfrentado el mayor desastre en sus vidas”.[18]
Los hombres y el aborto
De acuerdo con el profesor Arthur Shostak, de la Universidad de Drexel, los hombres también tienen sus reacciones negativas hacia la experiencia del aborto. Ellos experimentan culpabilidad, remordimiento, tristeza y pesadillas. Muchos también sienten una “pérdida de la paternidad”. Cuando Shostak requirió fondos del Instituto Nacional de Salud para futuras investigaciones, se le dijo extraoficialmente que se le negaba la ayuda porque su estudio podría ser visto como una campaña antiaborto.[19]
Las parejas y el aborto
De acuerdo con Pan Koerbel, las mujeres que se practican abortos usualmente lo hacen por temor.[20] Algunas veces ese temor se refiere a perder una relación que valoran, y también lo hacen presionadas por sus esposos o novios.
La investigadora Emily Milling encontró, en un estudio de más de 400 parejas que habían experimentado un aborto, que el 70% de las relaciones fracasaron.[21] Linda Bird Francke encontró que “la mayoría de todas las relaciones entre gente soltera se quebró antes o después del aborto”. ¿La razón? El sexo llegó a estar asociado con recuerdos de dolor y culpa.[22]
Algunas parejas que se casaron después de un aborto experimentaron traumas severos en el intento por reconciliar su decisión, mientras que otras se atrajeron más íntimamente cuando resolvieron sus sentimientos por medio de una relación sanadora con el Señor.[23]
El personal médico y el aborto
El personal médico que realiza los abortos algunas veces exhibe reacciones similares a las de los padres y las madres. El personal de enfermería experimenta pesadillas y depresión, y tiende a beber excesivamente. Pueden dirigir su resentimiento hacia las madres que están teniendo los abortos, y también pueden llegar a estar airados con los doctores que les mandan hacer la sucia tarea de disponer de la muerte del feto después que se ha efectuado el aborto.[24]
A menudo los doctores tienen dificultad para reconciliar sus sentimientos. El Dr. John Szenens describe el conflicto: “Usted tiene que llegar a ser un poquito esquizofrénico. En una habitación anima a una paciente diciéndole que la leve irregularidad del corazón del feto no es importante —esto significa que ella va a tener un bebé bueno, saludable. Entonces en la siguiente habitación usted le asegura a otra mujer, a quien precisamente le aplicó una solución salina abortiva, que es bueno que ya sea irregular la marcha del corazón. .. que ella no tiene nada que temer con respecto a eso, pues no va a tener un bebé vivo”.[25]
Szenens también describe cómo primero comenzó abortando fetos de 15 a 16 semanas y más tarde lo hizo con fetos de 24 semanas. El sintió que esta progresión era una cosa buena —de lo contrario, podría haber tenido más de un dilema sobre si estaba o no cometiendo un asesinato.
En otro libro, un doctor anónimo es citado como diciendo: “La primera vez me sentí como un asesino, pero lo hice una vez tras otra, y ahora, veinte años más tarde, me estoy dando cuenta de lo que me sucedió, tanto como doctor y como ser humano. Sin duda, trabajé duro. Es cierto, el dinero era importante. Y vaya, fue una cosa fácil, una vez que había tomado esta senda: ver a esas mujeres como animales y a esos bebés como tejidos”.[26]
Legalidad y moralidad
En los Estados Unidos la legalización del aborto a pedido puede ser demorado. Todo depende de las futuras decisiones de la Corte Suprema. Es interesante notar que en 1975 la Corte Suprema de Alemania Occidental prohibió el aborto a pedido durante el primer trimestre, manifestando que “no podemos ignorar el impacto educativo del aborto sobre el respeto por la vida”.[27]
Debemos recordar que legalizar algo no necesariamente lo hace moral. En el siglo XIX la Corte Suprema declaró que los negros no eran personas o ciudadanos según los términos usados en nuestra Constitución. En este siglo la misma Corte ha declarado a otro grupo como personas no gratas.[28] Hoy concordamos en que la esclavitud es mala. ¿Habrá un día en que llegaremos a ver que también el aborto es malo?
Lo que puede hacer la iglesia
A nivel local, los pastores y sus congregaciones necesitan relacionarse redentoramente con las mujeres con embarazos críticos. Sé de una joven soltera adventista que dio a luz un hijo. Los miembros de iglesia le mostraron su amor y la sostuvieron a través de su difícil momento, y eventualmente fue rebautizada y se casó con un buen cristiano, quien estaba deseando adoptar a su hijo.
Recientemente visité a una mujer cristiana casada que estaba embarazada de su tercer niño. Ella me contó que por una severa dolencia matinal había estado tentada a realizar un aborto. Esto fue para mí un frío recordativo de que el aborto también puede llegar a ser una opción fácil. Pude animarla en su embarazo por medio de la lectura de las Escrituras y orando con ella. Los textos de ayuda que muestran el interés y el plan de Dios para el no nacido incluyen Salmos 139:13-16; Jeremías 1: 5; Lucas 1:13-16 y Gálatas 1: 15.
Dado que el 75% de los abortos realizados en los Estados Unidos es practicado por mujeres solteras, parte de la solución del problema descansa en ayudar a los jóvenes a ver la importancia de refrenarse de las relaciones sexuales prematrimoniales.
Nosotros también necesitamos ser más sustentadores de las mujeres que eligen permanecer en el hogar y criar a los hijos. Algunas veces algo tan sencillo como proveer ocasionalmente una niñera en forma gratuita para una madre angustiada, puede ayudarla a evitar sentir la necesidad de un aborto si otro bebé está en camino agarrándose de los talones del que está gateando.
Necesitamos considerar cuidadosamente qué rol educativo debería jugar la iglesia en la comunidad, y qué sostén deberían dar sus miembros a las organizaciones que están trabajando para desanimar los abortos. Me parece claro que la voz de la iglesia debe ser oída.
En la década de 1940 sólo unos pocos cristianos, tales como Dietrich Bonhoeffer, hablaron contra la persecución a los judíos. Bonhoeffer, quien fue ampliamente conocido por su defensa de los judíos, también luchaba contra el aborto. El escribió que “la destrucción del embrión en el útero materno es una violación del derecho a
la vida que Dios ha otorgado a esa naciente vida… y que no es otra cosa que un asesinato’’.[29]
Bonhoeffer creía que, finalmente, la persecución de los judíos por parte de Hitler se extendería hacia los cristianos. Y es importante notar que muchos otros murieron primero: “El anciano, el débil, el senil, el mentalmente retardado y los niños defectuosos’’. Otros “indeseables condenados’’ eran los epilépticos, los amputados por la Primera Guerra Mundial, los niños con orejas mal formadas e incluso los que se orinaban en la cama. Los médicos tomaron parte enasta planificación sobre asuntos de vida y muerte para salvar el dinero de la sociedad.[30]
Hoy día son mayormente los no nacidos quienes están siendo sacrificados. Pero a medida que la gente se acostumbra a esto, su respeto por la vida disminuye. Con seguridad los adventistas del séptimo día, quienes llamamos a los hombres y a las mujeres adorar a Dios como Creador, Redentor y Amante de todos, deberíamos estar al frente de quienes están tratando de preservar a la sociedad de perder la visión del amor de Dios por todos.
Sobre el autor: Ardyce Sweem, cuando escribió este articulo, sirvia corro capellán en el Hospital Adventista de Washington. Actualmente vive en Alemania, aprendiendo alemán y enseñando Inglés.
Referencias
[1] Las estadísticas citadas en esta sección son de una hoja con datos titulada “Medical Complications Following Abortion” (Gaithersburg, Shady Grove Pregnancy Center).
[2] M. H. Llebman y J. S. Zimmer, “The Psychological Sequel of Abortion: Fact and Fallacy”, en David Mail y Walter F. Watts, editores, Psychological Aspects of Abortion (Frederick, University Publications of America, 1979). Citado en “Abortion: Some Medical Facts” (Washington, D. C., NRL Educational Trust Fund)
3 Garland Day, “Abortion: A Noble Protest”, Adventist Singles Ministries Bulletin, julio de 1986, págs. 6, 7
[4] Anne Catherine Speckhard, “The Psycho-Social Aspects of Stress Following Abortion” (Falls Church, Christian Action Council).
[5] Dra. J. C. Willke, Handbook on Abortion (Cincinnati, Hiltz PubL Co., 1972), págs. 41,42. Citado en Pam Koerbel, Abortion’s Se-cor.d Victim (Wheaton, Víctor Books, 1986), pág. 123.
[6] Terry L. Selby, “Postabortion Trauma” (manuscrito no publicado, Counseling Associated of Bemidji, Inc.), pág. 10.
[7] Ibid., pág. 15.
[8] Basado en una transcripción de un documental japonés. Citado en Curt Young, The Least of These (Chicago, Moody Press, 1984), pág. 65.
[9] Koerbel, pags. 148,178.
[10] Young, pág. 30
[11] Véase “Before You Make the Decisión” (Schoolcraft, WEBA)
[12] Patti McKinney y Jill Lessard, “Surviving Abortion: Help for the Aborted Wo-man” (Schoolcraft, WEBA).
[13] The Pain That Follows: Coping After an Abortion” (Lewiston, Lifecycle Books)
[14] Ibid
[15] *Philip G. Ney, “A Consideration of Abortion Survivors”, en Child Psychiatry and Human Development 13, n° 3 (primavera de 1983): 173. Citado en Young, pág. 68.
[16] *Philip G. Ney, “A Consideration of Abortion Survivors”, en Child Psychiatry and Human Development 13, n° 3 (primavera de 1983): 173. Citado en Young, pág. 68.
[17] Ibid., pág. 67
[18] Ibid., págs. 66,67
[19] Ibid., pags. 65, 66
[20] Koerbel, pág. 121.
[21] Day, pág. 6.
[22] *Linda Bird Francke, The Ambivalence of Abortion (New York, Random House, 1978), pág. 47. Citado en Young, pág. 56.
[23] Koerbel, pág. 180.
[24] Young, pág. 93.
[25] Dra. Magda Denes, “Performing Abortions”, Commentary, octubre de 1976, págs. 35, 37.
[26] John Rice, The Murder of the Helpless Unborn… Abortion (Murfreesboro, Sword of the Lord Publishers, 1971), pág. 31.
[27] John Powell, Abortion: The Silent Holocaust (Alien, Argus Communications, 1981), pág. 128.
[28] Young, págs. 6,15.
[29] Citado por Powell, pag.29.
[30] Ibid.