Desde fines del siglo pasado numerosos movimientos religiosos han surgido en zonas donde las tribus nativas entraron en contacto con la civilización europea.

De 1870 a 1890 el movimiento de la Danza de los Espíritus se extendió por los territorios indígenas de los Estados Unidos.[1] Los shamanes predijeron el pronto regreso de los muertos y la venida del gran “Búfalo”. La misma clase de movimiento religioso se manifestó entre los aborígenes sudamericanos. Por ejemplo, los guaraníes y los tukuna esperaban el fin de este mundo y la pronta venida de un “mundo sin maldad”, en el que no habría más enfermos ni muertos.[2] Los estudios realizados por Sundkler[3] y Schlosser[4] acerca de más de 1.200 movimientos proféticos y sincréticos del África muestran claramente cuán bien conocidos son en ese continente estos cultos nativos. De Oceanía (Polinesia, Micronesia y Melanesia) se ha reunido una vasta bibliografía acerca de movimientos religiosos en los cuales los nativos esperan el pronto regreso de un antecesor (mitológico), la resurrección de los muertos, y la venida de un mundo nuevo sin enfermedades ni muerte.[5]

En Oceanía se les ha dado el nombre de “cargo-cult” a estos movimientos religiosos. La palabra “cargo” significa la riqueza de los europeos; alude a los barcos cargados de mercancías de todas clases que tocan en las playas oceánicas. En este artículo nos referimos principalmente a los cargo cults de Oceanía, porque el nombre de las misiones adventistas ha sido asociado repetidamente con ellos. Varios autores relacionaron estos movimientos autóctonos con la enseñanza de los adventistas. El antropólogo Kamma. en su conocido estudio de los movimientos mesiánicos del área cultural de los numfoor (Nueva Guinea Holandesa), dice: “Los cargo-cults de la zona oriental de Nueva Guinea parecen ser estimulados en gran medida por la obra de los adventistas del séptimo día”.[6] G. H. Cranswick y J. W. H. Hevill,[7] en su estudio de los cargo cults entre los papúas acusan a los adventistas de “evocar” esos cultos en Papuasia. También Van Baal menciona a los adventistas en relación con los cargo cults en el área melanesia, junto con algunos “movimientos espiritualistas”.[8] En una cantidad de libros y artículos menos conocidos acerca de los cargo cults en Melanesia, se han repetido estas acusaciones.[9]

Estas acusaciones parecen dignas de considerarse. Los cargo cults a menudo han ocasionado mucho daño a la gente implicada en ellos y al orden establecido. Algunas características comunes de estos movimientos son: conmoción, destrucción de alimentos, incendio de casas y de otros artículos de valor, psicosis de masas, trances y obsesiones, asesinatos, rebelión, revolución contra el gobierno blanco, etc. La acusación de que los adventistas los han estimulado es seria.

Los “Cargo Cults”

En Nueva Guinea y las islas cercanas difícilmente se encuentran zonas que no hayan sido afectadas por los cargo cults. A pesar de su carácter diferente, estos cultos poseen varias características comunes. (1) La gente espera el pronto regreso de un antecesor (mitológico) y la resurrección de los muertos; (2) entonces se establecerá un nuevo orden de cosas, donde no habrá más hambre, enfermedad ni muerte; (3) el antepasado y los muertos volverán con barcos de “cargo”, tal como ropa, hachas, cuchillos, motores fuera de borda, aeroplanos, etc.

Los nativos construyeron desembarcaderos a lo largo de la costa a fin de acomodar los barcos. Los que viven en el interior han construido pistas de aterrizaje. En áreas del interior que aún no han sido afectadas por la civilización, se supone que los “barcos” que llevarán al antepasado, a los muertos y el “cargo” vendrán de las tumbas. “Noches interminables la gente ha estado cantando y danzando en las tumbas para dar la bienvenida a Djeeuwmé (el antepasado O) y a los warria (los espíritus de los muertos O)”. Los indígenas han edificado amplias casas en las tumbas, donde los warria supuestamente almacenarían sus cajones y fardos llenos de ropa, hachas, tabaco y otra clase de “cargo”. Dieron muerte a todos los cerdos, y no permitieron a nadie comer su carne hasta el regreso de Djeeuwmé.

Quemaron todas las casas de la aldea. “Viviremos en casas de ladrillo”, les dijeron a los pobladores. También destruyeron otros objetos de su propia cultura. “Tendremos abundancia de alimento y ropa (con adornos), y todo lo que queramos, cuando venga Djeeuwmé. Ninguno de nosotros se enfermará. Ninguno tendrá hambre. Allá nunca nos cansaremos, aunque bailemos durante noches sin fin. Nadie morirá más”. Cuando Djeeuwmé demoró en venir, algunos entraron en éxtasis. Una noche la gente oyó las voces de Djeeuwmé y los warria como cantos de pájaros. “‘Ya vienen’ —gritó la gente—, ya vienen, y traen “cargo” para nosotros. Oímos el sonido del mar en las tumbas. Pero nadie apareció”.[10] Esto es un breve informe acerca de un cargo cult en la zona de Mamberamo. Habrían podido emplearse estas mismas palabras para describir un cargo cult de cualquier lugar de Oceanía. A menudo se acusa a los europeos de retardar el regreso de su antepasado. O bien afirman que los europeos poseen el secreto para apropiarse del “cargo”. El resultado de esto son movimientos nacionalistas y antiextranjeros, en los que se queman casas y se molestan a los blancos. Algunas veces se ha aplicado la expresión “enloquecimiento” o “frenesí” para explicar esas explosiones de las masas. Estos movimientos que ocurren en África, Asia y Oceanía, a menudo se consideran equivocadamente en los Estados Unidos como provocados por el comunismo, pero no tienen nada que ver con él. Es una forma primitiva de buscar un mundo mejor para ellos, un mundo sin “maldad”, donde la gente pueda ser feliz.[11]

Para obtener más detalles acerca de estos cargo cults, referimos al lector a la bibliografía especializada.[12] Sin embargo, esta breve exposición servirá para nuestros propósitos. Muestra los puntos que identifican las creencias de los cargo cults con las de los adventistas.

CREENCIAS DE LOS “CARGO CULTS”

El pronto regreso de un antepasado y la resurrección de los muertos.

Un mundo nuevo sin hambre, enfermedad, muerte, etc. Será un mundo de abundancia, sin maldad. No habrá más muerte; nadie enfermará, nadie envejecerá, y nadie se cansará siquiera.

El antepasado será la única “autoridad”. Todos lo honrarán con “cantos nuevos”.

Toda la gente recibirá “vestiduras blancas”.

Estará prohibido comer carne de cerdo.

ENSEÑANZAS ADVENTISTAS

El pronto regreso de Jesús. A su venida los muertos resucitarán.

Los justos heredarán la tierra nueva, sin aflicciones. “No tendrán hambre… porque el Cordero… los pastoreará… y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos” (Apoc.7:16, 17). También Apocalipsis 21.

El Cordero tendrá todo “el poder, las riquezas… la fortaleza, la honra, la gloria” (Apoc.5:12). “Y cantaban un canto nuevo” (Apoc.5:9).

 “Después de esto miré… una gran multitud… vestidos de ropas blancas” (Apoc.7:9). También Apocalipsis 3:4, 5.

Los adventistas no comen carne de cerdo.

Estas similitudes son las que les dan a los cargo cults una apariencia de sincretismo. Estos parecidos son también los que indujeron a varios autores a acusar a los adventistas de ser la “fuente” de estas creencias, las cuales a su turno originaron los cargo cults. Sin embargo, como se mostrará posteriormente, esos autores tomaron equivocadamente la sombra por la sustancia.

El punto de vista antropológico

Los cargo cults han sido descriptos generalmente como una “situación crítica” resultante del contacto entre las tribus nativas y la civilización europea cristiana. Firth el conocido antropólogo social británico, dice: “Esencialmente, son reacciones a las nuevas fuerzas introducidas a través del contacto con el Occidente”.[13] El gran anhelo de posesiones materiales —de “cargo”— se comprende como un resultado del contacto con la civilización material superior del Occidente, mientras el regreso del antepasado, la venida del nuevo mundo, la resurrección de los muertos, etc., son considerados como un resultado de las enseñanzas cristianas adventistas. Por cierto que, a primera vista, cualquier adventista admitirá el parecido entre estas creencias de “cargo” y las suyas propias. Debido a que otras denominaciones difícilmente hablan del pronto regreso de Jesús, de la resurrección de los muertos, etc., o tienen una “prohibición” de comer cerdo, se acusa a la misión adventista más que a cualquier otra sociedad misionera cristiana de estimular estos cargo cults.

Más recientemente otro punto de vista antropológico ha salido a campear. Los antropólogos culturales que lo sustentan ya no consideran los cargo cults como “severos desajustes sociales” o una “reacción circular”, sino como un culto nativo genuino. K. E. Read, P. Lawrence, F. C. Kamma, y G. Oosterwal en sus estudios sobre los cargo cults demuestran que las creencias concernientes a un antepasado que vendrá, el retorno de los muertos y el advenimiento de una tierra nueva sin maldad, enfermedad y muerte, etc., ya eran conocidas antes de que esos pueblos nativos entraran en contacto con las misiones cristianas y la civilización occidental. “El cargo-cult es de carácter genuinamente autóctono. En su misma esencia es uno de los muchos ‘cultos a la riqueza’ que se conocen en esas regiones, tales como los que se relacionan con las casas sagradas y las flautas sagradas”.[14] Las ennemaree (ceremonias funerarias) muestran claramente esta situación de cargo, la cual, además, es reflejada por los mitos y los cantos.[15]Durante las antiguas ceremonias funerarias la gente de Mamberamo ya cantaba acerca del (pronto) regreso de Djeeuwmé y de la resurrección de los muertos. Cuando Djeeuwmé venga, dicen estos mitos y cantos, los muertos resucitarán y vendrá un mundo sin maldad, enfermedad ni muerte. Lawrence escribe: “El ritual del cargo-cult es, por lo tanto, el mismo en esencia que el ritual de la religión pagana Garia”.[16] Read y Kamma llegan a la misma conclusión.

Mooney ya había dicho[17] que la creencia en un “Mesías” que restauraría el “paraíso” en la tierra es una creencia universal entre los aborígenes. Posteriormente Spier probó claramente que la Danza de los Espíritus que se practicaba entre los sioux no era el resultado de su contacto con los occidentales, sino que se había originado como producto de sus propios conceptos. [18] Esto mismo tiene validez para las creencias de los indígenas sudamericanos y los pueblos autóctonos de África y Oceanía. Varios autores cometieron el grave error de suponer lo más fácil, que cualquier cosa que tuviera un parecido con la enseñanza adventista debía proceder de esa fuente. Cora Du Bois tiene que decir algo muy oportuno en relación con esto: “Al no tener arraigo en la cultura antigua, una doctrina adventista y reavivacionista carecía de significado”.

Más de una vez ha resultado evidente que algunos autores que acusaban a los adventistas del séptimo día de promover los cargo cults no eran plenamente imparciales. Kamma, pastor de la Iglesia Holandesa Reformada, acusó una vez a los adventistas de haber provocado el bien conocido “movimiento de Sansón” en Nueva Guinea del Norte, mientras investigaciones hechas en fuentes directas revelaron que Sansón había sido influido por un espiritista.

Los antropólogos culturales concuerdan ahora que los “cargo-cults deben considerarse a la luz de su perspectiva cultural, y resaltarse contra los antecedentes de la vida autóctona”.[19] Y a juzgar por estudios antropológicos dignos de confianza, pareciera que las creencias en un “salvador” venidero, en la resurrección de los muertos, y aun la prohibición de comer cerdo tienen un carácter genuinamente nativo, y no son el resultado de la obra de los adventistas del séptimo día. Evidentemente ésta es la opinión de la administración de Nueva Guinea, porque recientemente, cuando un fuerte movimiento de cargo cult surgió en el interior de Nueva Guinea Holandesa, el gobierno me pidió —como pastor adventista y antropólogo— que investigara el movimiento y presentara un informe con la orientación necesaria para la conducta a seguir.

La posición adventista

Los misioneros adventistas deben utilizar la ayuda práctica que la antropología cultural puede ofrecerles.[20] Será útil iniciar estudios antropológicos acerca del pueblo a quien desea comunicar el Evangelio, y en las decisiones de la Working Policy en la Asociación General se hace provisión para esto. Los conocimientos antropológicos son urgentes en relación con el caso que nos ha ocupado hasta aquí. Aunque los misioneros adventistas no originaron los cargo cults, es innegable que su obra ha tenido influencia en esos cultos. Es verdad que en estos movimientos de “cargo”, en los que la gente ya espera el pronto regreso de un “salvador” y la resurrección de los muertos, y donde los mitos y los cantos reflejan ese anhelo, cualquier hombre blanco, aunque impremeditadamente, puede promover un cargo cult. Por ejemplo, el antropólogo Lawrence se encontró a sí mismo en tal situación. Se convirtió en “el centro de rumores los cuales, de tener el estímulo debido, bien podrían haberse desarrollado en un cargo-cult en gran escala”.[21] Este “estímulo debido” sin duda procede de las enseñanzas adventistas del pronto regreso de Jesús, la resurrección de los muertos, la abstención de comer carne de cerdo, etc. Por lo tanto, por una parte nuestro mensaje encuentra un auditorio receptivo en estas áreas de “cargo”, y en alguna medida el éxito de nuestros misioneros de Nueva Guinea debe relacionarse con estos “puntos de contacto por identificación”. El peligro consiste en que las enseñanzas adventistas, al ser mal interpretadas, podrían revivir las antiguas creencias y promover un cargo cult.

Los misioneros podrían obtener gran beneficio del estudio continuo y enérgico del idioma, la historia, la religión y las costumbres de los pueblos por quienes trabajan.

Una ayuda todavía mayor podría obtenerse del estudio de estos movimientos religiosos nativos que se producen en todo el mundo. A veces nos preguntamos cuál es la mejor forma de llevar nuestro mensaje a los millones de habitantes del mundo. Hace poco Harry W. Lowe llamó nuestra atención a una declaración formulada por P. E. Huges en Christianity Today del 31 de julio de 1961. en la cual sostenía que “1.500 millones de habitantes de los 2.900 que viven en el mundo nunca han oído el mensaje del Evangelio”. Y prosigue diciendo: “La tarea es tan colosal, desde el punto de vista humano, que puede realizarse únicamente con la ayuda de un poder espiritual que hasta ahora se desconoce”. [22] ¡Dios tiene su propio modo de terminar su obra! Cuando Jesús vino por primera vez, el mundo estaba maduro para recibir al Salvador. La “plenitud del tiempo” no sólo se refiere al aspecto cronológico sino también a la madurez espiritual. Esto mismo se aplica actualmente. El tiempo es corto. El mundo está maduro para la venida del “Salvador”. “La mies es mucha”, es la expresión bíblica (Mat. 9:37). Desde este punto de vista podemos interpretar muchos de los cargo cults y movimientos nativos de Oceanía, África, Asia y Sudamérica. Hay un anhelo de un Salvador, por un mundo sin maldad ni hambre, sin enfermedad ni muerte.

No es extraño que un nuevo reavivamiento de este “deseo de las gentes” se haya producido al final del siglo pasado y durante los sesenta años del actual. Es una nueva señal de que “la siega es el fin del mundo” (Mat. 13:39). La forma como esta “madurez espiritual” se manifiesta puede ser tosca y pagana, pero es una respuesta emocional y primitiva a una revelación divina. No nos dejemos equivocar por su forma. Su contenido es el más profundo anhelo de un Redentor y de un mundo mejor sin maldad, y de una visión profética de su pronto advenimiento. También es digno de notar en este respecto el paralelo con la primera venida de Cristo. Elena G. de White declara acertadamente:

 “Hubo, fuera de la nación judía, hombres que predijeron el aparecimiento de un instructor divino. Eran hombres que buscaban la verdad, y a quienes se les había impartido el Espíritu de la inspiración. Tales maestros se habían levantado uno tras otro como estrellas en un firmamento oscuro, y sus palabras proféticas habían encendido esperanza en el corazón de millares de gentiles”.[23]

Sobre el autor: Director de Educación de la Misión de Nueva Guinea Occidental


Referencias

[1] Mooney, J., The Ghost Dance Religión and the Sioux Outbreak of 1890. Washington, 1896.

[2] Nimuendaju, C., Zeitschrift für Ethnologie, Art. Die Sagcn von der Erschaffung und Vernichtung der Welt ais Grundlagen der Religión der Apapocuva-Guarini, 46, págs. 284-403.

[3] Sundkler, Bengt, G. M., Bantu Prophcts in South Africa. Londres, 1948.

[4] Schlosser, K., Propheten in Afrika. Braunschweig, 1948.

[5] Leeson, I., Bibliography of Cargo-cults and Other Natlvistic Movements in the South Pacific. South Pacific Commission, Sydney, 1962.

[6] Kamma, F. C., De Messiaanse Koréri-bewegingen in het Biaks-Nocmfoorse cultuurgebied, pág. 208. La Haya, 1954.

[7] Cranswick, y Hevill, J. W. H., A New Deal for Papua, págs. 90 y s. s.

[8] van Baal, J., Nieuw-Guinea, Algemeen cultúrele beschouivingen, tomo 1, págs. 243-246. 1956.

[9] Kamma, F. C., Papoesch adventisme, Oppwekker, 1940. Art. en Kruis en Korwar, 1955.

[10] Oosterwal, G., Anthropological Report, Art. A Cargo Cult in the Mamberamo Area, Nº 3, págs. 12-22. Hollandia, 1962.

[11] Oosterwal, G., Papoeas, menzen zoals wij, págs. 112-143. Baarn, 1961.

[12] Williams, F. E., Territory of Papua Anthropology Report, Art. The Vailala Madness, N9 4. Port Moresby, 1923. Guiart, J., Oceania, Art. The John Frum Movement in Tanna, tomo XXII, pág. 163. Marzo de 1952. Kamma, opus cit. Oosterwal, G., A Cargo-Cult in the Mamberamo Area, 1962. Leeson, I., Bibliography of Cargo-Cults and Other Nativistic Movements in South Pacific, 1952. Berndt, R. M., Oceania, Art. A Cargo Movement in the East Central Highlands of New Guinea, tomo XXIII, Nos. 1-3, págs. 40-137. 1952-53.

[13] Firth, R., Elements of Social Organization, 1952.

[14] Oosterwal, G., People of the Tor. Assen, 1961.

[15] Oosterwal, G., Anthropological Report, Art. A Cargo-Cult in the Mamberano Area, N°3, 1962.

[16] Lawrence, P., International Archives for Ethnography, Art. Cargo Cult and Religious Beliefs Among the Garia, tomo XLVII, N9 1, págs. 1-20. 1954. Read, K. E., Southwestern Journal of Anthropology, Art. A Cargo Situation in the Markham Valley, tomo 14, N9 3, págs. 273-294. 1958.

[17] Mooney, opus cit.

[18] Spier, L., General Series in Anthropology, Art. The Prophet Dance. Menasha, 1935.

[19] Berndt, opus cit.

[20] Oosterwal, G., Anthropology and the Missionary, pág. 5.

[21] Lawrence, opus cit., pág. 3.

[22] The Ministry, diciembre de 1961, pág. 48.

[23] White, E. G., El Deseado, pág. 27.