El verdadero escándalo de la evolución teísta no radica en que minimiza la intervención divina, sino que cuenta con una continua intervención de ella.

La evolución teísta es una teoría de la historia de la tierra que propone que la evolución es el método creativo de Dios. Mucha gente religiosa ha sido atraída por ella ya que parece ofrecer una solución al conflicto entre la ciencia y la religión. Algunos adventistas del séptimo día se han interesado en la evolución teísta, y, al parecer, unos pocos la han aceptado. Y como es probable que se aumente el interés en dicha teoría en el medio adventista, nos parece apropiado investigar este modelo para determinar si es compatible con el Adventismo. Un modelo similar de la historia de la tierra llamado creacionismo progresivo, difiere de la evolución teísta principalmente en que considera que la intervención divina es episódica más que continua. Muchos de los problemas inherentes a la evolución teísta se aplican también al creacionismo progresivo.

Varias formas de evolución teísta pueden diferir en detalles, pero la premisa básica del modelo sostiene que Dios usó el proceso evolutivo para crear una diversidad de organismos vivientes en vastos períodos de tiempo. Nuestra discusión abarcará tres puntos que son comunes a todas las formas de evolución teísta:

1. La vida ha existido sobre la tierra desde hace mucho tiempo. (El tiempo de la creación.)

2. Dios usó los procesos evolutivos para crear nuevas especies, procediendo desde los organismos más simples hasta sus descendientes más complejos. (El proceso de la creación.)

3. EI-hombre desciende de primates más primitivos. (El propósito de la creación.) Cada uno de estos puntos tiene implicaciones importantes para el Adventismo.

¿Vida antigua o reciente?

El primer principio de la evolución teísta enumerado arriba tiene que ver con la extensión del tiempo que la vida ha existido sobre la tierra. los evolucionistas teístas aceptan la escala de tiempo propuesta por los evolucionistas naturalistas, quienes sostienen que la vida terrestre ha existido desde hace miles de millones de años. La evidencia que dan para apoyar .la antigüedad de la vida en el planeta es básicamente geológica. Los estratos fosilíferos contienen diferentes clases de fósiles en distintas capas y algunos ofrecen aspectos que los intérpretes consideran evidencias de que datan de millones de años de antigüedad. Algunos interpretan que esto es una demostración de que han existido diversas clases de organismos vivos en diferentes eras geológicas de la historia terrestre. Se cree que la datación por medio del radio determina con exactitud la edad tanto de los depósitos sedimentarios como de los fósiles que éstos contienen. La edad comúnmente aceptada para la. tierra y el sistema solar es de unos 4,600 millones de años y. la aparición la vida sobre la tierra habría ocurrido hace unos 3.800 millones de años. La Biblia no da una edad absoluta para la creación de la vida, pero da implícitamente la idea de que ocurrió hace pocos miles de años. Si sumamos todos los períodos de tiempo registrados en la Biblia llegamos a un total menor a los 10.000 años. Incluso suponiendo que existan lagunas en el registro bíblico, la diferencia entre miles de años y los miles de millones de años es extremadamente grande.

Esta enorme discrepancia en cuanto a la edad de la vida sobre la tierra es uno de los aspectos que merece mayor atención al evaluar la teoría de. la evolución teísta.

La edad de los minerales de la tierra es una cuestión separada de la edad de la vida sobre la tierra. Pudiera darse la posibilidad de reconciliar la aparente edad de los minerales de la tierra con las Escrituras. En el registro de la Creación tal como aparece en Génesis, se describe a la tierra primero como “desordenada y vacía” (Gén. 1:2). El agua está presente antes que se describa cualquier creación: “Y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Gén. 1:2). Por tanto, existe la posibilidad de que los minerales que componen la tierra hayan sido formados antes de la semana de la creación. Una interpretación alternativa es que hayan sido creados al principio de la semana de la creación, pero la fraseología de la Escritura es ambigua en este punto. En todo caso, es difícil ver algún significado teológico en la edad de los minerales de la tierra. Los adventistas generalmente han interpretado textos como Job 38:4-7 como si indicaran que el universo existía antes de la semana de la creación, idea que es apoyada por los escritos de Elena G. de White. Es posible que ello incluya nuestro sistema solar. Si así fuera, el registro de la creación del Génesis podría referirse a eventos como se verían contemplados desde la superficie de la tierra.

Pero la evolución teísta también entra en conflicto con la Biblia al sostener que la acumulación de los fósiles se ha producido a través de largos períodos de tiempo. Si bien los evolucionistas teístas reconocen la evidencia de una acción catastrófica en las columnas geológicas, no consideran el diluvio de Noé como un evento significativo en dichas columnas. Sin embargo, las Escrituras describen un diluvio de extensión mundial que destruyó la mayoría de los organismos vivos y cambió la superficie del planeta. Una catástrofe de esta magnitud podría generar vastas cantidades de sedimentos y fósiles y producir las columnas geológicas en un breve período de tiempo. Jesús se refiere al diluvio de Noé como simbólico de la destrucción del mundo al fin del tiempo. Pedro llega a predecir específicamente que el diluvio sería negado en los últimos días (2 Ped. 3:3-6). Los cristianos no deberían adoptar la evolución teísta a menos que sus postulados-armonicen, con las claras enseñanzas de las Escrituras concernientes al diluvio de Noé.

Creación por evolución

El mayor principio de la teoría de la evolución teísta es que Dios es el Creador, y que la evolución es el método usado por él para la creación. Se han hecho muchas objeciones a la plausibilidad del progreso evolucionarlo a través de procesos naturalistas. La evolución teísta responde a estas objeciones postulando que Dios dirige el proceso evolucionarlo para que se cumpla su voluntad. Contempla a Dios ocupado en aumentar la diversidad y la complejidad de los organismos vivos a través de procesos tales como la mutación y la selección natural. Según este punto de vista, la diversidad actual de los organismos vivientes es el resultado de una evolución divinamente dirigida que obra a través de largos períodos de tiempo.

Sin embargo, la Escritura describe a la creación en términos irreconciliables con los procesos evolutivos. La Biblia consistentemente presenta a Dios teniendo dominio absoluto sobre la naturaleza. Dios llamó la materia a la existencia (Sal. 33:6, 9). Dios formó a las criaturas y les dio vida por medio del poder de su Palabra (Col. 1:16, 17). Según las Escrituras, la gran variedad, de vida estuvo presente desde el principio de la creación. El cuadro creacionista que se infiere de la evolución teísta es tan diferente del que se describe en la Biblia que no parece posible una reconciliación entre ellos. Esta objeción tiene que contestarse satisfactoriamente antes que los adventistas puedan considerar seriamente la teoría de la evolución teísta.

Algunas personas se sienten atraídas por la teoría de la evolución teísta porque consideran que explica la historia de la tierra sin recurrir a la intervención divina, excepto, tal vez, en algunos casos, como el origen de la conciencia humana y la resurrección de Cristo, con lo cual adquiere cierta respetabilidad científica. Sin embargo, el concepto de que la intervención divina se minimiza en la evolución teísta es falso.

La ciencia experimental ha demostrado de. manera irrefutable que la vida no puede originarse espontáneamente bajo ninguna circunstancia conocida. Sin la restricción de los procesos naturalistas la teoría de la evolución teísta invoca la actividad de Dios para explicar el origen de la vida. No hay una alternativa satisfactoria para explicar la forma en que surgió la vida. A pesar de las objeciones de la comunidad científica, la intervención divina parece ser necesaria para explicar el origen de la vida.

Los resultados .de la selección experimental indican de manera contundente que los cambios en las especies son muy limitados. Y no se ha visto tampoco en los experimentos que la complejidad se acreciente. Y sin embargo, toda teoría de la evolución debe incluir algún mecanismo por medio del cual se pueda aumentar la complejidad. Los evolucionistas teístas reconocen que los procesos evolutivos no podrían haber ocurrido a menos que Dios los dirigiera. En la teoría de la evolución teísta se considera que la dirección divina es la fuerza impulsora que está detrás del proceso evolutivo. Esta es otra situación en la cual la intervención divina es necesaria.

Generalmente se cree que la evolución ocurre gradualmente, paso a paso. Cada uno de estos pasos es altamente improbable, y es más fácil que ocurra la degeneración evolutiva que el progreso evolutivo. Para que la evolución pudiera ser progresiva tendría que existir algún tipo de fuerza activa que se opusiera a la tendencia natural de la pérdida de información. Esta fuerza debería dirigir los procesos genéticos que producen la variación de modo que surgieran nuevas adaptaciones estructurales y fueran útiles para los organismos involucrados. Esto requiere una administración continua del proceso, no una intervención ocasional. Así que el verdadero “escándalo”[1] de la evolución teísta no es que minimice, la intervención divina, sino que dependa de su continuidad.

Cualquier teoría de la actividad divina en la historia de la tierra debe ser consecuente con su carácter. La evolución teísta produce ciertas implicaciones acerca del carácter de Dios que parecen ser directamente contrarias a la descripción que la Biblia hace de él.

El origen de la muerte

Tomemos el ejemplo de la muerte. La Biblia describe la muerte consistentemente como contraria al plan de. Dios. Esto es aplicable tanto a la muerte de los seres humanos como a la de los animales (Isa. 65:25; Mat. 10:29; Apoc. 21:4). Algunos han sugerido que la “muerte” de las células de las plantas cuando se consumen como alimentos muestra que la muerte no es contraria a la voluntad de Dios. Pero igualar la muerte de una célula vegetal con la de una persona es ilógico. Al parecer, las plantas fueron diseñadas para producir estructuras que pudieran removerse para ser usadas como alimento (Gén. 1:29,30), sin matar a la planta en sí. Estas estructuras, granos, frutos, hojas, pueden reemplazarse por regeneración. No hay evidencia de que los organismos individuales fueran muertos en el proceso alimentario antes que el pecado entrara en el mundo.

La explicación que da la Biblia es que la muerte se produjo como resultado del pecado del hombre. De modo que éste es responsable de la existencia de la muerte. Un cuadro radicalmente diferente surge de la teoría de la evolución teísta.[2] Es un axioma que no son los individuos sino las poblaciones (o las especies) las que evolucionan. A fin de que se produzca la evolución los individuos deben variar y algunos morir para ser reemplazados por otros “mejores”. Generalmente se sostiene que esto debe-lograrse a través del proceso de “selección, natural”, la eliminación de los más débiles por la competencia que produce la limitación de los recursos. La. evolución teísta explica la muerte selectiva como el método divino para lograr el avance evolutivo. Según este punto de vista, la escasez de los recursos, la competencia y a muerte no son resultados del pecado, sino un método creativo dispuesto por Dios. Teológicamente, esto choca drásticamente con la descripción bíblica del carácter de Dios que es predicada por la mayoría de- los cristianos. Aquellos que tienen que afrontar la teoría de la evolución teísta deberían pedir una explicación clara de por qué la Biblia culpa al hombre por la existencia de la muerte si ésta es parte del método creativo de Dios.

La evolución del hombre

Un tercer concepto muy importante de la evolución teísta es que Dios dirigió la evolución del hombre desde sus ancestros, primitivos. Algunos fósiles de especies extintas de forma simiesca o androide se han interpretado como evidencia de que el hombre desciende de ancestros simiescos. Las diferencias entre el hombre y sus supuestos antepasados primitivos se explican mayormente como resultado .de la responsabilidad moral que sólo la humanidad posee. Un punto de vista muy. común es que la responsabilidad moral del hombre comenzó con una revelación especial de Dios a los progenitores elegidos de la raza humana. Esta responsabilidad fue acompañada de cierta clase de actividad divina que resultó en la adquisición, por parte del hombre, de una conciencia y un “alma inmortal”. Esta visión del origen del hombre tiene serias implicaciones para su naturaleza humana.

La Escritura describe al hombre como creado a la imagen de Dios. Según el Génesis, el hombre fue creado del polvo de la tierra y se le dio vida por la acción directa de Dios (Gén. 1:26; 2:7). El relato bíblico descarta la preexistencia de cualquier organismo que al modificarse se haya convertido en hombre. Al hombre se le describe como un alma, no recibiendo un alma (vers. 7). El registro de las Escrituras difiere enormemente del panorama que nos presenta la evolución teísta. Esta teoría no puede ser aceptada a menos que estos dos registros contradictorios de la creación armonicen.

La explicación del origen y la naturaleza del hombre es uno de los problemas más difíciles que afronta la teoría teísta de la evolución. La descripción bíblica del hombre como hecho a la imagen de Dios contrasta agudamente con la herencia amoral de los primates que le atribuye la teoría teísta de la evolución. Si el hombre evolucionó a partir de un animal inferior, trae todavía en su herencia genética la naturaleza de un animal y no la imagen de Dios. Ha experimentado. una elevación y no una caída moral. ¿Es razonable que Dios considere al hombre responsable de su comportamiento si éste no es más que una expresión natural de su determinación genética? ¿Puede alguien defender el carácter de un Dios que pone un “alma” en un simio-hombre y luego lo condena por su comportamiento animal? ¿Es responsable Dios de la naturaleza impía del hombre, o el único responsable es este último? Estas y otras preguntas deben ser contestadas antes de que la teoría de la evolución pueda ser aceptada.

Al parecer, la teoría teísta de la evolución descarta la razón de la necesidad humana de salvación a través del sacrificio expiatorio de Jesucristo. Si el hombre ha trascendido al nivel animal, no es una criatura caída, sino alguien que se eleva cada vez más. Si la evolución es el método que Dios eligió para mejorar a los seres creados ¿dónde radica la necesidad de Jesús? ¿No tenemos el derecho de esperar mejoras evolutivas de la raza humana? Los cristianos verdaderos que razonan cuidadosamente demandarán respuestas sólidas a estas preguntas concernientes al hombre y a la salvación antes de dar crédito a la teoría teísta de la evolución.

Más problemas teológicos concernientes a la evolución teísta

Cualquier adventista del séptimo día que esté interesado en la evolución teísta debería considerar varios otros problemas teológicos. Algunos de los más importantes se describen abajo.

La base para la observancia del séptimo día como día de reposo sabático es el registro de la creación que se encuentra en el Génesis. Si los primeros capítulos del libro no son literales sino meros transmisores de la verdad general de que Dios es Creador, entonces no existen bases para elegir un día de la semana por encima de otro. La evolución teísta destruye las bases para la observancia del séptimo día sábado. Los adventistas que tienen que confrontar la teoría teísta de la evolución deberían insistir en una explicación del porqué deberíamos guardar el séptimo día como sábado. Si la observancia del séptimo día no es importante, entonces la misma existencia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día está en peligro.

La Biblia describe el segundo advenimiento de Jesús como un evento espectacular y dramático. La evolución teísta postula un Dios que usa procesos graduales para realizar su voluntad. Un segundo, advenimiento dramático, que produce el fin del mundo parece inconsistente con la teoría teísta de la evolución. La expectación de un milenio terrenal de paz que será producido por los esfuerzos humanos es más consecuente con la teoría teísta de la evolución, en directa contradicción a la profecía bíblica. Aquellos que examinan la teoría teísta de la evolución deberían insistir en una explicación de la forma en que el segundo advenimiento es compatible con las enseñanzas de la Escritura. Incluso la gente que niega que el Génesis sea confiable reconoce que el significado literal obvio del autor es que la tierra y toda la vida que hay sobre ella fueron creados en seis días literales. Hay dos métodos que se usan generalmente para refutar el significado literal de estas palabras. Se dice que el Génesis es o “poético” (queriendo decir que es simbólico en cierto sentido) o inexacto.

Aunque algunas porciones del registro del Génesis son poéticas (por ejemplo, Gén. 2:23), no significa en ninguna forma que el registro no sea literal. La estructura literaria simplemente revela el talento literario del autor. Las historias registradas no son creadas para elaborar el argumento de un poema. Más bien el poema está construido para narrar las historias.

Si el registro de la creación que aparece en el Génesis es inexacto, debemos afrontar algunas serias implicaciones. En primer lugar, tanto Jesús como los apóstoles aceptaron la-validez. de los relatos de la creación y el diluvio (Mal. 19:4; 24:37-39; 2 Ped. 3:3-6; 1 Cor. 15:22, 45; Heb. 11:7). Si Jesús y los apóstoles estaban equivocados, como algunos cristianos creen, entonces-no se puede aceptar la Escritura como norma de la verdad. En segundo lugar, si la verdad ha de determinarse por métodos científicos, difícilmente podremos aceptar creencias tales como el nacimiento virginal, la resurrección o cualquiera de los milagros. Aquellos que consideran la evolución teísta como válida deberían pedir que se les explique sobre qué bases han de aceptar unos puntos de la Escritura y rechazar otros.

Una explicación dada por los evolucionistas teístas para la supuesta inexactitud del Génesis es que Dios le dio a Moisés una historia que él pensaba que los hebreos podrían comprender y no la verdadera historia de la creación. Este concepto se ha incorporado a veces, erróneamente, en el término revelación progresiva. Revelación progresiva es un concepto escriturístico (Heb. 1:1, 2; Juan 16:12), pero la nueva revelación siempre armoniza con la anterior (lsa. 8:20; Juan 17:l7; Tito 1:2). La consistencia de la revelación tal como fue registrada por unos 40 autores en un período de más de 1,500 años es un testimonio de la inspiración de la Escritura. El concepto de que Dios dijo primera una mentira y después la corrigió, es fatal para la. confianza en la Escritura, puesto que nunca podríamos saber si la revelación más reciente es verdadera o si sería enmendada más tarde. Aquellos que defienden este punto de vista deben explicar por qué creen que Dios dio deliberadamente una visión falsa de la historia a su profeta y luego permitió que aquellos que creen en sus profetas permanecieran engañados hasta que la “genuina” verdad fuera descubierta por aquellos que no creen en sus profetas.

Resumen

La evolución teísta contiene importantes implicaciones teológicas que no pueden ser ignoradas. Todas deberían analizarse cuidadosamente. Las cuestiones consideradas en este artículo son críticas para la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Los adventistas no deberían considerar la teoría teísta de la evolución a menos que ella les muestre que es consecuente con las doctrinas bíblicas que constituyen el corazón de las creencias adventistas. A continuación se da una lista de preguntas que necesitan recibir una respuesta.

1. ¿Por qué la Escritura describe la creación como un hecho ocurrido en seis días si en realidad tomó miles de millones de años como afirma la teoría teísta de la evolución?

2. ¿Cómo podemos reconciliar la descripción bíblica de la diversidad que existe desde el principio de la creación con la posición de la evolución teísta de que la vida comenzó con formas simples que se incrementaron en diversidad y complejidad por medio del proceso evolutivo?

3. ¿Cómo podemos armonizar la interpretación de la evolución teísta de las capas de fósiles con las claras enseñanzas de la Escritura con respecto al diluvio universal de Noé?

4. ¿Cómo puede reconciliarse la visión teísta evolucionista de que la escasez de recursos y la competencia son planes de Dios, con la visión bíblica de un Dios Proveedor?

5. ¿Por qué la Biblia describe el aborrecimiento que Dios siente por la muerte, tanto como su plan para eliminarla, si el impulsar la creación por medio de la evolución teísta forma parte de él?

6. ¿Cómo podemos reconciliar la visión de la evolución teísta de que Dios es responsable de la muerte, con la visión bíblica de que el hombre es responsable por la existencia de la muerte?

7. ¿Con qué propósitos diría Dios a los profetas que creó al hombre a su imagen si en realidad éste fue modificado desde un primate primitivo hasta su condición actual por medio de procesos evolutivos?

8. ¿Cómo podemos considerar justo a un Dios que condenó el pecado de Adán, si la inteligencia y la comprensión moral de éste eran las de un mono con “alma”?

9. ¿Qué propósito tendría la expiación de Cristo, si el hombre es un ser que se ha elevado desde el nivel de la bestia en vez de haber caído de la perfección moral?

10. ¿Qué bases podemos tener para observar específicamente el séptimo día (sábado), si la creación se realizó por medio de la evolución teísta?

11. ¿Cómo reconciliamos el proceso gradual de un progreso divinamente dirigido, tal cual lo postula la evolución teísta, con la catastrófica intervención de la segunda venida de Cristo, tal como se describe en la Biblia?

12. ¿Cómo decidir cuáles enseñanzas bíblicas aceptar al convertirnos en evolucionistas teístas?

Conclusión

La evolución teísta es un modelo de la historia de la tierra que describe la creación como un proceso gradual dirigido por una continua intervención divina a través de un largo período de tiempo. Esta no es simplemente una modificación de la actual doctrina de la creación tal como la entienden los adventistas del séptimo día. Es un reemplazo potencial. Cualquiera que considere la posibilidad de adoptar la evolución teísta debe comprobar a plena satisfacción si es compatible con la estructura doctrinal de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Sobre el autor: L. J. Gibson, Ph. D„ es miembro del personal del Instituto de Investigaciones Geocientificas de Loma Linda, California.


Referencias

[1] D. L. Wilcox, “A Taxonomy of Creation”, Journal of the American Scientific Affiliation 38: 244-250.

[2] F. G. Van Dyke, “Theological Problems of Theistic Evolution”, Journal of the American Scientific Affiliation 38: 11-18.