Una mirada a este número especial de Ministerio Adventista sobre la Persona del Espíritu Santo.

            A diferencia de los adultos, los niños tienen pensamiento concreto. Al criarme en un hogar adventista, cuando yo escuchaba términos tales como Trinidad y Deidad, intentaba construir imágenes físicas de estos seres y comprender su estructura jerárquica (ciertamente, el Hijo no podía ser igual al Padre) Al tener padre humano, me era fácil crear una imagen mental de Dios el Padre; al ser yo un hijo, podía hacer lo mismo con Dios el Hijo. Pero, no lograba comprender el concepto del Espíritu Santo. ¡Pensar en Dios como un Espíritu complicaba más el tema! Muchas veces, terminaba relegando al Espíritu Santo a un estatus inferior al que le atribuía al Padre y al Hijo. Fue solamente cuando crecí que pude valorar tanto la importancia y la igualdad del Espíritu Santo. Por más extraño que parezca, en algunos aspectos, de tanto en tanto, me he sentido tentado a colocar al Espíritu Santo en un pedestal más alto al del Padre y el Hijo. No lo he hecho de la forma en que otros han sido acusados de hacerlo; más bien, dado que Jesús prometió que el Espíritu Santo estaría con su pueblo para siempre (Juan 14:16) y que sus seguidores no serían dejados huérfanos, me he sentido tentado a pensar que el Espíritu Santo se transforma en el miembro más importante de la Deidad para mí, en 2012. No pretendo minimizar la vida y el sacrificio de Jesús; más bien, mi corazón se llena de gratitud hacia el miembro de la Deidad que camina y habla conmigo, guiándome por los desafíos de la vida, escudriñando mi corazón e intercediendo por mí ante el Todopoderoso.

            Aunque los principios trinitarios me resultan tanto simples de imaginar cómo difíciles de entender, muchos aún luchan con estos conceptos en general y los roles y las funciones del Espíritu Santo en particular. Desde hace algunos años ya, una de las problemáticas principales que los pastores y los administradores vienen enfrentando, es la enseñanza espuria sobre la Trinidad, proveniente de influencias externas, que crean problemas para los pastores y los miembros de iglesia adventistas por igual. A raíz de algunas consultas y sondeos recientes, creímos necesario abordar una porción de esta temática, enfocada en la vida y el ministerio del Espíritu Santo, dado que esto es fundamental para nuestra identidad cristiana

            Nos complace publicar artículos de varios eruditos destacados, en este número especial sobre el tema del Espíritu Santo. Entre otros, el pastor y teólogo Jan Paulsen, ex presidente de la Iglesia Adventista en el ámbito mundial, enfatiza el movimiento diario del Espíritu Santo en las vidas del pueblo de Dios, señalando que el Espíritu “responde a nuestras necesidades de manera práctica y tangible, tanto en nuestra vida personal como en la vida corporativa de la iglesia”. Frank M. Hasel provee un repaso detallado de la obra del Espíritu Santo tanto por los cristianos en forma individual como por la iglesia como un espacio corporativo. Merlin D. Burt nos lleva a un recorrido por el desarrollo y la evolución en el tiempo de los puntos de vista adventistas del séptimo día y los escritos de Elena de White con respecto al Espíritu Santo. E. Edward Zinke presenta la función del Espíritu Santo y la interpretación bíblica, señalando la función del Espíritu en el origen de las Escrituras y el impacto de la Palabra en nuestras vidas. Wilson Paroschi examina al Espíritu Santo como el Paracleto, aquel que permanece a nuestro lado, tal como es presentado en el libro de Juan.

            Desde los comienzos de la revista Ministerio Adventista, uno de los objetivos ha sido proveer de material que desafíe las mentes de los ministros para que examinen conceptos que a menudo son pasados por alto o aceptados sin cuestionamiento. Continúa siendo sumamente importante que los pastores, los obreros de vanguardia, ejerzan su autoridad como los teólogos locales de sus congregaciones. Por necesidad, deben estar preparados para responder a cualquiera que pregunte sobre su sistema de creencias (1 Ped. 3:15). Por esta razón, ofrecemos este número sobre el Espíritu Santo, y pedimos al Cielo que sea de bendición para los ministros, al leerlo.

Sobre el autor: Editor asociado de Ministry [Ministerio Adventista, edición en inglés]