Éste es el vigésimo quinto año de mi ministerio. A propósito de esto, decidí compartir con usted, amigo lector, algunas ideas que son el fruto de lo que he aprendido en todos estos años de trabajo. Espero que puedan contribuir de alguna manera al desarrollo de su pastorado.

  1. Conozca por nombre a los miembros de su iglesia. Dale Carnegie dijo cierta vez que escuchar el propio nombre pronunciado por alguien es el sonido más bello a los oídos humanos. Y tenía razón. Dedique tiempo a aprender cada nombre, desde los ancianos hasta los jóvenes. Es un instrumento que le garantizará grandes ganancias.

Me habitué a escribir el nombre de cada familia en tarjetas, clasificándolos por hombres y mujeres adultos, jóvenes, niños, etc. Pongo esas tarjetas en un archivo, las repaso en alta voz una por una, modulando la voz en cada nombre. Una vez que los nombres están totalmente grabados, repito el proceso periódicamente para refrescar la memoria y aumentar la eficiencia.

  • Haga lo necesario para que su iglesia sea inclusiva. ¿Está usando usted durante la predicación ciertas frases hechas que los interesados y los nuevos creyentes no pueden entender? No las use más. ¿Las divisiones infantiles de la escuela sabática son indefinidas y no se sabe dónde están los niños pequeños, los más grandes y los adolescentes? Reorganícelas. ¿Se conocen entre sí los miembros de su iglesia? ¿Sabe cada uno dónde vive el otro? Si no es así, incluya en el boletín semanal direcciones y números telefónicos. Haga todo lo posible para integrar a los interesados y a los recién convertidos. Si se los obliga a pedir informaciones todos los días, el sutil mensaje que reciben es que no se los está tomando en cuenta.
  • Haga que la Biblia sea el centro de todo. Use la predicación para vincular a la gente con Cristo y con la Biblia, no con usted. Agradezco mucho la inteligente sugerencia que me dio un miembro hace algunos años, en el sentido de que consiguiéramos ejemplares de la Biblia, en la misma versión, para que estuvieran a disposición de los miembros, tal como lo solemos hacer con los himnarios. Cuando predico, además de mencionar el libro, el capítulo y el versículo, también tengo la costumbre de dar el número de la página. De esa manera, las personas que todavía no están familiarizadas con el manejo de las Escrituras podrán participar fácilmente de la lectura.
  • No sea prolijo. Es posible que sus sermones y discursos no sean obras maestras de oratoria. Pero si no son largos, ciertamente serán aceptados. Recuerde que lo importante no es cuánto puede poner en el plato, sino lo que los oyentes pueden digerir. Diga todo lo que tiene que decir, pero en pocas palabras. Deje siempre en los oyentes la sensación de que “tuvo gusto a poco”.
  • Haga planes para celebrar acontecimientos especiales. En mi congregación, siempre celebro la Santa Cena un viernes a la luz de las velas. La asistencia y la participación de la hermandad crece en la misma medida en que este procedimiento se vuelve costumbre. También nos acordamos de ciertas fechas especiales como Navidad, Pascua, etc., ocasiones cuando celebramos programas especiales. Un retiro anual, algunos campamentos y otras actividades sirven para mantener activa e integrada a la congregación.
  • Tenga cuidado con el sexo opuesto. Cuídese de la maledicencia. No sea distante ni frío en su trato con la gente, pero cuide su relación con el sexo opuesto. Evite los prolongados apretones de manos, no se siente muy cerca de una dama y evite los gestos y actitudes que podrían ser mal interpretados por los demás o que podrían conducir a la tentación. Un pequeño descuido, que se podría haber evitado, ya echó por tierra la confiabilidad y la integridad de muchos pastores, destruyó muchos hogares y arruinó muchas vidas.
  • Haga la segunda milla. El pastor que le extiende la bienvenida a las visitas está haciendo apenas lo que se espera que haga. Pero el que los conduce hasta su asiento o a la clase de escuela sabática cuando se trata de niños, y se queda junto a ellos hasta que estén cómodos, está conformando su credibilidad. Los pastores se deben asegurar de que con frecuencia van más allá de la línea del deber. Cuando se hace algo extra se está llenando el depósito de la buena voluntad.
  • Sea digno de confianza. No traicione la confianza de ninguno de sus feligreses. Si usted quiere destruir su eficiencia, comparta con alguien lo que se le dijo en secreto. Suelte la lengua y los labios, y verá cómo se derrumba su carrera pastoral, además de angustiar a la gente que confió en usted. Se dice que el pastor debe ser una tumba para ciertas cosas que oye. Y no estoy exagerando.
  • Comunique. Muchas tensiones denominacionales se deben a la falta de comunicación. Si los miembros están al tanto del plan de trabajo elaborado para la iglesia, si están siendo informados acerca de lo que se está haciendo y de lo que se espera de ellos, sin duda alguna responderán dando su apoyo.
  • Use el teléfono. En muchos lugares las distancias que separan al pastor de su iglesia y de sus feligreses siguen siendo grandes. Recorrerlas significa enfrentar el tránsito congestionado y los embotellamientos. Un contacto telefónico puede resolver con rapidez algunas situaciones difíciles. Aunque no sustituya el contacto personal, el teléfono lo ayudará a mantenerse en sintonía con los miembros de la iglesia. Con la llegada de los teléfonos celulares esto es más fácil todavía. Ninguna otra actividad produce mayores dividendos por minuto que ésta.
  • Use bien la computadora. Cuando se la usa sólo como juguete y no como una herramienta de trabajo, la computadora se puede convertir en algo que nos hace perder el tiempo de forma incalculable, y en muchos casos, desgraciadamente, eso es exactamente lo que ha sucedido. Pero cuando se la usa con sabiduría puede producir enormes beneficios. Por ejemplo, usted la puede usar para imprimir documentos, para llevar un control de los miembros y los interesados, elevar sus informes a la Asociación, conservar informaciones actualizadas acerca de diversos asuntos, etc.
  • Planifique el futuro. La planificación a largo plazo contribuye a ganar tiempo. Nuestra congregación funciona de acuerdo con un calendario razonablemente uniforme. Algunos acontecimientos son semanales, otros son mensuales y otros trimestrales. Muy pocas veces los modificamos.

Cada año reservamos un día entero para fijamos

blancos. En esa oportunidad llegamos a programar hasta el 95 % de nuestras actividades. Cada semestre publicanos un folleto de 32 páginas y lo distribuimos entre los miembros e interesados. Nos da una visión general de los acontecimientos programados. Ponemos énfasis en los acontecimientos de los próximos seis meses, e incluso colocamos un breve resumen de cada sermón.

  1. Elabore una declaración de misión. Una declaración de misión ayuda a que la congregación esté al tanto de los planes generales de la iglesia. Debe establecer con claridad cuál es la misión que la iglesia desea cumplir. En ese caso, todas las actividades que se lleven a cabo contribuirán a su cumplimiento. En nuestras declaraciones solemos decir lo siguiente: “La misión de la Iglesia Adventista de Markham Woods consiste en lograr una íntima relación con Dios, con la familia, con el vecindario y con la naturaleza, por medio del saludable poder de Cristo”. La publicamos en cada boletín semanal, en cada carta y también la exhibimos en los murales de la iglesia.

Mucha gente nos ha confesado que comenzó a venir a nuestra iglesia porque la declaración de misión le dio confianza de que sería bien recibida.

  1. Controle el pulpito. El pastor tiene la prerrogativa de determinar quién podrá o no ocupar el púlpito en su iglesia. Él debe establecer el “tono” de la congregación y escoger predicadores que perpetúen y complementen ese “tono”. Todos los predicadores que yo invito a ocupar el púlpito en mis congregaciones reciben una carta de dos páginas, en la cual describo la congregación de que se trata y presento las pautas establecidas para ella. Tenga cuidado, porque un predicador indiscreto puede destruir con un solo sermón el fundamento que usted dedicó meses en construir. No tema exponer sus expectativas, no importa quién sea el predicador.
  2. Celebre acontecimientos notables. Los miembros, en especial los jóvenes, necesitan saber que los principales acontecimientos de sus vidas también son importantes para la familia de la iglesia. Transforme cada etapa especial de la vida de esas personas en eventos muy significativos. En nuestra iglesia celebramos en un sábado determinado todas las graduaciones (primaria, secundaria, universitaria). La ceremonia es sencilla: presento a los graduados y a sus padres, informo dónde estudiaron, qué curso terminaron y digo algo especial de cada uno de ellos. Les pregunto cuáles son sus planes para el siguiente año, añado algunas palabras de felicitación e incentivo, y entonces reciben un pequeño recuerdo. Se trata de algo sencillo, pero que ha sido muy esperado por los hermanos y comentado por ellos.
  3. Dele vida a los servicios fúnebres. Parece paradójico, pero los funerales pueden ser algunas de las más satisfactorias actividades pastorales. La oportunidad de servir a un afligido y desconsolado es muy importante para un ministro de Dios. No se limite a referencias monocordes acerca de la vida del extinto. Celebre su vida y su trabajo en favor de la obra de Cristo y la iglesia. Realce la esperanza de la resurrección. Póngase en contacto con la mayor cantidad de familiares que pueda para conseguir informaciones, recuerdos, acontecimientos de cualquier naturaleza relacionados con la vida del fallecido. Anote todo, seleccione los hechos principales y menciónelos en el funeral.

Destaque el hecho de que esa persona era muy especial y muy amada por sus familiares y amigos. Normalmente hago arreglos para que haya un folleto impreso en papel de buena calidad con informaciones acerca del difunto, y lo distribuyo entre las personas que asisten al funeral. En promedio, un servicio fúnebre me toma 10 horas de trabajo, pero en ningún otro momento puedo llegar a tener un trato tan íntimo con las familias de la congregación.

  1. Póngale límites a su trabajo. Usted puede ser capaz de trabajar 90 horas por semana. Su esposa podría tolerar 70. Los hijos tal vez 50. Trate de alcanzar la cifra más baja, de modo que pueda satisfacer sus necesidades pero también las de su familia.

Con el fin de tratar de mantener un equilibrio entre mi programa de trabajo y las necesidades de mis feligreses, hace años puse en práctica la siguiente fórmula: considerando que 40 horas parece ser la norma para una semana de trabajo, decidí trabajar 40 horas como pastor. Pero algunos obreros dedican tiempo extra al trabajo. Por eso añadí 5 horas. Me gustaría que cada miembro de iglesia trabajara 5 horas semanales para la iglesia. Por eso, yo hago lo mismo. Trato de limitar mi trabajo a 50 horas por semana, incluyendo el momento cuando salgo de casa y llego de vuelta a ella.

  1. Desarrolle una visión evangelizados. Trate de que todo lo que hace gire en torno de la evangelización. ¿Por qué no capitalizar el potencial evangelizador de todo programa de la iglesia? Trate de organizar de tal manera todas las actividades y los sermones que los miembros sientan deseos de traer visitas. Trato de que toda actividad social sea un imán que atraiga a la gente que queremos alcanzar. Nuestros ministerios en favor de los niños y los jóvenes sirven tanto de alimento espiritual para ellos como de testimonio.
  2. Aprenda a decir “no”. Si usted falleciera esta noche, su congregación se reuniría para adorar a Dios el siguiente sábado, y ciertamente lo recordaría. Pero es posible que 6 meses después nadie, o muy pocos, se acordarían de usted. Siendo que las cosas son así, no se mate tratando de hacer todo para todo el mundo. Establezca metas profesionales y personales, y trate de alcanzarlas. Si no tiene tiempo, si lo que le piden no contribuye directamente a su ministerio, si no es su línea de trabajo o algo de su interés, sencillamente diga “no”.
  3. Aproveche mejor el tiempo. Los aparatos de radio instalados en los autos por lo general roban un tiempo precioso. En vez de escuchar música o una charla insulsa, memorice los nombres de los hermanos, practique el arte de relatar historias para los niños, escuche casetes con material bíblico o de crecimiento personal. Aprenda un nuevo idioma, etc. No desperdicie las horas que pasa andando en auto. Por otra parte, si necesita tiempo para “respirar”, puede usar con ese fin las horas que pasa en el auto.
  4. Déle valor a las cosas pequeñas. Por ejemplo, no deje de felicitar o atender al miembro de iglesia que lo viene a ver, sólo porque usted está ocupado con el presidente del campo. AI contrario, presénteselo a su presidente. No se olvide de mandarle una tarjeta, por más sencilla que sea, o de hablarle por teléfono al hermano en el día de su cumpleaños. Hay otros pequeños gestos que son verdaderas inversiones, cuyos dividendos serán grandísimos. Pruebe estas cosas en su realidad y en el contexto de la cultura local.
  5. Plagie creativamente. Salomón dice que no hay nada nuevo debajo del Sol. No trate de contrarrestar la sabiduría del rey. Capte las buenas ideas por donde aparezcan. A continuación aplique una “ingeniería genética” con el fin de que trabajen en su favor. Tradicionalmente, los japoneses han sido especialistas en perfeccionar las ideas de los demás. Pero no sea deshonesto, y no se presente como autor u originador de esas ideas. Sea como fuere, no tema usar y adaptar ciertos enfoques que lo podrían ayudar, siempre que su origen sea legítimo y digno de confianza.
  6. Escuche las críticas. A todos nos gustan las palmaditas en la espalda, pero una bofetada directa a nuestro ego puede a veces producir mayores beneficios. No se aleje de los que lo critican. Escúchelos. Agradézcales las observaciones que le hacen. El beneficio será doble: usted desarrollará la humildad que necesita para corregirse, y el crítico invariablemente se convertirá en su aliado.
  7. Florezca en el lugar donde usted está plantado. No trate de cambiar a todo el mundo cuando se lo invite a desarrollar una tarea específica en el ámbito local. Su congregación es su primera responsabilidad. Mientras más amplio sea su campo de acción, menos beneficiará a los que están bajo su responsabilidad y su atención inmediata. Por lo tanto, ejerza dominio propio. Limítese a lo suyo.
  8. Vuélvase especialista. Busque una especialidad: entonces afine sus habilidades en esa dirección hasta convertirse en un experto. No crea que porque usted es pastor no puede desarrollar grandes ideas. Recuerde que los expertos también tuvieron su etapa de anonimato. Sólo después de invertir algún tiempo, probar sus ideas y mostrar sus resultados y su aplicabilidad, llegaron a ser conocidos.

Sobre el autor: Pastor de la Iglesia Adventista de Markham Woods, Orlando, Florida, Estados Unidos.