“Nada de lo que es sagrado, nada de lo que está ligado al culto de adoración, debe ser tratado con negligencia o indiferencia”.
Paulista de Jaú, el Pr. Joel Sarli concluyó el curso teológico en 1962, en el entonces Instituto Adventista de Ensino, Rep. del Brasil (actual UNASP). Luego, comenzó su carrera ministerial en La Voz de la Profecía, en portugués, como barítono del cuarteto Arautos do Rei. Entre 1966 y 1969, pastoreó iglesias y dirigió departamentos en la Asociación Paranaense, asumiendo posteriormente la secretaría ministerial de la Unión Sur Brasileña. Desde 1970 hasta 1973, ocupó el mismo cargo en la División Sudamericana, convirtiéndose después en profesor en la Facultad de Teología de la UNASP. Entre 1975 y 1981, cursó una maestría en Divinidad y un doctorado en Ministerio, en la Universidad Andrews.
El pastor Sarli también pastoreó iglesias en Toronto, Canadá, Nueva York y Washington, en los Estados Unidos, entre 1984 y 1994, cuando fue nombrado secretario ministerial asociado de la Asociación General. En esa función, entre otras realizaciones, creó la Revista del Anciano. Jubilado desde 2005, actualmente reside en Lavras, MG, Rep. del Brasil, desde donde concedió esta entrevista.
Ministerio: ¿Cómo define la adoración y la liturgia?
Joel Sarli (JS): Adoración es el encuentro del adorador con Dios. A diferencia de lo que la mayoría piensa hoy, en la adoración, Dios y el adorador son partícipes. En ciertos momentos, Dios habla y el orador escucha; en otros, el adorador habla y Dios oye. No se trata de un show, en que uno es actor y el otro mero espectador. Podemos realizar buenos programas sociales para jóvenes y otros segmentos etarios, iniciándolos y terminándolos con una oración. Pero, eso no caracteriza a un culto de adoración. Cuando hablamos de culto de adoración, nos referimos al encuentro de toda la familia de la iglesia con Dios. Niños, jóvenes, adultos, ancianos, todos, forman parte del programa de adoración de la iglesia. Por lo tanto, en este culto, se debe buscar satisfacer las necesidades espirituales de todos los adoradores y evitar limitar los elementos litúrgicos al gusto o los requerimientos de un único segmento de la congregación.
La liturgia es el arte de adorar. Tiene que ver con la calidad y el orden de los elementos que integran la adoración. El propósito de la liturgia es crear un ambiente apropiado para que el objetivo sea alcanzado. En el libro Joyas de los testimonios, Elena de White menciona que “el canto de alabanza, la oración, las palabras pronunciadas por los representantes de Cristo, son los agentes designados por Dios para preparar a un pueblo para la iglesia celestial” (t. 2, p. 193).
Ministerio: Últimamente, algunas iglesias han hecho cambios en su liturgia. ¿Cuál es su evaluación de este fenómeno?
JS: Permítame recorrer nuevamente las palabras de Elena de White: “Ha habido un gran cambio, y no en el mejor sentido, sino en el peor, en los hábitos y las costumbres de la gente, con referencia al culto religioso. Las cosas preciosas y sagradas que nos relacionan con Dios están perdiendo rápidamente su influencia, y son rebajadas al nivel de las cosas comunes” (ibíd.). La doxología que la iglesia usó en otros tiempos era teológica y musicalmente sólida. Era una invocación a la presencia del Dios triuno; una confirmación de la doctrina bíblica de la Trinidad, cantada por la congregación. Hoy, en esa área, muchos se aventuran en experimentos marcados por la pobreza musical, la anemia teológica y lingüística, lo que ha perjudicado el culto de adoración. Con respecto a otras modificaciones, como la remoción del púlpito, la ausencia de oficiantes en la plataforma y del himno de adoración, me parece que representan un deseo meramente superficial de ser diferentes y “modernistas”; nada más. Si el ritual informal fuera más apropiado para que los cristianos se beneficiaran del culto, Dios no hubiera dado, a través de Moisés, tantos detalles ligados al ritual de adoración. No se debe destruir el ritual del culto de adoración. Cada elemento tiene su valor, y ayuda a crear, en nuestra memoria, asociaciones que fortalecen nuestra fe.
Ministerio: Pero, una planificación rígida, ¿no “enyesa” la liturgia?
JS: Tenemos la siguiente orientación: “Debería haber reglas con respecto al tiempo, el lugar y la manera de adorar. Nada de lo que es sagrado, nada de lo que pertenece al culto de Dios, debe ser tratado con descuido e indiferencia” (ibíd.). En la liturgia de un buen culto, se deben cuidar ciertos detalles que influyen en el adorador. Recordemos que los adoradores son influenciados por aquello que sus sentidos reciben del ambiente de adoración; los oficiantes de la programación pueden ayudar o perjudicar ese proceso. El uso de palabras vulgares, actitudes que recuerdan a animadores de programas seculares, posturas de cantantes populares o gospel; todo desvía al adorador del foco espiritual del culto adventista. El orden de los diversos elementos litúrgicos debe crear gradualmente, en el adorador, el sentido de la presencia de Dios, que debe tener su punto culminante en la predicación de la Palabra.
Ministerio: En el culto, ¿existen elementos más importantes que otros?
JS: Incuestionablemente, la predicación de la Palabra de Dios es el elemento fundamental de adoración. En ese momento, al acercarnos a Dios, entendemos el plan de salvación; somos educados para andar en los caminos de justicia; somos fortalecidos en la fe. Ningún otro elemento del culto abarca tantos objetivos. Me estoy refiriendo a la predicación bíblica, no a contar historias y comentarios de particularidades de la vida de las personas, o cosas parecidas. Alguien ha dicho que “cuando la Palabra de Dios es expuesta, debemos recordar que es la voz de Dios que nos está hablan- do, por medio de su siervo”. La oración pastoral debe incluir acción de gracias, confesión e intercesión. Mi observación es que existe la tendencia a conceder al llamado “momento de adoración” más tiempo del que se debe. Como el momento del culto de adoración también se convirtió en el espacio preferido para las promociones y los anuncios, se ha sacrificado lo que es más vital en el proceso del crecimiento espiritual. La predicación de la Palabra es la fuente de revelación de Dios. Algo que no podemos olvidar es la participación de los miembros de iglesia en los diversos elementos de la liturgia. El uso abusivo de la tecnología está aniquilando esa fuente de satisfacción espiritual de nuestros hermanos. Además de eso, algunos CD y DVD están diseminando ideas de la “teología de la prosperidad”. Incluyamos a los hermanos en el culto. Donde haya piano u otros instrumentos, que sean usados, en lugar de play-backs. Así, los dones espirituales son ejercitados en la congregación.
Ministerio: ¿Cuál es su sugerencia acerca de la manera en que debemos actuar a fin de promover los programas de la iglesia sin que la adoración se vea afectada?
JS: La práctica establecida por los pioneros del movimiento adventista, que tenían reflexiones sólidas sobre la vida espiritual de nuestros hermanos, en diferentes épocas, era que el culto de adoración del sábado de mañana sería dedicado al encuentro de la congregación con Dios. Creo que no existe algo más importante que eso. Tenemos muchas otras opciones de horarios, utilizables para promover lo que debe ser promovido en la ejecución de la misión que recibimos. Todos los sectores de la iglesia pueden ser promovidos con un poderoso sermón que realce el sentido espiritual de la respectiva área en la vida congregacional, inspirando a los miembros a poner en práctica lo enseñado. Pero, dejar de realizar el culto de adoración, privar a la congregación de su privilegio de adorar a su Creador, es un error imperdonable. Como pastores y dirigentes, tenemos el deber de proteger y estimular el crecimiento espiritual de los miembros de la iglesia.
Ministerio: ¿Qué piensa acerca del uso de coritos, en lugar de los himnos tradicionales, en el culto de adoración?
JS: En el culto de adoración, el himno debe tener un mensaje claro y estar en armonía con las enseñanzas bíblicas, según son enseñadas por la Iglesia Adventista. La melodía no debe ser igual que las de las músicas populares. El ritmo debe ser moderado, y no asemejarse a las composiciones seculares; ni existe necesidad de utilizar instrumentos de percusión para marcar el ritmo. Muchos cánticos usados hoy, y llamados himnos, son composiciones apenas humanistas en su contenido, cuyo mensaje se centra en alabar y enaltecer el interés del ser humano, y no en el engrandecimiento y la glorificación de Dios. Es importante remarcar que ninguna entidad de comunicación masiva, ya sea religiosa o secular, sirve de referente para la elección de la música para el culto de adoración en las iglesias. El objetivo del culto de adoración no se ajusta a los objetivos de los vehículos de comunicación masiva.
Ministerio: Como exsecretario ministerial asociado de la Asociación General, tuvo la oportunidad de conocer diversas culturas; también, observó la diversidad litúrgica de los países. ¿Es posible tener un denominador común?
JS: Los problemas que enfrentamos en esa área no están relacionados con la cultura peculiar de países diferentes, sino con la poca atención que ciertas personas han demostrado para con los principios de adoración que se encuentran en la Biblia y en los escritos de Elena de White. Esas personas, generalmente, invocan el pretexto de que el culto sea más atractivo y dinámico; un culto para la generación posmoderna y para los que no tienen ningún vínculo religioso, como ocurre en los llamados países del primer mundo. Es verdad que nuestras iglesias en países diferentes varían un poco en su manera de desarrollar ciertos elementos del culto, pero no al punto de llegar a crear un conflicto litúrgico. El problema tampoco reside en la estrategia evangelizadora, sino en el uso que las personas hacen de ella y de la palabra “cultura”, para justificar ciertos desvíos en el área de la adoración. Participé de cultos de adoración en 87 países, en los 5 continentes. Noté que el problema no está ligado a las regiones geográficas o demográficas, sino a una tendencia reveladora de independencia, y el deseo de confrontar lo que está establecido por la iglesia. Hay espacio para cierta flexibilidad en la liturgia, pero cuidemos de no desviarnos de los verdaderos objetivos y propósitos del culto de adoración.
Ministerio: ¿Cuál es el papel del pastor en relación con la liturgia?
JS: El pastor es quien encabeza la liturgia en la iglesia local. En los programas de formación pastoral, tenemos materias que enseñan qué hacer y qué no hacer en esa área. Por lo tanto, se espera que sea un líder bien formado. Pero, algunos han delegado esa responsabilidad en otras personas, dejándolas actuar sin el debido entrenamiento. Esas personas intentan hacer lo mejor que pueden, pero bajo la influencia de los medios seculares, sin ningún entendimiento teológico de lo que están haciendo. Los directores de música, por ejemplo, deben trabajar bajo la orientación del pastor y en armonía con él. Es tiempo de que el pastor reasuma su responsabilidad como dirigente de liturgia, y se preocupe por lo que sucede en los cultos de las iglesias grandes y pequeñas; comenzando con el contenido de las predicaciones y con el tipo de música utilizado. Para lidiar con las cuestiones litúrgicas, primeramente es necesario que el pastor esté absolutamente seguro de que las prácticas armonizan con el adventismo en general, y no sean un eco de alguna iglesia ecuménica, renovadora, carismática, fanática o liberal. Al observar el contenido bíblico en su totalidad, notamos que hay elementos en el culto que apelan de manera equilibrada al intelecto y a la emoción. En segundo lugar, el pastor tiene el deber de ayudar a los que quieren alterar la liturgia sencillamente por el placer de cambiar. Al percibir cualquier indicio de pentecostalismo o ecumenismo, es su deber señalarles la dirección recomendada e impedir que elementos extraños interfieran en la adoración. Creo que, en un ámbito más amplio, se debería formar una comisión con representantes de los diversos segmentos de la iglesia, a fin de elaborar un documento sobre los principios de adoración que deben observarse en las congregaciones. Ese documento sería enviado a los campos y divulgado en nuestras revistas, bajo la dirección de la Asociación Ministerial de la División, tal y como fue hecho con el documento acerca de la observancia del sábado. Nuestros hermanos quieren hacer lo correcto, y necesitan orientación. Esa es un área delicada, y merece ser considerada con oración y seriedad. Muchas personas sinceras se están preguntando hasta dónde vamos, en el camino del liberalismo y de la confusión. Por amor a Dios, a su iglesia y a la vitalidad espiritual de las personas por las que Cristo murió, asumamos nuestro papel de líderes espirituales. “No podemos permitirnos cometer algún error al respecto, sino que necesitamos crecer día tras día en Cristo, nuestra cabeza viviente” (ibíd., p. 203).