Lo que los pastores “millennials” necesitan saber para ser exitosos en el ministerio.
Mi hijo adolescente me habló de su deseo de ser pastor. Sentí alegría, pero confieso que sentí aprehensión solo por imaginar cómo estará el mundo cuando él, posiblemente, esté actuando en el ministerio. Recordé las palabras del apóstol Pablo al joven pastor Timoteo: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos” (1 Tim. 3:1). Los desafíos que la nueva generación de pastores están enfrentando (y enfrentarán) son diferentes de los del pasado.
El Posmodernismo se caracteriza no meramente por cambios en la ciencia, las artes, la política, la economía y las relaciones humanas, sino también en la religión. A medida que el tiempo avanza, el mundo pasa por transformaciones complejas que afectan el ministerio pastoral, trayendo grandes desafíos. En este sentido, hay cinco aspectos fundamentales que pueden amenazar el éxito del desempeño ministerial: 1) la falencia de principios bíblicos y valores cristianos; 2) la profesionalización del ministerio, en detrimento de su naturaleza vocacional; 3) la supervalorización del secularismo, el materialismo y el antropocentrismo; 4) los intentos de fragmentación de la familia y de sus valores; y 5) el sentimiento de desamparo, proveniente de un exacerbado individualismo, latente en la sociedad en que estamos viviendo.
Los pastores que nacieron en las décadas de los años ’80 y ’90 y que actúan en el ministerio actualmente forman parte de la “Generación Y”. Tal como lo manifiesta Sidnei Oliveira, esa generación tiene algunas vulnerabilidades, como indisposición para escuchar y voluntad de cuestionar, dificultades para trabajar con la jerarquía, e indecisión y ansiedad a la hora de tomar decisiones. Sin embargo, esos jóvenes no pueden ser definidos solo por algunas características negativas, porque –obviamente– también presentan cualidades que eran inexistentes o fueron poco desarrolladas en las generaciones anteriores.[1]
Los pastores de la “Generación Y” tienen mejor preparación académica, una mentalidad orientada hacia las innovaciones, energía, deseo de crecimiento rápido en el ministerio y disposición para demostrar mayor productividad cuando son enfrentados con desafíos que demanden creatividad.[2] También logran ejecutar varias tareas al mismo tiempo con mucha espontaneidad y facilidad. Todos estos aspectos agregan valor, pero no son suficientes para garantizar el éxito en la trayectoria ministerial. La formación académica y las habilidades técnicas son importantes, pero el carácter y la consagración son indispensables.
Ministerio de éxito
Además del conocimiento académico obtenido en el seminario, los pastores necesitan desarrollar un estilo de vida regido por principios y valores divinos, especialmente en el contexto posmoderno. Algunos factores son de fundamental importancia en este sentido.
Vida devocional. El apóstol Pablo escribió al joven pastor Timoteo: “Ejercítate en la piedad” (1 Tim. 4:7, NVI) y “fortalécete en la gracia que hay en Cristo Jesús” (2 Tim.2:1, LBLA; énfasis añadido). Para nutrir la naturaleza espiritual, es necesario dedicar tiempo a escuchar la voz de Dios mediante el estudio de las Sagradas Escrituras y la oración.
En Lancashire, Reino Unido, una señora anciana escuchó a sus vecinos hablar del éxito del pastor de su iglesia y decir que esto era debido a sus dones, al poder que tenía su estilo de lenguaje y su manera de proceder. La anciana se opuso al razonamiento de ellos con la siguiente declaración: “¡No es nada de eso! Yo les diré lo que es: su pastor está muy unido con el Todopoderoso”. La oración pone al pastor en contacto inmediato con la Fuente de la vida, y le sirve como escudo para cumplir su deber y vencer las tentaciones.
Integridad. La integridad es esencial en el ministerio como en ninguna otra actividad. Se fundamenta en la relación auténtica con el Señor y en el ejercicio del pastorado según el modelo de Cristo. Actualmente, la mayor necesidad del liderazgo pastoral no está relacionada con cuestiones de metodología, dinero, gestión o administración, sino de integridad. Más que nunca, “la obra de Dios requiere hombres de elevadas facultades morales que se ocupen en su proclamación. Se necesitan hombres cuyos corazones estén fortalecidos con un santo fervor, hombres de un propósito firme a los que no se mueva fácilmente, que puedan deponer cada interés egoísta y darlo todo por la cruz y la corona. La causa de la verdad presente padece por falta de hombres que sean leales a un sentido de lo correcto y del deber, cuya integridad moral sea firme, y cuya energía esté a la altura de las oportunidades de la providencia de Dios”.[3]
Disposición para servir. Con mucha frecuencia el apóstol Pablo se refirió a él mismo como un “siervo” (diakonos) o un “esclavo” (doulos).[4] Esta última palabra enfatiza la completa sumisión del ministro al Señor, y la primera remite a su servicio en favor de la iglesia y del rebaño de Dios.[5] En 1 Corintios 4:1, el mismo apóstol Pablo usó el término griego hyperetes para especificar el servicio pastoral. Esta palabra, muy rara en el Nuevo Testamento, generalmente era utilizada para describir a un esclavo de las galeras grecorromanas que remaba bajo el comando de su señor.[6] Según el apóstol, el pastor es un siervo de Cristo, totalmente sumiso a él. Por eso, no debe valerse del ministerio para satisfacer sus intereses personales. El ministerio no debe ser ejercido en la pista de “hacer carrera” ni buscando los reflectores de la fama. Juan el Bautista afirmó, hablando de Cristo: “Importa que él crezca y que yo disminuya” (Juan 3:30,LBLA). El pastor no debe anhelar el podio, sino que tiene que buscar realizarse en el lugar en que Dios lo ubique; no debe desear el confort, sino el precioso auxilio del Espíritu Santo. El pastor servicial tendrá clara su comprensión del deber y de las aspiraciones altruistas. Su vida será influenciada por un noble designio que lo colocará por encima de los motivos sórdidos.
Cultivar hábitos saludables. Actualmente, el estrés ocupacional es una de las principales causas de daños a la salud. Los pastores están sujetos a un alto nivel de cansancio mental debido a las diversas exigencias de su actividad. El estrés compromete la salud física: enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión, cáncer y obesidad han victimado a muchos ministros del evangelio. Un estudio realizado en 2008 verificó que los pastores corresponden al 26% de la muestra de pacientes cristianos portadores de depresión.[7]
Escribiendo a los pastores, Elena de White mencionó que una alimentación saludable, la temperancia, el ejercicio físico y el reposo ayudan al siervo del Señor en el desempeño de sus atribuciones, concediéndole vigor mental para tomar las decisiones correctas. Los pastores “deben obedecer las leyes de la vida en sus propias vidas y hogares, y practicar los principios correctos, y vivir en forma saludable”.[8] El éxito de la obra del Señor depende en gran medida del buen estado de salud de los obreros que él ha llamado, principalmente en un mundo estresante como el nuestro.
Valorar a la familia. Una familia pastoral bien estructurada marcará toda la diferencia en el ministerio. No es la voluntad del Señor que el pastor sacrifique a la familia por causa del trabajo, permitiendo que el exceso de actividades afecte la relación con la esposa y con los hijos. Uno de los mayores desafíos para el ministerio es dedicarse al pastorado sin perder de vista a su familia. Por otro lado, la familia no debe ser un obstáculo para que el pastor realice su ministerio. Familia y ministerio deben conducirse juntos.
Para mantener el equilibrio entre esos dos polos, es importante que el pastor establezca tres prioridades relacionadas con la familia: 1) el bienestar espiritual de la familia; 2) dedicar tiempo a la esposa y a los hijos, pues “el tiempo que invertimos en la familia muestra la importancia que le damos a ella. No basta tener calidad, es necesario cantidad que también sea suficiente para suplir las necesidades de cada miembro”;[9] y 3) vivir un cristianismo auténtico en el hogar, porque la convivencia familiar no tolera máscaras. El pastor tiene la sagrada responsabilidad de ser en su casa “un ejemplo de las verdades que enseña”.[10]
Relaciones saludables. Aunque el concepto de comunidad haya influido en la sociedad moderna, la mayoría de las personas continúa viviendo de modo individualista, sintiéndose sola en el mundo real, aunque puedan estar conectadas por las redes sociales. Eso exige que el pastor sea versátil en habilidades que son necesarias en una comunidad relacional, tales como: comunicación clara, confianza, perdón, aceptación del otro y humildad. También es necesario establecer una estrategia que haga viable que sus iglesias desarrollen un estilo de ministerio relacional semejante al que había en la iglesia apostólica, en lugar de un ministerio de técnicas y programas diseñados para hacer que la iglesia crezca en número. Es necesario crear en nuestras congregaciones un ambiente que sea acogedor y que refleje el amor de Cristo.
Aprovechamiento del tiempo. La ociosidad es un defecto altamente perjudicial para los pastores. En estos días de “tiempos líquidos”,[11] donde todo se modifica de forma casi instantánea, el mal gerenciamiento del tiempo es un factor de riesgo para el ministerio pastoral. Por otro lado, tú puedes potenciar tu tiempo de manera inteligente, planificando tus actividades. Observa algunas sugerencias:
• Traza tus objetivos y ten una visión clara de estos. Trazar objetivos es retirar los excesos que complican la visión de toda la planificación
• Define tareas estratégicas. Concentra tus fuerzas en aquello que dominas mejor y pueda ser empleado para obtener mejores resultados dentro de tus propios objetivos.
• Planifica prioridades efectivas. “La llave del éxito para una administración eficaz del tiempo está en concentrarse en las prioridades que realmente son importantes y en una acción coherente con ellas”.[12] Lo que es importante y lo que es urgente influyen de la misma forma en la elección de las prioridades. Sin embargo, determinadas actividades deben ser priorizadas de acuerdo con diferentes criterios.
• Ejecutar las tareas diarias. a) Anota todos los compromisos para el día, evaluando el tiempo necesario y estableciendo límites; b) Organiza las tareas en bloques de trabajo, pero con flexibilidad; c) Concéntrate en las actividades esenciales y posibles de solucionar; d) Realiza las tareas con determinación. Existen algunas aplicaciones digitales que pueden auxiliarte en el cumplimiento de esas tareas.
Conclusión
El servicio pastoral es la más elevada obra que el cristiano puede anhelar. Esta solemne tarea exige esfuerzo diligente para llevar pecadores a los pies de Jesús. Elena de White escribió: “El ministro de Cristo debe poseer un amor inextinguible por las almas, un espíritu de abnegación, de sacrificio propio. Debería estar dispuesto a dar la vida, si fuera necesario, para hacer la obra de salvar a sus semejantes, por quienes Jesús murió”.[13]
Este es el tiempo en que los pastores deben mantenerse concentrados en el servicio del Maestro. Deben tener determinación y celo por la causa, a fin de perseguir el gran propósito de su ministerio. Hasta que finalmente puedan decir como el apóstol Pablo: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe” (2 Tim. 4:7,LBLA).
Sobre el autor: Pastor en Brasilia, DF, Rep. del Brasil.
Referencias
[1] Sidnei Oliveira, Geração Y: O Nascimento de uma Nova Versão de Líderes (San Pablo: Integrare Editora, 2010), p. 76.
[2] Ibíd.
[3] Elena de White, Liderazgo cristiano, p. 34.
[4] Ver: Rom. 1:1; 1 Cor. 3:5; 2 Cor. 4:4; Gál. 1:10; Fil. 1:1; Tito 1:1.
[5] Lothar Coenen y Colin Brown, Dicionário Internacional de Teologia do Novo Testamento (San Pablo: Vida Nova, 2000), t. 2, p. 2.035.
[6] Gerhard Kittel, Theological Dictionary of the New Testament (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1964-1976), t. 8, pp. 533, 534.
[7] Pérsio R. Gomes de Deus, As Influências do Sentimento Religioso sobre os Cristãos Portadores de Depressão, tesis de Maestría en Ciencias de la Religión (San Pablo: Universidad Presbiteriana Mackenzie, 2008), p. 106.
[8] White, Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 376.
[9] Josué Gonçalves, 104 Erros que um Casal não Pode Cometer (San Pablo: Editora Mensagens Para Todos, 1999), p. 29.
[10] White, Los hechos de los apóstoles, p. 297.
[11] Sidnei Oliveira, “Você é Imediatista?”, Exame (14/10/2013).
[12] Lothar J. Seiwert, Se Tiver Pressa Ande Devagar (San Pablo: Editora Fundamento, 2004), p. 123.
[13] White, Testimonios para la iglesia, t. 2, p. 137.