Necesitamos la metodología de liderazgo servicial, en que los ministros de Dios sirvan a las personas y no usen su influencia para la superación de sus carencias psicológicas, sociales y espirituales.

En el Brasil son pocos los profesionales que obtuvieron un doctorado en Liderazgo, y Josmar Arrais forma parte de ese selecto grupo. Hijo de una tradicional familia adventista, su padre, Francisco Arrais, fue colportor durante 45 años. Admir, el hermano mayor, fue profesor y autor de libros didácticos de la Casa Publicadora Brasileña. Su hermano Jonas trabaja actualmente en la sede mundial de la Iglesia Adventista, en los Estados Unidos, como secretario ministerial asociado, y los demás hermanos sirvieron en diversos sectores de la organización adventista.

Graduado en Teología, Historia y Educación, Josmar tiene una maestría en Historia por la Pontificia Universidad Católica de San Pablo y un doctorado en Liderazgo por la Universidad Andrews, de los Estados Unidos. Como profesor, actuó en el Centro Universitario Adventista de San Pablo (UNASP) durante muchos años. Fue director de cursos universitarios y vicerrector de Posgrado, investigación, asuntos comunitarios y extensión de la Universidad de Santo Amaro (UNISA). Actualmente es propietario y presidente de la empresa VitalSmarts Brasil, consultoría especializada en desarrollo empresarial, personal y de liderazgo, y profesor adjunto del programa del MBA en Liderazgo de la Universidad Andrews.

Casado con la psicopedagoga y especialista en psicomotricidad Jane, el matrimonio tiene dos hijos, Marcelo y Michelle, ambos casados; y tienen una nieta, Laila.

Revista Ministerio (RM): ¿Qué lo llevó a interesarse por el estudio y por el área del liderazgo corporativo?

Josmar Arrais (JA): Aunque el fenómeno del liderazgo se remonte a los inicios de la humanidad, solamente en el último siglo, y específicamente en los últimos cincuenta años, ese tema fue estudiado desde una óptica más científica.

Hace 25 años, la Universidad Andrews era una de las pioneras en el programa doctoral Competencias de Liderazgo, con énfasis en líderes servidores. En 1998, los profesores Gerson Pires de Araújo, José Irán Miguel, Sidney Storch Dutra y yo nos aventuramos en ese proyecto innovador. Con José Alaby y Robson Marinho, recibimos el apoyo de la UNASP y de la UNISA para traer el curso al Brasil. Además de esto, iniciamos la publicación de un periódico dentro del programa de la maestría. Al ministrar cursos de liderazgo en las empresas brasileñas, percibí que el abordaje del liderazgo servicial era muy distante del modelo practicado por las corporaciones y que ellas todavía actuaban con la mentalidad superada de la era industrial, y no de la era de la información y del conocimiento.

He dedicado más de una década a reforzar esos conceptos para millares de personas, humanizando las organizaciones y sus estructuras de liderazgo.

Actualmente, como presidente y facilitador de los cursos de la VitalSmarts y profesor de Liderazgo en el MBA ofrecido por la UNASP en sociedad estratégica con la Universidad Andrews, me he dedicado a destacar la importancia de la transformación cultural, de las relaciones, de las conversaciones cruciales y del uso científico de las teorías de motivación, responsabilidad e influencia.

RM: ¿De qué forma es posible establecer un puente entre las enseñanzas bíblicas y los actuales modelos de liderazgo?

JA: Un análisis de la historia bíblica, desde la óptica del liderazgo, revelará que el liderazgo siempre estuvo relacionado con su contexto. Épocas con sistemas políticos más centralizados generaron líderes así, y lo contrario también es verdad. El palco de la humanidad y de las organizaciones políticas y religiosas siempre nos dio ejemplos para seguir y otros para rechazar. La gran cuestión del liderazgo que traspasa la historia bíblica es el concepto de servicio, del uso de la influencia, de la autoridad, y de la relación entre líderes y liderados.

Observamos ejemplos de líderes comprometidos que actuaron con determinación y pasión por el bienestar de las personas, y no para sí mismos. El moderno concepto de liderazgo servicial, creado por Robert Greenleaf y conocido en nuestros países por el libro El monje y el ejecutivo, de James Hunter, tiene como base las enseñanzas bíblicas, especialmente las de Jesús. A lo del Relato Sagrado, las relaciones humanas y los conceptos de liderazgo siempre estuvieron entrelazados.

RM: ¿Cuál debe ser el modelo de liderazgo pastoral en el siglo XXI y cuál es su principal desafío?

JA: Desgraciadamente, la genética, el ambiente, las circunstancias y el determinismo son disculpas frecuentes para la ausencia de iniciativas y acciones. Aliado a estos elementos, el mundo posmoderno, con su relativismo e inmediatismo, ha estimulado la inercia y el criticismo de muchos. Sin embargo, lo que más me ha llamado la atención es la ausencia de buenos modelos de líderes. La búsqueda egocéntrica por la posición, el poder y el cargo es el mayor problema para enfrentar los desafíos del mundo posmoderno. Súmenle a eso los escándalos por la ausencia de integridad.

Esa mentalidad puede contaminar el liderazgo ministerial. Necesitamos la metodología del liderazgo servicial, en la que los ministros de Dios sirvan a las personas, y no usen su influencia para la superación de sus carencias psicológicas, sociales y espirituales. El mayor desafío, sin embargo, es liderar una iglesia que no acepta fácilmente la autoridad. El liderazgo pastoral está migrando hacia el pluralismo en el liderazgo más que hacia la figura de un líder. Eso exigirá una formación humana más profunda de los futuros pastores.

Compartir la toma de decisiones y la elección de proyectos cambiará la forma más jerárquica con la que estamos conviviendo en la actualidad.

RM: Visión, relaciones y confianza ¿son características fundamentales para un liderazgo espiritual eficaz?

JA: ¡Sin duda alguna! La confianza es la base del liderazgo. Sin credibilidad, casi nada funciona. Según la consultoría Franklin Covey, la confianza se construye por medio de la conjunción de dos atributos: carácter y competencia. La burocracia, el estancamiento y la mayoría de los problemas organizacionales serían evitados, o incluso eliminados, con una cultura dirigida a la construcción de un ambiente saludable de alta confianza.

Las relaciones son la esencia de la vida personal y organizacional. Las empresas no son predios, sistemas, procesos y equipamientos. Son las personas con sus relaciones, que traen vida, dinamismo y resultados.

La visión es fundamental para el avance de la organización y para dirigirla hacia el futuro. Es el escenario donde queremos llegar. Lamentablemente, lo que vemos son líderes actuando más como gestores de problemas pasados que como guías inspiradores del futuro.

Yo le agregaría a la lista la idea de misión. Es ella la que define la razón de la existencia de una organización. A partir de ella, establecemos todas las metas y los objetivos. La misión mueve a las personas para un desempeño efectivo.

RM: ¿De qué manera el pastor puede inspirar confianza en sus liderados y obtener éxito en el ministerio?

JA: La palabra confianza trae en su raíz el concepto de “con fe”. ¡Imaginen la responsabilidad de un líder al conquistar la fe de las personas! La propuesta para desarrollar confianza pasa obligatoriamente por el camino de adentro hacia afuera. Es decir, primero es necesario desarrollar la autoconfianza; después, las relaciones y los equipos confiables; y entonces, la organización, la comunidad y la sociedad.

Los factores de mayor impacto para inspirar confianza se resumen en: carácter y competencia. No siempre percibimos esas dos cualidades en los líderes eclesiásticos. El carácter significa el desarrollo de la integridad y de las intenciones; vivir de acuerdo con principios y valores. La competencia está relacionada con el concepto de habilidades y resultados. El carácter y la competencia son cualidades indispensables para el líder.

El líder ministerial necesita entender el tiempo en el que estamos viviendo, y liderar con las personas y no a las personas.

RM: Liderar voluntarios, como ocurre en las iglesias, ¿es más difícil que estar al frente de un grupo de colaboradores que reciben salarios por sus tareas?

JA: Los desafíos son mayores, teniendo en vista que el aspecto económico no siempre está presente en el voluntariado. Pero la gran cuestión, sin embargo, es que los líderes eclesiásticos necesitan aprender a entender a la gente y lo que motiva a esa gente, a las personas. Necesitan traer a las personas a su lado.

Las personas son motivadas por la autonomía. Ellas quieren participar, hacer algo que sea estimulante para su capacidad. Las personas son motivadas por un propósito, por una misión. Si el propósito no tiene asidero en el corazón del liderado, cualquier esfuerzo que el líder realice para comprometer a alguien será limitado. Además de esto, el líder necesita establecer un plan de acción que tenga en consideración las motivaciones y las habilidades, no apenas en el ámbito personal, sino también social y estructural. Un liderazgo que entienda eso, con plena seguridad, será más relevante.

RM: ¿Cómo debe administrar conflictos, diferencias y oposición?

JA: La ausencia de buenas relaciones y resultados deriva, casi siempre, de diferencias de opinión en asuntos importantes que no son solucionadas o son, incluso, suprimidas. Las divergencias de ideas y opiniones deben ser bienvenidas, y llevan a la innovación y a la creatividad. Deben ser valoradas. Las divergencias personales, sin embargo, resultan en conflictos.

Para administrar divergencias y oposiciones, el líder necesita estar preparado. La mayor necesidad del líder frente a un conflicto y el primer paso para administrarlo es la autoconciencia. Determinar lo que se desea y espera para sí, para el otro, para la relación y para el ministerio son cuestionamientos previos importantes antes de ser “secuestrado” emocionalmente y optar por los extremos: el silencio o la agresividad. Es increíble cómo muchos líderes no saben lo que quieren. Luchan por irrelevancias y no por aquello que es esencial. Si el líder logra propiciar un ambiente de seguridad en la interacción con los otros, y crear un objetivo común, respetando y escuchando opiniones diversas, alternativas maravillosas pueden emerger de un aparente conflicto.

RM: ¿Existe el riesgo de que un pastor pierda el foco de su liderazgo al intentar implementar prácticas modernas de gestión?

JA: Sí, existe ese riesgo. Pero necesitamos entender primero lo que es foco espiritual y lo que son prácticas modernas de gestión. Si confundimos liderazgo con gerenciamiento, sí podemos tener problemas. Corremos el riesgo de enfatizar excesivamente metas y resultados. Si entendemos liderazgo como servicio, creo que no tendríamos dificultades. El desarrollo de personas y el alcance de objetivos será consecuencia natural. Actualmente, el foco espiritual no es más aceptación de lo que el líder dice, sino de lo que él es y de lo que él muestra con su ejemplo.

RM: ¿Qué mensaje dejaría para los líderes religiosos del siglo XXI?

JA: Como dice Goldsmith: “Lo que lo trajo hasta aquí no lo llevará hasta allá”. Los métodos y las realizaciones del pasado no nos dan ninguna seguridad de resultados en el futuro. Necesitamos entender nuestra época dentro de un contexto mayor.

Más que un mensaje, dejo un pedido: pastores y líderes, definitivamente, eliminen la búsqueda del poder y de los cargos. El liderazgo es una oportunidad de servir y no una posición. Cuídense, para que sus decisiones no estén contaminadas por el interés propio. Compartan la toma de las decisiones. El mayor mal de nuestro siglo continúa siendo el egocentrismo. Usando el lenguaje de la computación, necesitamos hacer un reset en nuestra mente formateada en la Era Industrial, en la que las personas eran medios para alcanzar objetivos. Debemos utilizar nuestros recursos y nuestros planes para mejorar el bienestar de las personas y para cumplir la misión. Desarrollen la tolerancia y la paciencia. El mundo perece por la noción de exclusivismo y la no aceptación de los diferentes.

Finalmente, conversen, dialoguen. Necesitamos construir unión en la diversidad. Tenemos una certeza: “El mismo Dios que nos trajo hasta aquí ¡nos llevará hasta allá!”

Sobre el autor: editor asociado de Ministerio Adventista, edición en portugués.