Somos actores principales, de la vida; gerentes de nuestros pensamientos y acciones.

Es impresionante cómo todo nuestro ser parece dejarse dirigir, esclavizar y motivar incansablemente por determinado pensamiento que, día y noche, se asienta en el trono de la mente, soberano, principalmente cuando alimentamos el deseo de alcanzar un objetivo. Observe, por ejemplo, a las mujeres embarazadas o que intentan quedar embarazadas. Parecen ver sólo embarazadas en su camino; únicamente ropa y artículos para bebés en las vidrieras. También están los hombres que, cuando deciden adquirir cierto modelo de automóviles, aparentemente solo ven ese modelo, de su color preferido, andando por las calles. Los jóvenes que se están por casar fácilmente encuentran a otras parejas de novios, que nunca vieron, y pasan a intercambiar experiencias preciosas. El adolescente que está por rendir sus exámenes universitarios solo ve hechos y eventos, en noticieros, libros y revistas, que pueden ser “tema de redacción”.

También impresiona mucho la manera en que los pensamientos negativos se adhieren a la mente y al cuerpo, con cadenas tan fuertes que quedamos inmóviles, estáticos, sin poder movernos. Pensamientos que alimentan la ira, la frustración, la incapacidad; que hacen crecer la envidia, el egoísmo, los celos y la enemistad. Los pensamientos negativos, entre otros perjuicios, llevan a la inmoralidad sexual, a la impureza, y a acciones censurables. Provocan desunión, divisiones.

Señores de sí mismos

En su libro Sea líder de sí mismo, Augusto Cury afirma que somos actores principales en la trama de nuestra vida. Muchas veces nos sentamos en la platea de la vida, tranquilos, mirando pasivamente lo que sucede con nosotros diariamente, sin tener la iniciativa de tomar las riendas de la situación en nuestras manos, con la intención de convertirnos en actores principales de nuestra existencia.

Entramos en contacto con varias personas durante el día, con experiencias de vida, temperamentos y personalidades, humores e inclinaciones totalmente diferentes. Son hombres, mujeres, niños, adolescentes y jóvenes que pasan a formar parte de nuestra existencia diaria, por causa de sus palabras y acciones. Después de cada encuentro, nunca más seremos las mismas personas, porque todos influimos y somos influenciados en los contactos que mantenemos. Por lo tanto, las palabras y las acciones nos harán alimentar pensamientos positivos o negativos acerca de nosotros mismos; lo que determinará el éxito o el fracaso en la concreción de nuestros sueños, blancos y metas.

En la carta de Pablo a los cristianos efesios, leemos lo siguiente: “Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor” (Efe. 5:6, 8-10).

Lecciones oportunas

Podemos enumerar algunas importantes lecciones de este texto:

No debemos permitir que las conversaciones frívolas (de las que suscitan pensamientos negativos) nos envuelvan, rebajando nuestra autoestima, disolviendo sueños, destruyendo nuestro matrimonio y nuestra relación con las personas que nos son queridas: hijos, padres, familiares y amigos.

La obediencia a Dios y nuestra relación con él aumentan el flujo de pensamientos positivos y, consecuentemente, el éxito personal en todas las áreas de la vida.

Cuando nos decidimos por Cristo, también optamos por alimentar pensamientos positivos y realizar acciones positivas. Eso es lo que la Biblia quiere significar con la expresión “Andar en la luz”.

Vivir en la luz, es decir, tener pensamientos y actos positivos, traerá una gran cosecha de bondad, honestidad, verdad y muchas otras virtudes.

Por lo tanto, hoy es el día de asumir el comando de la torre de control de nuestra vida; como actores principales, debemos administrar nuestros pensamientos, alimentando los positivos y aniquilando, por inanición, los negativos. Hoy es el día de retomar la búsqueda de los sueños y los blancos antes descuidados.

Sobre la autora: Profesora y esposa de pastor de la Asociación Catarinense.