Conclusión

    Los demonios que obran milagros le están hablando hoy a la cristiandad con un poder nuevo y competente: señales, maravillas, sanamientos y el don de lenguas que están siendo experimentados por los que participan del movimiento carismático y que pretenden proceder de Dios pueden resultar en completo fraude. El movimiento neopentecostal que se ha difundido con tanta rapidez, cruzando todas las barreras denominacionales y sociales, plantea serias preguntas al ministerio adventista.

    En las partes Primera y Segunda el autor desarrolla tres de las cuatro observaciones en lo que respecta al neopentecostalismo:

    1. El movimiento carismático debe su crecimiento a las iglesias que han frustrado y siguen frustrando a sus miembros.

    2. Los milagros, sanamientos, lenguas extrañas, fenómenos físicos no son señales seguras de que Dios está obrando.

    3. El hablar en lenguas no necesariamente acompaña al bautismo del Espíritu Santo, ni su ausencia indica que el creyente no está poseído por el Espíritu Santo.

Me vuelvo ahora hacia el ministerio de la sanidad, que ocupa un lugar prominente en las reuniones carismáticas, para observar que:

    4. No todos los que oran por sanidad son sanados y no todos los que son sanados son sanados por Dios.

    Los sanadores por fe casi unánimemente creen que Dios sanará a todos los que clamen a él con fe. Uno de ellos dice: “Cuando dos convienen en poner así cualquier problema o enfermedad completamente en las manos del Padre, él siempre la quita”.[1]

    Otro dice: “El obstáculo mayor para la fe de muchos que en nuestros días buscan la sanidad del cuerpo es la incertidumbre acerca de si será la voluntad de Dios sanar todo”.[2]

    Otros afirman que orar “Sea hecha tu voluntad” constituye falta de fe y es algo detestable para Dios.[3]

    Tal vez sea esta teología engañosa la que explique que lo fantasioso sea presentado como real por muchos sanadores por fe. Por ejemplo, el caso de un muchacho de Oklahoma que tenía un solo ojo y que, después de que un sanador hubo orado por él descubrió que podía ver a través de su ojo de plástico, y que podía ver tanto lo interior como lo exterior.[4] O el caso de una mujer joven que murió y fue al cielo, donde fue sanada interior y exteriormente. Todavía anda contando su historia en las reuniones de sanamientos. [5]

NI MONTAÑA NI JUGUETE

    Notemos tres puntos:

    A. Dios responde siempre la oración por sanidad. Pero no siempre dice Sí.

    Recordaremos que cuando Pablo rogó a Dios que le quitara el “aguijón” de su carne (visión deficiente) se le dijo: “Bástate mi gracia” (2 Cor. 12:9).

    Para apoyar su presunción muchos sanadores por fe citan Marcos 11:24: “Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. Yo probé esto cuando tenía doce años, pidiendo que la montaña que estaba tras nuestra casa fuese removida. Parecía una cosa enorme, pero la Biblia decía que la fe del tamaño de un grano de mostaza podía hacerlo. Pero no lo hizo. Después oré por un carrito de juguete, hecho con un cajón de jabón y que tuviera un mecanismo para cortar el césped. Pero ni mi padre en la tierra ni mi Padre en los cielos vieron propio dármelo. Terminé por no creer.

    Juan escribió: “Si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye… sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1 Juan 5:14, 15).

    ¿Cómo oró nuestro Ejemplo? Jesús no vaciló en hacer conocer su deseo humano de librarse del dolor y la muerte. Pero luego agregó: “No sea como yo quiero, sino como tú” (Mat. 26:39).

    B. Notamos que en el ministerio de Cristo la educación y la reforma estaban ligadas a la sanidad. “Al curar las enfermedades, Cristo decía muchas veces a los enfermos: ‘No peques más, porque no te venga alguna cosa peor’ (Juan 5:14). Así les enseñaba que habían atraído su dolencia sobre sí al transgredir las leyes de Dios, y que la salud no puede conservarse sino por medio de la obediencia”.[6]

 Si Dios obrara un milagro y restaurara la salud a personas que han atraído la enfermedad sobre sí por la impureza, la complacencia personal y el descuido de las leyes de la salud, “daría alas al pecado”.[7] Las personas así sanadas “reanudarían su vida de descuido y transgresión de las leyes naturales y espirituales de Dios, arguyendo que si Dios las sana en respuesta a la oración, pueden con toda libertad seguir sus prácticas malsanas y entregarse sin freno a sus apetitos”.[8]

NO VENDAMOS NUESTRAS ESCUELAS DE MEDICINA

    Usted ve que hay una razón por la que no vendemos nuestras escuelas de medicina y con el dinero obtenido compramos mil carpas para dedicarlas a reuniones de sanamiento. Hay una razón, repito, por la que no oramos por el enfermo. Y esa razón se entiende si hemos de evaluar correctamente los servicios carismáticos de sanamiento. Vuelvo a decirlo: la educación y la reforma son elementos vitales en el ministerio sanador de Cristo. Por eso nuestros sanatorios se establecieron como lugares donde los enfermos pudiesen “encontrar alivio de la enfermedad mediante tratamientos y hábitos correctos de vida y… [donde pudiesen] aprender cómo evitar la enfermedad”.[9] Elena G. de White menciona unas pocas prácticas que necesitaban remediarse: intemperancia en el comer, el uso del té, café, alcohol, tabaco, carne, etc., y luego agrega: “Debe producirse una reforma antes de que el tratamiento realice una curación”.[10]

    ¿Qué pensar, entonces, de una institución médica que se dedica más a administrar medicamentos que a educar a los pacientes acerca de cómo vivir? ¿Qué extirpa tejidos en mal estado pero deja los malos hábitos? ¿Da esa institución un mejor ejemplo de verdadera sanidad que el de las reuniones de sanamiento? Yo llego a esta seria conclusión: Los falsos sanamientos no son un monopolio de los falsos sanadores; se puede ser un falso sanador en un hospital cristiano, en un consultorio o clínica privados.

    C. Hermanos, cuidado con los sanadores —no importa quiénes sean, dónde ministren o el título que tengan— que no hagan caso de las leyes de Dios.

    “Muchos son los que hacen gran profesión de santidad y alardean de las maravillas que realizan al sanar a los enfermos, cuando no toman en cuenta esa gran norma de justicia [la ley de Dios]. Pero, ¿mediante el poder de quién son efectuadas esas curaciones? ¿Están los ojos de unos u otros parcialmente abiertos a sus transgresiones de la ley? ¿Y tomarán ellos su lugar como hijos humildes, obedientes, listos para acatar todas las demandas de Dios? Juan testifica así delos profesos hijos de Dios: ‘El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él’… Si aquellos mediante quienes se realiza la curación están dispuestos, a base de esas manifestaciones, a excusar su descuido de la ley de Dios y continuar en la desobediencia, aunque tengan cualquier medida de poder no significa que poseen el gran poder de Dios. Por el contrario, es el poder obrador de milagros del gran engañador… Debemos cuidarnos de la pretendida santidad que permite la transgresión de la ley de Dios. No pueden ser santificados los que hollan la ley bajo sus pies y se juzgan a sí mismos por una norma de su propia invención”.[11]

    Al evaluar el movimiento carismático y sus fenómenos concurrentes, ténganse presentes las cuatro observaciones que he formulado: 1) El movimiento debe su desarrollo a las iglesias que han frustrado y continúan frustrando a sus miembros (así su evaluación se teñirá de humildad y caridad). 2) Los milagros, sanamientos, lenguas extrañas, fenómenos físicos, no son señales seguras de que Dios está obrando. 3) El hablar en lenguas no necesariamente acompaña al bautismo del Espíritu Santo, ni su ausencia indica que el creyente no está poseído por el Espíritu Santo. 4) No todos los que oran por sanidad son sanados, ni todos los que son sanados lo son por Dios.

    Concluyo con unos breves pronósticos.

MIRANDO HACIA ADELANTE

    Si entiendo correctamente la segura palabra profética, en los días inmediatamente próximos veremos una creciente desconsideración por la Palabra escrita y una marcada dependencia de las señales y prodigios. Vamos a observar un acelerado fusionamiento del espiritismo, el protestantismo y el catolicismo. Y finalmente contemplaremos aquel engaño casi abrumador, que de ser posible envolvería a los mismos elegidos.

    Por lo tanto, predigo que la Iglesia Adventista se verá pronto puesta frente a las manifestaciones carismáticas.

     No espero que aparezcan otra vez en Portland, Maine, sino en alguno de nuestros colegios o centros universitarios, entre eruditos que presentarán su experiencia como evidencia de la entrada del Espíritu Santo en el campus.

    De un modo significativo, en el movimiento neopentecostal católico, como lo ha observado la prensa evangélica, “no son los menos instruidos sino los intelectuales, no los que tienen poco discernimiento sino los exegetas críticos, no los frustrados puritanos sino los cristianos completamente normales los que participan de esas reuniones”.

    Al mirar hacia el futuro es digno de notarse el re ato de una revelación que Oral Roberts recibió con ocasión de su primera reunión de sanamiento:

    “Me oía a mí mismo diciendo cosas que nunca soñé que algún hombre pudiera decirlas. El espíritu de profecía vino a mí y comencé a profetizar lo que Dios iba a hacer en los postreros días; cómo iba a levantar hombres y darles su poder para dejar a la humanidad libre de un extremo de la tierra hasta el otro; que iba a derramar los nueve dones del espíritu para sanar al cuerpo enfermo de la esposa y que Jesús venía pronto. Las palabras fluían de mi boca mediante el espíritu de profecía. Le dije a la gente que este último reavivamiento mundial sería un reavivamiento de señales y maravillas y que se caracterizaría por una gran ola de poder sanador que descendería del cielo sobre los cuerpos enfermos de la humanidad”.[12]

    Oigamos ahora otro testimonio de alguien en quien reposó el espíritu de profecía:

    “Satanás mismo… se manifestará bajo la forma de un ángel de luz… Han de cumplirse milagros, los enfermos sanarán, y se realizarán muchos prodigios innegables. Y como los espíritus profesarán creer en la Biblia y manifestarán respeto por las instituciones de la iglesia, su obra será aceptada como manifestación del poder divino”.[13]

    “Al apartarse de los claros preceptos y mandamientos de Dios, y prestar oídos a las fábulas, las mentes de muchos se están preparando para aceptar esos milagros mentirosos”.[14] La cursiva es nuestra).

    ¿Es, entonces, el movimiento carismático el precursor autorizado del espiritismo para el último engaño?

    Si nos mantenemos unidos a Cristo y hacemos de los principios de su Palabra los principios de nuestra vida, estoy seguro de que pronto esta pregunta tendrá respuesta. ¡Ciertamente debe ser respondida! Y no por una tarea de alimentar con cuchara desde el púlpito.

    Sea lo que fuere este movimiento y lo que preanuncie, repito que el desafío para nosotros es igualmente urgente, porque en cualquier caso únicamente una experiencia viva con Jesucristo será válida para salvarnos.

    “Debemos todos buscar ahora armarnos para la lucha en la que pronto estaremos envueltos. La fe en la Palabra de Dios, estudiada con oración y aplicada en la práctica, será nuestro escudo del poder de Satanás y nos hará conquistadores mediante la sangre de Cristo”.[15]

Sobre el autor: Director de la revista Liberty


Referencias

[1] Glen Clark, How to Find Health Through Prayer, Nueva York: Harper and Brothers, 1940, pág. 72.

[2] F. F. Bosworth, Christ, the Healer, Nueva York: Alianza Cristiana, pub. 1924, pág. 33.

[3] Carrol Stegai, (h), y Cari C. Harwood, The Modern Tongues and Healing Movement, pág. 30, y Wade H. Boggs (h), Faith Healing and the Christian Faith, Richmond, Va.: Jonh Knox Press, 1956 pág. 122.

[4] “The Boy Who Sees”, The Voice of Healing, publicación de los Ministros de las Señales de los Dones de los Últimos Días, The Voice of Healing, Inc., febrero de 1954, pág. 6.

[5] Modern Tongues and Healing Movement, págs. 25, 26. (El incidente había sido publicado por Oral Roberts bajo el título “The Betty Baxter Story”, The Western Bible Institute, P. O. Box 4032, South Denver Sta., Denver 9, Colo.)

[6] El Ministerio de Curación, pág. 76.

[7] Id.,pág. 173.

[8] Ibid.

[9] Testimonies, tomo 1, pág. 561.

[10] Id., tomo 4, pág. 582.

[11] SDA Bible Commentary, comentario de Elena G. de White, tomo 5, pág. 1099.

[12] Oral Roberts, Life Story, pág. 93.

[13] El Conflicto de los Siglos, págs. 645, 646.

[14] Testimonies, tomo 1, pág. 302.

[15] Ibid.