Breve reseña histórica de la Asociación Ministerial en Sudamérica

El año 2022 marca el centenario de la creación de la Asociación Ministerial, entidad establecida por la Iglesia Adventista del Séptimo Día para motivar el desarrollo integral de sus ministros. Aunque durante el año se realizaron muchas actividades en Sudamérica con el fin de celebrar la fecha, es probable que muchos pastores, obreros y directores de iglesias locales desconozcan detalles interesantes de cómo se constituyó la Asociación Ministerial en este territorio.

El propósito de este artículo es presentar una historia de este desarrollo, sobre la base de información obtenida de las actas de la División Sudamericana, desde los años 1924 hasta 2021. Lejos de ser exhaustiva o dogmática en conclusiones, se trata de una investigación pionera que sirve como punto de partida para nuevos estudios por realizar, considerando informes de pastores que hicieron y han hecho la historia de esta importante organización para el ministerio adventista.

Antecedentes

Antes de que la sede mundial de la iglesia estableciera la Asociación Ministerial, el pastor y educador australiano A. W. Anderson ya había organizado un grupo para el mejoramiento de los trabajadores eclesiásticos en su país. Entre sus actividades, estuvo la promoción del curso de lectura y la elaboración de la revista El Evangelista. Con el éxito del proyecto, los delegados a la Asamblea General de 1922 aprobaron la creación de una comisión ministerial, encargada de comprender la dinámica del trabajo pastoral, apoyar a los pastores en sus necesidades y alentar a los jóvenes a ingresar en el ministerio.[1]

Esta comisión, efectivamente organizada el 25 de septiembre de 1922, fue presidida por primera vez por Arthur G. Daniells, quien había presidido la Asociación General durante 21 años. Convencido de que el ministerio adventista debe crecer en espiritualidad, capacidades funcionales y eficacia misionera, se esforzó por promover institutos ministeriales (concilios), preparar literatura, e influir en pastores y obreros para que entendieran más profundamente el tema de la justificación por la fe.[2] Los frutos de los esfuerzos fueron perennes, y se pueden ver, por ejemplo, en los libros Cristo, Justicia nuestra (Daniells, 1926); La venida del Consolador (1928), de LeRoy E. Froom; y el establecimiento de la revista Ministry, en 1928.

Además, Daniells trabajó para el establecimiento de la Asociación Ministerial en todas las divisiones del mundo, objetivo logrado antes de fines de la década de 1920. En América del Sur, el primero en ocupar el cargo fue el secretario de División, Joseph Westphal, elegido el 29 de marzo de 1924 y responsable de esta atribución hasta 1930.

Período de estructuración (1924-1947)

La Asociación Ministerial fue establecida en América del Sur como una asociación de ministros, obreros licenciados, obreros bíblicos, editores, directores de clínicas, jefes de Enfermería y directores de escuelas de formación,[3] con el objetivo de inspirar a sus miembros a consagrarse, comprometerse con la predicación de la Palabra, la visitación, los estudios bíblicos, el cuidado espiritual de los miembros y la instrucción cabal de cada candidato para el bautismo. Además, se preocupó por motivar a los jóvenes a ingresar al ministerio adventista, reclutándolos en iglesias y escuelas confesionales.[4]

Similar a la estrategia adoptada en América del Norte, las pautas relevantes para el trabajo pastoral debían publicarse inicialmente en la Revista Adventista (español) y Mensal (portugués), y también promoverse a través del curso de lectura. Los institutos ministeriales también fueron de especial importancia. Uno de los primeros, realizado en 1924 en la ciudad de São Paulo, Brasil, tuvo un fuerte énfasis en el desarrollo espiritual de los participantes.

El énfasis en el aspecto espiritual no disminuyó la importancia de mejorar las habilidades vocacionales. A fines de 1926, la División Sudamericana aprobó la producción de los primeros cuadernillos con instrucciones de la Asociación Ministerial destinados a los trabajadores de su territorio. Sobre la base de lineamientos de la sede mundial adaptados a la realidad del continente, la publicación mensual, de entre diez y veinte páginas, debía ser impresa en portugués y español, bajo el título O Evangelista [El evangelista].[5] En 1933, fue aprobada la publicación de la revista El Predicador Adventista. La versión en portugués de esta revista se publicó dos años después.[6]

Así, entre 1924 y 1935, la Asociación Ministerial dio los primeros pasos hacia el establecimiento de un concepto de trabajo, la adopción de las primeras prácticas de desarrollo vocacional y la producción de literatura dirigida a los pastores sudamericanos. Durante este período, estuvo dirigida por Joseph Westphal (1924-1930), Nels P. Nielsen (1930-1938), y más tarde por H. O. Olson (1939-1946), todos administradores de la División. Los cimientos que sentaron fueron fundamentales para que en los años siguientes un secretario ministerial de dedicación exclusiva pudiera desarrollar mejor las actividades de la entidad y fortalecer el propósito de su existencia.

Período de desarrollo (1947-1960)

En 1941, el Congreso de la Asociación General recomendó que el equipo de la Asociación Ministerial incluyera a un evangelista eficaz y a un obrero bíblico experimentado. Así, Roy A. Anderson y Louise C. Kleuser fueron llamados a formar el equipo responsable de inspirar y empoderar a los pastores de todo el mundo.

El ejemplo de la sede mundial de tener un evangelista entre los dirigentes de la Asociación Ministerial fue uno de los factores que contribuyó a que, en 1947, Walter Schubert fuese designado primer secretario ministerial de dedicación exclusiva para el territorio sudamericano. Con su llegada, el enfoque de la entidad mejoró notablemente. Además de los encargos iniciales, relacionados con el desarrollo espiritual, vocacional e intelectual de los pastores, se visibilizaron dos puntos centrales: la motivación para realizar esfuerzos evangelizadores más grandes y eficaces, y el reconocimiento de que el encargo del secretario ministerial incluía el aspecto promocional de la obra y la formación de planes estratégicos exitosos. Por ejemplo, en 1948, la División recomendó que los institutos ministeriales “brindaran instrucción práctica”, en lugar de “simplemente decirles a los trabajadores qué hacer”. Este pragmatismo estaba en sintonía con el carácter dinámico de Schubert.[7]

Sin embargo, esto no limitó los esfuerzos destinados a formar pastores más educados y preparados. De hecho, hubo muchos proyectos para poner en valor el estudio. Con el objetivo de profundizar la formación de los ministros adventistas, en 1952, el “Club de lectura ministerial” cambió su nombre, y se pasó a llamar “Curso de lectura ministerial”. El plan era poner a disposición de los pastores de todos los niveles administrativos e institucionales cuatro libros al año (uno por trimestre), además de sermones. La recomendación fue que “se adopte un método uniforme de asistencia financiera para la compra de libros”, y que “esta asistencia financiera sea la mitad del costo de los libros”.[8] Esta iniciativa es el comienzo de lo que ahora se denomina “Literatura y equipamiento para el trabajo” (Ayuda de equipo).

Al año siguiente, la revista El Predicador Adventista se convirtió en El Ministerio Adventista. El nombre de la publicación en portugués fue cambiado en 1954. Al presentar la revista, Schubert destacó que el propósito de la revista era contribuir a la mejora de la obra ministerial en cinco áreas: evangelización pública, laica, médica y educativa, y colportaje evangelizador.[9]

De hecho, desde su creación, Ministerio ha buscado brindar artículos relevantes, profundos y prácticos para el desarrollo espiritual, personal, académico y ministerial de sus lectores. Además, es la revista más antigua dirigida a líderes religiosos de Sudamérica.

Sorprendentemente, en diciembre de 1956 se suspendió el “Curso de lectura ministerial” y, en su lugar, se definió que se darían instrucciones de lectura en la revista Ministerio. El plan incluía otorgar una subvención del 50 % a personas con credencial o licencia ministerial, credencial misionera o empleados autorizados por la Organización, para adquirir hasta tres ítems de la bibliografía indicada en la lista de recomendaciones.[10] Al año siguiente, se realizó la traducción del Manual para ministros y el Manual de iglesia en portugués.[11]

Finalmente, en 1959, el “Curso de lectura ministerial” volvió a estar a cargo de la División, manteniendo el 50 % de ayuda a todos los “empleados de tiempo completo, según lo determine el comité directivo”.[12] También en ese año, se aprobó la publicación de The Pastor-Evangelist, por Roy A. Anderson, en vista de la “falta de libros técnicos publicados por nuestra iglesia para uso de nuestros pastores y evangelistas”.[13]

De este modo, el período de desarrollo de 1947 a 1960 se caracterizó por una profundización en la comprensión de las atribuciones iniciales de la Asociación Ministerial, el enfoque estratégico en relación con el trabajo pastoral, y la promoción y la producción de materiales dirigidos específicamente a la realidad de ministros sudamericanos. El escenario elaborado durante el período permitió que la entidad se expandiera significativamente en los siguientes años.

Período de expansión (1960-1977)

A fines de 1959, la Asociación Ministerial estableció planes y objetivos estratégicos para expandir los esfuerzos de evangelización; alentar a los miembros a participar activamente en la evangelización para ayudar al “pastor-evangelista” como “voluntarios y maestros de la Biblia”; promover los bautismos en la iglesia “al menos una vez por trimestre”; organizar institutos ministeriales anualmente en cada Campo, con el fin de estudiar métodos y técnicas evangelizadores y problemas pertinentes a las actividades pastorales; y establecer el blanco de bautismo de cada Unión para el año siguiente.[14]

Si bien la Organización enfatizó una visión evangelizadora dinámica para los pastores, también consideró una estrategia para contener la apostasía, ya que su aumento en las filas adventistas ya era perceptible.[15] Aunado a esto, y con el fin de brindar subvenciones que ayudaran a fortalecer doctrinalmente a los miembros de la iglesia, la División aprobó la creación de un calendario de púlpito[16] y la publicación del Manual bautismal.[17]

Curiosamente, a medida que la iglesia avanzaba en sus esfuerzos de evangelización, también disminuyó el interés de los jóvenes en el ministerio pastoral. Por ello, en diciembre de 1961 se aprobó la creación de la Jornada de la vocación ministerial, para celebrarse los terceros sábados de noviembre.[18] Se llevó a cabo la celebración del Día del Pastor en América del Sur, con el objetivo no solo de valorar la labor pastoral, sino también de motivar la admisión de prometedores candidatos al seminario teológico.

Tan importante como valorar el trabajo y motivar a los jóvenes a ingresar en el ministerio fue delinear un perfil para los pastores adventistas. Esto fue evidente en los requisitos para la ordenación votados por la Asociación Ministerial. Se destacan algunos puntos: aproximadamente cuatro años de trabajo; experiencia en diferentes responsabilidades ministeriales; convicción del llamado; consagración completa; estabilidad espiritual; madurez social; comprensión de la Palabra de Dios; aptitud para enseñar la verdad; habilidad para llevar a las personas del pecado a la santidad; personas conducidas a Cristo; actitud de cooperación y confianza hacia la organización de la iglesia; conducta cristiana consistente; y familia ejemplar.[19]

Incluso durante los años ‘60, la entidad también se encargó de promover importantes acciones para el perfeccionamiento teológico de los pastores. Entre ellos, se encuentran el Curso de Orientación Profética,[20] la revisión del Manual para ministros en portugués[21] y la organización de seminarios de extensión teológica.

Ya en 1970, la Asociación Ministerial dio un paso fundamental para expandir sus actividades. Ese año se decidió que las uniones y los campos locales nombraran un secretario ministerial, cuya responsabilidad sería “colaborar con los obreros en la elaboración y el desarrollo de planes de evangelización más eficaces”. En los campos locales donde no era posible tener un secretario ministerial exclusivo, se debía nombrar un “pastor destacado del Campo que, mientras [atiende] su trabajo local, [pueda] coordinar las actividades evangelizadoras del Campo, y también servir como un elemento intermediario entre los trabajadores y las organizaciones superiores”.[22]

Esta resolución permitió que las iniciativas de la entidad tuvieran una mayor capilaridad, al acercarse cada vez más a los pastores locales. De esta manera, durante la década de 1960 y parte de la de 1970, la Asociación Ministerial amplió mucho su influencia. El crecimiento, sin embargo, trajo consigo importantes desafíos, que se convirtieron en objeto de análisis y reflexión en los años siguientes, lo que permitió afinar significativamente sus esfuerzos.

Período de reflexión (1977-2007)

En junio de 1977, la División tomó un voto de afirmación del ministerio pastoral adventista frente a las dificultades que muchos pastores de distrito enfrentaron en su tarea. Entre ellas, estaban la desvalorización del pastorado por parte de algunos, la percepción errónea de que “el éxito en el ministerio se mide por los pasos administrativos o departamentales” que alguien hubiera logrado alcanzar, el número limitado de pastores de distrito y la existencia de distritos muy grandes.

La conclusión de la votación revela una visión transparente del liderazgo sudamericano: “En algunas áreas de la Iglesia Adventista, se está experimentando la realidad de un fenómeno que debilitó a otros movimientos otrora fuertes; esto es, el crecimiento desproporcionado de la maquinaria administrativa e institucional, lo que debilitó las bases evangélicas representadas por evangelistas y pastores. Creemos que es urgente una evaluación de esta realidad y la toma de una posición para evitar que esto retrase el regreso de nuestro Señor Jesucristo”.[23]

Esta postura reflexiva sobre el trabajo de la Asociación Ministerial resultó en iniciativas más específicas destinadas a llenar los vacíos que se hicieron muy evidentes durante este período. En noviembre de 1980 se realizaron las primeras acciones institucionales con respecto a las esposas de pastores. Se decidió dedicarles una parte de El Ministerio Adventista y una sección de The Insider.[24] La semilla sembrada germinó, y a partir del 1º de enero de 1988, la Asociación Ministerial (Área Internacional de la Mujer: Amaf) se convirtió en un programa regular.[25] Durante el año se establecieron los objetivos generales y específicos del sector,[26] y también se decidió que las obras de interés para las esposas debían ser incluidas en el Club del libro.[27] En 1989, la sigla Amaf fue reemplazada por Afam.[28]

En cuanto a las actividades del secretario ministerial, en julio de 1981 se aclararon y establecieron los “objetivos básicos para los diferentes niveles de trabajo de la Asociación Ministerial”, a fin de evitar “tanto la superposición de algunas áreas como el abandono de otras”.[29] Se hizo necesaria una deliberación, considerando que durante muchos años la actuación de la entidad fue responsabilidad exclusiva de la División. Con la participación de los secretarios ministeriales de las uniones y de los campos locales desde fines de la década de 1970, el alineamiento se volvió fundamental.

Por ejemplo, en relación con el secretario ministerial de la Asociación/Misión, se esperaba que actuara como consejero espiritual de los obreros; coordinador de evangelización del Campo; promotor y fortalecedor de la formación de pastores-evangelistas, maestros y maestros de Biblia; que participara en campañas de reavivamiento y evangelización; que elevara los estándares de la acción ministerial; que inspirara y reclutara candidatos para el ministerio; y llevara a cabo un programa de cuidado, instrucción e inspiración para ancianos y diáconos.[30]

Esta preocupación por la capacitación de los líderes locales también quedó evidenciada por la asignación que recibió la Asociación Ministerial, también a principios de la década de 1980, de publicar un boletín trimestral para ancianos y diáconos, titulado “Cumple con tu ministerio”.[31] Aunque se han publicado materiales de orientación en años posteriores, en 1995 el ancianato recibió la contribución de la Guía para ancianos,[32] con el objetivo de repasar los principales temas doctrinales de la Biblia, y permitirles nutrir a los miembros de la iglesia y evangelizar a su comunidad. A partir de 2001, la Casa Publicadora Brasileira asumió la producción de la Revista del Anciano, bajo la supervisión de la División Sudamericana.[33] En cuanto al diaconado, ante la falta de un instructivo integral, la sede sudamericana indicó la elaboración de una guía “con todas las pautas para saber cómo hacer el trabajo, cuáles son sus obligaciones y toda la base teológica” de este ministerio.[34] Así, en 2006 se lanzó la Guía para diáconos y diaconisas.[35]

Otro punto que recibió especial atención durante este período fue el contacto entre ministros adventistas y líderes de otras confesiones religiosas. Por ello, se planteó el proyecto Pastor (Proyecto adventista de siembra teológica al mundo religioso), con la intención de llegar a pastores evangélicos a través de la literatura. En 1990, el plan pasó a llamarse Proyecto Predicador, con un énfasis renovado en el objetivo principal.[36] Hoy, la iniciativa es más conocida por su nombre original: proyecto Predicar. Así, las décadas de 1980, 1990 y parte de la década de 2000 fueron testigos de importantes acciones que resultaron de una visión más analítica del trabajo de la Asociación Ministerial, legando al período siguiente condiciones para realizar un trabajo aún más especializado.

Período de especialización (2007 – )

Con la consolidación de las principales áreas de actividad de la Asociación Ministerial, la entidad logró aumentar significativamente su nivel de profundidad en cada una de ellas. En 2007, cuando se votó el programa de la Asociación Ministerial para el año siguiente, se destacaron algunos puntos: filosofía de la misión; asistencia a la familia pastoral; elaboración de una guía de procedimiento para ministros; desarrollo de capacidades y capacitación para personas mayores; y difusión de la guía de procedimientos para el diaconado.[37]

Es interesante notar que, a partir de ese año, la planificación anual de la entidad se volvió más detallada, lo que justifica identificar este período como una época de especialización. Ejes como la espiritualidad, la familia, el saber teológico, la vocación y la formación del ministerio local (ancianato y diaconado) orientaron los planes de trabajo posteriores, entrelazados con los pilares de Comunión, Relaciones y Misión. Se ha desafiado a pastores, ancianos y diáconos a ser “ministros de esperanza”[38] y a ejercer un “ministerio apasionado” por Dios, sus familias, la iglesia y la gente.[39]

Desde 2019, la Asociación Ministerial invierte en el proyecto Competencias ministeriales, un proceso estructurado en acciones de enseñanza, seguimiento y evaluación orientadas al desarrollo integral de los pastores a través de cinco áreas: crecimiento, relaciones, administración, liderazgo y misión.[40] El plan es que el ministerio del ancianato también reciba el aporte de las competencias ministeriales según su contexto.

Conclusión

A lo largo de décadas, la Asociación Ministerial de Sudamérica ha buscado mantenerse fiel al propósito inicial de su constitución: ser una entidad de apoyo al ministerio adventista para que crezca en espiritualidad, capacidad y servicio, de tal manera que está totalmente dedicado a cumplir la misión a la que fue llamado.

Es imposible saber cuánto tiempo más permaneceremos en la Tierra, pero hasta que se cumpla la promesa de la Segunda Venida, por la gracia de Dios, la Asociación Ministerial será un instrumento de edificación para el pastorado, el ancianato y el diaconado de la iglesia de Cristo.

Sobre el autor: Editor de la revista Ministerio, edición de la CPB.


Referencias

[1] Richard Schwarz y Floyd Greenleaf, Portadores de luz (Engenheiro Coelho, SP: Unaspress, 2009), p. 388.

[2] Don Neufeld (ed.), “Ministerial Association”, en Seventh-day Adventist Encyclopedia (Hagerstown, MD: Review and Herald, 1996), t. 11b, pp. 86, 87.

[3] División Sudamericana(DSA), voto 24/770.

[4] División Sudamericana (DSA), voto 24/770.

[5] DSA, voto 26/1564.

[6] Wellington Barbosa, Ministry Magazine (South American Division edition). Disponible en <link.cpb. com.br/760704>, consultado el 9/6/2022.

[7] DSA, voto 48/363.

[8] DSA, voto 51/456.

[9] Barbosa, Ministry Magazine (South American Division edition).

[10] DSA, votos 56/730 y 56/829.

[11] DSA, voto 57/665.

[12] DSA, voto 59/549.

[13] DSA, voto 59/564.

[14] DSA, voto 59/550.

[15] DSA, voto 59/551.

[16] DSA, voto 60/252.

[17] DSA, voto 61/658.

[18] DSA, voto 61/657.

[19] DSA, voto 64/617.

[20] DSA, voto 65/668.

[21] DSA, voto 67/310.

[22] DSA, voto 70/535.

[23] DSA, voto 77/220.

[24] DSA, voto 80/379.

[25] DSA, voto 87/734.

[26] DSA, voto 88/638.

[27] DSA, voto 88/411.

[28] DSA, voto 89/353.

[29] DSA, voto 81/229.

[30] DSA, voto 81/229.

[31] DSA, voto 80/462.

[32] Asociación Ministerial de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, Guía del anciano (Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 1995).

[33] Nerivan Silva, Elder´s Digest. Disponible en <link.cpb. com.br/27d709>, consultado el 12/7/2022.

[34] DSA, voto 2006/111.

[35] DSA, Guía Para diáconos y diaconisas (Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2006).

[36] DSA, voto 90/666.

[37] DSA, voto 2007/77.

[38] DSA, voto 2010/245.

[39] DSA, votos 2013/119, 2015.

[40] DSA, voto 2019/191.