Análisis minucioso de uno de los capítulos más difíciles de la Biblia.

Durante los últimos meses, la renuncia del papa Benedicto XVI y la elección de su sucesor, el papa Francisco, preocuparon a los medios. Las noticias desencadenaron un renovado interés por la enigmática profecía de Apocalipsis 17:9 al 11 entre los estudiosos de la profecía bíblica; lo que trajo, como resultado, algunas creativas propuestas interpretativas.

Apocalipsis 17 describe vívidamente una bestia con siete cabezas (vers. 3). A continuación, un ángel explica a Juan que estas cabezas representan siete reyes consecutivos: cinco han caído, el sexto es, y el séptimo todavía no ha llegado (vers. 10). Cuando venga, durará un breve tiempo. Junto con el octavo rey, toda la bestia irá a destrucción (vers. 11).

Durante las últimas décadas, algunos intérpretes adventistas han asociado estas siete cabezas/reyes con los siete sucesivos papas desde 1929, el año en que el Tratado de Letrán reconoció la ciudad del Vaticano como un estado soberano e independiente. Durante algún tiempo, Juan Pablo II, pontífice desde 1978 hasta 2005, había sido considerado como el último papa. Sin embargo, su muerte impulsó una reinterpretación de esta profecía. El hecho de que Benedicto XVI fuera el séptimo papa electo desde 1929 y su pontificado durara solo un corto período (unos ocho años), llevaron a algunos a asociarlo con el séptimo rey. De esta manera, el recientemente electo papa Francisco es considerado el último papa en oficio antes de que venga el fin.

¿De dónde provienen estas ideas? Desafortunadamente, no derivan de un estudio cuidadoso del texto bíblico, sino más bien de los titulares de las noticias pasadas y actuales, que han sido forzados para que encajen en predicciones bíblicas ficticias y sensacionalistas. Los hechos históricos y los textos bíblicos fueron entrelazados creativamente para que se ajustaran a una interpretación establecida; que, desafortunadamente, no es apoyada por la evidencia textual.

En realidad, la posición de que la sanación de la herida mortal ocurrió en 1929 es solo una conjetura, más que un hecho histórico. El acto de garantizar al papado un pequeño e independiente estado soberano difícilmente puede ser considerado como el cumplimiento de esta profecía, cuyo alcance es mundial, tal y como lo describe Apocalipsis 13:11 al 18. Si bien el año 1929 pudo haber marcado el comienzo de la sanación de la herida como de muerte, el hecho de que hayan pasado 84 años desde el Tratado de Letrán apoya la visión de que la herida mortal no ha sido sanada.

Es más, la aplicación del “breve tiempo” al reinado del séptimo rey al reinado de ocho años de Benedicto XVI ignora el todavía más breve pontificado de Juan Pablo I, que reinó por solo 34 días antes de morir en 1978 (Apoc. 17:10). Muchas otras inconsistencias hacen que esta adaptación de la profecía bíblica sea considerada espuria e inconclusa.

Por lo tanto, lo invito a acompañarme en un estudio más profundo de Apocalipsis 17:9-11 en un esfuerzo por descubrir el significado que Dios quiso transmitir a través de este pasaje enigmático.

La prostituta montada sobre la bestia

Este capítulo de Apocalipsis está dividido en dos partes: (1) la visión (17:1-6a), en la que Juan observa una mujer, que es representada como una prostituta que está montada sobre la bestia; y (2) la audición (17:6b-18), en la que el ángel intérprete explica a Juan el significado de la visión de la prostituta y la bestia que la carga.

En la visión, Juan es invitado a ser testigo del juicio sobre la gran prostituta que se sienta sobre muchas aguas, engañando seductoramente a los habitantes de la Tierra (vers. 1-2). Esta mujer es identificada posteriormente como “Babilonia la grande, la madre de las rameras” (vers. 5). En las Escrituras hebreas, una prostituta representa simbólicamente al pueblo de Dios en apostasía (Isa. 1:21; Jer. 3:1; Eze. 16; 23; Ose. 3:4). La descripción de la prostituta de Apocalipsis 17 muestra que ella representa una entidad que alguna vez fue fiel a Dios, antes de alinearse con el adversario de Dios y de su pueblo en el tiempo del fin. Babilonia es, así, un nombre corporativo para una entidad apóstata del tiempo del fin.

Preste atención a que se menciona primero que la prostituta se sienta sobre “muchas aguas” (vers. 1). Sin embargo, cuando Juan realmente la ve, ella está sentada sobre la bestia escarlata (vers. 3). Esto no debería sorprendernos, dado que este fenómeno literario ocurre comúnmente en el libro (ver Apoc. 5:5, 6). Por lo tanto, las aguas y la bestia son dos símbolos que representan la misma realidad. De acuerdo con Apocalipsis 17:5, las aguas sobre las que es vista la prostituta simbolizan los poderes civiles, seculares y políticos del mundo. Jeremías 51:13 muestra que las “muchas aguas” se refieren al río Éufrates. Al igual que la antigua Babilonia dependía del río Éufrates para su subsistencia, la Babilonia del tiempo del fin depende de los poderes civiles, políticos y seculares del mundo para lograr cumplir sus planes y sus propósitos.

Es más, la bestia es un símbolo de un poder o un sistema político. El hecho de que la prostituta, Babilonia, se siente (cabalgue) sobre la bestia muestra que este sistema religioso tendrá control sobre estos poderes políticos mundiales en el tiempo del fin. Así, la profecía nos muestra que, en el tiempo del fin, habrá una unión político religiosa cuando los poderes políticos de la tierra se unan con el sistema religioso apóstata del tiempo del fin, llamado Babilonia.

Las tres fases de la bestia

En la segunda sección del capítulo, se describe que Juan queda grandemente maravillado cuando ve a la prostituta. Reconoce en ella a la mujer que había huido al desierto para poder escapar de la persecución del dragón durante el período profético de 1.260 días de la Edad Media (Apoc. 12:13, 14). En respuesta a la estupefacción de Juan, el ángel intérprete promete develar el “misterio” de la prostituta y de la bestia escarlata que la carga, al igual que su función en el tiempo del fin (Apoc. 17:7).

Juan describe que la bestia “era, y no es; y está para subir del abismo” (vers. 8). Esta identificación de la bestia trae a la mente el título divino “el que era, el que es, y el que ha de venir” (Apoc. 4:8). Así, este título identifica a la bestia como una parodia de Dios. Sin embargo, esta fórmula tripartita también muestra que la bestia ha pasado por tres fases de existencia. De esta manera, a su vez, vincula a la bestia escarlata de Apocalipsis 17 con la bestia marítima de Apocalipsis 13 (comparar Apoc. 13:1 con 17:3).[1]

Primero, la bestia “era”. En otras palabras, esta bestia existía en el pasado. Esta fase de “era” de la bestia se refiere a sus actividades durante el período profético de 1.260 días o años (Apoc. 13:5). El año 538 d.C. marcó el comienzo de este período profético cuando la iglesia de Europa occidental, liderada por el papado romano, se estableció como un poder eclesiástico y dominó el mundo occidental a lo largo de la Edad Media. En nuestro tiempo, caracterizado por la tolerancia religiosa, estas declaraciones podrían parecer duras e injustas, pero la realidad presente no puede borrar los hechos históricos.

Es más, la bestia llegó a su fase de “no es” de su existencia en 1798 cuando, como resultado de los eventos de la Revolución Francesa, recibió su herida mortal (Apoc. 13:3). Esto produjo el final del poder político opresor de la iglesia. La bestia desapareció por algún tiempo de la escena mundial, pero sobrevivió.

Tercero, con la sanación de la herida mortal, la bestia resurge para ejercer toda su satánica potestad contra el fiel pueblo de Dios. De esta manera, la profecía muestra que el sistema político religioso opresivo que dominó el mundo durante la Edad Media revivirá en el tiempo del fin, y dominará al mundo como lo hizo en el pasado. Este reavivamiento de la bestia llenará de admiración y de asombro a todos los habitantes del mundo (Apoc. 13:8; 17:8b).

Por lo tanto, Apocalipsis 17 claramente describe a la bestia marítima de Apocalipsis 13 en el momento en que su herida mortal ha sido sanada. Luego de esta bestia resucitada, Juan ve sentada a la prostituta Babilonia del tiempo del fin. Así, el sistema político religioso del tiempo del fin que desempeñará un papel primordial en el conflicto final es una continuación del poder político religioso que persiguió y dañó al pueblo de Dios durante el período profético de 1.260 años de la Edad Media.

Apocalipsis nos dice que la religión nuevamente dominará y controlará al poder político, tal y como lo hizo en el pasado; aunque por un breve tiempo. Sin embargo, existe una notable diferencia entre su poder durante el período medieval y el tiempo del fin. Mientras que la bestia marítima, que representa a la iglesia medieval, era un poder político religioso, la bestia escarlata es un poder exclusivamente político. Son dos poderes diferentes en el tiempo del fin.

Las siete cabezas de la bestia

Esto nos lleva a nuestro pasaje clave de Apocalipsis 17:9 al 11: “Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo. La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición”.

El texto abre con un llamado a la “sabiduría”, como prerrequisito para entender el significado de las cabezas de la bestia. La sabiduría que busca Juan aquí es la misma de la que se habló en conexión con el número de la bestia (Apoc. 13:18). Esta sabiduría se refiere al discernimiento espiritual que solo puede ser impartido por el Espíritu Santo, más que a una mera capacidad intelectual o mental sobresaliente (Sant. 1:5). Solo a través de esta sabiduría divinamente impartida los fieles serán capaces de discernir el verdadero carácter de este poder satánico del tiempo del fin.

A continuación, podemos ver que la bestia tiene siete cabezas, como el dragón escarlata (o Satanás) de Apocalipsis 12:3. La existencia de la bestia es inseparable de sus cabezas. A lo largo de la historia, la bestia ha reinado y estado activa únicamente a través de la agencia de sus cabezas. Cuando una de las cabezas recibe un golpe mortal, toda la bestia muere (ver Apoc. 13:12-14). Esto nos lleva a la necesidad de estudiar con más detenimiento qué representan estas cabezas.

“Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer” (Apoc. 17:9). Aquí aparece un nuevo símbolo. Primero, se nos dice que la mujer estaba sentada sobre “muchas aguas” (vers. 1), y luego, sobre la bestia escarlata (vers. 3). Ahora, el ángel explica que ella, en realidad, se sienta sobre siete montes. Las aguas, la bestia y los montes son diferentes símbolos para los poderes cívicos, seculares y políticos (vers. 15) que proveen apoyo popular a Babilonia, como el sistema religioso apóstata del tiempo del fin. Debemos recordar que Apocalipsis no se refiere a personalidades individuales sino, más bien, a poderes y sistemas mundiales, ya sean políticos o religiosos.

La palabra griega oros significa “montañas”, no “colinas”, como algunos traductores sugieren para mostrar que la ciudad de Roma, situada entre siete colinas, es mencionada aquí. Sin embargo, dado que las siete montañas de Apocalipsis 17 son sucesivas, no pueden ser interpretadas de una manera literal. En el Antiguo Testamento, las montañas a menudo representan poderes o imperios mundiales (Jer. 51:25; Eze. 35:2–5; Dan. 2:35). Por ejemplo, el reino de Judá, en el Antiguo Testamento, es aludido con frecuencia como el Monte Sion (Sal. 48:1-3; Isa. 29:8).

Aquí, claramente, el ángel no se está refiriendo a montañas literales, dado que inmediatamente explica a Juan que estas siete montañas en verdad representan “siete reyes” (Apoc. 17:10). Sin embargo, estos no pueden ser interpretados como reyes individuales, por al menos tres razones. Primero que nada, hemos establecido que Apocalipsis no trata sobre individuos, sino sobre sistemas. Segundo, estos siete reyes son equiparados a las siete montañas, un símbolo de reinos o imperios. Tercero, en el Antiguo Testamento, “reyes” es otra expresión para reinados o imperios (Dan. 2:37-39; 7:17).

Las siete cabezas como imperios sucesivos

Basados sobre esta evidencia bíblica, la interpretación que cobra mayor sentido es la de que las siete montañas sobre las que se sienta la prostituta Babilonia son los siete sucesivos imperios que dominaron el mundo a lo largo de la historia, y a través de los cuales Satanás obró para oponerse a Dios.[2] Estos imperios poseen rasgos comunes de gobierno y de coerción político religiosa, que utilizaron para perseguir y dar muerte al pueblo de Dios.

Tal y como el ángel luego explica a Juan desde su perspectiva temporal, cinco de estos reinos han caído, uno es, y el séptimo aparecerá por algún tiempo en el futuro. Como se explicó previamente, este texto críptico ha generado numerosas interpretaciones especulativas, principalmente porque los intérpretes no han podido percibir que el significado de estos reinos sucesivos fue explicado a Juan en el contexto de su propio tiempo; no del nuestro. En ninguna parte del texto se indica que Juan haya sido transportado a otro tiempo. El ángel sencillamente le explica lo que previamente había visto en visión.

Por lo tanto, la clave para decodificar el significado de estas siete cabezas subyace en el sexto reino, del cual se dice que “es”. Este “es” refiere al tiempo de Juan. Juan vivió en el tiempo de la sexta cabeza: el Imperio Romano. Los cinco que han caído fueron los imperios que gobernaron el mundo e infligieron daño al pueblo de Dios antes del tiempo de Juan: (1) Egipto fue el poder mundial que esclavizó y oprimió a Israel, buscando destruirlo; (2) Asiria destruyó y esparció a las diez tribus de Israel; (3) Babilonia destruyó Jerusalén y llevó al exilio a Judá; (4) Persia casi aniquiló a los judíos, en el tiempo de Ester; (5) Grecia oprimió y trató de destruir a los judíos a través de Antíoco Epífanes. El séptimo reino, que “aún no ha venido”, se refiere al papado medieval que, desde la perspectiva del tiempo de Juan, se manifestaría en el futuro; después de la caída del Imperio Romano.

El ángel explica posteriormente que la bestia escarlata misma es parte de la fase de la octava cabeza, el poder mundial que está por venir en el tiempo del fin. No obstante, es una de las cabezas previamente mencionadas. Si bien esta octava cabeza es una de las siete precedentes, es considerada un nuevo poder. ¿Cuál de las siete? Es muy probable que se trate de la séptima cabeza, que anteriormente experimentó la herida mortal pero volvió a la vida después de que su herida fue sanada.

Este séptimo poder reaparecerá como la octava cabeza en el tiempo del fin, y ejercerá la misma autoridad que durante la Edad Media. En el tiempo de la octava cabeza, la bestia escarlata carga a la prostituta Babilonia. Ahora vivimos en la era de la séptima cabeza, dado que la octava no ha recuperado todavía su poder. Sin embargo, aparecerá en la escena mundial en el tiempo del fin, e impondrá su gobierno sobre los habitantes de la Tierra.

“Es necesario que dure breve tiempo”

Las malinterpretaciones actuales de esta frase entienden que el séptimo papa reinará por una breve cantidad de tiempo. El adjetivo griego de la frase temporal “breve tiempo” usado aquí es oligon, que significa un “corto período”, o un “breve momento”. Esta palabra es diferente de micrón, usada en Apocalipsis para indicar brevedad de tiempo (ver Apoc. 6:11; 20:3). En contraste, oligon no indica extensión temporal, sino que es utilizado en un sentido cualitativo. Por ejemplo, Apocalipsis 12:12 declara que, habiendo sido expulsado del cielo, Satanás se da cuenta de que solo “tiene poco tiempo” [oligon kairon]. Este “poco tiempo” no se refiere a una extensión temporal, dado que han pasado miles de años desde la expulsión de Satanás del cielo. Es otra forma de decir que el tiempo de Satanás es limitado, tal y como una persona sentenciada a muerte se da cuenta de que solo tiene “un breve tiempo”, a pesar del hecho de que la ejecución pueda estar pautada para muchos años después.

Este mismo significado de la palabra griega oligon también se encuentra en Apocalipsis 17:10. Que el séptimo poder debe permanecer por un breve tiempo no se refiere a la duración temporal (un breve período de existencia) sino, más bien, es una diferente forma de decir que la existencia de este poder está determinada por Dios (“es necesario que dure”) y que llegará a su fin, como en el caso de Satanás en Apoc. 12:12. El séptimo poder recibirá una herida mortal; evento que sucedió durante los hechos de la Revolución Francesa en 1798.

Conclusión

Este breve análisis muestra que las siete cabezas sucesivas de la bestia de Apocalipsis 17 representan siete reinados o imperios que existieron en la historia, en lugar de reyes individuales: cinco habían pasado desde el punto de vista temporal de Juan, el sexto era Roma (de acuerdo con los tiempos de Juan), y el séptimo era el papado medieval que estaba por llegar, desde el punto de vista temporal de Juan. Esta comprensión está basada sobre un cuidadoso análisis textual, fundamentado en los principios de la hermenéutica bíblica. La idea de que las siete cabezas son reyes individuales, que representan a siete papas desde 1929, no está en concordancia con el texto. Esta interpretación es especulativa y violenta el texto bíblico.

El mismo libro de Apocalipsis lanza una advertencia acerca de agregar o quitar de las palabras de su profecía (Apoc. 22:18, 19). El Apocalipsis es la palabra de Dios, dada a través de Jesucristo (Apoc. 1:2). Alterar las profecías de Apocalipsis acarrea consecuencias de largo alcance: la perdición eterna. A quienes agreguen a las palabras proféticas del libro, Dios los agregará a los que reciben las plagas descritas en el libro. Esta advertencia no se refiere a falsificar las palabras reales del Apocalipsis, como si estuviera en juego algún concepto de inspiración verbal. Añadir a las palabras de las profecías del Apocalipsis se refiere a distorsionar y malinterpretar sus profecías, para que se ajusten a sus propios propósitos. También se refiere a imponer ideas e interpretaciones especulativas que no están justificadas por el texto.

Al abordar las profecías del Apocalipsis, debemos permitir que la Biblia se interprete a sí misma. Debemos ser cuidadosos para no especular más allá de lo que la profecía nos ha revelado. Toda interpretación basada sobre los titulares de los periódicos o los eventos actuales, con el propósito de fijar fechas y exacerbar a las personas, es especulativa y subjetiva. Estas interpretaciones nunca traerán como resultado el fortalecimiento de nuestra fe en la profecía; por el contrario, debilitarán nuestra confianza en ella. Cuando son entendidas correctamente, las profecías de Apocalipsis tienen propósitos prácticos: enseñar cómo vivir hoy y prepararnos para el futuro. Una correcta interpretación de la profecía nos inspirará y motivará para que tratemos de alcanzar a los demás con el mensaje del evangelio.

Sobre el autor: Profesor de Nuevo Testamento en el Seminario Teológico de la Universidad Andrews, Berrien Springs, Míchigan, Estados Unidos.


Referencias

[1] Ekkehardt Mueller presenta una interpretación diferente en “The Beast of Revelation 17: A Suggestion (Part I)”, Journal of Asia Adventist Seminary 10, Nº 1 (2007), pp. 38-40.

[2] William Johnsson, “The Saints’ End-Time Victory Over the Forces of Evil,” en Symposium on Revelation– Book 2, Daniel and Revelation Committee Series 7 (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 1992), p. 17.