El Calvario y las matemáticas se unen para comprobar la exactitud de Dios en el cumplimiento de sus propósitos de salvación
Algunos estudiosos se sorprenden cuando sustraen 557 (la fecha, precristiana, de la salida de la orden para restaurar Jerusalén) de 2.300 y notan que no resulta, como suponían, el año 1844 como fecha terminal de la profecía de las 2.300 tardes y mañanas de Daniel 8:14. En este tipo de cálculo, el resultado obvio es 1843.
Hay dos formas de resolver este impás. La primera es considerar la cuestión del año cero en la transición de la era precristiana a la cristiana. El año cero nunca es considerado para el cómputo cronológico; es solo un punto de referencia intermedio en el término de una era y el comienzo de otra. Terminado el último año antes de Cristo, tiene inicio inmediato el primer año después de Cristo:
Así, el año cero no existe. Salimos del 1 a.C. y ya entramos en el 1 d.C. Por ejemplo, si sencillamente resta diez de diez, para saber en qué año se encontrará diez años después de a.C., el resultado será una impropiedad, pues 10 – 10 = 0, un año inexistente. Tendrá que sumar uno al cero, para saber a qué año llegó. De la misma forma, si restamos 457 de 2.300, para comprobar a qué año de la era cristiana llegamos, tendremos que sumar uno al resultado, a fin de obtener la respuesta correcta.
Precisión matemática
Otra solución es convertir la fecha inicial (457 a.C.) en número de años, lo que trae la ventaja de establecer el tiempo con precisión matemática. De hecho, no se puede sencillamente extraer la
fecha de un número determinado de años, para llegar a un resultado preciso. Por tanto, se exige que de un número determinado de años se extraiga otro número determinado de años, pues la fecha y el número de años no son equivalentes, excepto cuando, en el caso de una fecha antes de Cristo, el año relativo a esa fecha esté, todo él, todavía por transcurrir.
Tomando el ejemplo anterior, supongamos que deseamos saber dónde llegaremos, si contamos diez años a partir del 1° de julio del 10 a.C. Note que 10 a.C. es el año de referencia, o la fecha, no el número de años que, en este caso, son nueve más seis meses, o nueve años y medio (exactamente el tiempo que transcurre hasta la conclusión de la era precristiana, partiendo del comienzo de julio del 10 a.C.). Entonces, es solo restar 9 ½ de 10, para saber con exactitud dónde debemos llegar: 10 – 9 ½ = 1/2 ; es decir, llegamos allí donde se completan los seis primeros meses de la era cristiana, o al 30 de junio/1° de julio del 1 a.C.
Así, si deseamos saber con exactitud cuándo terminan las 70 semanas y los 2.300 años, no podemos sencillamente sustraer 457 de 490 o de 2.300, por el hecho de que la primera cantidad es una fecha; y el segundo y el tercero corresponden al número de años. Como ya se dijo, las fechas no se restan del número de años. Tenemos, así, que convertir el 457 a.C. en número de años antes de Cristo, y entonces restarlos de 490 o de 2.300, para llegar al final correcto de dos períodos.
Cumplimiento de las setenta semanas
Esdras nos informa que el decreto que cumple Daniel 9:25, marcando el inicio de estos períodos, fue promulgado en el séptimo año del rey Artajerjes (Esd. 7:7), lo que corresponde al 457 a.C. También informa el día y el mes en que, según las especificaciones del decreto, partió hacia Jerusalén: el 1° de Nisán, llegando allá el 1° de Ab, el quinto mes (vers. 8, 9), cuando faltaba poco tiempo para las fiestas de otoño, que incluían el Día de la Expiación, el 10 de Tisri.
Como el decreto hacía provisión para la liturgia del Templo (vers. 15-20), lo que incluía la celebración de estas fiestas -y por tanto Esdras se hizo acompañar por un grupo de personas ligadas al servicio sagrado (vers. 7,13)-, ciertamente solo allí, con la fiesta de la Expiación, el decreto entró en plena vigencia. Todo esto también significa que todavía faltaba transcurrir 1/4 de 457 a.C. Considerando que el año siguiente es el 456, afirmamos que la fecha referida, transformada en número de años, equivale a 456 años completos, antes de Cristo, más ¼ del año anterior.
Así, tenemos:
Fecha: 457 a.C.————número de años a.C.: 456 + ¼
Establecido esto, podemos restar número de años a número de años. Considerando que hasta el bautismo de Jesús transcurrieron 483 años (7 + 62 semanas x días/años, Dan. 9:25), tenemos: 483 – 456 + ¼, o 483 – 456 ¼. Esta cuenta, por otro lado, nos ofrece la dificultad de extraer un valor con fracción de un número entero. Este, por lo tanto, necesita ser transformado también en un valor con fracción. Ya que estamos trabajando con cuartos, y considerando que uno es lo mismo que 4/4, transformamos 483 en 482 + 4/4. Entonces, podemos hacer la cuenta y llegar con precisión a la fecha correcta.
Veamos: 482 4/4 – 456 ¼ = 263 ¼. Eso significa que, pasados 26 años completos de la Era Cristiana más ¾ del año siguiente, 27, tendría lugar el bautismo de Jesús; es decir, fue bautizado en el otoño del 27 d.C.
Tenemos entonces:
Fecha: 27 d.C.—————–número de años d.C.: 26 + ¾
Aun cuando no tengamos alguna indicación en los evangelios con respecto a la altura del año en que Jesús fue bautizado, podemos creer, sobre la base de la provisión profética, que eso ocurrió cerca del Día de la Expiación del 27 d.C., sino ese mismo día. Y, al menos, es interesante la idea de que, en la ocasión en que era escogido el chivo expiatorio para ser sacrificado por los pecados del pueblo, Jesús se presentó para ser bautizado y comenzar su ministerio terrenal. Dijo a Juan el Bautista: “Así conviene que cumplamos toda justicia” (Mat. 3:15).
Consideradas 69 de las 70 semanas, resta la última. El ángel afirmó que, después de esas 69 semanas, “se quitará la vida al Mesías” (Dan. 9:26). Esta afirmación es paralela a la declaración de que “a la mitad de la [última] semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda”, del versículo 27, en una relación de causa y efecto: la muerte del Mesías pondría fin al sistema sacrificial de los judíos. Esta es, precisamente, el mensaje del Nuevo Testamento. Al morir Jesús, todos los antiguos sacrificios encontraron su cumplimiento definitivo y perdieron su razón de ser. Pese al hecho de que, después de la muerte de Cristo, siguieron ofreciendo sacrificios, pero estos, de hecho, ya no teman ningún sentido.
El primer evangelista describió, de forma dramática, la muerte de Jesús simultánea al hecho de que se haya rasgado, de arriba hacia abajo, el velo que separaba el Lugar Santo del Santísimo del Santuario terrenal (Mat. 27:51). Y la Epístola a los hebreos aborda, todavía con más claridad, la relación tipo/anticipo entre los sacrificios de la antigua dispensación y la de Jesús. Como la luz hace con la sombra, el antitipo sencillamente había absorbido al tipo.
Pues bien, el ángel afirmó que el Mesías sería muerto a la mitad de la última semana; es decir, tres años y medio después de bautizado. Que esa fue la duración del ministerio terrenal de Jesús se deduce de los evangelios, principalmente del de Juan. Tenemos, entonces, que sumar (pues ya nos encontramos en la era cristiana) 3 ¼ a 26 ¼. Como estamos lidiando con cuartos, usamos 2/4 en lugar de ½.
Veamos, entonces: 263 ¼ + 32 ¼. Pero 5/4 corresponden a 4/4, que es un entero, más ¼. En otras palabras 295 ¼ es igual a 301 ¼, lo que significa que cuando hayan pasado 30 años completos de la era cristiana más ¼ del año siguiente, 31, Jesús sería muerto. Fue crucificado, de hecho, el 14 de Nisán, el día del Pastor (que corresponde a marzo / abril), cuando ¼ de 31 habían pasado.
Así, tenemos:
Fecha: 31 d.C.———–número de años d.C.: 30 + ¼
Tenemos, entonces, que considerar 32 ¼ años más para llegar al fin de la última semana, lo que significa llegar al fin de los 490 años. Sumando 3 + 2/4 a 30 + 1/4, llegamos a 33 + ¾ del año siguiente; es decir, cuando hayan pasado 33 años completos de la era cristiana, más ¾ del año siguiente, 34, las setenta semanas llegarían a su fin.
Tenemos entonces:
Fecha: 34 d.C.————- número de años d.C.: 33 + ¾
Igualmente, no tenemos ninguna mención del Nuevo Testamento acerca de cuándo fue muerto Esteban, pero podemos estar seguros, también sobre la base de la provisión profética, de que eso ocurrió cerca de la Fiesta de la Expiación del 34, cuando el período de oportunidad para los judíos, no como individuos sino como nación, llegó a su fin. A partir de ese momento, el evangelio fue llevado a todas las naciones, y ya no existe más un grupo étnico específico que sea considerado “pueblo de Dios”. Este, ahora, es la iglesia, constituida por los miembros oriundos de todas las etnias; inclusive de entre los judíos.
Gabriel afirmó también que el “Ungido” “confirmará el pacto con muchos” (Dan. 9:27). Este es el “nuevo pacto” establecido con el sacrificio de Jesús, y que incorpora a todos los que creen en el evangelio, sin importar la raza. Pero, cuando se dijo que esta alianza sería “con muchos” y “por una semana”, él ángel se estaba refiriendo a los muchos judíos (incluyendo prosélitos) que aceptaron el evangelio entre el 27 d.C. y el 34 d.C., precisamente los límites de esta última semana. Antes del apedreamiento de Esteban, ningún gentil se convirtió en cristiano. Es a partir especialmente de la conversión de Saulo, ocurrida en el mismo año, que el evangelio avanzó por el mundo.
El cumplimiento de los 2.300 años
Restando 490 a 2.300 años, sobran 1.810 años, como el número de años que deben transcurrir desde el 34 d.C. hasta el fin de ese período. Sumando, entonces, 1810 a 33 y ¾, llegamos a 1843 y ¾; es decir, cuando pasaran 1843 años completos de la era cristiana, más ¾ del año siguiente, los 2.300 años llegarían a su fin. En efecto, el mayor período profético registrado en las Escrituras se extiende hasta octubre de 1.844.
Así, tenemos:
Fecha: 1844 d.C.————- número de años d.C.: 1843 + ¾
Se llega a este mismo resultado con una cuenta directa; es decir, sin pasar por las setenta semanas. Basta restar 456 ¼ de 2.300 (o 2.299 4/4). Pero, no debemos desconsiderar las setenta semanas, pues con ellas queda demostrado que los 2.300 años están vinculados con Jesús; es decir, él es el centro también de esta gran profecía, como de cualquier otra de la Palabra de Dios.
Estos cálculos, incluyendo los 1.810 años, pueden ser visualizados en el gráfico que se encuentra más abajo:
Además, es el cálculo de las 70 semanas, especialmente orientado al evento máximo de la Cruz, el que comprueba la exactitud del importante período de las 2.300 tardes y mañanas. Así, el Calvario y las matemáticas se alían para comprobar la exactitud de Dios en el cumplimiento de sus propósitos y en la certeza de su salvación para la humanidad caída.
Sobre el autor: Profesor de Daniel y Apocalipsis en el Seminario Teológico de la UNASP, Engenheiro Coelho, Rep. del Brasil.