Hace unos doscientos años Juan Wesley dió las siguientes “Normas para el canto congregacional.” A primera vista os divertirá la manera extraña como dice las cosas, y tal vez hasta os desagrade un poco. Pero esperamos que las volváis a leer y que descubráis la verdad que hay en ellas.

1. Aprended estas melodías antes de ninguna otra; después aprended cuantas queráis.

2. Cantadlas exactamente como aparecen impresas aquí, sin alterarlas o enmendarlas en nada; y si las habéis aprendido a cantar de otro modo, desaprendedlo tan pronto como podáis hacerlo.

3. Cantad todos. Uníos a la congregación. No permitáis que el menor grado de debilidad o cansancio os impida hacerlo. Es una cruz para vosotros, tomadla, y veréis cómo se transforma en bendición.

4. Cantad vigorosamente y con buen ánimo. Cuidado con cantar como si estuvieseis medio muertos semidormidos; por el contrario, alzad vuestras voces con fuerza. No tengáis más temor ni más vergüenza de ser oídos ahora que cuando cantáis los cantos de Satanás.

5. Cantad con modestia. No gritéis, como para ser oídos por encima de los demás o para distinguiros del resto de la congregación —así no destruiréis la armonía,— sino que esforzaos en unir vuestras voces al conjunto, a fin de producir una sola armonía clara y melodiosa.

6. Cantad al compás. Cualquiera que sea el ritmo del himno que se cante, mantenedlo. No os apresuréis ni os quedéis atrás, sino permaneced junto a las voces principales, y seguidlas lo más exactamente posible; tened cuidado de no cantar con demasiada lentitud. Cantar arrastrando las palabras es cosa de perezosos; ya es tiempo de que desterremos esa forma de nuestro medio. Cantemos en cambio nuestros himnos con tanta vida como lo hacíamos al principio.

7. Sobre todo, cantad espiritualmente. Mantened la atención puesta en Dios con cada palabra que cantéis. Proponeos agradarle más a él que a vosotros o a cualquiera otra criatura. A fin de lograrlo, atended estrictamente al sentido de lo que cantáis, y velad para que vuestro corazón no sea arrebatado por la melodía, sino que sea continuamente ofrecido a Dios; de esta manera vuestro canto será de 4al naturaleza que el Señor lo aprobará aquí, y os recompensará cuando venga en las nubes de los cielos.—The Ministry, enero de 1958, pág. 45.