De qué manera el segundo mensaje angélico de Apocalipsis 14 es relevante para el pueblo de Dios.

            Históricamente, los adventistas del séptimo día han tenido su misión y su mensaje enraizados en los urgentes tres mensajes angélicos de Apocalipsis 14:6 al 12. Sin embargo, el mensaje del segundo ángel no ha sido presentado, frecuentemente, como un mensaje relevante para nosotros, sino dirigido a otros. Nuestra práctica ignora nuestra creencia en que los tres mensajes angélicos debían ser una plataforma central para preparar a todo el pueblo de Dios para los últimos días.

            El mensaje de Elías (Mal. 4:5, 6), el llamado final del Antiguo Testamento, y repetido en el Nuevo (Luc. 1:17), advierten al mundo y preparan a un pueblo para el gran Día de Dios, y ha sido considerado por los adventistas del séptimo día como cumplido por Juan el Bautista (Mat. 17:11- 13) y por los mensajes de los tres ángeles. Todos los ángeles tienen un mensaje de restauración y de reforma, a fin de preparar al pueblo de Dios para la venida de Jesús (Apoc. 14:14-20). Son la respuesta de Dios a las bestias de Apocalipsis 13; la “verdad presente” necesaria, y presentada por aquellos que viven los eventos del tiempo del fin. Como un mensaje preparatorio, ¿de qué manera el mensaje del segundo ángel es relevante para todo el pueblo de Dios?

RESUMEN DE LOS MENSAJES

            Los tres mensajes angélicos están caracterizados por una sorprendente progresión de orientación y enseñanza. Se mueven del evangelio eterno a los Mandamientos de Dios, de la gracia a la Ley. Se mueven de un mensaje de gracia al anuncio de un juicio ejecutivo, que es inminente. Se mueven de un mensaje lleno de esperanza a una solemne advertencia para aquellos que intentan matar al pueblo de Dios. Comienzan con una alabanza al Creador, y luego se concentran en quienes adoran a la bestia. Contrastan el descanso dado por el Creador con aquellos que lo adoran con la experiencia de los adoradores de la bestia, que no tienen descanso (Apoc. 14:11). El cuadro que emerge es un panorama de aceptación y de rechazo, de salvación y de condenación.

            Es fácil ver las buenas nuevas del “evangelio eterno” (vers. 6); las buenas nuevas que anuncian que Jesús vino a vivir, a morir y a resucitar como nuestro Salvador.[1] El primer ángel desarrolla esa buena nueva recordándonos que Jesús es nuestro Creador, digno de nuestra alabanza; y que está en curso un Juicio que confirma a los que son creyentes en el evangelio eterno. Cada caso tendrá su debida recompensa. El mensaje del primer ángel incluye la buena nueva de que podemos reverenciar a Dios y darle gloria por medio de nuestras elecciones, nuestra adoración y nuestro estilo de vida, elementos que pueden ser compartidos; de hecho, deben ser compartidos en nuestra comunidad y con otros.

            Como portadores de estos mensajes, a veces consideramos que es nuestro papel proclamarlos solamente, casi olvidándonos de que somos llamados a vivirlos.

            Sin embargo, en cada uno de ellos la orientación permanece sobre todos. Del primer ángel aprendemos que “cada nación” (vers. 6) debe escuchar el evangelio.

            El segundo ángel atestigua ante “todas las naciones” (vers. 8) que han escuchado los engaños de Babilonia, y que también escuchan la respuesta llena de gracia de Dios. El tercer ángel es todo inclusivo, destinando el Juicio de Dios indistintamente para todos (vers. 9, 11). No podemos excluirnos de estos mensajes. Sin embargo, ¿de qué modo el mensaje del segundo ángel cumple su papel como mensaje preparatorio para los santos?

SIGNIFICADO DE “BABILONIA”

            En Apocalipsis 14:8, “Babilonia” es introducida por primera vez en el libro.[2] Pero solamente en los últimos capítulos del libro de Apocalipsis aprendemos sobre el alcance total de la identidad de Babilonia.[3] En el primer uso de la palabra, el apóstol Juan intenta llevar a los primeros cristianos al tiempo de Daniel, cuando Babilonia gobernó al mundo y su falsa religión dominaba al pueblo de Dios.[4] El libro de Daniel comienza con Yahweh, que —aparentemente— perdía la guerra contra los dioses babilónicos. Yahweh permitió que el Templo fuese des­truido y el pueblo de Dios llevado cautivo a Babilonia. Los vasos de oro del Templo fueron colocados en el templo babilónico de Bel y de Marduk, enfatizando las apa­rentes derrota y vergüenza de Yahweh (Dan.1:1, 2).

            La Babilonia de los días de Daniel ofre­cía un falso culto, deificaba al rey y exigía la adoración a una imagen de “sesenta codos de alto y seis de largo” (Dan. 3:1). La filosofía de Babilonia era ‘Arrodillar o quemar”. Dejar de adorar como Babilonia lo requiere demanda una penalidad mortal. Babilonia es la síntesis de todo lo que el pecado representa. El gobierno del enemigo de Dios puede ser visto.[5] El pecado ha madurado al punto que Satanás matará a todos lo que se opongan a su voluntad y a su forma de gobernar.

            Babilonia incluye más que adoración falsa y una unión ilícita entre Iglesia y Estado.[6] También tiene un falso camino de salvación, al enseñar que por las obras alguien puede apaciguar a Dios. Los dioses babilónicos salvaban por medio de una mezcla del esfuerzo humano y de expiación. Por lo tanto, Babilonia ha simulado el mensaje del primer ángel. Su evangelio y su ley son simulaciones.

LAS FALLAS DE BABILONIA

            Anunció el ángel al profeta Juan: “Ha caído, ha caído la gran Babilonia” (Apoc. 14:8). La repetición anima a todos los santos. La seguridad de la caída de Babilonia es, definitivamente, una buena noticia para ellos. El pueblo de Dios ha esperado largamente la caída de su enemigo, simbolizado por Babilonia. Cuando esto ocurre, el pueblo de Dios está libre. En el tiempo de Daniel, el pueblo esperó la liberación después de setenta años de cautiverio, esperando que la caída de Babilonia significara su retorno al hogar. Por eso, la caída de Babilonia fue una ocasión de gran alegría.[7] De la misma manera en que la caída de Babilonia constituyó una garantía divina (Isa. 21:9) para los israelitas de los días del profeta Daniel, la caída de la Babilonia del tiempo del fin es la garantía de Dios para el pueblo del tiempo del fin.

            Los actuales hijos de Dios necesitan escuchar que la caída de Babilonia signi­fica que ellos también pueden ir al hogar. Nuestro hogar celestial nos aguarda. Los reyes del oriente (Apoc. 16:12), que llevan a Babilonia a su caída durante la sexta plaga, hacen que sea posible para nosotros ir al hogar. El rey Ciro[8] llegó de Oriente para derrotar a Babilonia. De la misma manera, el Rey Jesús, nuestro Cristo, y nuestro Ciro, viene de Oriente para liberamos. La caída final de Babilonia significa nuestra plena liberación para que podamos regresar al hogar.

            Frecuentemente hemos comprendido la caída de Babilonia como, meramente, moral. Es claro que el pueblo de Dios en Babilonia es llamado a que salga de ella, para que no sea moralmente corrompido por sus pecados (Apoc. 18:4). Sin embargo, esos pecados llevan a Babilonia a la caída y a la destrucción. En Apocalipsis 18 vemos el destino de Babilonia: ” Será quemada con fuego” (vers. 8); “vino tu juicio” (vers. 10); “ha sido desolada” (vers. 19) y “nunca más será hallada” (ver. 21).

            Nuestro Rey Conquistador hace más que poner fin a las monstruosas depravaciones de Babilonia, o hacer justicia. Nuestro Rey libera a su pueblo, derrota a Babilonia, de modo que pueda reunirlo para llevarlo al hogar (1 Tes. 4:17). De acuerdo con Jon Pauline, “en Apocalipsis, Dios envía a su Ciro, el del tiempo del fin, para secar el Éufrates del tiempo del fin, para liberar al Israel de Dios en el tiempo del fin de la Babilonia del tiempo del fin, para que ese pueblo pueda vivir en la nueva Jerusalén” .[9]

            El mensaje de la caída de Babilonia contiene buenas nuevas también para quienes son sus prisioneros. Ese es un mensaje de misericordia. Revela que la puerta de la gracia todavía está abierta; que la situa­ción de alguien no determina su destino. El amor de Jesús en el corazón de aquellos que son llamados “pueblo mío” (Apoc. 18:4) dentro de Babilonia es más importante, para Dios, que sus rótulos. Dios trabaja de manera urgente con la intención de que su amor alcance a aquellos que están en Babilonia, a fin de ayudarlos a comprender que no están donde él desea que estén. ¡Cuán importante es que el pueblo de Dios haga resonar ese mensaje como él lo hace, compasivamente!

            El llamado para salir de Babilonia es un llamado de la maravillosa gracia y la misericordia. El pueblo es llamado para ir a un lugar mejor, y servir a un evangelio mejor que aquel evangelio limitado por una creencia en un infierno de fuego. Ese pueblo también puede ir al hogar, pues la caída de Babilonia no necesita incluirlo: puede ser liberado de las experiencias engañosas y falsas promesas de Babilonia. Para aquellos que lo escuchan y que responden, ese mensaje de liberación da continuidad a las maravillosas buenas nuevas del primer ángel. Al llamar al pueblo, debemos revelar la misericordia de Jesús a la luz del evangelio eterno, para que pueda ver que ese evangelio enseña que Dios tiene la solución completa para el pecado.

            Muchas veces, las personas que están presas en la confusión fueron informadas sobre que Dios lanzará a los pecadores en el infierno. Les fue dicho que ese infierno es eterno. ¡Cuán maravillosas son las buenas nuevas de que Jesús es infinitamente superior a todo lo que han aprendido o pensado! Jesús vino a resolver completa y finalmente el problema del pecado. Pueden creer en la promesa, hecha a Adán, que aseguró que la cabeza del enemigo de Dios será aplastada (Gén. 3:15). Ese es el plan soberano de Dios. El mensaje que debemos compartir sobre el evangelio eterno es un concepto mayor respecto del amor de Dios, y de lo que Jesús obró a través de su vida y su muerte. Ese evangelio mayor enseña que el pecado tendrá un fin, y que la victoria de Jesús sobre el pecado es final y conclusiva.

            La caída de Babilonia en el tiempo del fin está directamente relacionada con las plagas descritas en Apocalipsis 16:12 al 16. La caída física de la Babilonia antigua resuena a través del secado del río Éufrates, asegurando de esa manera, al pueblo de Dios en los últimos días, que la Babilonia del tiempo del fin tendrá el mismo destino que tuvo su predecesora (vers. 15, 16); y que el Señor del universo y de la historia batalla en favor de los santos. La caída de Babilonia es el Armagedón. De acuerdo con lo que establece Hans LaRondelle, “el Armagedón y la destrucción de Babilonia universal son idénticos”.[10] Jesús vino para liberar a los heraldos de los tres mensajes y a aquellos que salgan de Babilonia. De esa manera, la predicación de la venida de Jesús es parte integrante del mensaje del segundo ángel. La venida de Cristo es un mensaje lleno de esperanza, deseado por los santos durante siglos. Ese mensaje significa que todos podemos ir al hogar y vivir para siempre con Jesús.

            El segundo mensaje angélico es, básicamente, un mensaje de futuro. Todavía esperamos que “todas las naciones” sean engañadas.[11] El largo proceso de esa caída moral culminará, en forma semejante a lo ocurrido con la Babilonia literal (Dan. 5:26­28), en una completa destrucción escatológica de la Babilonia espiritual. Por esa liberación final debemos esperar, hasta que la culpabilidad de Babilonia esté completa y la misericordia de Dios sobreabunde (Apoc. 14:5-8). El final del sistema que amenaza con matar al pueblo de Dios es recibido con un retumbante grito de Aleluya (Apoc. 19:1). Para los santos, el reino del pecado en la Tierra está terminado. Ellos estarán camino al hogar. No es de sorprender que la celebración sea superior a cualquier otra celebración realizada anteriormente en la Tierra.

MENSAJE DE GRACIAY PREPARACIÓN

            Esos pensamientos adicionales no contradicen lo que hemos enseñado sobre la caída moral de Babilonia, sino que amplia esa enseñanza y muestra que Apocalipsis 14:8 es más que una caída moral. La caída de Babilonia es un mensaje que anuncia que Jesús está regresando. Ese mensaje prepara al pueblo de Dios para “el día del Jehová, grande y terrible” (Mal. 4:5). Es una esperanza que purifica (1 Juan 3:3), y un mensaje que recuerda el tipo de cristianos que debemos ser (2 Ped. 3:11). La buena nueva de la venida de Cristo es un mensaje preparatorio para todas las personas.

            El segundo ángel habla de un sistema que activamente ha intentado ocultar de cada uno de nosotros el evangelio y todo lo que Jesús ha hecho en nuestro favor. El segundo ángel anuncia que las obras y el sistema de salvación de Babilonia están caídos, mientras que el pueblo de Dios está destinado al hogar celestial. Cada uno de los tres mensajes de Apocalipsis 14 es, en realidad, un mensaje de amor que proviene del corazón de Dios, y prepara a su pueblo para lo que vendrá. Como mensajes de gracia, son BUENAS NOTICIAS. Si pudiéra­mos reajustar nuestro encuadre, veríamos el verdadero corazón de Dios y su propósito al entregar esos mensajes para todos nosotros. Estos son oportunos, verdaderos, pertinentes, y son nuestro mensaje y nues­tro mandato. Como mensajes preparatorios para el pueblo de Dios, nos ayudan a ver las cosas desde la perspectiva divina. Pueden ser resumidos muy sucintamente: Dios odia al pecado, y Jesús es vencedor, para que podamos ir al hogar con él.

Sobre el autor: Profesor de Teología en Avondale College, Australia.


Referencias

[1] Ver Richard Choi, Journal of the Adventist Theological Society 20, N°2 (2009), pp. 223-243.

[2] Hans K. LaRondelle,  Chariots of Salvation: The Biblical Drama of Armagedon (Washington, DC: Review and Herald, 1987), pp. 82-107.

[3] ‘Edwin E. Reynolds, “The Sodom/Egypt/Babylon Motif in the Book of Revelation” (Disertación doctorado en Filosofía; Andrews University, 1994).

[4] Richard Bauckham, The Climax of Prophecy: Studies in the Book of Revelation (Edinburgh: T & T Clerk, 1993), xi.

[5] The Seventh-Day Adventist Commentary, t. 7, p. 829.

[6] Ibid, p. 831

[7] Ranko Stefanovic, Revelation of Jesus Christ: Commentary on the Book of Revelation (Berrien Springs, MI: Andres University Press, 2002), p. 447.

[8] Los nombres Ciro y Cristo significara “Ungido”.

[9] John Paulen, What the Bible Says About the End-Time (Hagerstown, MD: Review and Herald, 1994), p. 135.

[10] LaRondelle, ibid., p. 100.

[11] Elena de White, El conflicto de los siglos, pp. 389.