La palabra “evangelización”, que es de origen griego, significa “buenas nuevas”. Por consiguiente, todo lo que brinda alivio y gozo al ser humano por medio del Evangelio, es una buena nueva que debemos dar al mundo. Elena G. de White nos dice en El Ministerio de Curación, página 102: “Sólo el método de Cristo será el que dará éxito para llegar a la gente. El Salvador trataba con los hombres como quien deseaba hacerles bien. Les mostraba simpatía, atendía sus necesidades y se ganaba su confianza. Entonces les decía: ‘Seguidme’ “. Es importante señalar que “sólo” el método de Cristo dará el verdadero éxito. Sigue explicando en qué consistía el método que nuestro Salvador empleaba.

Este es el plan que debemos aplicar en nuestra tarea como obreros dedicados a la obra de la temperancia. Hagamos todo lo posible para satisfacer las necesidades de nuestros semejantes. En la época en que vivimos, los seres humanos claman por ayuda espiritual y física. Nuestro propósito al brindarles auxilio no es solamente alcanzar un blanco. Queremos demostrarles que estamos interesados por su bienestar. Este era el método de Cristo.

El primer paso que debemos dar para lograr esto es organizar una clase de preparación donde nuestros laicos puedan adiestrarse para enfrentar las necesidades de la humanidad. Se les debe enseñar a hacer frente a una emergencia y a dar tratamientos sencillos. Se les enseñará a organizar el Plan de Cinco Días para dejar de fumar en los alrededores de la iglesia o en la comunidad, y a presentarlo a la gente como un servicio de la Iglesia Adventista para ayudarles a vencer el hábito de fumar, no porque tengamos sólo interés por ganar prosélitos para la iglesia, sino porque deseamos ayudarles a gozar de buena salud.

El Plan de Cinco Días es un arma poderosa para ganar la confianza de la gente. Algunas personas llegan a conocer la iglesia Adventista sólo por ese medio. Cuando ven el resultado de ese plan, manifiestan el deseo de conocer más acerca de nuestras enseñanzas y se interesan en nuestro programa. Entonces los invitamos a asistir a nuestros servicios religiosos. En el curso de nuestra experiencia hemos visto que la gente se da cuenta de que nuestro plan no es un ardid para convertir a la gente, sino un programa destinado a satisfacer sus necesidades físicas.

También organizamos clubes de temperancia donde podemos reunirnos con las personas que están dispuestas a apoyar el programa de temperancia. Invitamos a gente de todos los niveles sociales a asistir a conferencias referentes a la salud, y a los daños que produce el consumo de alcohol y tabaco. Celebramos estas reuniones en escuelas y colegios, en los cuarteles de la policía y las fuerzas armadas, y les presentamos películas y otros materiales relacionados con las consecuencias del consumo de drogas, y de todas las sustancias perjudiciales para la salud.

En conexión con el Departamento de Salud, ofrecemos cursos de arte culinario para los que abandonan el hábito de fumar, y como parte importante de nuestro programa les sugerimos que eviten el uso de la carne. Se ha comprobado que el consumo de carne está relacionado con los hábitos de beber y fumar, entre otros. Al final de cada plan de cinco días invitamos a los que abandonan el cigarrillo a una cena de camaradería en la cual se sirven solamente alimentos de origen vegetal. En la mayoría de los casos los invitados manifiestan su agrado y su deseo de obtener esos alimentos. Les hablamos de nuestras clases de arte culinario, y así conocen la reforma pro salud.

Todo esto les demuestra que estamos interesados en su bienestar físico. En cada una de las reuniones repartimos folletos con el mensaje y revistas de temperancia, con lo que comprobamos que también nos interesamos profundamente en su desarrollo espiritual.

Tenemos un nuevo programa llamado “Ayuda para el Hogar”, que consiste en visitar a las personas de casa en casa para ayudarles, con la dirección divina, a resolver algunos de sus problemas. Muchas personas han sido beneficiadas mediante este programa.

Aplicamos los mismos principios que Jesús empleó. Empezamos por manifestar a la gente que hemos venido con el propósito de ayudarles a satisfacer sus necesidades. A veces el problema es un esposo bebedor, o fumador, etc. Entonces les presentamos las películas y vistas que poseemos en cuanto al tema, con algunos comentarios, y les recomendamos el gran Ayudador que siempre está dispuesto a socorrernos, listo para respondernos cuando le pedimos ayuda. Una vez que conseguimos que la gente confíe en nosotros, nos es fácil presentarle a Jesús, que tiene poder para librarnos y rescatarnos, no sólo de las enfermedades físicas, sino del pecado. La reacción siempre es favorable.

Un hermano laico llevó a cabo en su casa el Plan de Cinco Días con una sola persona. Cuando este hombre ganó la victoria sobre el hábito de fumar, quedó tan perplejo, que preguntó: “¿Cómo pudo ocurrir esto?” Nuestro hermano le explicó la parte que Cristo había desempeñado para ayudarle a vencer. Ese hombre comenzó a interesarse en nuestras doctrinas y a asistir fielmente a las reuniones de la iglesia. Ahora es miembro bautizado de la Iglesia Adventista.

Para mantener la llama ardiendo, también organizamos sociedades de temperancia con miembros no adventistas. Al asistir a nuestras reuniones y ver el interés que tenemos en su bienestar, se convierten en fieles promotores de la temperancia aun antes de ser miembros de iglesia. Con la atención posterior del interés despertado podemos ganar muchas almas para el reino de los cielos. Recomendamos que todos los que abandonan el cigarrillo sean invitados a asistir a reuniones de evangelización, ya que su ejemplo beneficia a los que están esclavizados por el vicio.

En todos nuestros esfuerzos para ganar almas aplicamos los métodos de Cristo, porque son la clave del éxito. Concluiré con una cita de Servicio Cristiano, página 165: “Haced frente en primer lugar a las necesidades temporales de los afligidos, y aliviad sus problemas y sufrimientos físicos, y entonces hallaréis una avenida abierta al corazón, donde podréis plantar la buena simiente de la virtud y la religión”.

Sobre el autor: L. Marcel Abel es director de Temperancia de la División Interamericana.