Desde la perspectiva del liderazgo cristiano
Se desarrolló en el marco del expresivo lema: “Educación: Ser y Saber”, a través del cual se pretendió redescubrir las vibrantes fronteras de la Filosofía de la Educación Adventista, en su misión redentora del hombre.
Del Pozo (1998:1), en su comentario editorial sobre las implicaciones del lema de este congreso, señala que la Educación Adventista no se limita sólo a un proceso de transmisión de conocimientos, sino también al desarrollo, y aun me permitiría agregar a esta conceptualización, el de la preservación, de las otras facultades del ser: “Se necesita defender la vida, no deteriorarla; defender los refugios de vida: el hogar, la escuela, la iglesia”.
Al recordar el ambiente y condiciones laborales de una institución educativa en la cual nos desempeñábamos como obreros, me llamó mucho la atención una definición del Pastor Alien Jamison, de conocida trayectoria en las instituciones educativas de Sudamérica y el Caribe: los adventistas somos “adictos al trabajo”, en un intento de asociar con este problema la idea popular de un adicto al alcohol, que se enferma por el abuso de esa bebida. En este sentido “un adicto al trabajo” sería una persona que también llega a enfermarse por el abuso del privilegio de trabajar. Quizá podríamos usar el término “trabajolismo”, por comparación, para denotar un estado de patología por el exceso de trabajo (Real Academia Española, 1992:96)
Al observar y experimentar el ambiente de compromisos laborales en los cuales me correspondió desempeñarme como obrero en diferentes instituciones y países, advertí que la expresión del pastor Jamison, describía de una manera muy real las condiciones globales en las cuales nos encontrábamos inmersos. Un entusiasta grupo de obreros, llevando regularmente una carga académica excesiva, miembros activos de diversas comisiones, involucrados en un interesante plan de trabajo con los alumnos y, además, asumiendo responsabilidades en la iglesia de la institución; parecía que lo normal era que un obrero de la institución estuviera claramente “sobrecargado”.
Cierta vez mi esposa y yo tuvimos una conversación con un joven no adventista que estaba de visita, en casa de uno de los empleados de la institución superior en la que trabajábamos:
-Me ha parecido muy interesante la belleza del plantel y las diferentes actividades que realizan profesores y alumnos. Hay muchas cosas novedosas en esta institución adventista dijo, titubeando un poco- sólo quisiera que me dijera, ¿a qué se debe que los miembros del personal anden tan ocupados, serios y apurados que no saludan a la gente?
Este no es un problema nuevo, ni siquiera reciente. Es posible que ni siquiera lo percibamos, y puede ser, incluso, que algunos estemos disfrutando esta “adicción y dependencia excesiva del trabajo”.
Todos conocemos la parábola que nuestro Señor contó en respuesta a la pregunta de un intérprete de la ley, que dijo para probarle: “Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?”
Jesús destacó en la parábola del Buen Samaritano la actitud de tres personas frente a la necesidad específica de un hombre que había sido maltratado en el camino: Un sacerdote que descendía por aquel camino, lo vio, y pasó de largo; asimismo un levita, viéndole, también pasó de largo. “Pero un Samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia” (Lucas 10:25-33).
Quizá se podría parafrasear esta parábola y aplicarla al campo laboral de una institución educativa adventista típica: ¿será que el sacerdote y el levita representan a dos tipos de connotados obreros adventistas “adictos al trabajo”, que han hecho de él su máxima prioridad, por lo cual no pueden atender las necesidades de otros, debido a que están “institucionalmente” muy ocupados?
Hemos conocido obreros de nuestra iglesia que han trabajado de tal manera, que han llegado a sacrificar su salud y sus relaciones familiares, y han provocado rupturas innecesarias en sus relaciones con la gente con quien trabajaban. Tal parece que ha surgido una nueva creencia en el entorno adventista: “cuanto más trabajas, incluso fuera de horario, mejor obrero y mejor cristiano eres”.
Específicamente supe de un obrero, que ahora descansa en su tumba, que dedicó muchísimas horas fuera de los horarios establecidos, feriados y vacaciones, hasta quebrantar seriamente su salud y sus facultades. Bien podría colocarse sobre su tumba un epitafio que dijera: “Aquí yace un joven que se consumió totalmente en el ‘ministerio’. Le sobreviven su joven esposa y sus tres hijos, ellos ahora descansan de verlo tan cansado; pero no advierten demasiado su ausencia, porque casi no lo conocían en casa.
Conocí una secretaria cuyo matrimonio fue afectado, hasta el grado de separarse y romper los vínculos, porque él no podía aceptar que ella trabajara persistentemente, fuera de los horarios establecidos. Un día viernes, ya muy avanzada la tarde, su esposo la llamó por teléfono: “te estamos esperando en casa”, a lo que ella replicó: “es que hay tanto que hacer, mi jefe me ha pedido terminar este trabajo que es muy urgente”. Al tocar este tópico, tiempo después, me dijo: “y yo que pensaba que estaba haciendo bien al considerar mi trabajo extra como un “servicio abnegado a la obra”.
Por otro lado, tuve el privilegio de conocer la filosofía del trabajo de un obrero adventista de nacionalidad suiza. A muchos jóvenes les gustaba trabajar en su departamento. Su departamento era muy productivo y rentable. Se notaba allí un desarrollo y crecimiento sostenidos, sus servicios eran demandados, hasta por personas y organizaciones ajenas a la institución. Su modelo laboral consistía, entre otras cosas, en exigir un alto índice de puntualidad en la hora de entrada, y realizar durante toda la jomada un trabajo persistente. Sin embargo, llamaba la atención su postura inflexible de no permitir que sus trabajadores se quedaran en la sección más allá de la hora señalada para la salida. Era proverbial en la Universidad que no se podía aceptar ni siquiera una llamada telefónica, menos requerir un servicio, en su sección, minutos después de la hora de salida. ¿Puede caber en este modelo el concepto de temperancia laboral, que nos ayude a establecer un nuevo paradigma que se enmarque perfectamente en la vibrante y feliz filosofía de vida de la iglesia adventista?
Nuestra filosofía y principios de vida saludables establecen la conveniencia y necesidad de adoptar horarios específicos para nuestras comidas, trabajo, descanso físico, comunión con Dios, recreación y relación con nuestra familia y amistades. El cuerpo requiere una cierta dosis de actividades y rotación, que promuevan el desarrollo equilibrado y saludable de todas nuestras facultades; brindándonos salud y alegría que nos capacite para desempeñar con eficiencia todos nuestros deberes, especialmente el más importante de todos: la relación con nosotros mismos, con los demás y con Dios.
Nuestra filosofía de la salud define la temperancia como; “una abstención de lo perjudicial y el uso moderado de lo saludable” (Pamplona, 1993:147)
White (1976:123) en su libro sobre la salud y la temperancia afirma: “Debemos practicar la temperancia en nuestra labor. No es nuestro deber colocamos donde tengamos que trabajar en exceso. A veces, algunos serán puestos donde esto es necesario, pero debería ser la excepción, no la regla. Por la práctica de la temperancia en el comer, en el beber, en el vestir, en trabajar, y en todas las cosas, podemos hacer para nosotros mismos lo que ningún médico puede hacer en nuestro favor”.
El líder debe asumir la responsabilidad sagrada de conservar su propia salud y la de aquellos que están bajo su dirección:
“Por todas partes se ve la intemperancia en el comer, en el beber, en el trabajo y en casi cualquier cosa. Las personas que se esfuerzan por realizar una gran cantidad de trabajo en un tiempo limitado, y continúan trabajando cuando su mejor criterio les indica que deberían cansar, no son nunca ganadores. Viven con capital prestado, porque gastan en el presente las fuerzas vitales que necesitarán en el futuro” (White, 1969:98).
La complejidad en el manejo de las organizaciones de hoy requiere de un liderazgo efectivo y eficaz en la toma de decisiones:
“Si imprudentemente agotamos nuestras fuerzas por el ajetreo constante, seremos perdedores algún día. Nuestra eficacia se menoscabará” (White, 1976:123).
“Cualquiera sea la ocupación de una persona, un cambio ocasional no sólo proporciona reposo, sino que imparte nuevo vigor” (Comentario Bíblico Adventista,1968:603).
John O Neil, ha escrito un libro: Tbe Paradox Of Success (La Paradoja del Éxito) dondeplantea un aparente contrasentido en la afirmación:“Cuando usted está ganando en el trabajo,puede estar perdiendo su vida.”
El estilo de liderazgo para las organizaciones complejas de hoy y, quizá aún más, las del futuro, requerirá de una actitud que promueva un uso adecuado y estratégico de sus momentos de descanso. O Neil (1993:165), llama a estos espacios: “retiros”, considerando que:
“El profundo aprendizaje que toma lugar durante el retiro es el corazón del proceso de renovación. Nuevas fuentes de energía y creatividad encuentran caminos para volver a equilibrar su vida, ajustar su reloj y redefinir lo que el éxito significa para Usted”.
“Un retiro es un refugio del mundo en el cual Ud. se ha perdido, y un lugar donde puede encontrarse a sí mismo”.
“El elemento tiempo es muy importante, cada hora vivida a la carrera sólo creará más tensión física y mental. Lo opuesto a lo que Ud. está buscando”.
Me parece oportuno considerar la necesidad de un cambio de actitud (en el marco del SER) de los líderes en nuestras organizaciones con respecto a instrumentar una política laboral que integre los principios de temperancia revelados por Dios (en el marco del SABER). Lejos de sacrificar la eficiencia, la iniciativa y la creatividad; el rendimiento de un personal reciclado en sus horas de descanso aumentará, sin lugar a dudas, la productividad.
Nuestras organizaciones de servicio, y aun nuestras iglesias, necesitan considerar seriamente algunas demandas que emergen hoy y especialmente las del nuevo siglo, para orientarlas hacia una atención más esmerada a los destinatarios de nuestros servicios: “nuestros clientes” (Shawchuck, 1992:27).
¿Se ha sentido defraudado alguna vez, al requerir una información urgente, al ver que la recepcionista está muy ocupada? De todas maneras le hace la pregunta y ella, sin fijar la vista en usted, y dando señales de irritación, lo refiere a cualquier otra parte. Usted es el cliente de esa oficina, y como tal, su reacción natural sería: evitar en lo posible volver a ese lugar.
“Aquellos que tratan con los clientes se ven con frecuencia en situaciones tensas. Necesitan aprender a tratar las tensiones en forma constructiva, para poder mantener un alto nivel de satisfacción personal y de servicio a los demás” (Scott, 1992:12).
Creo que debemos ofrecer un servicio basado mayormente en la CALIDAD del trabajo, más que en la tradicional CANTIDAD de él. Nuestras organizaciones y su misión requieren de líderes y obreros comprometidos con la excelencia tanto del SER como del SABER.
Todavía me parece increíble haber vivido en una organización que se daba el lujo de reducir y aun cancelar sistemáticamente las vacaciones anuales de los obreros. Los obreros a quienes se había pedido, “por lealtad a la obra”, sacrificar sus vacaciones, bajaban ostensiblemente su rendimiento; pero luego eran evaluados como obreros ineficientes. Más parecía que en aquella organización se administraba la represión y la sumisión, y no la libre y feliz expresión y ejecución de los deberes y derechos de las personas.
Le invito a tomar la decisión de actuar en función de lo siguiente:
-Libérese de una cultura viciada por el trabajo basado en la cantidad. Procure un trabajo centrado en la calidad.
-La extenuación es común en las organizaciones, pero no obligatoria.
-Rompa la rutina de ser “adicto al trabajo”. Dé un testimonio público de sólida y efectiva organización en sus tareas. Cultive los hábitos de la eficiencia, laboriosidad, perseverancia, tolerancia, comprensión y compasión con la gente.
-Organice su trabajo o institución de tal manera que la gente sepa exactamente las tareas y metas institucionales a corto, mediano y largo plazo.
-Haga una lista de las tareas personales y organizacionales, dando su debido lugar a lo urgente y a lo importante. Haga suyo y para los que trabajan junto a usted el consejo bíblico: “Así que, no os afanéis por el día de mañana.” (Mateo 6:34).
-Rodéese de gente que venga a su trabajo después de un adecuado descanso, listos física y anímicamente para enfrentar con éxito los retos y desafíos de una nueva jomada. Cada uno trabajará feliz y productivamente en una organización que está consciente de los requerimientos para las nuevas y competitivas organizaciones del futuro. Nuestra iglesia, a pesar de su naturaleza espiritual, no tiene por qué estar ajena a las demandas de las nuevas organizaciones.
-Únase al selecto grupo de administradores y líderes que buscan un cambio equilibrado de las posturas tradicionales de las organizaciones centradas en la excelencia. Busque su felicidad y realización verdaderas cumpliendo con fidelidad y eficiencia todos sus deberes, pero hallando al mismo tiempo la felicidad junto a los que trabajan con usted. Así podrá liberar el potencial de su gente y generar, como dice McFarland (1996:58) su propio “empowerment” (dotar de nuevo poder y vitalidad)
-No niegue lo que Dios dijo: Que el trabajo fue, y ha sido siempre, una bendición, no una maldición.
Si advierte que un trabajador está cansado, infórmese de la causa, ofrézcale la oportunidad de recuperarse, y asegúrese que no vuelva a caer de nuevo en el agotamiento. Recuerde que vale más un trabajador dispuesto y positivo que uno que sólo hace acto de presencia.
“La extenuación es una gran amenaza a la satisfacción del cliente. Si usted se deja agotar, será incapaz de pensar responsablemente en su trabajo, y no tendrá las reservas necesarias a las cuales recurrir cuando atraviese períodos de grandes demandas” (Scott, 1992:64).
Dios nos dio la capacidad de pensar y hacer (advierta el orden de esto). Si ya no está en óptimas condiciones para pensar, haga arreglos, tome medidas, para su recuperación. Su organización se lo exige porque necesita un servicio óptimo de parte de usted. (Y no olvide que las normas de trabajo internacional se lo exigen también.) Establezca su “refugio” favorito, recíclese y permita que su gente también lo haga. Piense creativamente, comprensivamente; sea empático con la gente; ella estará de su lado y de los objetivos de su organización. Se sorprenderá al comprobar que aumentará significativamente, tanto la producción de cada uno de sus colaboradores, como el desempeño de su organización.
Jesús hizo una saludable invitación a sus discípulos: -Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. (Mar. 6:31).
Ensaye de vez en cuando estas palabras mágicas: “Muchísimas gracias, supe que se quedó en el trabajo fuera de horario. Usted ya sabe que esto no está permitido aquí, por su salud personal y de nuestra organización. ¿Tendría la bondad de tomar algunas horas libres hoy o mañana?”
“¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en mimos de ladrones? El le dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Vé, y haz tú lo mismo”.
Bibliografía
Del Pozo, Luis Alberto (1998) Vislumbres: Editorial, Boletín de la Div. de Posgrado de la Universidad de Montemorelos, México.
McFarland, Lynne (1996) Liderazgo para el Siglo XXI, McGraw-Hill, Colombia
ONeilJohn (1993) The Paradox of Success, Putnam & Sons, Nueva York.
Pamplona Roger (1993) Nuevo estilo de vida: Disfrútelo, Safeliz, España
Real Academia Española (1992) Diccionario de la Lengua Española, Edit. Unigraf, Madrid.
Scott, Dru (1992) La Satisfacción del cliente. La otra mitad del trabajo, Edit. Iberoamericana México.
Shawchuck, Norman Kotle. Philip. Wren, Bruce.(1992) Marketing for Congregations, Edit. Abingdon Press, Nashville, USA.
WHITE, Elena G. de, (1969) Consejos sobre Salud, ACES. Buenos Aires.
WHITE, Elena G. de (1976) La temperancia, Asociación publicadora interamericana México.
_______________________(1968) Comentario Bíblico Adventista, PPPA Tomo 5, USA
Sobre el autor: Dr. Ed. maestro en Administración Educativa, cursa Doctorado en Educación en la Universidad de Montemorelos.