Pregunta 26 – terminación

Las séxtuples especificaciones de la profecía que iban a cumplirse dentro de las setenta semanas lo fueron plenamente en la obra de Cristo y en su muerte expiatoria en la cruz. Todas tuvieron lugar en la semana de años inmediatamente siguiente al año 27 D.C. Han sido examinadas exhaustivamente en la pregunta 25 y no las repetiremos aquí.

La desolación de la nación judía, aunque aplazada por la misericordia divina por algunos años después del período de 490 años concedido a los judíos, cumplieron exactamente las especificaciones de la profecía cuando los ejércitos romanos destruyeron el templo y la ciudad de Jerusalén y dispersaron a los judíos el año 70 D.C.

La entera profecía de las setenta semanas halla cumplimiento en el ministerio, el rechazo y la muerte del Mesías, al final del período concedido a los judíos, en confirmación del pacto por la sangre de Cristo, y la inauguración del ministerio sacerdotal para todos los creyentes, tanto judíos como gentiles, bajo el nuevo pacto. En vista del perfecto cumplimiento de todas las especificaciones proféticas en el período de las 70 semanas consecutivas de años, no hallamos razón para cortar aparte la última semana y relacionarla con el fin de las edades.

2. Falacia básica en apelar a los primeros padres de la iglesia. —El hecho de apelar a escritores como Hipólito de Puerto Romano (tercer siglo) y Apolinario de Laodicea (cuarto siglo) por parte de los modernos sostenedores de la teoría de la interrupción, hace necesario un examen de la base de esta contienda.

En primer lugar, estos dos expositores (cuyas maneras de ver no eran las de la mayoría en la iglesia primitiva) tenían en sus interpretaciones de las 70 semanas elementos obviamente divergentes que no son consecuentemente seguidos por los que miran hacia ellos como progenitores de las presentes ideas futuristas. Hipólito, por ejemplo: al establecer un vacío dentro de las 70 hebdómadas forzó las primeras 69 unidades, o semanas de años, para que cubrieran desde el primer año de Ciro (o de Darío el Medo) y hasta la encarnación de Cristo —pero esto es una imposibilidad cronológica, a menos que se alargue el período. Naturalmente, los que citan a Hipólito en apoyo de la interpretación de la discontinuidad de las 70 semanas, no siguen los detalles de su teoría, tales como su errónea prolongación de las 69 semanas, más de lo que aceptan la expectación de la segunda venida para cerca del año 500 D.C. Pero apelan a Hipólito y a otros para fundamentar el origen desde la iglesia primitiva de su teoría futurista de las 70 semanas. Sin embargo, basar el futurismo, como hoy se entiende tal palabra, sobre los puntos de vista de la iglesia primitiva es hacer un uso incorrecto del antecedente histórico; emplear tal “fundamento histórico” equivale a construir sobre arena movediza. La visión de la iglesia cristiana primitiva de la escatología no era verdadero futurismo. Los historicistas tienen más auténticas pretensiones de parentesco con la iglesia primitiva.

La creencia de la iglesia primitiva de que la mayoría de las profecías todavía no se había cumplido en sus días, no la convierte en futurista en el sentido comúnmente aceptado de esta palabra. El futurismo es el concepto no de que, la mayoría de las profecías estaban en el futuro al comienzo de la era cristiana, sino de que todavía estarán en el futuro al final de la era cristiana. Los historicistas creen que hubo necesariamente un tiempo cuando el grueso de las profecías todavía no estaba cumplido, y que habrá en su oportunidad un tiempo cuando todas ellas estarán cumplidas. La diferencia está en que los historicistas miran hacia el cumplimiento del desarrollo progresivo de la historia hasta el fin, mientras que los futuristas hacen de la era cristiana un “paréntesis” o interrupción, en el cumplimiento profético y posponen el cumplimiento adicional a un tiempo comparativamente corto en el fin, comenzando con la venida de Cristo para buscar a sus santos. Hay diferentes variaciones entre los futuristas, pero resumimos sus puntos de vista característicos.

a. La mayoría de las profecías (incluso el cuarto reino de Daniel y la septuagésima semana, y todo el Apocalipsis excepto las cartas a las siete iglesias) esperan el cumplimiento en el tiempo que vendrá después de la venida de Cristo para resucitar y trasladar a los santos.

b. Toda la “era de la iglesia” es un paréntesis durante el cual el reloj profético ha cesado de marcar el tiempo.

c. Todas las profecías temporales son de tiempo literal (niegan el principio de día por año).

d. A través de toda la Biblia la palabra “Israel” se refiere a judíos literales.

e. Las profecías del Antiguo Testamento y las promesas del glorioso gobierno del pueblo de Dios se cumplirán incondicionalmente y literalmente en los judíos restaurados, que se espera van a reinar sobre las naciones inconversas y no transformadas durante el milenio.

f. El anticristo es una persona futura, un tirano opuesto a Dios, quien oprimirá a los judíos y traerá sobre el mundo (los judíos repatriados, las naciones gentiles y el cristianismo apóstata) una tribulación de tres años y medio durante la segunda mitad de una tardía hebdómada que tendrá lugar después de la segunda venida.

g. Antes de la tribulación habrá un “rapto”, o sea resurrección y traslación de los santos, que llevará la iglesia de la tierra al cielo (en secreto, muchos creen).

h. Los judíos estarán separados completamente de la iglesia cristiana, aun durante el milenio.

i. No solamente el grueso de la profecía sino otras considerables porciones de la Biblia, incluso la mayor parte de los Evangelios, pertenece a otras épocas y no a la iglesia. (Esto es parte de un complicado sistema de “dispensaciones” prominente en los escritos futuristas.)

Sin examinar la corrección o incorrección de estos puntos, examinemos la iglesia primitiva sobre estos asuntos. La iglesia primitiva era premilenialista, pero premilenialismo no es necesariamente equivalente de futurismo, como muchos —tanto futuristas como sus opositores— pretenden hoy.

a. La iglesia cristiana primitiva ciertamente puso en el futuro una considerable proporción de las profecías (por la obvia razón de que la iglesia recién nacida, estando en el umbral del libro del Apocalipsis, vivía en el comienzo del cumplimiento). Y ellos ponían muchos de los futuros cumplimientos en los últimos días porque esperaban el último día muy pronto. Pero ellos no pusieron el cuarto reino, las bestias del Apocalipsis, el anticristo y la gran tribulación después del regreso de Cristo y la primera resurrección.

b. Ellos no veían a la edad “de la iglesia” como un paréntesis en la profecía o una interrupción de una era judía que iba a ser reanudada y completada sin la iglesia en el futuro. Ellos se veían a sí mismos en el medio del cumplimiento profético —bajo el cuarto reino, que ellos esperaban iba a ser seguido por la caída del Imperio Romano y el surgimiento del anticristo, todo lo cual llevaría al segundo advenimiento y al reino. Ellos vieron continuidad en la profecía y en la historia desde los tiempos del Antiguo Testamento hasta el fin.

c. Es cierto que ellos tomaron a los períodos proféticos tales como los 1260 días, como literales. Esto era natural, puesto que no esperaban que el mundo durara 1260 años.

d. Consideraban que el Israel literal ya no tenía derechos sobre el reino que habían rechazado juntamente con su Mesías, y creían que el verdadero Israel era ahora el Israel espiritual, la iglesia.

e. Imaginaban un gobierno terreno sobre las naciones no regeneradas durante el milenio —teoría que, embellecida con detalles de abundancia y prosperidad, habían heredado de los escritores apocalípticos judíos— pero a diferencia de éstos y de los modernos futuristas, pensaban que el reino sería de los santos cristianos, no judíos.

f. Concordaban con la interpretación apocalíptica judía y futurista del anticristo como un poder tiránico individual que estaría en el poder por tres años y medio. Algunos de ellos aplicaban el tiempo del anticristo a la segunda mitad de una septuagésima semana preparada, pero ésta no era la interpretación de la mayoría; muchos hacían terminar las setenta semanas con el fin de la vida de Cristo en la tierra o cerca de esa ocasión. Debe recordarse que los que admitían un “paréntesis” en las setenta semanas tenían el concepto, muy diferente del de los futuristas de hoy, porque esperaban solamente un pequeño intervalo hasta el fin; nunca pensaron en una anomalía tal como un período de 490 años con una interrupción de 2000 años incluida.

g. Ellos situaban la gran tribulación (bajo el anticristo —cuerno pequeño, bestia) antes de la primera resurrección, y por lo tanto esperaban que la iglesia estaría en la tierra durante ese período. La veían como el suceso en la historia que seguiría inmediatamente al colapso esperado del entonces existente Imperio Romano, y precediendo así a la venida de Cristo.

h. Ellos creían que Cristo iba a gobernar en la tierra durante el milenio a través de la iglesia —los santos redimidos entre los judíos tanto como entre los gentiles— y no mediante los judíos como un pueblo escogido separado fuera de la iglesia.

i. Ellos no separaban las Escrituras en compartimentos dispensacionales que asignaban las epístolas a la iglesia, el conjunto de los Evangelios a la era judía, etcétera. Ellos sostenían que los Evangelios eran el fundamento y veían sus propias tribulaciones en el libro del Apocalipsis.

¿En qué grado, pues, los futuristas heredaron esas interpretaciones de la iglesia primitiva? De los nueve puntos, sólo hay acuerdo completado en c, y parcial en /. Podemos admitir un acuerdo parcial para dos puntos más: en a en cuanto la iglesia primitiva colocaba más profecías cerca del fin del tiempo, siendo que esperaban muy pronto ese fin, y en e por esperar un reino terrenal literal durante el milenio. Pero a y e deben citarse también como puntos de considerable diferencia porque hay un gran abismo entre meros cumplimientos futuros y una cesación de cumplimiento hasta después de la venida de Jesús y la resurrección; también entre un reino de los santos regenerados y el de la nación judía. Además, encontramos claro desacuerdo en b, d, g, h e i. Estos hechos están decididamente en contra de la posibilidad de llamar a la iglesia primitiva futurista o de considerar las interpretaciones futuristas como derivadas del premilenialismo primitivo.

¿Cómo, pues, hemos de catalogar la posición de los primeros cristianos? Era la así llamada “histórico-continuativa” o historicista. Habiendo ya aplicado históricamente algunas de las profecías de Daniel, los creyentes naturalmente continuaron aplicando los demás acontecimientos proféticos según el mismo criterio. Viviendo bajo el cuarto imperio, esperaban la división de Roma; ya veían acercarse la caída que llevaría al anticristo. Así era como veían que la profecía se desarrollaba paso a paso en la historia —aunque no en un desarrollo histórico a largo plazo, ya que no esperaban una larga historia para el mundo. Pero, aparte de la extensión del proceso, su método era exactamente el de la interpretación historicista —la interpretación que encuentra en la profecía un bosquejo de la historia, en el Nuevo Testamento la continuación y cumplimiento del Antiguo Testamento, y en la iglesia cristiana la heredera de las promesas y profecías de ambos Testamentos.

Creemos que la iglesia primitiva usaba el método correcto; sus errores se debieron a la falsa concepción quiliástica del reino y a sus nociones del tirano anticristo, ambas heredadas del apocalipticismo judío, y a la cortedad de alcance de su visión del elemento tiempo. Estos eran errores de la época, y su corrección, con el pasar del tiempo, no requería un cambio básico de enfoque. La iglesia primitiva puso los fundamentos del premilenialismo historicista.

Esta nota es la explicación que corresponde a la llamada que apareció en la página 22 de El Ministerio Adventista de enero-febrero de este año.

(1) Los que aceptan esta interpretación que relaciona la septuagésima semana con el Mesías, incluye a las siguientes autoridades:

Padres de la iglesia primitiva: Tertuliano. Eusebio, Atanasio, Cirilo de Jerusalén, Policronio y Agustín.

Autores cristianos medievales: Beda el Venerable, Tomás de Aquino y Arnoldo de Villanova.

Dirigentes anteriores a la Reforma: Wiclef y Bruto, junto con reformadores como Lutero, Melanchton, Funck, Selnecker, Nigrinus y Heinrich Bullinger.

Eruditos posteriores a la Reforma: Joseph Mede, Sir Isaac Newton, William Whiston, Johann Benbel, Humphrey Prideaux, John Blair y James Ferguson.

Exégetas del siglo XIX: Jean de la Flécliére, William Hales, George Faber, Thomas Scott, Adam Clarke, Thomas Horne, Archibald Masón, John Brown, John Fry, Thomas White, Edward Cooper, Thomas Keyworth, Alfred Addis, William Pym, Daniel Wilson, Alexander Keith, Matthew Habershon, Edward Bickersteth y Louis Gaussen.

Expositores norteamericanos del siglo XIX: Elias Boudinot, William Davis, Moderador Joshua Wilson, Samuel McCorckle, Robert Reid, Alexander Campbell, José de Rozas (México), Adam Burwell (Canadá), Robert Scott, Stephen Tyng, Isaac Hinton, Richard Shimeall, James Shannon y John Robinson.

Y en tiempos más recientes, podemos mencionar a C. H. H. Wright, R. D. Wilson. Boutflower, y otros que son demasiado numerosos para presentarlos aquí. Por lo tanto, los adventistas tienen toda una hueste de ilustres predecesores que apoyan su posición.