Nos gozamos e inspiramos una vez más al ver la manera como Dios ha guiado a su pueblo a través del tiempo. Cuando aquellos humildes comienzos dejan de serlo, para dar paso a una estructura perfeccionada e institucionalizada que llega a tener amplia aceptación, las metas originales tienden a desviarse como reacción natural a toda clase de presiones, para apartarlas del camino que las condujo hasta donde se encuentran. La revista Ministerio no es la excepción.

 Ello no significa que las presiones y tendencias no respondan a necesidades legítimas. Cuando un instrumento como éste se mantiene fiel a su propósito original, y no intenta resolver problemas ajenos a su creación, dicho órgano probará su utilidad y asegurará su permanencia.

 Por lo tanto, consideramos necesario afirmar, una vez más, el propósito y la misión de nuestro órgano oficial. Empezaremos diciendo lo que es y lo que no es la revista Ministerio.

Qué es la revista Ministerio

 El propósito original por el cual fue creada la revista Ministerio era, y es, servir de órgano oficial, profesional e informativo para el ministerio adventista en todo el mundo, a fin de mantener la unidad en el ejercicio de nuestra profesión en los distintos y complejos asuntos que conciernen al ministro y a nuestras iglesias. Los procedimientos aplicados obedecen a ciertos conceptos establecidos por la práctica de nuestro ministerio. Su descripción sugiere un doble efecto de divulgación y enseñanza para quienes deseen beneficiarse de ellos.

 Los conceptos a los que nos referimos pueden ser de carácter práctico, filosófico o doctrinal. Todos estamos conscientes, por ejemplo, de la cantidad de voces contemporáneas que pretenden señalar hacia una determinada dirección en materia de fe y doctrina. Es importante que el ministerio conozca esta realidad y trace avenidas conceptuales propias para hacer frente a dicha corriente. Hay también digresiones teológicas que, vistas superficialmente, parecen inofensivas, pero que a la postre hacen mucho daño.

 Otro objetivo de la revista es proporcionar información histórica que muestre el trasfondo de nuestras raíces, a fin de comprender diversos aspectos del desarrollo de la iglesia. Además, en ella se discuten problemas y conflictos de naturaleza o de posiciones que se oponen decididamente a los postulados de nuestra fe. Por tanto, la revista también, en éste y otros sentidos, es formativa.

 El ministerio está especialmente expuesto y es, hasta cierto punto, vulnerable a las presiones de la compleja sociedad contemporánea. Los pastores se encuentran en el frente mismo de la batalla, tratando de contrarrestar los efectos, a veces devastadores, que estas presiones ejercen sobre la iglesia. A menudo el ministro se siente agotado, desfalleciente y solitario. La revista, en esta circunstancia es una fuente de apoyo, además del auxilio divino. Sus cálidas páginas le dan la sensación de que no está solo. Hay otros compañeros de peregrinación que enfrentan situaciones y problemas similares o aún peores que los suyos. Se siente parte de una gran familia de ministros y colegas que luchan en todo el mundo para alcanzar metas comunes. La revista Ministerio puede serle de gran aliento e inspiración, pues a través de ella se siente unido al quehacer pastoral adventista mundial en propósito, misión y fe.

Qué no es la revista Ministerio

 A través del tiempo la revista no sólo ha respondido a las expectativas de los ministros de la iglesia, sino que es admirada en el ámbito profesional cristiano, y aclamada como uno de los mejores instrumentos en su clase. Es leída ávidamente en todo el mundo por pastores adventistas y de otras denominaciones en varios idiomas. Cuando una revista, como Ministerio, tiene tanta aceptación y tan amplia circulación, llega a ser considerada como un instrumento de gran influencia en el pensamiento clerical. Esto, por supuesto, atrae también a personas cuyas metas e inquietudes son ajenas al objetivo de la revista. Es así como se ejerce presión para que la revista sirva a otras causas e intereses. A continuación señalamos algunas de esas presiones que podrían figurar entre aquellas que, de ser satisfechas, desviarían el propósito de la revista. Estas se mencionarán a medida que digamos lo que la revista no es.

 La humanidad se inclina generalmente hacia el localismo. Esta tendencia considera lo que está más cerca del círculo de acción de la persona como lo más importante o aun como lo único de interés y que tiene relevancia. Este sentimiento es natural y, en el mejor de los casos, legítimo. Pero la revista, en el contexto del ministerio adventista, no es el espacio diseñado para las consideraciones de este sentimiento prevaleciente. Las presiones, en este sentido, se manifiestan cuando se sustrae el enfoque global de la revista para utilizarlo como plataforma de exaltación de lo local, a expensas de lo global, cambiándolo así por lo que llamo reduccionismo localista, ya sea nacional, cultural, étnico, etc.

 Hay quienes quisieran que la revista Ministerio dedicara secciones completas para publicar “lo nuestro, por los nuestros y para los nuestros”. Por “los nuestros”, se refieren a las personas que se parecen más a nosotros por su origen, lengua u otro elemento de identidad. Sin embargo, la revista es, y debe ser, de carácter global. No debe permitirse que caiga en el reduccionismo localista. Por esta razón, notamos que hay un nuevo énfasis en la revista Ministerio, ya que aparecen en cada número artículos escritos por autores de diferentes partes del mundo con temas de interés más global. En el caso de Ministerio en español, recibimos todos los artículos escritos por los pastores del mundo hispano que estén a la altura de los objetivos de la revista, a los cuales les damos preferencia para su publicación. Nuestro Secretario Ministerial a nivel mundial, el pastor Jim Cress, ha ofrecido que cualquier artículo que merezca ser publicado en la revista Ministry en inglés, recibirá la compensación financiera que otorgan a quienes escriben artículos allí, y ellos mismos harán la traducción.

 Otros intentan usar la revista como un medio para lograr notoriedad personal. El motivo legítimo por el cual participamos en la revista debería estar siempre ajeno a todo interés egoísta, a toda inclinación que no sea compartir algo que constituya una bendición para otros. Es impropio usarla con la intención de lograr notoriedad o exaltación personal. La revista no está diseñada para lanzar a la fama a nadie.

 Dado el intenso programa de actividades que normalmente realizamos en nuestro servicio a la iglesia, es natural que se logren una cantidad de victorias y hechos dignos de ser publicados. Pero la iglesia tiene otros medios para dar a conocer esas hazañas. La Revista Adventista es uno de ellos. Casi cada unión y muchos campos locales tienen instrumentos de difusión, tales como revistas y boletines, a veces exclusivamente dedicados a publicar estos eventos locales notables. Pero la revista Ministerio no es un noticiero de hazañas locales.

 Con tantas cosas que promover, tantos proyectos que comunicar, tantos programas que establecer, es casi irresistible la tentación de utilizar la gran difusión que tiene la revista para convertirla en un órgano de promociones de los departamentos. Lo que olvidan, quienes quisieran que la revista se prestara para lo anterior, es que probablemente los lectores leerían el primer artículo de esa naturaleza, pero difícilmente se los volvería a sorprender leyendo el segundo. De hecho, es posible que ni siquiera volverían a leer la revista.

 La revista tampoco es un medio de adoctrinamiento masivo de ministros y profesionales. Hay quienes sienten pasión por alguna doctrina o por algún aspecto de la doctrina, práctica de la iglesia, o alguna convicción religiosa, filosófica o de procedimiento. Ellos quisieran que la revista fuese un órgano de divulgación de sus ideas usándola como instrumento de adoctrinamiento masivo. La revista Ministerio no es un órgano de adoctrinamiento masivo. Sus objetivos y alcances son infinitamente más altos, amplios y universales.

 No es fácil satisfacer a todas las personas que responden a las diferentes tendencias. Quienes están al frente de esta delicada responsabilidad necesitan la dirección del Espíritu Santo. Sólo él puede impedir el desvío y el desacierto. Presentemos a los que dirigen nuestra revista, ante el trono del Dios Omnisapiente a quien servimos.

Sobre el autor: es Secretario Ministerial de la División Interamericana