Escribimos a un pastor pidiéndole que resumiese las razones del notable aumento en los bautismos realizados en su distrito. Nos envió una respuesta sencilla, que no expone razones ni hechos extraordinarios. Revela más bien su preocupación por poner en práctica esas cosas pequeñas que todos conocemos y que no siempre practicamos.

Son cinco los aspectos mencionados brevemente. He aquí la copia textual:

  1. “Un obrero de capacidad superior a lo normal. Encontramos a un obrero jubilado, el Hno. Elías Silva, con mucha experiencia en el colportaje, que actuaba como anciano de iglesia. A pesar de su edad avanzada trabajó en la obra evangélica con un empeño nunca visto. Además de enfrentar difíciles problemas familiares dedicó un promedio de nueve horas consecutivas al trabajo misionero. Su habilidad para tratar con la gente lo convirtió en un punto clave de los resultados obtenidos”.
  2. “Un extraordinario equipo de laicos. Hallamos un talentoso grupo de hermanos que se dedicó activamente al evangelismo. En tal circunstancia y como la lista de oficiales de iglesia ya estaba completa, creamos la función de “anciano evangelista”, ¿signamos un blanco a cada uno, les ofrecimos diapositivas, preparamos carteles de propaganda, y ellos pusieron manos a la obra con entusiasmo. Una iglesia poseía tres proyectores. Sus miembros trabajaron en zonas determinadas y como resultado se bautizaron cerca de 80 personas. Un grupo de jóvenes formó un equipo de La Voz de la Juventud que prestó una valiosa colaboración. Apoyaron las campañas un programa radial y cinco jóvenes (?). Las campañas de evangelizaron se desarrollaron en la forma prevista”.
  3. “Clases especiales de preparación para laicos. Se intensificó la preparación para el trabajo, y no titubeamos en usar algunas veces los minutos de culto para preparar a la iglesia. Los viernes de noche teníamos una clase, los sábados de tarde otra y los domingos de mañana una tercera.

“Nuestro mayor problema es contar con gente preparada. Transformamos la iglesia en una ‘escuela’. En una clase que se dicta los domingos de tarde, de 14 a 16.30, se preparan 20 instructores bíblicos. Usamos un método objetivo y exigimos que se memoricen pasajes bíblicos. La clase está muy animada. En las otras iglesias dicto la misma clase antes de celebrar la conferencia (jueves de noche en Beberibe y viernes de noche en Abreu y Lima). Otra de las clases se inicia a las 18.30, hasta las 19.30. Para el público que va llegando se pasa una película. Uno de nuestros ancianos, un judío convertido, aceptó la invitación de enseñar el idioma hebreo a los hermanos. Dieciocho personas, en su mayor parte jóvenes universitarios y preuniversitarios, y algunos oficiales de iglesia, están tomando este curso, que se dicta en forma

intensiva durante el mes de julio. Una profesora universitaria que es miembro de nuestra iglesia convino en dictar un curso sobre creacionismo y evolucionismo.

“Todos los miércoles y dos sábados por mes doy a la iglesia estudios sobre Daniel. Todas las lecciones se pasan a mimeógrafo y los alumnos reciben copias, además de pruebas y trabajos para la casa. Hay mucho entusiasmo.

“Le ruego me perdone si soy minucioso, pero yo creo en la preparación. Los gobiernos del mundo, las empresas y organizaciones invierten sumas fabulosas para este fin. ¿Por qué? Después de hacer un análisis de la preparación (educación) de nuestra iglesia llegué a la conclusión de que debemos crear un departamento para esto, o hacer que el Depto. de Actividades Laicas deje de ser sólo motivador para pasar a formar equipos de entrenamiento más sólidos. Concluí también que estudiamos en la Facultad de Teología muchas cosas importantes que los laicos desconocen, y que subestimamos su capacidad para aprenderlas. Bueno, aquí se está llevando a cabo la experiencia. Aguardemos los resultados”.

  • “Un número relativo de jóvenes hijos de adventistas fue llevado al bautismo. Cerca del 40 % de los bautizados eran adolescentes y jóvenes.
  • “Los temas de los cultos de oración eran doctrinales y, en consecuencia, evangelizadores. Comenzamos a predicar todas las noches, excepto los lunes y los viernes. Cambiamos los días del culto de oración. Predicamos dos sermones el día sábado, uno a las 9 y otro a las 10.30 en diferentes iglesias. El trabajo fue acelerado, en lo que a la parte humana respecta. Dios produjo los resultados”.

Por razones obvias, no se hace mención ni una sola vez del trabajo realizado por el pastor mismo. Sabemos, sin embargo, que por detrás de ese “extraordinario equipo de laicos”, de ese “obrero de capacidad superior a lo normal” y de otros factores, está el pastor local, alma y cerebro de todo cuanto allí se realiza. No hay duda de que el elemento clave de la iglesia es el pastor. El pastor organizado, trabajador, consagrado, cariñoso con su grey, contará con la colaboración de todos. Esa colaboración y buena voluntad se traducirán en vigor, unidad y actividades. Y todo redundará en blancos alcanzados y superados. Este sería un excelente pensamiento para meditar y hacer un examen personal en vísperas de 1974, AÑO DE LA COSECHA.