La clásica ilustración del evangelizador hablando a la congregación desde un púlpito ha variado bastante con el paso del tiempo. Al igual que Jesús, que predicaba tanto dentro de una sinagoga como desde un bote, o desde la cima de un monte, o en casas particulares; ahora, a los evangelistas modernos se los puede ver con auriculares en sus orejas grabando programas de radio, o ante las cámaras de la televisión, filmando programas que llegarán electrónicamente a los hogares.

Como medios evangelizadores, la radio y la televisión han sufrido cambios revolucionarios. Los aparatos de radio inundan los hogares y los automóviles, y virtualmente cada familia en los Estados Unidos posee por lo menos un televisor, cuya programación muchos miran hasta seis horas seguidas por día.

A pesar de que se consideren exageradas las afirmaciones de los evangelistas de la llamada “iglesia electrónica” (como se denomina a los que predican por televisión), no se puede negar la dimensión de la audiencia televisiva y radiotelefónica de los programas cristianos: unos 412 millones de personas angloparlantes, y unos 176 millones de hispanoparlantes, según cálculo de la World Christian Encyclopedia [Enciclopedia cristiana mundial].

Esa misma fuente predecía que para 1985 habría en el mundo 1.840.000 centros de culto, y se formarían unas 65 congregaciones por día. A principios de siglo había unas 1.900 denominaciones diferentes, pero ahora hay más de 22.000. Cada semana se forman cinco iglesias o denominaciones. Este notable crecimiento se debe en parte al impacto que- han hecho los medios masivos de comunicación. Por ejemplo, el mensaje de Jimmy Swaggar se transmite por unas 200 estaciones, y llega a cientos de miles de hogares (731.774, según Arbitron-American Research Bureau). Aunque en la época de Cristo no había compañías que se encargaran de hacer encuestas, ciertamente ese número es mucho mayor que el total de personas a las que Jesús predicara durante toda su vida. Se calcula que Robert Schuller está alcanzando 1.100.000 hogares y, aún después de 35 años, Billy Graham produce programas especiales de televisión que lo mantienen entre los personajes más admirados de los Estados Unidos.

Si tomamos en cuenta la gran influencia de la televisión en el mundo, este asunto es de mucha importancia para nosotros. Una encuesta ordenada por la revista Newsweek y realizada por la organización Gallup entre el 6 y el 10 de octubre de 1984, destaca que el 81% de los habitantes de los Estados Unidos tienen una gran confianza en las noticias que escuchan por televisión. El 62% obtiene toda su información diaria de la televisión. De todas las instituciones de la sociedad americana, las iglesias son las que merecen la mayor confianza del público. Si unimos los mensajes religiosos con la televisión, encontramos que pueden llegar a ser una influencia poderosísima.

Una de las mayores críticas que se hacen a este sistema es que muchos evangelistas dedican hasta una cuarta parte de cada programa a recolectar fondos, mientras que el tiempo destinado a los mensajes espirituales es escaso. Eso da la impresión de que todo lo que se desea de la televisión es sacar beneficios económicos. Billy Graham, hablando en una reunión del National Religious Broadcasters (Asociación Nacional de Radiodifusores Religiosos), señaló que el uso amplio de la televisión con el fin de promover un reavivamiento evangélico esconde ciertos obstáculos. Entre los peligros que él citó están el excesivo orgullo de depender de los métodos humanos para sostener a los evangelistas preocupados por perpetuar su organización. Esa ansiedad por recaudar fondos es algo de lo que muchas veces se aprovecha Satanás para dar mala reputación a la religión.

Algunas de estas organizaciones emplean adelantos electrónicos muy sofisticados. Por ejemplo, los oyentes pueden llamar al número 800 sin costo alguno, para prometer una donación o para obtener consejo espiritual. Las computadoras están programadas de tal manera que son capaces de enviar correspondencia personal al televidente, con referencias íntimas a algunos de los problemas mencionados por teléfono. Y esas cartas van destinadas a posibles donantes.

En el ejemplar del 14 de diciembre de 1984 de la revista Christianity Today apareció un interesante anuncio del “Dominion NetWork”, un servicio de televisión vía satélite que se inaugurará pronto. Comprando una pequeña antena circular de 61 cm de diámetro, se pueden recibir hasta ocho diferentes canales de televisión religiosos. CBN, PTL y la nueva cadena NetWork transmitirán por este sistema durante todo el día, y todos los días, los mensajes de todos los evangelistas prominentes.

Si bien los programas más populares en los Estados Unidos son los de Oral Roberts y Rex Humbard, ambos fundamentalistas que no intentan influir políticamente, todos los días se añaden programas nuevos, de todas las religiones, y el campo de la televisión, en lo que a

religión se refiere, se está saturando. La Iglesia Católica ha sido una de las más tardías en aprovechar jas oportunidades. El Rev. Anthony Scannell, de “Comunicaciones Franciscanas”, dijo: “La Iglesia (católica) se está comenzando a mover… Guiados por el éxito de los evengélicos en la televisión, la Iglesia (católica) está comenzando a tomar más interés en la televisión y está comenzando a decir: ‘Miren lo que estamos haciendo, tenemos que avergonzarnos de nosotros mismos, y realmente debemos hacerlo’ ”.

Analicemos nuestros propios programas y veamos qué podemos decir de la experiencia de los adventistas en radio y en televisión.

Un desafío a la iglesia adventista

Como escribió el pastor George E. Vandeman en la Adventist Review del 24 de enero de 1985, Arbitron reveló que el Ministerio de Televisión Adventista, compuesto por los programas “Breath of Life” (Aliento de vida), “Faith for Today” (Fe para hoy) e “It is Written” (Escrito está), tiene el mismo porcentaje de televidentes que los programas de Jerry Falwell, Kenneth Copeland, “The World of Tomorrow” (El mundo de mañana) y “Day of Discovery” (Día de descubrimiento). Eso significa que si los adventistas tuvieran suficientes fondos para comprar tiempo de emisión en la misma cantidad de ciudades que esos otros, el total de su audiencia en los Estados Unidos sería la misma.

Arbitron también revela que cada uno de los programas adventistas atrae en las ciudades una audiencia equivalente a un 75% de la de Rex Humbard, a un 69% de la de Jimmy Swaggart, y a un 50% de las de Oral Roberts y/o Robert Schuller, y sin hacer la publicidad que se debiera.

En Nueva York, por ejemplo, los programas religiosos comienzan los domingos a las 6:00, y hasta las 8:00 se muestran 19 en varios canales. Pero hay una estación, WOR-TV Canal 9, que tiene programas religiosos durante el resto del día y por la noche, y entre los programas afortunados hay uno adventista. Por casi doce horas por semana, los residentes del área metropolitana neoyorquina pueden sintonizar un programa producido por los adventistas.

Pero debido al creciente embotellamiento de programas religiosos durante las horas tempranas de la mañana y tardías en la noche, resulta difícil conseguir buenos horarios. De este modo, las palabras escritas tantos años atrás por Elena G. de White cobran un nuevo significado: “La obra que la iglesia no ha hecho en tiempo de paz y prosperidad, tendrá que hacerla durante una terrible crisis, en las circunstancias más desalentadoras y prohibitivas” (Joyas de los testimonios, t. 2, pág. 164).

Cada vez es más difícil conseguir tiempo de emisión, y cada vez resulta más caro. Cuanto más esperemos, se hará más difícil. Otras denominaciones que predican el error se han apoderado de los mejores horarios. Los adventistas hemos quedado rezagados. La experiencia de nuestros hermanos de habla hispana en los Estados Unidos es la misma que la de los hispanos, sea en este país o en cualquier parte del mundo.

Una prueba de esto es el artículo que escribiera el pastor Víctor Cooper, director de Comunicaciones de la Asociación General, en la Revista Adventista de noviembre de 1984. Él cuenta que la Universidad Andrews lo invitó a presentar un curso de 30 horas, en México, en cuanto a “Perspectivas de la Comunicación”. El pastor Cooper quedó sorprendido al enterarse de que una buena parte de los pastores dijeron que nunca habían visitado una estación de radio, ni de televisión, ni una oficina de prensa. Para adquirir esa experiencia se dirigieron a las oficinas de “El Diario” de Monterrey, una ciudad de 4 millones de habitantes, y como resultado de esa visita, y de un artículo escrito, se les ofreció una columna semanal en el periódico. El mismo éxito tuvo la visita al Canal 28, del estado, cuyo director, Alberto Brunell, los recibió diciendo: “Esta es su casa, y todo el equipo es de ustedes, ha sido pagado por los impuestos de ustedes”. Comparto las palabras del pastor Cooper cuando escribió que aquella declaración fue “un gentil reproche a los adventistas por todo el tiempo desperdiciado”.

En todas partes hay oportunidades que esperan ser aprovechadas. Si no lo hacemos nosotros, servirán solamente para difundir el error y ser instrumentos de Satanás. Debemos dejar de lado el temor al rechazo y en el nombre de Dios salir en busca de esas oportunidades.

La experiencia de “Ayer… Hoy… Mañana”

Después de emitirse durante 17 años por radio y 10 por televisión, “Ayer… Hoy… Mañana” se ha establecido sólidamente en el área metropolitana de Nueva York, cori una audiencia fiel, consistente y creciente.

La radiodifusora WADO, 1280 AM, comienza su transmisión hispana dominical con “Ayer… Hoy… Mañana”, de 9:00 a 9:15 de la mañana. La sintonizan oyentes de todas las religiones, muchos de ellos antes de salir hacia sus respectivos cultos. Por televisión se lo ve los sábados de tarde de 2:00 a 2: 30, en el Canal 47. La aventura de introducirse en este campo, sin tener experiencia alguna, fue bendecida por Dios de tal forma que actualmente “Ayer… Hoy… Mañana” posee su propio estudio de televisión, ubicado en las oficinas de la Greater New York Conference, equipado para filmar sus propios programas, y varios más en otros idiomas.

El hecho de grabar nosotros mismos no solamente nos ahorra mucho dinero, sino que nos permite presentar los temas que creemos que se adaptan mejor a la idiosincracia hispana. Esta ventaja se manifiesta en el éxito que “Ayer… Hoy… Mañana” tiene cuando se presenta en países latinoamericanos. Recientemente se ha inaugurado una oficina en Santo Domingo para atender el tremendo interés que este programa despertó en República Dominicana.

Reconociendo que el pueblo hispano en el mundo está compuesto por sectores que se diferencian enormemente en cuanto a costumbres y gustos, “Ayer… Hoy… Mañana” desarrolló diversos formatos de programa que lo ayudan a mantener la popularidad entre todas las nacionalidades. Uno de ellos es el de una dramatización (ilustrando el tema) que finaliza con una disertación alusiva. Otros programas se centran en entrevistas, mesas redondas o presentación directa de la doctrina a través de clases o estudios bíblicos. Además de los temas doctrinales, preparamos programas de salud, sociales, musicales, y para ocasiones especiales (Navidad, Día de Acción de Gracias, Semana Santa, Día de las Madres, etc.)

Los últimos minutos de cada segmento se dedican a ofrecer algún material: libros, láminas cursos bíblicos, invitaciones a conferencias, etc. Ese es el lazo de unión con el público. Al hacer el pedido por teléfono, o por carta, los nombres quedan registrados en los archivos, listos para ser invitados a reuniones evangelizadoras, o ser visitados, esto depende del grado de interés manifestado.

En la mayoría de las iglesias que visito encuentro personas (muchas de ellas ya bautizadas), que han llegado allí gracias a “Ayer… Hoy… Mañana”. Ya sea porque llamaron a nuestra oficina preguntando la dirección de uno de nuestros lugares de culto, o porque lo reconocieron como un programa adventista (lo dicen al final) y se dirigieron a la iglesia mas cercana, o simplemente porque el Espíritu Santo las guió, ellas dan testimonio de que Dios puede usar la radio y la televisión para tocar los corazones sinceros.

Esos son casos individuales, pero es en el programa de seguimiento organizado donde hemos visto manifestarse más la mano de nuestro Señor.