“Tener una vida familiar relativamente saludable requiere esfuerzo, intencionalidad y dependencia del Altísimo. Nunca debemos olvidarnos de que Dios prometió estar con nosotros hasta el fin de los tiempos, dándonos su paz y supliendo todas nuestras necesidades”.

     El matrimonio Willie y Elaine Oliver dirige el Ministerio de la Familia en la Asociación General de la Iglesia Adventista, en Silver Spring, Estados Unidos. El Pr. Willie tiene un doctorado en Sociología de la Familia, y una maestría en Aconsejamiento Pastoral y Sociología. Antes de ser nombrado para su función actual, pastoreó iglesias en Nueva York, fue profesor en la Universidad Andrews y lideró departamentos en la Asociación de Gran New York, en la Unión del Atlántico y en la División Norteamericana.

     Elaine tiene una maestría en Aconsejamiento Psicológico, Educación, una licenciatura en Administración de Empresas; actualmente, cursa el doctorado en Psicología. Anteriormente, trabajó como administradora en una universidad, además de consultoría familiar en la División Norteamericana. Casados hace 28 años, ambos han realizado seminarios y presentaciones en varias partes del mundo, además de participar de programas de televisión y escribir artículos. Tienen dos hijos: Jésica y Julián. En su oficina de la Asociación General, la pareja dio la siguiente entrevista, en la que habló acerca de temas relacionados con la vida familiar del pastor, su programa de trabajo y los recursos disponibles para la marcha del ministerio que llevan a cabo.

Ministerio: ¿Qué clase de desafíos son peculiares a la familia pastoral?

     Willie: Tenemos que admitir que no existen familias perfectas, porque no existen personas perfectas. Aun cuando nos esforcemos por construir relaciones sanas, permanece el desafío, porque somos débiles. Y esas fallas dificultan el mantenimiento de nuestras relaciones. A pesar de eso, es posible disfrutar de una vida familiar saludable. La familia pastoral es semejante a otras familias, pero tiene la presión adicional de estar en evidencia y bajo constante escrutinio. Los miembros de la iglesia, instintivamente, tienden a observar a la familia del pastor como modelo de comportamiento cristiano. Dado que nadie es perfecto, las deficiencias en ese caso son amplificadas, sencillamente, porque es la “primera familia” de la iglesia. Esa carga multiplica la presión sobre los hijos y la pareja, que luchan por corresponder a las expectativas, o alimentan resentimientos por causa del estrés. En los adolescentes, eso frecuentemente se manifiesta por medio de comportamientos rebeldes y falta de respeto hacia las normas y los valores cristianos.

Ministerio: ¿Qué lecciones de su experiencia como padres pueden ser útiles para otros pastores, en el trato con los hijos?

     Elaine: La presión para tener hijos perfectos es muy peligrosa. A veces, esa presión proviene de nuestras expectativas; otras veces, de las expectativas de la congregación y otras influencias externas. La verdad es que los hijos del pastor son seres humanos y cometerán errores. La salida es amarlos incondicionalmente, transmitiéndoles nuestros valores espirituales durante los cultos familiares, dedicándoles diariamente tiempo de calidad, aun cuando sea poco. Si les generamos un ambiente de confianza y de seguridad, nuestros hijos tendrán una mejor disposición a hablar de sus luchas espirituales, como parte normal de su desarrollo.

Ministerio: Existen familias formadas después de la muerte de un cónyuge o, incluso, luego de una separación. ¿Hay recursos para esas familias?

     Elaine: Si bien es verdad que existe un ideal que debemos alcanzar, parte de nuestro trabajo es desarrollar recursos que hablen a las diversas clases de familias que encontramos hoy en la sociedad y en la iglesia. La buena comunicación en familias donde el padre y la madre están presentes no es diferente de aquella en que hay solo uno de ellos. Por lo tanto, todo ministerio relevante y significativo para las familias debe tratar los problemas de todas las familias de la iglesia; que, en muchos casos, son reflejo de las familias de la población en general. Pero, no existe una forma única de ministrar a las familias. Así, intentamos desarrollar recursos que aborden las necesidades específicas de las familias en general.

Ministerio: ¿De qué manera deben ministrar los pastores a los adultos solteros de la iglesia?

     Willie: Generalmente, tenemos una noción holística de la familia. Desde nuestra perspectiva, una familia puede ser nuclear (padre, madre e hijos; padres separados e hijos); ampliada (más de una generación bajo el mismo techo); nueva familia (padres/padrastros e hijos/hijastros). Y todavía existen los divorciados, los adultos que no se casaron, los viudos y las viudas, a quienes tenemos la tendencia de olvidar. El ministerio pastoral debe preocuparse por todos los tipos de familia. El pastor debe estar bien informado sobre las necesidades de los adultos solteros de la iglesia, organizar un ministerio que trabaje junto con él en la atención de ese grupo. Apoyar, fomentar amistad e incluirlos en las actividades de la iglesia es fundamental en la vida de la iglesia.

Ministerio: ¿Qué pueden hacer los pastores y la iglesia para educar a los miembros acerca del abuso infantil y para causar un impacto positivo en esa comunidad?

     Elaine: Si hay niños en nuestras congregaciones, también existe una gran posibilidad de que al menos uno de ellos llegue a sufrir alguna clase de abuso. Toda iglesia necesita estar segura de que tiene políticas en acción destinadas a proteger a los niños, especialmente cuando están en la iglesia o participando de eventos relacionados con la iglesia. Como cristianos, vemos a los niños como valiosos regalos de Dios, y tenemos la responsabilidad de protegerlos, cuidar de ellos y garantizar su desarrollo y crecimiento en Cristo. Cada iglesia debe tener un Ministerio de la Familia establecido, cuyas actividades incluyan la educación de los padres. El objetivo de la paternidad y de la maternidad es nutrir a los hijos, de modo que ellos crezcan en su potencial pleno en Cristo. La disciplina –palabra derivada de la raíz del término discipulado– debe ser la motivación en el trato de los padres con sus hijos, en lugar del castigo. La disciplina tiene, como objetivo, enseñar y orientar, mientras que en el castigo es penar, herir y dominar a los niños. Los pastores deben entrenar a los miembros de la iglesia y a los padres de las respectivas congregaciones para que valoren a los hijos. Entre los temas de sus sermones, debe estar incluido el cuidado de Dios por los niños.

Ministerio: ¿De qué manera los pastores y los ancianos pueden obtener los recursos para el Ministerio de la Familia de la Asociación General?

     Willie: Cada año, nuestro departamento desarrolla un manual, Family Ministries Planbook, que contiene sermones, seminarios y otros recursos para facilitar el trabajo con las familias de las congregaciones. Con el paso de los años, hemos desarrollado muchos otros materiales de fortalecimiento de la familia, que pueden ser obtenidos a través del sitio www. adventsource.org, en la pestaña “Store” y luego “Family”. Inmediatamente, aparecerá una lista con recursos que pueden ser útiles para un ministerio eficaz hacia las familias. También, es posible obtener informaciones adicionales, ideas para el culto con los niños y los jóvenes en nuestro sitio: http://family.adventist.org

Ministerio: ¿Qué consejos darían a las familias pastorales con respecto a la superación de eventuales dificultades para la realización del culto familiar diario?

     Elaine: Realizar el culto en familia es un asunto de absoluta prioridad. Concuerdo en que, considerando las diversas actividades en que estamos inmersos como familia, debemos establecer el momento más apropiado en que podamos estar juntos para el culto familiar. Entonces, debemos permanecer comprometidos con ese tiempo y hacer el culto lo más interesante posible, con la participación de todos los integrantes de la familia. No hay necesidad de seguir una rutina fija, pues la rutina puede llevar a la monotonía. Podemos variar, escogiendo qué incluir en el programa. En caso de que los niños todavía estén en edad escolar, el período no debe exceder de los quince minutos. Si son adolescentes, veinte minutos es tiempo suficiente. El punto principal del culto en familia es conectar a los miembros unos con otros y todos con Dios. Invariablemente, creemos que es fácil compartir este concepto con los miembros de nuestras congregaciones. Por otro lado, realmente es importante que dediquemos ese tiempo juntos, en una disciplina espiritual como familia. Los hijos crecen rápidamente; casi antes de que lo percibamos, ya habrán dejado el hogar. Dejarles un legado espiritual significa uno de los presentes más valiosos que podemos darles: la clase de herencia que permanecerá con ellos durante toda la vida, cualquiera que sean las decisiones que lleguen a tomar.

Ministerio: ¿Qué lecciones de la experiencia de tener a Cristo como centro del matrimonio pueden compartir con otras familias pastorales?

     Willie: Ser cristiano es una realidad de tiempo completo que se aplica a todas las facetas de mi vida, incluso al matrimonio. Por otro lado, soy igual que todos los demás cristianos que, a través de los tiempos, experimentaron el conflicto descripto por el apóstol Pablo: “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago” (Rom. 7:15). Eso comprueba que, como cristianos, no siempre tendemos a practicar lo que profesamos, por causa de nuestras debilidades humanas. Si bien la relación con Cristo es algo fundamental en mi vida y la priori- dad que motiva y conduce mi vida conyugal, siempre estoy atento a las incompatibilidades que frecuentemente aparecen en mi matrimonio con Elaine. Entonces, mi cristianismo informa la manera por la que debemos buscar la concordancia: el camino del amor, la bondad, la paciencia, el perdón, el compromiso mutuo. Considerando que soy humano, no siempre hago lo que deseo hacer. Hace mucho tiempo, Elaine y yo concordamos en que nunca nos lastimaríamos a propósito. Así, cuando nuestra humanidad se interpone en el camino por el que pretendemos conducir nuestro comportamiento conyugal, nos detenemos, reconocemos el error, nos perdonamos y dedicamos el tiempo necesario para hacer una reparación. Hemos aprendido a dar al otro el beneficio de la duda, cuando alguien hiere al otro. Comprendemos que no existen personas perfectas, ¡y eso nos incluye! Como pareja pastoral, debemos comprender que somos seres humanos, sujetos a las incompatibilidades. También, debemos tener en mente la manera por la que el apóstol trató el conflicto descrito en Romanos 7; es decir, la gracia de Dios siempre está disponible y debe ser suplicada, a fin de mantener el equilibrio necesario en el matrimonio.

Ministerio: ¿Qué pensamientos les gustaría transmitir a los lectores?

     Willie: Tener una vida familiar relativamente saludable requiere esfuerzo, intencionalidad y dependencia del Altísimo. Nunca debemos olvidar que Dios prometió estar con nosotros hasta el final de los tiempos, dándonos su paz y supliendo todas nuestras necesidades. Confiemos en él, a pesar de los desafíos que enfrentamos cada día en nuestra vida.