El principal objeto de nuestras semanas de oración es estimular la religiosidad en los alumnos de nuestras escuelas y colegios, y los miembros de nuestras iglesias. Para lógralo, las reuniones se caracterizarán por su solemnidad y por un recogimiento que lleve a conocer mejor y más plenamente a Cristo.

 “Aunque los alumnos deben ser diligentes, no han de recargar la mente al punto de padecer dispepsia intelectual. No descuidarán la educación de los modales por atiborrarse de conocimientos; y sobre todo, nada habrá de privarlos de los momentos de oración que los ponen en contacto con Jesucristo, el mejor maestro que haya conocido el mundo.”—”Testimonies,” tomo 4, págs. 424, 425. (La cursiva va por cuenta del autor del artículo.)

  “¿Qué objeto tienen nuestras reuniones?… Nos reunimos para alentarnos mutuamente mediante el intercambio de pensamientos y sentimientos; para obtener fuerza, luz y valor al conocer las esperanzas y aspiraciones de los demás; y mediante nuestras oraciones fervorosas y sinceras, ofrecidas con fe, recibimos nuevas fuerzas y vigor de la Fuente de nuestra fortaleza.”—Id., tomo 2, pág. 578. (La cursiva corresponde al autor del artículo.)

 “Cristo espera con un deseo anhelante la manifestación de sí mismo en su iglesia. Cuando el carácter de Cristo sea perfectamente reproducido en su pueblo, entonces vendrá él para reclamarlos como suyos.”—“Lecciones Prácticas del Gran Maestro,” pág. 60.

 Siendo que esperamos con ansias el pronto regreso de nuestro Señor, lo que más debe interesarnos es procurar que el carácter de Cristo se refleje en la vida de su pueblo.

 Para alcanzar dichos fines en relación con los alumnos de nuestras escuelas y con los miembros de nuestras iglesias, debemos contar con planes bien meditados para la realización de esas importantes reuniones anuales.

 “Los ángeles trabajan armoniosamente. El más perfecto orden caracteriza todos sus movimientos. Cuanto mejor imitemos la armonía y el orden de la hueste angélica, tanto más provechosos serán los esfuerzos de esos agentes celestiales por ayudarnos. Si no vemos necesidad de acción armoniosa y nuestra conducta es desordenada, y sin disciplina ni concierto, los ángeles, que están perfectamente organizados y se mueven en completo orden, no pueden trabajar por nosotros con éxito. Se entristecen porque no están autorizados a bendecir la confusión, la distracción y el desorden. Quienes deseen la cooperación de los mensajeros celestes han de trabajar en armonía con ellos.”—“Testimonies to Ministers,” pág. 28.

 Cuando muchacho, mientras ayudaba a mis padres en las labores agrícolas de una estancia, en el oeste de Kansas, EE. UU., aprendí que era indispensable que el suelo recibiera adecuada preparación antes de recibir la semilla. Observé que se araba la tierra hasta una buena profundidad y luego volvía a trabajársela unas cuantas veces con rastras para eliminar las raíces. Este proceso de preparación del suelo abarcaba un período de dos o tres meses. En otoño se sembraba el grano en un suelo limpio y bien labrado. La humedad de la tierra, el calor del sol y los procesos creadores de Dios hacían que la semilla germinara, creciese y rindiera abundante cosecha. Por medio de experimentos científicos se ha comprobado que la tierra necesita cultivo y preparación para producir con abundancia.

Necesidad de la debida preparación

También han de cultivarse los corazones de los alumnos y de los miembros de iglesia como preparación para la Semana de Oración. Y han de ser limpiadas nuestras vidas de todo pecado o sedimento de malicia. “Haced barbecho para vosotros, y no sembréis sobre espinas.” (Jer. 4:3.) Y al sembrarse luego las semillas durante la Semana de Oración, cosecharemos los frutos en forma de caracteres semejantes al de Cristo en las vidas de quienes nos escuchen.

 ¿Cuánto tiempo debe dedicarse a los planes para esta actividad? Tenía por costumbre ocuparme de la nueva Semana de Oración tan pronto como terminaba la anterior. Una vez establecida la fecha de su celebración pueden hacerse los planes pertinentes. Se elegirá a la persona que dirija reuniones tan importantes, con suficiente anticipación, dándole así tiempo y oportunidad para preparar todo en debida forma.

 Dicha persona deseará disponer de amplio tiempo para el estudio y la comunión con la Fuente de todo conocimiento y sabiduría, a fin de que su vida se colme, y rebose de las cosas de Dios que ha de manifestar, no sólo en disertaciones y consejos, sino también en el diario vivir en compañía de aquellos que la secunden en la Semana de Oración.

 Conviene publicar con bastante anticipación las fechas de esas semanas devocionales, de manera que estudiantes y miembros de iglesia puedan tenerlas en cuenta y hacer sus planes para esa oportunidad especial de derramamiento del Espíritu de Dios.

Organización de los grupos de oración

La comisión de vida religiosa se reunirá unas semanas antes para organizar los grupos de oración, poniéndose al frente de cada uno de éstos un director que posea amplia visión de las posibilidades de la Semana de Oración.

Se reunirán luego estos directores con anticipación a la Semana de Oración para pedir a nuestro Padre celestial el derramamiento de su Espíritu, primero sobre ellos, y luego sobre el cuerpo estudiantil y la iglesia. Hay un poder especial en esta unanimidad de intento, cuando realizamos nuestros esfuerzos por el Señor, que permite vencer a los poderes de las tinieblas.

 La junta directiva del colegio o de Ja iglesia debería celebrar una reunión especial antes de Ja Semana de Oración para considerar, ante todo, lo que significarán para sus miembros esos días de devoción especial y para trazar planes que en tal ocasión beneficien espiritualmente al colegio y la iglesia. A tal efecto la junta directiva del colegio puede verse en la necesidad de variar el horario de clases, suprimiendo también trabajos y deberes. Durante la Semana de Oración tanto la junta directiva como los alumnos y los miembros de iglesia concederán primacía a las cosas de Dios y al cumplimiento de los planes divinos en sus respectivas vidas; los horarios de clases, trabajos escolares, reuniones sociales y demás actividades quedaran relegados a segundo plano durante esa semana.

 Una vez que llegue la persona que ha de dirigir la Semana de Oración—generalmente ocurre uno o dos días antes de la fecha—los directores del colegio y la iglesia se reunirán con el encargado del departamento de música para asegurarse de que el programa de la semana se adapta a los deseos de su director. La música, que desempeña parte importante en los programas, habrá sido escogida con todo cuidado antes de la fecha de iniciación. Para cada culto habrá música especial no preparada en la prisa del momento sino mucho antes, para que quienes en ella participan puedan cantar con sentimiento y el himno elegido se adapte al tema de la disertación.

 Ha resultado eficaz y útil para los alumnos y miembros de iglesia el publicar con anticipación a la Semana de Oración un pequeño boletín que contenía los temas que se presentarían en las distintas reuniones. Con hojitas tales se despierta interés en los oyentes, permitiéndoles estudiar el tópico que ha de tratarse y así se hallarán más preparados para acoger las palabras del orador.

 Siempre estimula oír a los alumnos dar testimonio de aprecio por la ayuda que recibieron de la Semana de Oración en su vida cristiana. Ya que nuestros colegios preparan los directores del futuro, es importante que la bienhechora influencia de las semanas de oración cumpla todos los propósitos de Dios.

 “La oración y la fe están íntimamente ligadas y necesitan ser estudiadas juntas. En la oración de fe hay una ciencia divina; es una ciencia que debe comprender todo el que quiera tener éxito en la obra de su vida. Cristo dice: ‘Todo cuanto pidiereis en la oración, creed que lo recibisteis ya, y lo tendréis.’ Él explica claramente que nuestra petición debe estar de acuerdo con la voluntad de Dios; debemos pedir cosas que él haya prometido y todo lo que recibamos debe ser usado para hacer su voluntad. Cuando se satisfacen las condiciones, la promesa es inequívoca…

 “Vivir así por la Palabra de Dios significa entregarle toda la vida. Se experimentará una sensación constante de necesidad y dependencia, la atracción constante de Dios sobre el corazón. La oración es una necesidad porque es la vida del alma. La oración en familia, la oración en público, tienen su lugar, pero es la comunión secreta con Dios la que sostiene la vida del alma.”—“La Educación” págs. 251, 252.

Sobre el autor: Director del Union College, EE. UU.