Qué se ha de predicar

Abordad los grandes temas.—“Los que están delante del pueblo como maestros de la verdad deben abordar los grandes temas. No deben ocupar un tiempo precioso hablando de cosas triviales.”—E. G. de White, en Review and Herald, 19/4/1906.

Exponed las grandes ideas.—“Predicad de manera que el pueblo pueda posesionarse de las grandes ideas, y extraiga el precioso mineral escondido en las Escrituras.”—“Evangelismo,” pág. 124.

“Todo el que esté relacionado con la obra debe mantener ideas nuevas.”—Id., pág. 135.

Predicad a un Salvador personal y viviente. —“Aquí está el secreto del éxito, en la predicación de un Salvador, vivo, personal, de una manera tan sencilla y ferviente que la gente pueda posesionarse por la fe del poder de la Palabra de vida.”—Id., pág. 125.

Levantad en alto a Cristo.—“Cristo crucificado, Cristo resucitado, Cristo ascendido a los cielos, Cristo próximo a venir, debiera ser el tema que suavice, alegre y llene la mente del ministro para que presente estas verdades al pueblo con amor y profunda sinceridad. Entonces se perderá de vista al ministro y se hará manifiesto a Jesús.”—“Evangelism,” pág. 185.

“Ensalzad a Jesús, vosotros que enseñáis a la gente, ensalzadlo en el sermón, en el canto, en la oración. Dedicad todas vuestras facultades a conducir a las almas confusas, extraviadas y perdidas, al ‘Cordero de Dios.’ Ensalzadlo a él, el Salvador resucitado, y decid a todos: Venid a Aquel que ‘nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros.’ Sea la ciencia de la salvación el motivo de cada sermón, el tema de cada canto. Derrámese en toda súplica. No pongáis nada en vuestra predicación como suplemento de Cristo, sabiduría y poder de Dios. Enalteced la palabra de vida, presentando a Jesús como la esperanza del penitente y la fortaleza de cada creyente. Revelad el camino de la paz al afligido y abatido y manifestad la gracia y perfección del Salvador.”—“Obreros Evangélicos,” pág. 168.

Presentad la justicia de Cristo.—“El pecador debe mirar siempre hacia el Calvario; y con la fe sencilla de un niñito, debe descansar en los méritos de Cristo, aceptando su justicia y creyendo en su misericordia. Los que trabajen en la causa de la verdad deben presentar la justicia de Cristo.”—“Evangelismo,” pág. 139.

“Cristo y su justicia: que ésta sea nuestra plataforma, la misma vida de nuestra fe.”— Id., pág. 142.

Una verdad profética definida.—“Los peligros de los últimos días están sobre nosotros, y en nuestra obra hemos de amonestar a la gente del peligro en que está. Que las solemnes escenas que la profecía ha revelado no permanezcan sin ser tratadas. Si nuestros hermanos estuvieran medio despiertos, si se percataran de la proximidad de los acontecimientos descritos en el Apocalipsis, se obraría una reforma en nuestras iglesias, y muchos creerían en el mensaje.”—Id., pág., 145.

Las grandes verdades decisivas.—“Un obrero noble, devoto y espiritual, verá en las grandes verdades decisivas que forman el solemne mensaje que debe ser dado al mundo, suficiente razón para ocultar todas las diferencias menores más bien que ponerlas sobre el tapete para que sean objeto de contención. Espáciese la mente en la gran obra de la redención, la pronta venida de Cristo y los mandamientos de Dios; y se encontrará que hay suficiente alimento para el pensamiento en estos temas como para ocupar toda la atención.”—Id., pág. 138.

Temas de poder.—“Estos son nuestros temas: Cristo crucificado por nuestros pecados, Cristo resucitado de los muertos, Cristo nuestro intercesor ante Dios; y estrechamente relacionada con estos asuntos se halla la obra del Espíritu Santo, el representante de Cristo, enviado con poder divino y con dones para los hombres.

“Su preexistencia, su venida por segunda vez en gloria y poder, su dignidad personal, el ensalzamiento de su santa ley, son los temas en que los predicadores se han espaciado con sencillez y poder.”—Id., pág. 140.

Toda verdad debe presentarse a la luz del Calvario.—“El sacrificio de Cristo como expiación del pecado es la gran verdad en torno a la cual se agrupan todas las otras verdades. A fin de ser comprendida y apreciada debidamente, cada verdad de la Palabra de Dios, desde el Génesis al Apocalipsis, debe ser estudiada a la luz que fluye de la Cruz del Calvario. Os presento el magno y grandioso monumento de la misericordia y regeneración, de la salvación y redención: el Hijo de Dios levantado en la cruz. Tal ha de ser el fundamento de todo discurso pronunciado por nuestros ministros.”—Id., pág. 142.

Cómo se ha de predicar

Hablad, la verdad con amor.—“Necesitamos mucho menos controversia y mucho más presentación de la persona de Cristo.”—Id., pág. 128.

“No habléis palabras que irriten y provoquen.”—“Evangelism,” pág. 172.

“Tratad tiernamente con cada corazón.”— Ibid.

“Poned toda la ternura cristiana y el amor posibles en la voz.”—Ibid.

“Poned el Espíritu y la vida de Cristo en lo que decís.”—Ibid.

“La mejor manera de combatir las falacias del error es presentar las evidencias de la verdad.”— Id., pág. 170.

Presentad la verdad según el método de Dios. —“Si vuestro método de presentar la verdad es el método de Dios, vuestro auditorio quedará profundamente impresionado con la verdad que presentáis. Recibirán la convicción de que es la palabra del Dios vivo, y vosotros cumpliréis la voluntad de Dios con poder.”—Id., pág. 169.

“Presentad las verdades de la Palabra de Dios de una manera fresca e impresionante.”— Id., pág. 195.

El método de Cristo.—“No forzó a nadie a creer… Instruyó a la gente en la piedad práctica, bosquejando en forma específica su deber. Habló de tal manera que recomendaba la verdad a la conciencia… En la enseñanza de Cristo no existe razonamiento largo, rebuscado y complicado. El va directamente al grano.” —“Evangelismo,” pág. 126, 127.

Oración y esfuerzo.—“Con oración ferviente y esfuerzo diligente, debemos alcanzar idoneidad para hablar.”—Id., pág. 131.