Id por todo el mundo; predicad el Evangelio a toda criatura” es la gran misión asignada por Cristo. Fue dada hace más de diecinueve siglos a los apóstoles; ha sido la orden de marcha de la iglesia cristiana en todos los tiempos; resume también la misión de la iglesia remanente en nuestra época.

 En los días finales que vivimos, todos los esfuerzos de la iglesia deben tener en vista un doble propósito: (1) Predicar, por última vez, el Evangelio a un mundo perdido. (2) Preparar un pueblo para encontrarse con su Dios. Todos los departamentos de la obra, no importa cuál sea su especialización, deben trabajar armoniosamente para lograr a la brevedad posible ese doble objetivo.

 Es un hecho que estamos muy atrasados en la realización de nuestra tarea. En 1909 la sierva del Señor dijo: “Si cada atalaya sobre los muros de Sión hubiese dado un sonido certero con la trompeta, el mundo podría haber oído antes de ahora el mensaje de advertencia. Pero la obra está por años atrasada. Mientras los hombres dormían, Satanás se nos ha adelantado.”—“Evangelism”, pág. 694.

 Sí, “la obra está por años atrasada.” Creo que no es difícil comprender que pesa hoy sobre todos nosotros la solemne responsabilidad de apresurar y terminar la obra. “Es el privilegio de todo cristiano, no solamente esperar sino apresurar la venida de nuestro Señor Jesucristo…. Al dar el Evangelio al mundo, está en nuestro poder apresurar el regreso de nuestro Señor.”—Id., pág. 696.

 ¿Cómo podemos apresurar la terminación de la obra y el regreso de Jesús? Cumpliendo cada uno su deber en la predicación del Evangelio. El propósito de las sugestiones de este artículo es ayudar a los jefes de distrito a cumplir con más eficiencia su deber y a alcanzar con más facilidad los objetivos arriba enunciados.

Algunas sugestiones prácticas para un jefe de distrito

I. ¿Qué es un jefe de distrito?

 Para poder explicar lo que es un jefe de distrito es necesario definir primero lo que es un “distrito” en el lenguaje pastoral y evangélico. Un distrito puede ser lo siguiente:

 1. Un sector de una gran metrópoli, con varias iglesias y grupos, además del territorio aún no trabajado.

 2. Una ciudad más o menos grande y sus alrededores, con varias iglesias y grupos y con territorio aún no trabajado.

 3. Un departamento, provincia o cualquier territorio más o menos extenso, con varias ciudades, pueblos, aldeas y campos. Puede tener algunas iglesias y grupos y también áreas aún no trabajadas. En otras palabras, cuando hablamos de un distrito queremos referirnos a un territorio con más de una iglesia o grupos y con zonas en que la obra no está todavía establecida. Un distrito puede eventualmente estar formado también por territorio enteramente nuevo.

 Habiendo dado las definiciones anteriores, es tarea fácil explicar lo que es un jefe de distrito. Es la persona responsable por el distrito. Debe velar por los aspectos administrativos de las iglesias y grupos dentro de su territorio. Como pastor de los diversos rebaños, grandes y pequeños, debe velar por el bienestar espiritual de los miembros. Es responsable por la marcha armoniosa de todas las actividades religiosas y misioneras en todas sus iglesias y grupos. Tiene el deber de planear y realizar la evangelización del territorio virgen dentro de su distrito.

 En el desempeño de sus labores, el jefe de distrito puede estar solo, o puede, según el caso, tener uno o varios ayudantes.

II. Deberes administrativos de un jefe de distrito

 No obstante, entre las actividades múltiples de un jefe de distrito están también las de orden administrativo. Puede presentarse el caso de que tenga que actuar como anciano de alguna de las iglesias. En caso de no ser un pastor ordenado, la ordenación puede ser conveniente, pues facilita sus labores y aumenta su influencia y su autoridad. En todo caso el jefe del distrito es el representante de la Asociación o la Misión, y en ese carácter tiene algunos deberes administrativos ineludibles que cumplir.

 Debe velar para que en todas las iglesias y grupos las actividades y todas las cosas se desenvuelvan en armonía con los principios, las normas y los reglamentos de la organización.

 Debe velar que en todas las iglesias se hagan en el debido tiempo y en la debida forma los nombramientos necesarios para la buena marcha de la iglesia. Debe preocuparse también por que los grupos tengan el personal directivo que las circunstancias requieren.

 El jefe de distrito es la persona que debe velar por que todos los dirigentes de las iglesias y los grupos cumplan con sus trabajos. Debe instruir a quienes corresponda para que todos los informes de las diversas actividades sean debidamente hechos, y debe cerciorarse de que han sido enviados a la oficina en las fechas que corresponde.

  Debe preocuparse a fin de que todas las comunicaciones y pedidos especiales que vienen de la dirección de la obra sean atendidos y llevados al conocimiento de los miembros. A manera de ejemplos mencionaremos días especiales de ayuno y oración, ofrendas especiales, alguna campaña extraordinaria, etc.

El jefe de distrito debe vigilar para que en todas las iglesias y grupos se lleven a cabo en la forma y en el tiempo debidos las campañas de la Recolección Anual, la Semana Grande y otras que pudiesen ser enunciadas. Debe vigilar para que cada año tengan lugar en todo su distrito la Semana pro Juventud, la Semana de Oración, etc.

 Cae dentro de los deberes administrativos de un jefe de distrito lo relativo a las estadísticas. Él debe velar para que los registros de miembros de las iglesias sean guardados en buen orden, y para que las cartas de traslado sean tramitadas a tiempo y en la debida forma. Debe vigilar para que toda la información estadística sea enviada correctamente y a tiempo a la oficina de la Asociación o Misión.

 Otro deber administrativo del jefe de distrito se refiere a las finanzas. Debe asesorar a los tesoreros en su trabajo y ver que los fondos sean manejados correctamente, dándoles el destino que les corresponde. Debe estimular la fidelidad y la generosidad en los diezmos y ofrendas y ver que los fondos sean remitidos puntualmente a la tesorería de la Asociación o Misión. Vigilará también por que las cuentas de publicaciones sean canceladas a su debido tiempo para que no se acumulen deudas. Si dentro de su territorio existe una escuela primaria adventista, debe velar por que funcione sobre una base financiera sana.

 Lo dicho, solamente enumera algunos de los deberes administrativos de un jefe de distrito: no es posible mencionarlos todos. El fiel cumplimiento de estos deberes tendrá como consecuencia orden y buena marcha en las iglesias y grupos, y cooperación y buen entendimiento entre éstas y la Asociación o Misión.

III. El jefe de distrito y sus deberes pastorales o espirituales

 El jefe de distrito es el pastor de las iglesias y los grupos que están dentro de su territorio. Debe dar preferente atención al trabajo pastoral y al crecimiento espiritual de toda la hermandad. Con tal propósito debe tomar medidas para que en todas las iglesias y grupos funcionen normalmente la escuela sabática, el culto sabático, la reunión de oración, y donde haya elementos, la sociedad de jóvenes.

 Junto con los ancianos debe planear los temas para los cultos del sábado de manera que se cubra todo el año, a fin de que la hermandad reciba el alimento espiritual que necesita.

 Debe hacer planes para que en todas las iglesias y grupos se celebre la Cena del Señor una vez cada trimestre.

 Debe hacer planes para que todos los hermanos sean visitados periódicamente en sus hogares. Los enfermos deben ser visitados, y los desanimados deben ser atendidos. Esas visitas deben ser hechas por él mismo y por los ancianos, diáconos, diaconisas y otros oficiales de la iglesia, de acuerdo con un plan bien trazado.

 Debe velar por que los oficiales vivan en armonía con las normas de la iglesia. Debe buscar con amor a las ovejas descarriadas, pero al mismo tiempo ha de velar por que se tomen las medidas que corresponde con los miembros que persisten en el pecado. No hay cosa que cause más daño a una iglesia que tolerar por meses y años la infidelidad y la transgresión abierta de los mandamientos de Dios.

 Debe prestar especial atención al desarrollo espiritual de los jóvenes y de los niños, para (pie no se desvíen sino que lleguen a su debido tiempo a ser miembros de la iglesia. Por obra personal y colectiva debe trabajar por la conversión de todos ellos.

 Como medio de promover la conversión y el crecimiento espiritual de jóvenes y niños, debe interesarse en que todos obtengan los beneficios de la educación cristiana, estimulando la creación de escuelas primarias adventistas y animando a los jóvenes a que asistan a nuestros colegios.

 Por el contacto personal o por la información que obtiene de los ancianos y de los demás oficiales, el jefe de distrito debe conocer la condición espiritual de todos los miembros, pues solamente así podrá prestar ayuda donde más se la necesite y a su debido tiempo.

IV. El jefe de distrito y las actividades religiosas y misioneras de las iglesias y grupos

 El jefe de distrito no solamente debe atender los trabajos administrativos y preocuparse por el bienestar espiritual de sus iglesias y grupos, sino que debe interesarse para que toda la hermandad participe en un plan de actividades religiosas y misioneras. Según el plan del cielo cada hijo de Dios debe trabajar por la salvación de otros. Cada uno tiene su lugar designado en la tierra, donde le toca servir.

 Corresponde pues al jefe de distrito organizar y armonizar las actividades de los diferentes departamentos en todas las iglesias. Debe asegurarse de que cada una de ellas tenga en marcha una campaña positiva y permanente para la ganancia de almas.

 Debe por lo tanto, estimular a las escuelas sabáticas para que organicen filiales; a las sociedades de jóvenes para que sean verdaderos misioneros voluntarios; debe fomentarse la predicación laica; debe conseguirse que todas las iglesias y los grupos tomen parte activa en todas las campañas misioneras; debe tomar medidas para que todos reciban instrucción apropiada acerca de cómo utilizar las publicaciones, de cómo dar estudios bíblicos, y en fin, de cómo hacer trabajo más eficiente en la ganancia de almas.

 Para que lo antedicho pueda llegar a ser una realidad, debe ver que todas las iglesias y grupos elijan directores misioneros capaces y entusiastas que puedan guiar a la hermandad en el servicio misionero.

 Dice la sierva del Señor que la obra nunca podrá ser hecha por los obreros solamente y que no será terminada hasta que la mayor parte de la hermandad cumpla con su deber. Es, por lo tanto, responsabilidad del director del distrito idear maneras y medios para que las fuerzas laicas de nuestras iglesias sean debidamente aprovechadas.

V. El jefe de distrito y la evangelización de su territorio

 Si bien el jefe del distrito tiene que velar por la buena marcha y la buena condición espiritual de las iglesias y grupos dentro de su territorio, no debe pensar que con eso termina su responsabilidad. Tiene que cuidar de que la atención de los miembros no le absorba todo el tiempo. Siempre debe tener presente que su gran objetivo es la evangelización de todo su territorio.

 Todo barrio de la ciudad en que trabaja, todo pueblo y toda aldea de su distrito tiene que recibir el mensaje de salvación. Es deber del jefe de distrito hacer planes adecuados para que haya continuo progreso en este sentido.

 Mientras atiende su trabajo en general, cada año debería concentrar sus esfuerzos de evangelización en algún nuevo lugar hasta llegar a formar un nuevo grupo de creyentes. Una vez estabilizada la obra debe concentrar sus esfuerzos en otro lugar hasta cubrir así. poco a poco, todo su territorio. Se entiende que no podrá realizar solo este trabajo. Tiene que ser secundado a veces por la ayuda que pueda recibir de la Asociación o Misión, y siempre por hermanos laicos que sean accesibles.

VI. El trabajo de un jefe de distrito entraña una responsabilidad solemne

 Lo que hemos dicho es solamente una síntesis muy breve del trabajo de un jefe de distrito. Es sin embargo suficiente para que nos demos cuenta de que se trata de un cargo de mucha responsabilidad. El jefe de distrito tiene que ser una persona múltiple. Tiene que ser administrador, pastor, organizador, director de departamentos y evangelista. Tiene que ser un hombre muy activo, entusiasta e incansable. Tiene que preocuparse de muchas cosas y, sin embargo, no perderse en los detalles.

 Nunca tendremos medios suficientes para dar a cada iglesia un pastor y para poner en cada ciudad y pueblo un evangelista. El plan de tener buenos jefes de distrito, con visión y capacidad de organizar y utilizar a las fuerzas laicas, será la solución de muchos problemas.

 El trabajo de un jefe de distrito entraña una responsabilidad solemne. Con Pablo podemos decir: “Para esto, ¿quién es suficiente?” El mismo Señor que habló a Pablo, también se dirige a nosotros diciendo: “Bástate mi gracia- porqué mi potencia en la flaqueza se perfecciona.”

 “Sé paciente, soldado cristiano. Aún un poco, y el que ha de venir, vendrá. La noche de cansadora espera y vigilia, y de aflicción, casi ha pasado. Pronto se dará la recompensa; el eterno día amanecerá. No hay tiempo para dormir ahora; no hay tiempo que perder en inútiles lamentos. El que ahora se aventure a dormitar perderá preciosas oportunidades de hacer bien. Se nos ha concedido el bendito privilegio de recoger gavillas en la gran siega; y cada alma salvada será una estrella adicional en la corona de Jesús, nuestro adorable Redentor. ¿Quién está ansioso por deponer la armadura, cuando continuando la batalla un poco más obtendrá nuevas victorias y logrará nuevos trofeos para la eternidad?”—“Servicio Cristiano, pág. 179.

Sobre el autor: Presidente de la Unión Austral.