Nuestra nueva instructora bíblica está con nosotros. ¿La conocen?” preguntó el pastor ayudante de nuestra gran iglesia. Experimentamos el deseo de conocerla, y lo hicimos. Cuán contentos estábamos de que la asociación hubiera contratado sus servicios, porque hacía tiempo que la iglesia necesitaba una instructora bíblica; una mujer que pudiera dedicar todo su tiempo a fomentar el interés creado por los laicos ganadores de almas. Quizás en este momento la necesidad que teníamos de ella se había hecho aún más urgente ante la perspectiva de realizar un esfuerzo público de evangelización.

Todo el grupo de obreros adventistas constituye una hermosa confraternidad. Es como una familia que manifiesta mucha buena voluntad y lealtad hacia la causa y a cada uno de sus miembros en forma recíproca. Nuestros obreros por doquiera participan de un sentimiento de obligación para con la iglesia o la institución para la cual trabajan. La llegada de un nuevo obrero nunca debiera pasarse por alto con indiferencia. Y así hemos estado haciendo algunas reflexiones con respecto a nuestra nueva instructora bíblica, viuda de un pastor que pasó muchos años en la obra de evangelización.

Pensando en estas transferencias de obreros, recordamos, según nuestra propia experiencia, lo que implica establecerse en un lugar nuevo. A los obreros jóvenes generalmente les agradan los cambios, y una conciencia de que Dios está dirigiendo su causa capacita a todos, a los jóvenes y a los de edad madura, a no tomar en cuenta las incomodidades producidas por los traslados; algunos de estos cambios no son lo que el obrero hubiera elegido; los traslados parecen constituir la suerte del obrero diligente. No obstante todavía podemos decir que damos un alto valor a nuestra vocación, y crecemos con nuestra obra. Pero no podemos ignorar el hecho de que en cada cambio, mientras se aprenden lecciones de rápida adaptación al nuevo lugar, las emociones siempre entran en juego.

Al entrar en un nuevo campo, el obrero tiene que ganar la confianza de sus colaboradores. Nadie está en mejores condiciones de ayudar a la nueva instructora bíblica que el pastor con quien tendrá que trabajar. Después que él la haya presentado a la iglesia, ella puede despreocuparse, porque ahora sabe que se la necesita. ¿Y no es eso de mucha importancia durante el período de iniciación en un nuevo campo de labor? No es que las instructoras bíblicas sean mujeres solitarias: no lo son; pero son humanas. La cortesía manifestada mediante una presentación habla al corazón de todo nuevo obrero, especialmente al de las instructoras bíblicas.

Un pastor avisado velará a fin de que su obrera bíblica no se recargue con trabajo de la iglesia, trabajo que las diaconisas y la sociedad Dorcas pueden realizar perfectamente. La instructora bíblica ha sido llamada a trabajar por los no adventistas, y debe aprovecharse su talento especializado en ese sentido. Cuando sus responsabilidades se limitan a establecer nuevas relaciones y a fomentar los intereses doctrinales, sus servicios para la iglesia llegan a ser inestimables. Una emergencia ocasional puede requerirle una desviación de ese curso de conducta, pero será la excepción y no la regla.

Por otra parte, la instructora bíblica que acaba de llegar debiera mostrarse amigable con los miembros de la iglesia. Esta amistad general evita la participación en los grupos reducidos que se forman en la iglesia. En tanto que su obra bíblica la mantendrá más que ocupada, apreciará la oportunidad de intercambiar algunas palabras con respecto a la iglesia cuandoquiera que se encuentre con los miembros, en la ciudad o en otra parte, y esto la hará querer de todos ellos. Su consideración y su amabilidad serán un bálsamo para muchos corazones atribulados.

Una instructora bíblica debiera recurrir al pastor con quien trabaja para recibir las directivas correspondientes a las visitas y los estudios bíblicos. En un programa de iglesia bien organizado, el pastor debiera dedicar un tiempo regular para consultar con sus colaboradores. Además será necesario efectuar a menudo consultas breves por teléfono, porque nuestros obreros deben mantenerse al tanto de su trabajo. Aun cuando la instructora bíblica se concentre en la obra de hallar nuevos intereses, es importante que se mantenga relacionada con la marcha de los asuntos dentro de la iglesia.

La obra bíblica en el evangelismo

La iglesia se estancará sin un programa de evangelización durante el año. Donde hay vida hay crecimiento. ¿Cuál será entonces el papel que desempeña la instructora bíblica cuando la asociación designa a un evangelista para que realice una labor especial de evangelización? Eso dependerá de la naturaleza de la campaña; pero debiera haber inmediatamente un entendimiento claro, de manera que se evite así cualquier posible confusión. La instructora bíblica debe informarse del pastor en cuanto a lo que se espera de ella durante ese período especial. (El pastor recibe instrucciones de la asociación.)

En este caso, la instructora debiera ser debidamente presentada al auditorio del evangelista, con quien se relacionará en los hogares de la comunidad. Esto le abrirá las puertas. Y en esta fase de la campaña hay otro punto que debe recibir atención: el interés mantenido previamente por la instructora bíblica debe ahora orientarse hacia la campaña. Este aspecto de la labor debiera tenerse en cuenta cuando se distribuye nuevo trabajo.

Una instructora bíblica de experiencia difícilmente espera que el pastor de una gran congregación gaste la mayor parte de su tiempo visitando los hogares de los nuevos interesados. En los últimos años, las responsabilidades pastorales han aumentado mucho. El pastor depende por lo tanto de un visitador competente para proporcionar esa ayuda. Pero el verdadero pastor mantendrá sus ojos sobre algunas de “sus propias” ovejas que necesitan ser conducidas al redil.

Las instructoras bíblicas parecen sentirse más felices cuando trabajan con pastores evangelistas. Cuando el evangelismo es constante más bien que espasmódico, la maquinaria avanza sin fricción ni ruido. Existe entonces poco peligro de que el obrero personal se ate con trabajo que corresponde a los diáconos o diaconisas o a los dirigentes de la iglesia. El pastor tratará de encontrar solución a algunas de estas obligaciones en la iglesia dejando que la obrera bíblica trabaje en la obra bíblica. Ese es su talento más productivo y debe capitalizarlo. El hábil toque de una mujer en la obra personal es una bendición para la iglesia. Su espíritu suave, sus maneras bondadosas, su cultura cristiana, su buen juicio e intuición, sus conocimientos bíblicos y sus capacidades persuasivas proporcionarán salud y crecimiento a la iglesia. ¡Ojalá que la denominación tuviera varios centenares de instructoras bíblicas para añadir a las fuerzas de sus obreros!

Sobre el autor: Secretaria Adjunta de la Asociación Ministerial de la Asociación General.