“No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad” (3 Juan 4). Tú eres la mayor alegría de Dios. Jamás podemos olvidar esto, independientemente de las circunstancias en relación con tu vida, cuando andamos en Jesús, la “verdad”, nuestro corazón se llena de esta alegría.
Tres cosas suceden en un corazón alegre:
1. Placer en estar con Jesús. “Desde el día que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Y os envié todos los profetas mis siervos, enviándolos desde temprano y sin cesar” (Jer. 7:25). “Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo” (El camino a Cristo, p. 70).
2. Alegría en ver que tu vida es transformada. “Jesús quiere que seáis felices, pero no podéis serlo si seguís vuestro propio camino, y los impulsos de vuestro corazón […]. Nuestras nociones, nuestras peculiaridades, son enteramente humanas, y no debe dejarse que predominen sobre nosotros. El yo debe ser crucificado, no una vez u otra, sino diariamente, y lo físico, mental y espiritual debe subordinarse a la voluntad de Dios. La gloria de Dios, la perfección del carácter cristiano, debe ser el blanco y el propósito de nuestra vida. Los seguidores de Cristo deben imitarlo en su disposición […]. El lema es como Cristo, no como vuestro padre o vuestra madre, sino como Jesucristo, ocultos en Cristo, vestidos de la justicia de Cristo, imbuidos con el espíritu de Cristo” (Mente, carácter y personalidad, t. 2, p. 670).
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Cor. 5:17). “Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gál. 5:22, 23). “Deje ver al mundo que la verdad obró una reforma en su vida” (Joyas de los testimonios, t. 2, p. 49).
3. Placer en la misión. “Cada rayo de luz que derramemos sobre los demás se reflejará sobre nuestros propios corazones. Toda palabra amable y de simpatía dirigida al apesadumbrado, todo acto que tenga por fin aliviar al oprimido, y todo don cuyo propósito sea suplir las necesidades de nuestros semejantes, dado o hecho para gloria de Dios, resultará en bendición para el dador. Los que obren de este modo estarán obedeciendo la ley del cielo y recibirán la aprobación de Dios. El placer de hacer el bien a los demás fluye a través de los nervios, acelera la circulación de la sangre, y produce salud mental y física” (Mente, carácter y personalidad, t. 2, p. 669).
La “mayor alegría” de Dios es “escuchar” que los “hijos” de él “andan en la verdad”.
Dios pidió a Adán y Eva hijos.
Dios pidió a Noé hijos.
Dios pidió a Abraham hijos.
Las seis veces que el apóstol Pablo expresa que seamos sus “imitadores” tiene que ver con generar hijos espirituales para Dios.
Generar hijos y cuidar de ellos es el propósito de Dios para nosotros.
Esta es su “mayor alegría”. Es por eso que Jesús murió. Es por eso que él vendrá en breve para buscarnos.
Sus hijos.
Su mayor alegría.
Tú.
Sobre el autor: Secretario Ministerial Asociado de la División Sudamericana.