Cientos de jóvenes de la Asociación Sur de California se llenaron de entusiasmo ante la noticia de que el pastor E. L. Minchin. director adjunto del Depto. de Jóvenes de la Asociación General estaba por llegar. Iba a dictar una serie de diez conferencias para los jóvenes, en el hermoso local del White Memorial Evangelistic Center. Todos los directores de JMV y los pastores se reunieron para trazar planes ‘para la primera cruzada pro-juventud que se realizaría en el sur de California.

La constante preocupación era ésta: “¿En qué forma podemos interesar a nuestra juventud para que trabaje activamente en esta campaña de evangelismo?” Tras mucho estudio y oración se presentó el plan denominado “El Equipo de la Amistad” (The Friendship Team). Este plan de evangelismo de los jóvenes por los jóvenes tenía el propósito de luchar contra la filosofía egoísta del mundo que enseña a preocuparse excesivamente de sí mismo y a formar asociaciones exclusivistas. A causa de que esta insidiosa actitud se está infiltrando en las vidas de los cristianos, muchas personas que no pertenecen a la iglesia, y otros que son nuevos, o que se están formando dentro de la iglesia, no han encontrado una amistad cristiana reconfortante, y en consecuencia se han desanimado y se han apartado del camino cristiano.

El éxito en esta aventura por Cristo se basó en amonestaciones dadas por el espíritu de profecía. A continuación, damos dos de las numerosas declaraciones que dieron ánimo: “Si nos humilláramos delante de Dios, y fuéramos bondadosos, corteses, tiernos de corazón y compasivos, se verificarían cien conversiones a la verdad donde ahora hay una sola” (Testimonies, tomo 9, pág. 189).

El mundo perece por falta de amor cristiano. A los jóvenes adventistas les corresponde tomar la iniciativa, y a través del amor y de la amistad cristiana, abrir ampliamente las puertas de la iglesia, y con un espíritu de amistad invitar a entrar al solitario, al desanimado, y a los que no conocen a Jesús, para que experimenten la bondad del compañerismo inspirado por Cristo.

“El amor [la amistad] alcanzará la victoria donde la discusión y la autoridad sean impotentes… Su naturaleza es difundirse, y obrar en forma tranquila, aunque en su propósito es poderoso para vencer grandes males. Su influencia enternece y transforma, y al apoderarse de la vida de los pecaminosos afecta su corazón aun cuando ningún otro medio haya tenido éxito” (Joyas de los Testimonios, tomo 1, Pág. 249).

Entusiasmados con las posibilidades que veían en esta clase de evangelismo, los ministros y los dirigentes de los JMV regresaron a sus iglesias. Las sociedades de JMV recibieron listas con los nombres de los jóvenes y los adultos que una vez habían sido miembros de la Iglesia Adventista, o que habían manifestado interés en sus enseñanzas. Se explicó a todos los jóvenes que el plan que seguía “El Equipo de la Amistad” era tan sencillo que cualquiera que supiera sonreír y mostrarse amigo podía participar efectivamente en él. No se pidió a los jóvenes que dieran estudios bíblicos, que predicaran sermones, que distribuyeran publicaciones o que presentaran análisis de la doctrina. Este plan era verdaderamente algo enteramente nuevo, tan natural y fácil de seguir, que nadie podía presentar una excusa valedera para no colaborar.

A fin de que esta forma de dar testimonio fuera todavía más agradable, se invitó a los jóvenes a que buscaran a sus mejores amigos como compañeros de equipo. Esos equipos tenían el cometido de buscar a quién visitarían, o bien de aceptar un nombre propuesto por la junta de los MV, si no tenían preferencias. Luego, cada mañana y cada tarde debían presentar en oración el nombre elegido, rogando por su conversión. Se sugirió la siguiente introducción para la primera visita: “La juventud de nuestra iglesia ha llegado a la conclusión de que el mundo es demasiado frío e indiferente al bienestar de los demás. De modo que hemos iniciado una campaña en pro de la amistad, en la cual se pide que cada joven de la iglesia visite a alguien. Nosotros elegimos visitarlo a Ud., porque lo conocemos”. Otra forma de introducirse era no declarar el motivo de la visita, sino decir sencillamente: “Decidimos hacerle una visita”. Se hizo hincapié en que la introducción no tenía mucha importancia si el equipo que estaba orando por esa persona obraba con naturalidad y se mostraba sinceramente amistoso.

Antes de terminar la visita, se destacó, era importante expresar al joven visitado cuánto habían disfrutado con su compañía, y que volverían a la semana siguiente. Esto hacía que la persona los esperara, y al mismo tiempo los del equipo formulaban una promesa que debían cumplir.

Cada sociedad de jóvenes hizo demostraciones para enseñar a efectuar buenas visitas de amistad. Los equipos no debían encargarse de más de dos nombres, preferentemente de uno solo. La razón de esto se debía a que los jóvenes tenían que atender a sus estudios y esa primera experiencia en el evangelismo juvenil debía producir satisfacción y no constituir una carga. La visita nunca debía durar más de 30 minutos, sugiriéndose 20 minutos como tiempo ideal. Se pedía a los integrantes de los equipos que fueran buenos escuchadores, y que hablaran de todo lo que le interesara a la persona visitada. Fue sorprendente cuán pronto la conversación giró en torno a las cosas espirituales. Aun en esos casos los jóvenes debían recordar que su cometido no era dar un estudio bíblico, sino, mediante la bondad, el sincero interés y la amistad, crear un calor que encendiera el deseo de formar parte de la cruzada de la juventud.

Los resultados de cada visita se informaban a un jefe que tenía a su cargo cuatro equipos. El, a su vez, informaba al director de jóvenes y al pastor. Si un equipo de la amistad no hacía su visita semanal, era deber del jefe averiguar la razón. Si el equipo se desanimaba, el jefe debía ofrecerse para acompañarlos la próxima vez para animarlos y asegurarse de que las visitas seguirían efectuándose en la forma debida. Una parte de las reuniones de los MV se destinó para que los integrantes de los equipos relataran incidentes ocurridos en sus visitas. Se organizaron grupos de oración, y cada joven -se entusiasmó con la idea de recibir un nombre específico para orar y trabajar por él.

Después de varias visitas, cada equipo de la amistad decía en su conversación que se estaba planeando un Cruzada de la Juventud para todos los jóvenes de la comunidad. En la última visita se entregaba un anuncio de la Cruzada de la Juventud, en el que también se presentaba al orador. Los jóvenes hacían con todo entusiasmo esta invitación: “A todos se nos ha pedido llevar a un amigo a esta reunión. Queremos que tú vengas como nuestro amigo especial”. A continuación disponían la hora en que lo pasarían a buscar para ir juntos a la reunión.

Por fin llegó la hora tan esperada. Era un viernes de noche. Ya había comenzado el servicio de canto a las 7. 15 h. Cientos de jóvenes iban llegando al Centro de Evangelismo White Memorial. A las 7.50 h en punto entraron en la plataforma los que tenían la reunión a su cargo. La cruzada iniciaba su marcha.

Al final de un mensaje conmovedor, el pastor Minchin invitó a los jóvenes que quisieran orar con él por el éxito de la campaña a que lo acompañaran al otro lado del patio, a la Olivet Chapel. Para gozo nuestro, cientos de jóvenes respondieron a la invitación. Por cierto, que no pudieron sentarse todos, pero de algún modo se acomodaron para disfrutar de una hermosa sesión de oración.

Esta fue una semana magnífica para la juventud de la Asociación Sur de California. Nuestros corazones se conmovían al ver a los jóvenes trabajar por los jóvenes durante las reuniones. Veintenas de jóvenes acudían llenos de entusiasmo a los pastores para decirles: “¡Venga a saludar a mi amigo que invité a la reunión!” Luego, en los llamados de altar, estos miembros de los equipos de la amistad trabajaban callada pero activamente con sus amigos, instándolos y acompañándolos al altar. Una señorita pasó con su amiga, y ésta entregó su vida a Cristo. El pastor les preguntó; “¿Qué van a hacer ahora, señoritas?” “¿Qué vamos a hacer? Pues, vamos a trabajar por la salvación de otros” contestaron sin vacilar. Y así lo hicieron, y ahora tres señoritas asisten a La Sierra College, como resultado del testimonio que dieron las dos integrantes de ese equipo.

El lema de la cruzada: “Cristo —el Primero, el Último y el Mejor”, fue una realidad viviente en los corazones de miles de jóvenes. Esta maravillosa semana terminó con una magnífica reunión de alabanza realizada en la noche del último sábado. Cientos de jóvenes se adelantaron para dar testimonio por Cristo y para agradecer a Dios por el plan del Equipo de la Amistad, y por los que estuvieron deseosos de testificar por Cristo y de llevarlos a ellos a las reuniones de la Cruzada de la Juventud. Los pastores y los jóvenes unieron sus voces para pedir que el próximo año se celebre una nueva cruzada. El presidente de la asociación, pastor R. R. Bietz, declaró varias veces que “esto es lo más grande que ha experimentado nuestra juventud. Debemos hacer que sea una campaña anual”.

Ahora, un año después de esa primera campaña, la Cruzada de la Juventud experimentó resultados mucho mayores, originados en el sencillo plan de trabajo de los jóvenes por los jóvenes. Esta vez actuaron los evangelistas, pastor James Chase, del Depto. de Radio y Televisión de la Asociación General, y Carlos Keymer, pastor de la Iglesia de Battle Creek, Michigan.

Tanto en los colegios como en las iglesias se organizaron equipos de la amistad. Cada noche, veintenas de jóvenes acudían a la Olivet Chapel para arrodillarse silenciosamente en oración. Oraban por las bendiciones de Dios, por los jóvenes que habían invitado a las reuniones. Dios oyó y contestó sus oraciones, y cientos de jóvenes aceptaron a Cristo. Se ganaron, literalmente, miles de victorias. Un estudiante tradujo en palabras la experiencia acaecida a cientos de jóvenes: “El plan de la amistad nos ha ayudado a comprender que testificar para Cristo es una manera de vida, y no algo que constituye un pesado deber”.

La reunión final de agradecimiento celebrada el último domingo fue algo que no olvidaremos fácilmente. Muchos declararon que el plan del Equipo de la Amistad había hecho una cosa popular en su escuela el ser cristiano. Los resultados de estas dos campañas nunca se conocerán plenamente hasta que Cristo venga, pero según los registros llevados en la asociación, 255 jóvenes aceptaron a Cristo por primera vez, 189 jóvenes solicitaron el bautismo, y 306 están al habla con sus pastores acerca de un posible rebautizo.

Este año, los profesores de nuestros colegios se han unido a los pastores en la continuación de la campaña del Equipo de la Amistad. Una vez por semana los colegios dictan una clase sobre el arte del testimonio personal. En estas clases se da oportunidad a los jóvenes para que den testimonios y compartan sus experiencias. Veintenas de jóvenes dejan de lado otras actividades para asistir a estas clases.

El plan del Equipo de la Amistad puede utilizarse con excelente éxito en otras fases del evangelismo. Muchos evangelistas y pastores han comprometido a todos los miembros de sus iglesias en este plan. Al cabo de varias visitas, los equipos de la amistad anuncian a las personas visitadas la iniciación de reuniones de evangelismo, y las invitan: “Cada uno debe llevar a un amigo, y queremos que Ud. sea nuestro invitado”.

El plan del Equipo de la Amistad da garantía de una buena asistencia a las reuniones, a las que acuden los miembros y sus amigos, porque cada integrante del equipo tiene un interés personal en la conversión de un alma. Pastores que antes de adoptar este plan habían tenido un moderado éxito, después de adoptarlo hablaban con entusiasmo de la lealtad de sus feligreses, de la asistencia de los no creyentes y del aumento en los bautismos. La iglesia ha experimentado un reavivamiento de la piedad primitiva, el dar testimonio ha llegado a ser una forma de vida, y muchas almas se salvan para el reino, porque el ministerio y los hermanos laicos han unido sus esfuerzos por la gracia de Cristo para terminar la obra.

“La obra de Dios en esta tierra no podrá nunca terminarse antes que los hombres y mujeres abarcados por el total de miembros de nuestra iglesia se unan a la obra, y aúnen sus esfuerzos con los de los pastores y dirigentes de la iglesia” (Obreros Evangélicos, pág. 365).

El plan del Equipo de la Amistad ha. sido utilizado con mucho éxito para traer a los apóstatas y no creyentes, jóvenes y adultos, a la escuela sabática y a otras clases bíblicas, y ha demostrado ser una fuente constante de candidatos al bautismo. Las reuniones de evangelismo de la Voz de la Juventud han sido muy fructíferas dondequiera que se haya seguido este sencillo plan. Esta hora crucial de la historia exige que revivamos y convirtamos en algo personal de cada joven adventista el llamado evangélico contenido en el blanco de los MV: el mensaje adventista a todo el mundo en esta generación. Durante demasiado tiempo nuestra denominación ha dedicado la mayor parte de su atención a los jóvenes descarriados, descuidando en cierto modo a nuestros jóvenes leales y consagrados. Ahora es el momento en que esos jóvenes consagrados deben recibir toda nuestra atención, cuando deben ser inspirados y desafiados a aceptar la tarea que se alza delante de ellos. Ayudémosles a experimentar el gozo eterno de dar testimonio para Jesús, a fin de que por intermedio del plan de la amistad ganen a muchos que de otra manera no serán alcanzados con la verdad.

“Los predicadores o laicos avanzados en años no pueden tener sobre la juventud ni la mitad de la influencia que pueden tener sobre sus compañeros los jóvenes consagrados a Dios” (Mensajes para los Jóvenes, pág. 202).

“Vosotros podéis hacer una obra que los que sirven en palabra y doctrina no pueden hacer. Podéis alcanzar una clase a la cual no puede conmover el pastor” (Id., pág. 205).

Cuando se dirige en forma adecuada a la juventud para que trabaje por una causa de valor, ésta siempre se ha puesto a la estatura de la tarea que la confronta. La juventud ha ganado victorias para las naciones en guerra.

Jóvenes como los esposos White, Esteban N. Haskell, Carlos Fitch, Josías Litch, J. N. Andrews, Lutero Warren, y muchos otros, lucharon victoriosamente, aunque tuvieron que hacerle frente al desánimo que a veces era abrumador. Los jóvenes consagrados, inspirados por una visión por las almas han llevado el mensaje del tercer ángel a casi cada lengua y pueblo. Los jóvenes comenzaron esta obra. Y en la actualidad los jóvenes deben ser desafiados a desempeñar una parte importante en esta obra, porque son ellos los que, por la gracia del Señor, terminarán esta gloriosa obra.

“La iglesia languidece por falta de la ayuda de jóvenes que den un testimonio valiente, que con celo ardoroso aticen las indolentes energías del pueblo de Dios, y aumenten así el poder de la iglesia en el mundo” (Id., pág. 21).

Quiera Dios conceder a los pastores y dirigentes de la iglesia la sabiduría y dirección necesarias para organizar y desafiar a nuestros jóvenes y explotar para Dios esta tremenda fuente de energía consagrada. Qué poderosa fuerza serían nuestros jóvenes dedicados a Dios.

Sobre el autor: Director de Jóvenes de la Asociación Sur de California.