Arturo G. Daniells reaviva la llama en la década de 1926

Mi primera tarea después de llegar a Washington consistió en ayudar a A. G. Daniells a terminar su importantísimo libro Christ Our Righteousness [Se está publicando en La Revista Adventista a partir de enero de este año], en el que había estado trabajando cerca de un año. Este valioso libro adventista contenía realmente verdad presente, y ejerció una enorme influencia en su tiempo —especialmente sobre los obreros más jóvenes. Y el pastor Daniells se volvió hacia ellos y de ellos dependió, porque eran hombres vigorosos y de visión, hombres sin las cicatrices de la batalla, sin los recuerdos y las limitaciones de años anteriores. Sus esperanzas descansaron en ellos. Estaba persuadido de que responderían. Fue una historia conmovedora, especialmente para los que trabajamos cerca de él.

Es extraño, pero otros obreros parecían no sentir ningún interés —en la misma forma en que el reavivamiento original del mensaje de la justificación por la fe fue recibido en 1888 por muchos. En efecto, tal parece haber sido la reacción dual cuandoquiera que se ha presentado esta misma verdad. Es evidente que debemos seguir esperándola, pero no debemos dejarnos confundir por ello.

Christ Our Righteousness (1926) fue el primer libro de su clase de la Asociación Ministerial. Ayudó en forma notable a trazar el camino, y preparó para poner énfasis posteriormente en la experiencia transformadora y el testimonio que Dios espera de su ministerio en la hora final. Este precioso libro debería estar en la biblioteca de cada obrero y estudiante de teología. Es una necesidad. Debería conocérselo a fondo, y convertírselo en una parte de la vida y del ministerio personal. Proporciona una guía para la terminación triunfante y dirigida por el Espíritu del mensaje final de Dios al hombre.

OTRO PASO: PUBLICACIÓN DE FOLLETOS Y LIBROS

La próxima situación de estímulo fue la oportunidad proporcionada por el Congreso de la Asociación General celebrado en Milwaukee en 1926. Las horas dedicadas al estudio de la Biblia se asignaron a hombres relacionados con la Asociación Ministerial que sentían esta gran preocupación. Entre otros figuraron A. G. Daniells, W. W. Prescott, Oliver Montgomery, E. K. Slade, I. H. Evans y Carlyle B. Haynes. Realizaron poderosas exposiciones. Estos sermones se publicaron en forma de folletos y constituyeron una excelente contribución literaria de nueve folletos de la Asociación Ministerial, que también ejercieron un efecto duradero.

Deberíamos añadir que en este congreso, el pastor Daniells dejó su trabajo de secretario de la Asociación General, que había desempeñado paralelamente al de director de la Asociación Ministerial. Su corazón y su preocupación se centraban en los objetivos, las posibilidades y los imperativos de la obra de la asociación. Había empleado su tiempo en trabajos de administración.

Yo había comenzado un estudio personal intensivo de las Sagradas Escrituras, como resultado de mi trabajo con el pastor Daniells. Debido a esto se me pidió que presentara el estudio sobre el Espíritu Santo en el congreso de Milwaukee. Esto, a su vez, condujo a una serie de estudios (North American Union Ministerial Institutes series), la cual dio origen al libro The Coming of the Comforter. Así fue como la Asociación Ministerial produjo un segundo libro para promover estos grandes temas espirituales.

BOLETINES MIMEOGRAFIADOS PREPARAN EL CAMINO PARA THE MINISTRY

El pastor Daniells había soñado con una revista para los predicadores, la cual estimulara regularmente estos grandes objetivos. Quería y necesitaba un periódico mediante el cual hablar a todos los obreros. Pero al comienzo hubo una decidida oposición a este propósito. “Poseemos una revista denominacional oficial”, nos dijeron algunos decididamente. Tales personas sostenían que no había necesidad de una revista especial. Costaría demasiado dinero, y no valdría la pena. Una o dos páginas en la Review and Herald serían suficientes, y no sólo llegarían a nuestros ministros, sino también a los miembros. Ellos dispondrían eso. Fue una batalla real, y los que controlaban las finanzas ganaron las primeras escaramuzas.

Pero no estábamos dispuestos a rendirnos. Trazamos un plan para estar en contacto continuo con los obreros mediante hojas mimeografiadas, que en aquel tiempo no se utilizaban demasiado como sistema de comunicación. Preparamos una serie para los pastores, otra para los evangelistas, una tercera para los evangelistas por medio del canto, y una cuarta para los instructores bíblicos. Aparte de esto, preparamos estudios para los profesores de Biblia de nuestros colegios, los capellanes de nuestros sanatorios y otros grupos de obreros. Resultó algo complicado, tal como lo habíamos anticipado.

LOS OPOSITORES VEN LA LUZ Y CEDEN

Estos boletines aparecieron regularmente y fueron bien recibidos. Pero los obreros de unas categorías comenzaron a pedir que se los incluyera en otras. Los pastores pedían los boletines de los evangelistas, los evangelistas por medio del canto pedían el material de los evangelistas, los capellanes solicitaban los boletines de los instructores bíblicos, etc. Eso era precisamente lo que deseábamos, a fin de extender la utilidad del trabajo que realizábamos. Esas publicaciones fueron cada vez más apreciadas y tuvieron mucha demanda. Finalmente hubo tantos obreros que recibían los boletines, que el programa se tornó muy costoso y demasiado difícil de manejar.

Finalmente, algunos dirigentes que antes se habían opuesto, vieron la luz y dijeron: “Por qué no dejar que la Asociación Ministerial tenga su revista. Llegaría a todos los obreros, y probablemente no costaría más”. Así fue como en enero de 1928 apareció el primer número de The Ministry, editado por la Asociación Ministerial y publicado por la Review and Herald. Se había ganado otra batalla táctica. Se había provisto otro medio de difusión. Otro sueño de Daniells se había convertido en realidad.

El primer número de The Ministry, en su introducción, “Nuestra apología y nuestra autorización”, se refiere a “los boletines mimeografiados utilizados hasta ahora”, y los califica como “el peldaño necesario para esta provisión ideal”. Y la última página contiene “El establecimiento y estatutos de la comisión ministerial”. A continuación, se registra el acuerdo del Concilio Otoñal de 1927 que autoriza la publicación de The Ministry como “la revista de los obreros evangélicos”. Los planes estaban ahora en plena operación.

1935 — SIGUE SIENDO SU PREOCUPACIÓN SUPREMA

Volvamos ahora las páginas del tiempo hasta la primavera de 1935, cuando tuve el privilegio de acompañar al pastor Daniells durante las últimas semanas de su vida. Dores Robinson y yo fuimos llamados con urgencia a Los Ángeles, por pedido del pastor Daniells, para ayudarle a terminar el libro El Permanente Don de Profecía. Fue una carrera contra el tiempo, porque él había contraído una enfermedad fatal.

Pasamos largas horas, en el día y en la noche, trabajando sin descanso. Pero el libro quedó terminado. Y la introducción, que el pastor Daniells me pidió que escribiera, lleva la siguiente fecha: “Los Ángeles, California, 24 de febrero de 1935”. aproximadamente un mes antes de la muerte del pastor Daniells. Las últimas semanas se dedicaron a revisiones finales.

A pesar del esfuerzo, este período constituyó un inapreciable privilegio para mí. No sólo pude ayudar a mi amado amigo, entrenador y ex jefe, a terminar su estimada tarea, sino que me proporcionó la última oportunidad de hablar íntimamente con él muchas veces acerca de los grandes temas, blancos y propósitos que estaban siempre en su corazón: la justificación por la fe, el Espíritu Santo, la proclamación en alta voz, el mensaje laodicense, el reavivamiento y la reforma, la terminación de la obra de Dios bajo el poder del Espíritu Santo. Además, con frecuencia hablábamos del Congreso de Minneapolis. A medida que se aproximaba la hora de su muerte, parecía que se acrecentaba la urgencia de estos grandes principios y provisiones. Compartió conmigo estas preocupaciones, como su hijo en el ministerio. Reiteró la esperanza de que yo, a su debido tiempo, completara un estudio de la forma maravillosa en que Dios nos había conducido de un progreso a otro, y el glorioso triunfo asegurado, de acuerdo con la guía divina.

ESPERANZA DE QUE OTROS CAPTASEN LA VISION

El pastor Daniells nunca vaciló en su esperanza de que otros captasen la importancia de su visión. Aunque tuvo que deponer su carga, lo hizo con la preocupación de que otros recogieran el estandarte y levantaran la antorcha cada vez a mayor altura. “Adelante” era su santo y seña. Debían alistarse nuevas manos y corazones. Aunque no viviría para ver el gran día de la consumación, otros lo verían. Fijó su esperanza en los hombres que vendrían, quienes esperaba que captasen la gloriosa visión y respondiesen a ella. Tenía una preocupación y un mensaje final para éstos.

Con ese fin me entregó un cúmulo de hojas sueltas en las que había compilado las declaraciones más valiosas que había encontrado, y algunos de sus libros bien subrayados; varios tenían el autógrafo de Elena G. de White. Me entregó también una gran cantidad de apuntes para sermones. Esto revela cuál era la preocupación de su corazón y muestra mejor que cualquier otra cosa dónde estaba su profundo interés hasta el final. Más que esto, me encomendó un inapreciable conjunto de testimonios especiales que habían sido dirigidos a él y a otros, de los que había sido el custodio. Estos, también, le habían añadido incentivo, y habían delineado el énfasis especial que caracterizaría el clímax de nuestro mensaje.

EXHORTACIÓN DE ÚLTIMO MOMENTO AL MINISTERIO ADVENTISTA

Da última preocupación del pastor Daniells consistió en formular una “Exhortación de despedida al ministerio adventista”. Me dio el bosquejo y me pidió que estructurara la exhortación en forma coherente y con el lenguaje adecuado. Así lo hice y le presenté el trabajo el día anterior a su muerte. Aunque sus fuerzas físicas desfallecían rápidamente, su mente aún estaba lúcida. Siguió con interés cada palabra, asintiendo con frecuencia o manifestando aprobación. Evidentemente era como había deseado que fuese.

A medio camino de la lectura, vi lágrimas que se deslizaban por sus mejillas a medida que captaba el significado del contenido. Me detuve, pero me indicó que continuase. Cuando leí la frase final, que terminaba con un sencillo “Amén”, él se unió a mi diciendo “Amén”, pero añadió un segundo “¡Amén!” Y allí mismo añadí ese amén adicional.

Nunca olvidaré la solemnidad de aquel momento, porque ésas fueron las últimas palabras que él me habló. Pronto cayó en coma del que nunca se recuperó. Firme hasta, el fin, murió en la fe por la cual había vivido, con énfasis especial en esa última década de su fructífera vida. A continuación presentamos la esencia de su exhortación.

UN TESTIMONIO, UN DESAFÍO Y UN LLAMAMIENTO

En esta solemne exhortación de despedida —leída por primera vez en público en su servicio fúnebre realizado el 22 de marzo, y luego publicada en The Ministry de mayo de 1935—, el pastor Daniells exhortó a todo el ministerio a ser “fieles a las expectativas de vuestro Dios”. Luego realizó un llamamiento y pronunció un desafío:

“Se aproximan grandes pruebas, y rápidamente; y Dios cuenta con vosotros y espera que seáis fieles y leales a los principios de justicia. La iglesia necesita grandes adelantos espirituales, y vosotros sois quienes deberíais promoverlos.

“Dios pide un reavivamiento espiritual y una reforma espiritual en nuestras filas, y esto debe conseguirse mediante un ministerio verdaderamente espiritual”.

Definiendo estos términos como una “experiencia vital”, “indispensable para el bienestar y el triunfo de la iglesia”, dejó este testimonio personal y realizó este llamamiento:

“Dios me impuso, hace años, la carga de promover este movimiento espiritual. Cambió mi propia vida. Y muchos testifican de lo que Dios realizó por ellos personalmente cuando respondieron a su llamamiento.

“Ahora ya ha sido predicado mi último sermón. Mi obra pública ha terminado. He corrido la carrera de mi vida. Hago mi último llamamiento al ministerio de este movimiento, en el cual he sido un ministro colaborador durante más de cincuenta años”.

Luego añadió vehementemente:

“Os insto solemnemente a tomar esta carga y a completar la obra. Dios lo espera de vosotros. El bienestar de la iglesia está implicado en esto, y vuestra es la tarea de llevar esta experiencia de naturaleza más elevada a la vida de la iglesia. Esta es la gran preocupación de mi corazón. Y ahora os lego la preocupación. Os amonesto, además, a que prestéis atención a la forma como os relacionáis con ella”.

Aunque su corazón dejó de latir y sus labios quedaron en silencio, continuaría hablando a los corazones de sus compañeros en el ministerio mediante su precioso libro Christ Our Righteousness y su última exhortación. Suyo fue el aliento que reavivó los carbones del mensaje de la justificación por la fe que él creía que a su debido tiempo ocuparía el destacado lugar que le correspondía. Fue el instrumento elegido que fijó el tema de la Asociación Ministerial: la justificación por la fe. No debemos defraudarlo, y no lo defraudaremos, a él ni a nuestro Dios. Cumpliremos sus expectativas. Ciertamente ha llegado el momento de realizar el avance final.

Sobre el autor: Profesor de Teología Histórica de la Universidad Andrews