Pasos esenciales para el éxito en el ministerio
Se define la inteligencia como agudeza mental, intuición, instinto; como la habilidad para comprender y entender, y la capacidad para manejar con éxito las situaciones difíciles. De manera que es algo distinto del conocimiento. que es el resultado del esfuerzo humano. La inteligencia no se adquiere en los libros o a través del adiestramiento y la educación, aunque estos factores desempeñen una parte en su desarrollo.
Algunas personas muy educadas no son sabias o inteligentes. Carecen de juicio, sentido común y discernimiento, que son las evidencias de la inteligencia. La inteligencia es parecida a la sabiduría, y la sabiduría es semejante a la habilidad natural, que posibilita el debido uso del conocimiento.
Nadie necesita más que el ministro el sentido común y la inteligencia, porque éste debe tratar con toda clase de gente y con multiplicidad de situaciones. Necesita constantemente mantenerse en su justo término medio.
Prácticamente en cada iglesia hay tres grupos: los que se desvían hacia la derecha, los que tuercen a la izquierda y los que viajan por Cl centro del camino. La mayor parte de los miembros debiera ir por el centro. Los que giran hacia la derecha son los ultra liberales, que incurren en extremos en la complacencia de sí mismos, y que tienen sólo “apariencia de piedad. Son “amadores de los placeres más que de Dios”. Se nos ha dicho que “los que se unen con el mundo están recibiendo el molde mundano y se están preparando para recibir la marca de la bestia” (Testimonies, tomo 5. pág. 216). A menos que este grupo experimente un reavivamiento espiritual y una reforma, se perderá.
Por la otra parte, los que se desvían a la izquierda incurren en extremismos en lo referente; arla restricción y son demasiado justos. Siempre hay unos: cuantos de éstos en cada iglesia y sabemos que los habrá hasta el fin. Hemos recibido numerosas advertencias centra toda clase de extremismo y fanatismo. Desafortunadamente, algunos ministros pertenecen a esta clase, y aunque es muy difícil comprenderlo, algunos médicos caen en grandes extremismos en lo que se refiere a los principios de la salud. Los ministros, más que nadie, deben permanecer en el centro del camino, y emplear su influencia para rescatar a los extremistas y conducirlos a una posición segura.
En Isaías 11:1-5 se hace una hermosa descripción de Cristo. En el versículo uno se lo identifica claramente, y luego se enumeran los siete aspectos de su sabiduría e inteligencia, a los cuales los teólogos judíos se refieren como a los “siete espíritus de Dios”. Poseía el espíritu de sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza. conocimiento, reverencia (o temor de Dios, y agudo entendimiento (o discernimiento). ¿No debiera esforzarse cada ministro para adquirir estas calificaciones que lo distinguirán en su servicio como embajador de Cristo?
Isaías ofrece una descripción más del Maestro Predicador: “El Señor Jehová me dió lengua de sabios, para saber hablar en sazón palabra al cansado; despertará de mañana, despertaráme de mañana. El Señor Jehová me abrió el oído y yo no fui rebelde, ni me torné atrás” (Isa. 50:4, 5). En los dos versículos siguientes se identifica claramente a Cristo. Su vida devocional y de oración era el secreto de su inteligencia y habilidad para responder a sus enemigos y hablar palabras oportunas a todos los angustiados y cansados. Así como Cristo despertaba al alba para orar, también sus embajadores a menudo han despertado por inspiración divina a una hora temprana con el mismo propósito.
Como ministros, necesitamos en alto grado equilibrio emocional, serenidad y contrapeso. En la frase de apertura del capítulo dos de El Camino a Cristo se dice que “el hombre estaba dotado originalmente de facultades nobles y de un entendimiento bien equilibrado”. Esto indica que el pecado altera la mente de todos los transgresores. y que uno de los propósitos del Evangelio consiste en restaurarla a su completa normalidad y conducir al hombre a la cordura. Cuanto más semejante a Cristo sea una persona, tanto mayor solidez mental tendrá.
Sería trágico que un dirigente espiritual se tornara excéntrico, irracional o fanático. D. A. Delafield. en su libro Just for Today, dice: “En ningún otro campo las malezas del pecado crecen tan rápidamente como en la mente de los extremistas que pasan su tiempo enseñando verdades a medias, poniendo énfasis excesivo en pequeñas verdades, o promoviendo ideas raras que carecen de importancia para el Evangelio” (Id., pág. 225). Jesús declara que los fariseos eran hipócritas y fanáticos, y a ellos les dijo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejasteis lo que es lo más grave de la ley, es a saber, el juicio y la misericordia y la fe: esto es menester hacer, y no dejar lo otro. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, mas tragáis el camello! (Mat. 23:23, 24). Se espaciaban en las minucias y pasaban por alto las cosas importantes.
En su libro. Some to Be Pastors. Peter Pleune dice: “Sabemos que en cada congregación religiosa hay maniáticos, legalistas y fariseos. Generalmente eluden ciertos requerimientos éticos dr importancia y compensan la falta preocupándose excesivamente en otros asuntos de menor importancia” (pág. 99). Otro escritor dice: “Somos individualistas, y ningún otro grupo soporta con más intensidad la tentación hacia la unilateralidad y a salirse del centro de equilibrio” (Obispo Gerald Kennedy. His Word Through Preaching. pág. 169).
Jorge Whitefield le dijo a un grupo de ministros que cierta clase de sermones está compuesta de un “material pobre, seco y sin jugo”, la sierva del Señor declaró: “Algunas mentes son más semejantes a una casa de venta de curiosidades antiguas que a cualquier otra cosa. Muchos saldos y retazos de verdad han sido recogidos y almacenados allí: pero no saben presentarlos de una manera clara y organizada. Es la relación mutua de estas ideas entre sí lo que les da valor. Cada idea y declaración debe estar tan estrechamente unida como los eslabones de una cadena. Cuando un ministro lanza una masa de material ante los oyentes para que ellos elijan lo que gusten y lo ordenen, su trabajo está perdido; porque hay pocos que lo harán” (Evangelismo, págs. 127. 128).
Hay una gran cantidad de celo que obra sin ciencia. No está ordenado o regulado por el conocimiento y la inteligencia. En el prefacio de su libro Case Work in Preaching, Ezra Rhodes dice: “La utilidad de la mayor parte de los ministros podría multiplicarse si reconocieran y eliminaran errores aparentemente triviales, excentricidades e inhibiciones”. Cuán cierto es esto. Muchos de ellos practican hobbies, o ponen énfasis en asuntos de poca importancia comparados con las verdades fundamentales del Evangelio, o insisten en lo negativo descuidando lo positivo. El daño que causan es incalculable.
Las siguientes advertencias hacen al caso: “Muchos son fanáticos. Están consumidos por un celo ardiente que se toma equivocadamente por religión” (Testimonies, tomo 5, pág. 305). De esto se infiere que esa clase de predicación no merece el nombre de religión. “Debiéramos tener gran cuidado de no avanzar demasiado rápido, no sea que nos veamos obligados a volver sobre nuestros pasos. En asuntos de reforma. es mejor errar la meta por un paso y no pasar un paso más allá de ella. Y si llega a haber una equivocación. que sea del lado que está más cerca de la gente” (Id., tomo 3. pág. 21).
El consejo que aquí se da es especialmente oportuno para quienes se ocupan en instruir a los miembros nuevos que están ansiosos de andar en todo nuevo rayo de luz y que tienen una confianza ilimitada en todos los miembros de la iglesia. Estos, fácilmente son llevados al fanatismo, debido a la falta de conocimiento. Por lo tanto debiera advertírseles que no avancen con tanta rapidez, porque corren el peligro de ir demasiado lejos y luego experimentar el bochorno de tener que realizar una retirada. Cuando el diablo fracasa en su intento por impedir que una persona avance a la luz de la verdad, comienza a presionar con la esperanza de arrojarla más allá de la verdad, en las redes del fanatismo.
Existe la tendencia a esperar que los nuevos conversos alcancen en unas pocas semanas el desarrollo espiritual que otros han logrado durante veinte o treinta años; que lleguen a los límites de la Tierra Prometida dando un solo gran paso; que ajusten su vida a una manera de vivir y- de comer completamente nueva, con tanta rapidez que se desanimen, y que vuelvan a sus antiguas prácticas o se vayan al mundo. Deben aprender muchas cosas y deben hacer cambios que afectan todas las fases de su vida. Por lo tanto, se necesita mucha paciencia para darles la oportunidad de llegar a la meta avanzando un paso cada vez. lodos los miembros debieran hacer el viaje con Cristo y su iglesia, y ninguno debiera adelantarse o quedarse atrás. “Dios tiene una iglesia en la tierra, formada por su pueblo escogido, que guarda sus mandamientos. El conduce, no ramas descarriadas, no a uno aquí y a otro allá, sino a Un pueblo” (Testimonies to Ministers, pág. 61).
Dé manera que, la inteligencia es absolutamente indispensable para el éxito en la conducción del pueblo de Dios, si se desea que sus integrantes sean superiores y ejerzan una influencia benéfica.