¡Otra Pastora!
Tal vez los lectores que durante algún tiempo han estado esperando la aparición de este número especial de El Ministerio Adventista dedicado a la mujer adventista, desearían saber cuántas satisfacciones hemos obtenido al trabajar en él. El Ministerio Adventista ha tratado en los últimos años de elevar el puesto de la esposa del pastor al llamar la atención de todos nuestros obreros hacia las responsabilidades que les atañen a ellas. Nos sentimos complacidos de haber tenido éxito, al decir de algunos amigos nuestros, pero humildemente reconocemos que sólo hemos hecho un buen comienzo. No ha sido tampoco nuestro deseo, como grupo de redactores, poner demasiado énfasis en el aspecto material de su obra, ni en la importancia de la pastora como madre, ni en alguna de las otras virtudes femeninas que la adornan. Hemos tratado de tener presente la influencia total de la pastora, ya que no es una obra de arte, sino una sierva de la iglesia.
Para tener una visión completa de la obra de la pastora en la iglesia adventista, debemos recordar que no toda la obra pastoral está en las manos de las esposas de los pastores. Si causáramos esa impresión, temo que pronto oiríamos quejas de las esposas de los médicos, de los profesores, de las damas nobles y abnegadas que practican la profesión de enfermeras, como asimismo de las secretarias eficientes y también de las instructoras bíblicas. A estas últimas voy a dirigir algunos pensamientos en este número especial, mayormente porque estoy muy relacionada con su obra pastoral. Creo que los pastores estarán de acuerdo en que ésta es una buena razón.
La instructora bíblica es una verdadera pastora
¿Seremos realistas al considerar la vida y los servicios de la instructora bíblica? Es una obrera ocupada y dinámica que demasiado a menudo debe cumplir su misión sin poder apoyarse en el hombro de un esposo. Rara vez puede dedicarse al arte culinario o a la atención de los amigos en sociedad, aunque la mayoría de estas mujeres poseen en potencia esas habilidades domésticas.
A menudo la tarea más amplia y cansadora de la carga pastoral frente a los nuevos creyentes descansa sobre los hombros de la instructora bíblica. ¡Su consejero es Jesús! Después que el nuevo creyente ha sido bautizado, la instructora se convierte en una pastora. Profundiza la fe de este nuevo santo, pule ciertas falsas impresiones teológicas, protege contra el fanatismo estrecho, aconseja sabiamente acerca de los problemas del hogar. Y cuán a menudo el alma atormentada debe ser protegida de los ataques que provienen de dentro y de fuera. Entonces la instructora bíblica no puede limitarse a ser una maestra, sino también una pastora y una madre en Israel.
Consideremos ahora sus responsabilidades desde un nuevo ángulo. Después que los interesados se han convertido en miembros de iglesia, los nuevos estudios bíblicos y visitas que van surgiendo no debieran impedirle en gran medida continuar visitando a esas almas vacilantes que todavía necesitan su ayuda. ¡Permítasenos recalcar el hecho de que justamente en esta etapa, la pastora o instructora bíblica es sumamente necesaria! El enemigo hace lo posible entonces para sublevar a toda la familia del nuevo converso, a fin de que lo abrumen con ataques incesantes. Sólo excepcionalmente el nuevo creyente se libra de esta lucha. Si el sufrimiento no llega inmediatamente, vendrá después. En este período la ayuda de la instructora bíblica es necesaria, y el nuevo converso la aprecia porque en ocasiones anteriores sus oraciones le ayudaron a obtener la victoria y permanecer fiel a la verdad. Había poder en las oraciones de la instructora. Debe haber poder ahora en las oraciones de la pastora.
Observemos una vez más a esta pastora en acción. Continuamente usa su cayado, para encaminar los pies de la oveja que estaba por caer en un barranco de confusión teológica. Con tacto, bondadosamente, pero con firmeza, la vuelve a poner sobre el fundamento seguro.
¡Esta es verdadera obra bíblica, querida pastora!
En el curso de su trabajo frecuentemente le toca aplicar el ungüento que ha de suavizar una profunda herida que necesita el bálsamo «le la simpatía y la comprensión. Este ungüento es su actitud maternal. ¿Y cómo maneja a esa oveja revoltosa? Con el ligero golpe de comprensión que suaviza como el amor de una madre, y dándole a beber un sorbo de amabilidad humana. Sí, la obra bíblica es algo más que ir explicando algunos textos de casa en casa con el fin de probar y defender un mensaje. Más bien es una manifestación en la vida de lo que enseña la Biblia. Cuánto deseamos que haya más de estas mujeres prácticas en la Iglesia Adventista, pastoras que estén dispuestas a consumirse en espíritu y en cuerpo.
Pero démosle una mirada más a esta pastora que es la instructora bíblica. Son las once de la noche, hora en que la mayoría de las personas de su sexo ya están descansando o durmiendo.
Llega a su humilde domicilio, a menudo con poca calefacción y pobremente amoblado; está muy cansada y con los nervios en tensión debido a los problemas que tiene que llevar vicariamente. Como el sueño se demora en llegar, lee un poco, para su propia alma. Finalmente trata de hacer lo que ha aconsejado a aquellos a quienes enseña: dejarlo todo a los pies del Maestro. Entonces, el Gran Pastor le brinda calma y seguridad, y se sume en el sueño evocando a su rebaño. ¡Qué tierna, qué fiel pastora!
Una verdadera pastora vivirá con sus ovejas. No sólo durante unas cuantas semanas o meses mientras estudia con sus oyentes, sino siempre. No es extraño que tales mujeres se conviertan en una verdadera tradición en nuestra iglesia. Pero cuán pocas, sí ¡cuán pocas! llevan a cabo esta obra en comparación con la gran necesidad que se tiene de ellas. Se necesita algo más que mera información bíblica para atender a los niñitos de la iglesia, para animar a los niños, para aconsejar a los adolescentes y guiar a los de edad madura. Si se comprendiera mejor el trabajo de estas siervas voluntarias, se evitaría que a veces cayeran quebrantadas por el peso de la carga. Necesitamos estas fuertes pastoras que, cuando son sacudidas por los vientos y las tormentas de la vida, saben mantenerse firmes gracias a que son poseedoras de un carácter tan hermoso. Su sereno testimonio, que todos debiéramos conocer, es que encuentran un gozo inigualado al trabajar íntimamente con el Gran Pastor de las ovejas.
Sobre la autora: Secretaria asociada de la Asoc. Ministerial de la Asoc. General.