Muchas personas sinceras quedan desorientadas en medio de la maraña eclesiástica, que es la consecuencia de la multitud de denominaciones que reclaman el derecho de ser reconocidas como la iglesia verdadera. Gracias a Dios, el Testigo Fiel y Verdadero destaca en las Sagradas Escrituras las características distintivas que nos permiten identificar al remanente fiel. El estudio de la Palabra de Dios demuestra que la Iglesia Adventista del Séptimo Día no es una iglesia más: es la iglesia de la profecía.

  1. Surgió en la hora profética. Cuando en 1844 el reloj profético marcó el cumplimiento de los 2.300 días, y Cristo pasó del Lugar Santo al Santísimo en el Santuario celestial, surgió como remanente fiel, restaurando las verdades echadas por tierra durante los siglos de apostasía.
  2. Surgió de acuerdo al molde profético. Estaba predicho en la profecía del chasco (Apoc. 10), mediante el cual Dios se proponía sacar su remanente fiel de las diversas congregaciones con doctrinas erróneas; y, ¡loado sea Dios!, llegado el cumplimiento del tiempo, y de acuerdo con el plan de Dios, el chasco de 1844 permitió que procedente de todas las iglesias, surgiera el pueblo de Dios.
  3. Surgió guiada por el don profético. Armonizaba perfectamente con lo que estaba profetizado en Apocalipsis 12:17 y 19:10. Durante setenta años Dios manifestó el don de profecía por medio de E. de White, quien nos comunicó valiosísima orientación divina a través de más de dos mil sueños y visiones, dando estabilidad y solidez al crecimiento del remanente fiel.
  4. Surgió con el mensaje profético para esta hora profética. El mensaje del libro de Apocalipsis contiene en forma destacada la verdad presente. Es verdad que en otras partes de las Sagradas Escrituras encontramos la verdad presente, pero Apocalipsis 1:19 nos dice que el libro de Apocalipsis contiene la revelación de “las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser”.

La hermana White nos dice que “debe haber un estudio más completo y más diligente del Apocalipsis, y una presentación más fervorosa de las verdades que contiene: verdades que conciernen a todos los que viven en estos últimos días” (El evangelismo, pág. 147).

  • Surgió con la misión profética. Cuando en Apocalipsis 10 se nos revela que Dios levantaría su remanente fiel por medio del chasco, dice que Dios tenía un objetivo en la mente: “Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes” (Apocalipsis 10:11). La misión de proclamar la verdad restaurada no es una tarea optativa. “Hemos de proclamar al mundo las grandes y solemnes verdades del Apocalipsis. Estas verdades han de entrar en la misma trama y principios de la iglesia de Dios” (El evangelismo, pág. 147). “En sentido muy especial, los Adventistas del Séptimo Día han sido colocados en el mundo como centinelas y transmisores de luz. A ellos ha sido confiada la tarea de dirigir la última amonestación a un mundo que perece. La Palabra de Dios proyecta sobre ellos una luz maravillosa. Una obra de mayor importancia les ha sido confiada: Proclamar los mensajes del primero, segundo y tercer ángeles. Ninguna otra obra puede ser comparada con ésta y nada debe desviar nuestra atención de ella… El mundo debe ser amonestado, y el pueblo de Dios tiene que ser fiel a su cometido” (El evangelismo, pág. 92).

No podemos renunciar a estas marcas distintivas sin renunciar a nuestra identidad de remanente fiel. Y damos gracias a Dios porque su pueblo está poniendo su corazón y sus esfuerzos para llevar amorosamente adelante el cometido que les fuera confiado.