En la tarde del 4 de marzo de 1982 el conductor de un programa popular de televisión, “Discusión familiar”, presentó al participante la siguiente pregunta: “¿Cuál es el lugar más aburrido al cual Ud. pueda ir?” ¿Cuál piensa usted que fue su respuesta inmediata? “La iglesia”. Y resultó ser la respuesta número uno que dieron 100 personas entrevistadas.
¿Es esto lo que ha ocurrido con la iglesia? ¿Qué iglesia? ¿La iglesia de quién es el lugar más aburrido para ir? ¿La suya? ¿La mía? ¿Puede ser que los que viven en estos tiempos de tan notable cumplimiento profético que se ven a nuestro alrededor, encuentren que la fuente de luz y verdad es el lugar más aburrido? Si es así, es una paradoja más extraña que la ficción. Si es así, en algún lugar hay una buena cantidad de pastores ineptos. Si es así, en algún lugar ha habido un descarrío de la verdad incisiva que la iglesia demostró hace mucho tiempo. Si es así, la iglesia está fracasando en transmitir la emoción de que es lo más grande en el mundo.
Por supuesto, algunas personas están aburridas en la iglesia porque sus vidas están centradas exactamente en las cosas que son incompatibles con la iglesia y sus normas. Los tales sin duda se sienten bajo presión en la iglesia, y asisten solamente debido a alguna influencia externa que les dice que deben estar allí. Con tal actitud y motivación, es casi imposible que la iglesia no sea considerada aburrida. Pero seguramente ninguno que viene a nuestros lugares de adoración, buscando fervientemente información acerca de Dios y una bendición para sus almas hambrientas, debiera recibir en compensación solamente aburrimiento.