El 14 de octubre de 1844 murió Carlos Fitch, el más querido predicador del movimiento millerita. Después de haber realizado tres ceremonias bautismales en un día extremadamente frío, a comienzos de ese mes, Fitch se enfermó y fue abatido por una neumonía. La muerte presupone tristeza y dolor. Pero esos sentimientos fueron atenuados en el corazón de la Sra. Fitch por la esperanza de que, una semana después, se reencontraría con su esposo, al igual que con cuatro hijos fallecidos (de los seis que había dado a luz). Carlos Fitch continúa descansando en su lecho de muerte. La Sra. Fitch formó parte del grupo de adventistas que vio que la dulce esperanza de la segunda venida de Jesús, aguardada para el 22 de octubre de 1844, era revertida en amargo chasco.

El comienzo del siglo XIX fue de mucha agitación en el mundo evangélico estadounidense, especialmente después de que Guillermo Miller comenzó a divulgar sus conclusiones, obtenidas en celoso estudio de la profecía de Daniel 8. Aun sin fijar una fecha exacta, concluyó que el fin de los 2.300 años del versículo 14 sucedería en algún momento de 1843; más específicamente, entre la primavera de 1843 y la de 1844. La purificación del santuario allí anunciada, interpretó Miller, sería el regreso de Cristo a la tierra. Al ver que nada había sucedido en ese período, los esperanzados adventistas continuaron investigando en busca de respuestas para las expectativas frustradas, hasta aparecer en escena el Pr. Samuel Sheffield Snow.

En un retiro campestre realizado en Exeter, el 12 de agosto de 1844, el perplejo orador principal, José Bates, revisaba las profecías con el intento de reanimar a los dispersos oyentes, cuando Snow llegó al lugar de la reunión. Se acomodó junto con su hermana (la esposa del Pr. John Couch) y compartió con ella sus nuevas convicciones, que tenían como punto culminante el 22 de octubre. La Sra. Couch sugirió a Bates que le diera la palabra a Snow, que entonces expuso los cálculos que señalaban al 22 de octubre como fin de los 2.300 años. La audiencia sencillamente quedó exultante. Estaba próximo el Día de la Expiación, el décimo del séptimo mes, de acuerdo con el ritual del Santuario. En esa ocasión, dijo el orador: “Gracias al cómputo cuidadosamente preservado por la providencia de Dios por los judíos caraítas, el décimo día del séptimo mes cae este año el 22 de octubre”. Luego, enfatizó la proximidad de lo que entendía que era el regreso de Jesús.

En lugar del regreso de Cristo, en esa fecha tuvo comienzo el gran Día de la Expiación en el Santuario celestial, o Juicio previo al Advenimiento. Por causa de la interpretación de los pioneros, sobran críticas al adventismo. Una de ellas confronta los modelos judaicos de cómputo anual -rabínico y caraíta-, e intenta descalificar el 22 de octubre de 1844 como el inicio del Juicio. Pero todas las críticas han sido respondidas con sólida fundamentación bíblica e histórica, tan solamente evidenciando que esta es una iglesia divinamente establecida.

Sobre el autor: Director de Ministerio, edición de la CPB.