V. La culpa y el castigo transferidos a un substituto

1. Los pecados se imputan al Fiador divino,—“Al morir en la cruz, transfirió la culpa de la persona del transgresor a la del Substituto divino, mediante la fe en él. como su Redentor personal. Los pecados de un mundo culpable, los cuales se representan en figura “rojos como el carmesí,” fueron imputados al Fiador divino.”—Manuscrito Nº 84 a. 1897.

2. El Hijo inmaculado tratado como transgresor.—“El santo Hijo de Dios no tenía pecados ni aflicciones propios que llevar: Llevaba las aflicciones de otros; porque sobre él fueron echadas nuestras iniquidades. Mediante la simpatía divina se relacionó con el hombre, y como representante d<e la raza se sometió a ser tratado como un transgresor. El contempló el abismo de miseria abierto por nuestros pecados, y ofreció salvar la sima de separación que había entre el hombre y Dios.”—Bible Echo and Signs of the Times, del l9 de agosto de 1892.

3. El peso del pecado del mundo descansó sobre Cristo.—“Fué agobiado por el horror ante la terrible obra que había hecho el pecado. Su carga de culpa, a causa de la transgresión del hombre de la ley de su Padre, era tan pesada que la naturaleza humana era inadecuada para soportarla. Los sufrimientos de los mártires no se comparan con la agonía de Cristo. La presencia divina los acompañó en sus padecimientos; pero el rostro del Padre permaneció oculto para su Hijo amado.”—Ibid.

4. La justicia distributiva sobre el substituto del hombre.—“En el huerto de Getsemaní, Cristo sufrió en lugar del hombre, y la naturaleza humana del Hijo de Dios vaciló bajo el terrible horror de la culpabilidad del pecado…

“El poder que infligió la justicia distributiva sobre el substituto y garantía del hombre, fué el poder que sustentó al Sufriente bajo el tremendo peso de la ira que habría caído sobre un mundo pecador. Cristo sufrió la muerte que se había destinado para los transgresores de la ley de Dios.”—Manuscrito Nº 35. 1895.

5. Cristo fué sustentado por el gozo de la redención.—“¿Qué sostuvo al Hijo de Dios en la traición y la prueba? Vió los trabajos de su alma y fué saciado. Contempló por un instante escenas de la eternidad y vió la felicidad de aquellos que por su humillación recibirían perdón y vida eterna. Fué herido por sus transgresiones, molido por sus iniquidades. El castigo de su paz fué sobre él, y por sus llagas ellos fueron curados. Su oído percibió las voces de los redimidos. Oyó a los redimidos cantar el cántico de Moisés y del Cordero.”—“Testimonies,” tomo 8, págs. 43, 44.

VI. Cristo fue a la vez el sacrificio propiciatorio y el sacerdote oficiante

1. La suficiencia infinita del ofrecedor y la ofrenda.—“La suficiencia infinita de Cristo quedó demostrada al cargar él con los pecados de todo el mundo. Ocupa la doble posición de ofrecedor y de ofrenda, de sacerdote y de víctima. Era santo, inocente, puro y apartado de los pecadores. ‘Viene el príncipe de este mundo—declaró—mas no tiene nada en mí.’ Era el Cordero sin mancha ni contaminación.”—Carta Nº 192, 1906.

2. Cristo fué a la vez el sacrificio y el sacerdote oficiante.—“Así como el sumo sacerdote deponía sus magníficas ropas pontificias, y oficiaba vestido con la blanca túnica de lino de un sacerdote común, también Cristo se despojó a sí mismo, y tomó la forma de un siervo, y ofreció el sacrificio; él mismo era el sacerdote, él mismo era la víctima.”—The Southern Watchman, del 6 de agosto de 1903.

VII. La cruz era el único medio de efectuar la expiación

1. La cruz es el instrumento de la redención del hombre.—“La cruz debe ocupar un lugar céntrico, porque es el instrumento de la redención del hombre, y a causa de la influencia que ejerce en cada parte del gobierno divino.”—“Testimonies,” tomo 6, pág. 236.

2. La expiación es el remedio señalado por el ciclo para el pecado.—“La expiación de Cristo no es meramente un hábil medio para obrar el perdón de nuestros pecados; es un remedio divino para curar la transgresión y lograr la restauración de la salud espiritual. Es el medio señalado por el cielo por el cual la justicia de Cristo no sólo descansará sobre nosotros, sino también entrará en nuestros corazones y caracteres.”—Carta Nº 406. 1906.

3. Sufrió una muerte pública en la cruz.— “Sin derramamiento de sangre no hay remisión del pecado. Tuvo que sufrir la agonía de una muerte pública en la cruz, para que se diera testimonio de ello sin sombra de duda.—Manuscrito Nº 101, 1897.

4. Sin la expiación no hay perdón para el pecado.—“El hombre prestó atención a las palabras del tentador, y al acceder a sus insinuaciones. cayó en el pecado. ¿Por qué no se aplicó de inmediato la pena de muerte en su caso? Porque se había encontrado un rescate. El Hijo unigénito de Dios se ofreció voluntariamente para tomar sobre sí el pecado del hombre, y para hacer una expiación por la raza caída. No podía haber perdón para el pecado, si no se hubiera hecho esta expiación. Si Dios hubiera perdonado el pecado de Adán sin que mediara una expiación, el pecado se habría inmortalizado, y se habría perpetuado con un descaro imposible de frenar.”—The Review and Herald. del 23 de abril de 1901.

5. El instrumento de Dios para rescatar a los hombres.—“En los concilios del cielo la cruz fué señalada como el instrumento de la expiación. Este iba a convertirse en el instrumento de Dios para rescatar a los hombres. Cristo vino a este mundo para demostrar que vestido de humanidad podía guardar la santa ley de Dios.”—Manuscrito Nº 165, 1899.

6. Cristo, mismo constituido en sacrificio expiatorio.—“Cristo se dió como sacrificio expiatorio para obtener la salvación de un mundo perdido.”—“Testimonies,” tomo 8, pág. 208.

VIH. Las provisiones de la expiación incluían a la humanidad

1. La raza humana incluida en la provisión de la expiación.—“El sacrificio de Cristo incluía la totalidad de la familia humana. Ninguno. alto o bajo, rico o pobre, libre o siervo, ha sido excluido del plan de salvación.”—Carta Nº 106. 1900.

2. No sólo para los judíos sino para toda la humanidad.—“Cristo sufrió fuera de las puertas de Jerusalén, porque el Calvario estaba situado fuera de las murallas de la ciudad. Esto debía demostrar que no sólo murió por los hebreos, sino por toda la humanidad. Proclama ante un mundo caído que él es su Redentor, y lo urge a aceptar la salvación que le ofrece.”—The Watchman, del 4 de septiembre de 1906.

3. Sufrió el castigo por todos los pecadores. —“Así como el sumo sacerdote esparcía la libia sangre sobre el propiciatorio mientras la nube perfumada de incienso ascendía ante Dios, así también, mientras confesamos nuestros pecados e invocamos la eficacia de ¡a sangre expiatoria de Cristo, nuestras oraciones ascienden al cielo, impregnadas de la fragancia de los méritos del carácter de nuestro Salvador. No obstante nuestra indignidad, debemos recordar que hay Uno que quita el pecado, y que está ansioso de salvar al pecador. Con su propia sangre pagó la penalidad que merecían todos los pecadores.”—The Review and Herald, del 29 de septiembre de 1896.

4. La expiación es tan amplia que provee vida para todos.—“Jesús se negó a recibir el homenaje de los suyos hasta tener la seguridad de que su sacrificio era aceptado por el Padre. Ascendió a los atrios celestiales, y de Dios mismo oyó la seguridad de que su expiación por los pecados de los hombres había sido amplia, de que por su sangre todos podían obtener vida eterna.”—“El Deseado de Todas las Gentes.” pág. 722.

5. La sangre de Cristo expía el pecado del mundo.—“Los pecados del pueblo eran transferidos en símbolo al sacerdote oficiante, quien se constituía en mediador para el pueblo. El sacerdote no podía convertirse en una ofrenda por el pecado, y realizar una expiación con su vida, porque él también era un pecador. Por lo tanto, en lugar de morir él mismo, daba muerte al cordero sin mancha; la penalidad del pecado era transferida al animal inocente, el cual así pasaba a ser su inmediato substituto, y simbolizaba la ofrenda perfecta de Jesucristo. A través de la sangre de esta víctima, el hombre contemplaba por la fe la sangre de Cristo, que expiaría los pecados del mundo.”—The Signs of the Times, del 14 de marzo de 1878.

IX. Los múltiples resultados de la expiación

1. La expiación destruyó todas las barreras.—“La expiación de Cristo selló para siempre el eterno pacto de la gracia. El cumplimiento de cada estipulación fué la condición que puso Dios para otorgar la libre comunicación de la gracia a la familia humana. Entonces fué destruida toda barrera que interceptaba la libre plenitud del ejercicio de la gracia, la misericordia. la paz y el amor hacia el miembro más culpable de la estirpe de Adán.”—Manuscrito Nº 92, 1899.

2. El pecador penitente recibe plena y libremente el perdón.—“Cristo murió por nosotros en la cruz del Calvario. El pagó el precio. La justicia quedó satisfecha. Aquellos que creen en Cristo, aquellos que comprenden que son pecadores. y que como pecadores deben confesar sus pecados, recibirán plena y libremente el perdón.”—Carta Nº 52. 1906.

3. Restableció la comunicación interrumpida por el pecado.—“El hombre fué separado de Dios a causa de la transgresión; la comunicación entre ellos quedó interrumpida, pero Jesucristo murió en la cruz del Calvario llevando en su cuerpo los pecados de todo el mundo; y mediante esa cruz se salvó el abismo entre el cielo y la tierra. Cristo conduce a los hombres hasta el borde del abismo, y allí les señala el puente que lo cruza, y les dice: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.’ Dios nos somete a una prueba, mediante la cual demostraremos si somos o no somos leales a él.” —Manuscrito N9 21, 1895.

4. El sacrificio expiatorio proporciona paz, consuelo y esperanza.—“El sacrificio expiatorio contemplado a través de la fe proporciona paz, consuelo y esperanza al alma temblorosa agobiada bajo el peso de la culpa. La ley de Dios es el detector del pecado, y cuando el pecador es conducido hacia el Cristo agonizante, ve el carácter atroz del pecado, se arrepiente y se aferra al remedio: el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.”—The Review and Herald, del 2 de septiembre de 1890.

5. Los desechados llegan a ser hijos y herederos.—“Así, mediante la crucifixión de Cristo los seres humanos se reconcilian con Dios. Cristo adopta a los desechados, quienes reciben su especial cuidado y se constituyen en miembros de la familia de Dios, porque han aceptado a su Hijo como su Salvador. A ellos se les concede la facultad de hacerse hijos de Dios, herederos de Dios y coherederos con Cristo. Obtienen un conocimiento inteligente del significado que Cristo entraña para ellos, y de las bendiciones que pueden recibir como miembros de la familia del Señor. Y Dios, en su complacencia infinita, se goza en ser para ellos un Padre.”—Carta Nº 255, 1904.

6. Reclama a los redimidos como una posesión adquirida.—“El mundo no reconoce que a un precio infinito, Cristo compró a la raza humana. No reconoce que por la creación y la redención afirma con toda justicia sus derechos sobre cada ser humano. Pero como el Redentor de la raza caída, ha recibido el derecho de posesión que lo habilita para reclamarlos como propiedad suya.”—Carta Nº 136, 1902.

7. El rescate asegura toda clase de bendiciones espirituales.—“Cristo se comprometió a ser un substituto y una garantía para el hombre, v a darle una segunda oportunidad. Cuando el hombre transgredió aun el precepto más pequeño de Jehová, manifestó desobediencia de igual manera que si la prueba hubiese sido mayor. Pero ¡de qué manera admirable se había provisto la gracia, la misericordia y el amor! La divinidad de Cristo se encargó de llevar los pecados del transgresor. Este rescate tiene un fundamento sólido; esta paz prometida es para el corazón que acepta a Jesucristo. Y al recibirlo por fe, somos bendecidos con todas las bendiciones espirituales de los lugares celestiales en Cristo.”—Manuscrito N9 114, 1897.

8. La cruz abrió de par en par las puertas del Paraíso.—“Cristo recibió la llaga de muerte. que fué el trofeo de su victoria, y la victoria de todos los que creen en él. Estas heridas aniquilaron el poder de Satanás sobre todo súbdito de Cristo leal y creyente. Mediante el sufrimiento y la muerte de Cristo, los seres inteligentes, caídos a causa del pecado de Adán, a través de la aceptación de Cristo y la fe en él son elevados hasta la altura de herederos de la inmortalidad y llegan a ser un eterno peso de gloria. Las puertas del Paraíso celestial están abiertas de par en par para los habitantes de este mundo caído. Los que se han rebelado contra la ley de Dios pueden mediante la fe en la justicia de Cristo, asirse del Infinito y llegar a ser participantes de la vida eterna”—Carta Nº 103, 1894.

9. Los creyentes morarán en el hogar celestial.—“ ‘Y yo, si fuere levantado de la tierra. a todos traeré a mí mismo. Y esto decía dando a entender de qué muerte había de morir.’ Esta es la crisis del mundo. Si aceptaba ser la propiciación por el mundo, éste será alumbrado. La deshecha imagen de Dios será reproducida y restaurada, y una familia de santos creyentes finalmente habitará el hogar celestial. Este es el resultado de la crucifixión de Cristo y la restauración del mundo.”—Manuscrito Nº 33, 1897.

10. El Redentor es nuestro todopoderoso Auxiliador.—“Nuestro Salvador pagó nuestro rescate. Nadie necesita ser esclavo de Satanás. Cristo se alza ante nosotros como nuestro ejemplo divino, nuestro Auxiliador todopoderoso. Hemos sido comprados por un precio imposible de calcular. ¿Quién es capaz de medir la bondad y la misericordia del amor redentor?” —Manuscrito Nº 76, 1903.

11. Los favores que recibía el Hijo fueron dados al pueblo.—“Dios dió testimonio de la gran obra de la expiación para la reconciliación del mundo consigo mismo, dándoles a los seguidores de Cristo una verdadera comprensión del reino que estaba establecido sobre la tierra, el fundamento del cual había puesto con su propia mano.

“El Padre le tributó todo honor a su Hijo, sentándolo a su diestra, por encima de todo principado y potestad. Expresó su gran gozo y complacencia al recibir al Crucificado, y al coronarlo de gloria y honor. Y todos los favores que acordó a su Hijo en su aceptación del gran sacrificio, son ofrecidos a su pueblo. Aquellos que han unido sus intereses en amor con Cristo, son aceptados en el Amado. Sufren con Cristo, y su glorificación reviste poderoso interés para ellos, porque son aceptados en él. Dios los ama así como ama a su Hijo.’’—The Signs of the Times, del 16 de agosto de 1899.

X. La justicia mediante la expiación

1. La justicia imputada mediante el sacrificio expiatorio.—“Era evidente para él que la ley no perdía ni un ápice de su justicia, pero mediante el sacrificio expiatorio, mediante la justicia imputada de Cristo, el pecador penitente quedaba justificado ante la ley.

“Cristo llevó la penalidad que debiera haber caído sobre el transgresor; y a través de él el pecador desvalido y desesperanzado se convirtió en participante de la naturaleza divina, escapando a la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. Cristo imputa su perfección y justicia al pecador creyente cuando no prosigue en el pecado, sino que se vuelve de la transgresión a la obediencia de los mandamientos.”—The Review and Herald, del 23 de mayo de 1899.

2. El Calvario proporciona la santificación de la gracia.—“El único que podía con esperanza acercarse a Dios en la condición humana era el Hijo unigénito de Dios. Para que los seres humanos penitentes pudieran ser recibidos por el Padre y vestidos con la ropa de la justicia, Cristo vino al mundo e hizo una ofrenda de tanto valor, que redimió a la humanidad. Mediante el sacrificio hecho en el Calvario se ofrece a cada uno ¡a santificación de la gracia y—Carta Nº 67, 1902.

3. Su justicia para nuestros pecados.—“Es sólo mediante la fe en Cristo que los pecadores pueden lograr que se les impute la justicia de Cristo, para que “fuésemos hechos justicia de Dios en él.” Nuestros pecados fueron puestos sobre Cristo, castigados en Cristo, quitados por Cristo, para que su justicia pudiera sernos imputada, a los que no andemos según la carne sino conforme al Espíritu. Aunque el pecado fue cargado a su cuenta para nuestro beneficio, él permaneció enteramente sin pecado.”—The Signs of the Times, del 30 de mayo de 1895.

4. La cruz provee lo necesario para alcanzar una completa justicia.—“El Señor realizó un sacrificio completo en la cruz, la vergonzosa cruz, para que los hombres pudieran ser perfectos en el grande y precioso don de su justicia. Poseemos la promesa de Dios de que unirá estrechamente a los hombres a su gran corazón de amor infinito, con los lazos del nuevo pacto de la gracia. Todos aquellos que abandonen la esperanza de pagar por su salvación o de ganarla, y acudan a Jesús tal como son, indignos, pecadores, y recurran a sus méritos, presentando en su ruego la promesa de Dios de perdonar al transgresor de su ley que confiese sus pecados y busque el perdón, encontrarán plena y gratuita salvación. —Carta Nº 148. 1897.