Una nueva manera de encarar la evangelización combina, en un contexto cristocéntrico, la presentación de las doctrinas bíblicas con asuntos relativos a la vida familiar. Hay por lo menos siete razones por las cuales esta idea es beneficiosa para la iglesia.

Metodología divina

La evangelización relacionada con la vida familiar emplea uno de los grandes métodos de Dios para comunicar la verdad al considerar la familia literal como símbolo de la espiritual. Analicemos el caso de Abraham cuando estaba dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac en el monte Moriah. Al levantar el cuchillo para darle muerte, oyó una voz del cielo que impidió la consumación del acto. Y se le proporcionó un cordero a cambio. Entonces, “aun los ángeles comprendieron más claramente las medidas admirables que había tomado Dios para salvar al hombre” (Patriarcas y profetas, p. 151).

Dios usó la relación que existe entre el padre y el hijo para enseñar el evangelio. Y también usa la relación conyugal con ese mismo fin. Por medio de Isaías (54:5-8), Jeremías (6:3) y Ezequiel (16:23), se compara con un amante esposo que conquista el amor de Israel, su “esposa” La historia de Rut emplea el mismo concepto. Y el libro de Oseas es una poderosa parábola que tiene como centro a la familia.

La estrategia del Nuevo Testamento

Una de las mejores estrategias para la enseñanza que empleó Jesús fueron las parábolas. “Sin parábolas no les hablaba” (Mat. 13:34). Algunas de sus historias tenían como centro a la familia, con novios, casamientos y damas de honor. ¿Y quién se puede olvidar de la inmortal parábola del hijo pródigo?

Pablo también empleó esta metodología. En Efesios 5, por ejemplo, aconseja a las esposas: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer” (vers. 22, 23). Después hace la aplicación espiritual al declarar: “Así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador” (vers. 23). Cuando se dirige a los maridos, el apóstol dice: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella” (vers. 25).

Los consejos del apóstol estaban destinados, a la vez, a la familia literal y a la espiritual. Quiere decir que este método de comunicar la verdad no es una idea humana: es de origen divino.

Una doble restauración

Dios creó en el Edén dos instituciones en beneficio de los seres humanos: el sábado y la familia. Como el pecado dañó al sábado y a la familia, Dios suscitó un remanente para que proclamara “el evangelio eterno” (Apoc. 14:6). Los adventistas somos los “reparadores de portillos y restauradores de calzadas” (Isa 58:12). ¿Qué debía restaurarse según el profeta? No sólo el sábado sino también la familia edénica. Uno de los grandes beneficios de la evangelización relacionada con la vida familiar es que nos convertimos en restauradores activos.

El CARÁCTER DE DIOS

La evangelización relacionada con la vida familiar presenta de forma atractiva las grandes verdades de la Palabra de Dios. De vez en cuando oímos exposiciones doctrinarias que no atraen. Pero el casamiento de las doctrinas bíblicas —incluso las difíciles— con los principios de la vida familiar da como resultado un mensaje que no sólo es atractivo sino incluso irresistible.

Desde sus comienzos, el corazón del gran conflicto ha sido el tema del carácter de Dios. Algunas presentaciones, con pretensiones evangélicas, suscitan oposición. Por ese motivo, toda presentación debe mostrar siempre que “Dios es amor”. La evangelización vinculada con la vida familiar pone cada doctrina bíblica dentro del marco de una relación de amor humano y divino.

La satisfacción de necesidades

La iglesia crece, pero aun así no logra alcanzar a determinados grupos. Muchos de ellos están constituidos por gente materialista que no se siente atraída por una presentación puramente doctrinaria del evangelio. Buscan algo más, es decir, el evangelio, pero también la satisfacción de determinadas necesidades.

“Sólo el método de Cristo será el que dará éxito para llegar a la gente. El Salvador trataba con los hombres como quien deseaba hacerles bien. Les mostraba simpatía, atendía sus necesidades y se ganaba su confianza. Entonces les decía: ‘Sígueme’” (El ministerio de curación, p. 102).

Salvación

La evangelización relacionada con la vida familiar satisface una necesidad mayor aún: la salvación. Al explorar la dinámica de la comunicación familiar, podemos mostrar cómo puede alguien relacionarse con Dios. Al identificar las características del amor verdadero, describimos el Calvario, la suprema demostración del amor de Dios.

Cuando examinamos los misterios de la concepción y el nacimiento, hablamos de la conversión. Al poner énfasis sobre la unión vitalicia implícita en el matrimonio podemos ilustrar la unión que existe entre la fe y la gracia. Al enseñarles a los padres cómo ayudar a sus hijos para que sean obedientes enseñamos la obediencia debida a Dios. En resumen, abordamos todas las necesidades personales.

Reavivamiento

Finalmente, la evangelización relacionada con la vida familiar tiene la posibilidad de producir un reavivamiento espiritual. Desafía al evangelista a introducir cambios en su propia familia. Entonces podrá trabajar en favor de las parejas de oyentes. En la medida en que éstos quedan expuestos a los conceptos de vida que ha experimentado el predicador también se sentirán inducidos a abandonar hábitos perjudiciales.

Al evangelizar al mundo reavivamos a la iglesia. En efecto, esa es exactamente nuestra misión.

Sobre el autor: Evangelista de la División Norteamericana